Y la reina de la coca regresó, pero poco tiempo. Ana María Cameno (45) reorganizó tras salir de prisión la red criminal que suministraba casi toda la cocaína que se consumía en Madrid y otras provincias españolas. Obtuvo la libertad provisional en 2013. Solo dos años antes, la Policía desarticulaba su laboratorio de cocaína, el más grande y minucioso de toda Europa. En esa operación, los agentes le incautaban 276 kilos de cocaína y dos millones de euros en efectivo.
Años atrás, la reina había tenido en jaque a los agentes por todas las precauciones que tomaba y su minuciosidad, nunca cometía errores. No obstante, su segunda caída no tardó en llegar. ¿La razón? Su vuelta estaba motivada por la deuda de cinco millones que tenía con un cartel colombiano por la cocaína que le había incautado la Policía haccía siete años.
Las prisas se la jugaron a la burgalesa Ana María Cameno. Se sometió a nuevas operaciones de estética, regresó a una de las zonas más lujosas de Madrid, retomó los coches de alta gama y volvió a hacer lo que mejor se le daba, traficar a gran escala. En 2014, todo se venía abajo por segunda vez, a pesar de haber creado de la nada su imperio de la cocaína y ser la única mujer entre los barones de la droga.
A partir de este martes, Ana María se enfrentará a un nuevo juicio, en esta ocasión en la Audiencia Nacional, en el que la Fiscalía Antidroga pide para ella 24 años de prisión por vender en 2014 más de 100 kilos de cocaína por unos 15 millones de euros, capital que blanqueaba a través de transferencias a Panamá.
El Ministerio Público acusa a Cameno, en libertad provisional, de un delito contra la salud pública, otro de blanqueo de capitales y tenencia ilícita de armas, los mismos a los que se enfrenta José Ramón Mora Parra, su pareja y hombre de confianza, para quien se pide un pena de 21 años de cárcel. También se sentarán en el banquillo otros 11 presuntos miembros de la organización de Camero, que se enfrentarán a penas que van desde los cuatro a los 13 años de prisión, unos por delito contra la salud pública y otros por blanqueo.
Adicta a la santería cubana
En el escrito de acusación, el fiscal expone que Ana María y su pareja disfrutaban de un alto nivel de vida a pesar de que no tenían actividad económica real desde 2012. Habían adquirido distintos inmuebles y vehículos, y y disponían de gran cantidad de dinero en efectivo. Para sus compras, la conocida como reina de la coca utilizaba el pseudónimo de Marta Sánchez, con la que guarda cierto parecido, para ocultar su identidad en las compras que hacía, entre las que se incluyen más de 50.000 euros en joyas. Además de al lujo, también era adicta a la santería cubana.
Todo comenzó en 2013, cuando los investigadores tuvieron conocimiento de que Ana María, tras haber salido de la cárcel hacía unos meses, continuaba "desarrollando actividades encaminadas a la distribución y venta a terceros de cocaína", según expone la Fiscalía.
De este modo, Cameno mantenía contactos regulares tanto con suministradores como con los transportistas de la droga, mientras que su novio de ocupaba de los pagos correspondientes, así como de los contactos con la red que garantizaría la ocultación de los fondos.
Los investigadores supieron de un primer transporte efectuado por uno de los acusados, Migue Ángel López, el 31 de julio de 2014, cuando fue detenido en la sierra de Madrid con el coche cargado de 19 paquetes de cocaína. Dieciocho kilos, valorados en casi tres millones de euros. También de un segundo, el 2 de septiembre, de otros cinco kilos de cocaína, que se distribuiría entre los clientes de la organización en Alicante.
Con esa información, los agentes también permitieron averiguar que se había programado otra operación de entrega y transporte para finales de ese mismo mes y procedieron a la detención de los miembros de la organización y el registro de los vehículos e inmuebles que disponían en varias provincias.
La casa de Carmeno
En la lujosa casa de Cameno, en el municipio madrileño de Majadahonda, los investigadores se incautaron de 49 paquetes que contenían 44 kilos de cocaína por un valor de 5,8 millones de euros, una pistola con silenciador, 28 teléfonos móviles, una báscula de prisión y una prensa hidráulica con moldes. En el interior de un todoterreno, por otro lado, se descubrió un compartimento secreto tras los asientos y el suelo del maletero en que había 41 paquetes de cocaína, de paso similar a los mencionados y valorados en seis millones de euros.
En la finca La Aceitera, en Medina del Campo (Valladolid), fue detenido otro presunto miembro de la organización e intervenida distinta documentación de Cameno y Mora Parra, que daba cuenta de la actividad ilícita de la pareja y la red que dirigían.
Según la Fiscalía Antidroga, Ana María Cameno y su pareja encargaron a una persona de confianza que contactara con David García Asenjo, quien "disponía de un entramado financiero y societario para facilitar la ocultación" de los fondos derivados de la venta de la droga y así poder proceder a su lavado para integrarlos en el circuito legal.
David García Asenjo y Guillermo Guadalix recurrieron a Jesús Gil Martín, quien contactó a su vez con José Miguel Artiles, director de la entidad Bandenia Banca Privada, para que hiciera la transferencia a Panamá del dinero de la organización de Cameno. Se da la circunstancia de que Bandenia está investigada en otro procedimiento abierto en la Audiencia Nacional en relación con el blanqueo de capitales procedente de actividades ilícitas como estafa, delitos contra la hacienda pública o narcotráfico.
Gil Marín trató de confirmar cuatro transferencias que sumaban 409.700 dólares, pero sólo se pudo confirmar la efectividad de una de ellas, concretamente de 54.000 dólares. Tal y como consta en el escrito de acusación, Cameno y Mora Parra "mostraron su malestar e incluso se dirigieron en tono intimidatorio" a García Asenjo, por lo que éste y Guadalix procedieron a hacer las gestiones para devolver el dinero.