El Palacio de Fontainebleau es un un impresionante complejo de 130 hectáreas ubicado en la localidad del mismo nombre, al norte de Francia. Este castillo, patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1981, fue saqueado durante la Revolución Francesa y, aunque pasen los siglos, sus obras de arte siguen siendo objeto de deseo para los ladrones. Hace tres semanas casi es víctima de otro robo por parte de una banda de aluniceros españoles. Casi. La banda de El Niño Juan fue detenida el pasado 28 de diciembre antes de entrar al complejo en una operación conjunta de las policías francesa y española.
Los cinco ladrones tenían los ojos puestos en las 800 piezas de arte decorativo chinas que alberga el palacio. “No sabemos exactamente cuáles querían, la investigación sigue abierta”, afirma a EL ESPAÑOL Jean Luc Boyer, capitán de la Policía y responsable de la Oficina Contra el Tráfico de Bienes Culturales en conversación telefónica. “Pero sabemos con seguridad que iban a por las piezas asiáticas”.
Los dos cuerpos armados tienen el convencimiento de que los ladrones españoles fueron contratados por una mafia china para dar este golpe. Todas las piezas asiáticas están perfectamente catalogadas y sería muy complicado venderlas en occidente, según Boyer. Esto, unido a una reunión de los ladrones con tres chinos en un hotel de Francia, reafirma la teoría de la policía y la Europol, que siguen la pista de la mente pensante de este atraco frustrado.
La mano ejecutora
La mente aún no se sabe quién es, pero la mano sí. El líder de los ladrones es Juan María Gordillo Plaza, apodado El Niño Juan. Este madrileño de 33 años es un viejo conocido de la justicia española y está especializado supuestamente en robos por encargo, según ha publicado el diario El País. Entre él y sus cuatro compinches suman un historial de más de 120 detenciones.
La llamada Operación Bambú comenzó en España. La Policía Nacional alertó a la Europol de que El Niño Juan pretendía robar en un museo francés, pero desconocían cuál. Solo sabían que iban a por arte asiático. La banda cruzó la frontera hispano-francesa en dos coches el 21 de diciembre y se estableció en la localidad de Nemours, a 17 kilómetros del palacio. En ese momento la policía francesa ató cabos y descubrió su objetivo.
Los ladrones compraron ropa negra, picos, destornilladores, un hacha y todo el material necesario para el golpe. Durante su estancia en Francia simulaban no conocerse, pese a que intercambiaban coches, iban juntos a visitar París y se hospedaban todos en el mismo hotel, convertido en su particular cuartel general.
Fue allí donde los españoles supuestamente se reunieron con tres asiáticos para concretar los detalles del robo, dos días antes de su detención. Uno de estos chinos, también detenido, actuaba de enlace entre los ladrones y los contratistas, según la policía francesa. La tarjeta de ese individuo fue la que pagó el hotel y las entradas para visitar el palacio. En dichas visitas los ladrones estudiaron el sistema de vigilancia y las rondas de los guardias.
El día del golpe, el 28 de diciembre del año pasado, fueron detenidos los cinco españoles y el enlace chino. El Niño Juan y su banda siguen detenidos en la localidad francesa y aseguran que son turistas y que no estaban ahí para robar nada. Sin embargo, todo indica que sobre este caso se extiende “la sombra de las triadas”, como titula el dominical francés Le Journal Dimanche.
Siete tratados y cuatro museos
El Palacio de Fontainebleau se levantó sobre un viejo castillo que ya estaba ocupado por reyes en el siglo XII. Fue Francisco I de Francia quien ordenó la construcción del edificio actual en el siglo XVI. La obra corrió a cargo del arquitecto Gilles le Breton que introdujo en Fontainebleau las líneas del manierismo italiano. En los siglos sucesivos otros constructores remodelaron y añadieron dimensiones al complejo.
Algunos de los episodios más importantes de la historia de Europa han tenido este castillo como escenario. Hay siete tratados llamados de Fontainebleau. El primero, en 1611, concertó el matrimonio de Felipe IV de España con Isabel de Borbón y el de Luis XIII de Francia con Ana de Austria. El último, en 1814, desterró a Napoleón a la isla de Elba.
Actualmente el palacio alberga cuatro museos. Uno de ellos es el llamado “museo chino”, que contiene una colección de más de 800 piezas de arte decorativo asiático, en su mayoría reunidas por Napoleón III en el siglo XIX. Entre sus piezas, hay obras procedentes del saqueo del antiguo Palacio de Verano de Pekín en octubre de 1860 por franceses y británicos durante la Segunda Guerra del Opio.
También alberga una escuela de arte y se usa como set de rodaje. Por ejemplo, sus salones aparecieron en el segundo episodio de la tercera temporada de Juego de Tronos.
Otros golpes exitosos
Este no es el primer intento de robo que sufre el Palacio de Fontainebleau. Hace cinco años, en marzo de 2015, otros ladrones tuvieron mejor fortuna y consiguieron llevarse una réplica de la corona del rey de Siam, un mándala tibetano en coral, oro y turquesa, y otros elementos decorativos en plata y bronce datados del siglo XVIII. También en esta ocasión fue el “museo chino” el objetivo de los cacos.
En solo siete minutos estos ladrones se apoderaron de todo antes de que saltaran las alarmas. El golpe fue cuidadosamente planificado y ejecutado. Esa investigación sigue abierta y los objetos no han vuelto todavía a Fontainebleau. Los que sí volvieron fueron nueve de los 15 objetos robados en las salas napoleónicas en 1995. Eso sí, se tardó años en encontrarlos y devolverlos a sus salas.
Durante su larga historia, el Palacio de Fontainebleau ha sido el objetivo de cientos de ladrones. Los últimos seis (cinco españoles y un chino) no han tenido la suerte de sus predecesores y se enfrentan a cargos muy graves.