Fuerza Nueva es la nueva banda formada por el poeta y cantaor El Niño de Elche y Los Planetas. Fuerza Nueva fue un partido político fundado por el notario Blas Piñar (1918-2014) para darle continuidad al franquismo y su tarro de esencias. El partido del notario Piñar duró de 1976 a 1982 el año que Felipe González (77) ganó las elecciones con 202 diputados, con las calles empapeladas por los carteles del ilustrador José Ramón Sánchez. Blas Piñar fundó el partido sobre una editorial, Fuerza Nueva Editorial, creada en 1966 y su sede era el edificio de Papelera Española.
El encuentro de Los Planetas de Jota (51) bien pudo haberse forjado en la barra de Casa Patas una noche que los de la cerveza Alhambra organizaron uno de esos conciertos para pocos invitados programados para hacer marca. Las marcas, las nuevas marcas, necesitan ser abrazadas desde abajo, como el esqueje de una crasa, para que sus raíces, como la de un chiquillo, fortalezcan y tengan en unos años buena estructura emocional y su savia sea sabia.
El flamenco y el punk nunca hicieron buenas migas. El flamenco, como el toreo, se lleva bien con la tradición y la ortodoxia. El axioma punk “hazlo tú mismo”, que incita al que no tiene formación a intentarlo y romper con lo establecido, choca de lleno con los cantes tradicionales. El flamenco es por tradición apolítico, bohemio, humilde, de clase baja, inmigrante, gitano desde luego; mientras que el punk es blanco, del extrarradio y está politizado, subversivo y comprometido.
¿Es El Niño de Elche un cantaor punk? Sería simplificar mucho, etiquetarlo. Ya conoce el lector que ningún artista quiere ser etiquetado. Francisco Contreras Molina ya no es un niño, tiene 35 castañas, está de buen comer, y luce, sin aparentes problemas, una cabeza brillante sin pelo que reponer en Turquía.
Es El Niño de Elche la figura más prometedora del flamenco heterodoxo. ¿Lo que está haciendo El Niño podría parecerse a lo que supuso La Leyenda del Tiempo de Camarón electrificando el flamenco? Quizá si, pero no es igual desde luego. El Niño, comprometido con la izquierda y la subversión, quiere comunicarse. Camarón quería cantar y cantar le dolía. Desconozco los dolores del ilicitano pero se existir existen.
El Novio de la Muerte no es el himno de La Legión, aunque todos lo piensen. El himno de la Legión es La Canción del Legionario de Modesto Romero y Emilio Guillem. El Novio de la Muerte es un cuplé firmado por Juan Costa Casals con letra de Fidel Prado. Y es la letra la que estremece. ¿Sabías que Fidel Prado fue periodista y que no tiene página aún en la Wikipedia? ¡Anda, haz algo útil y escríbela!
El cuplé lo había grabado ya Javier Álvarez (50). Siempre que la canta alguien las tripas se me encogen. Álvarez, hermano del fotógrafo Jerónimo, le dio la tensión melancólica que suele.
Las marcas necesitan ser abrazadas desde abajo, como el esqueje de una crasa, para que sus raíces fortalezcan y tenga en unos años buena estructura emocional y su savia sea sabia
También fue provocadora la versión de Glutamato Yeye cuando usaron la música para cantar “Soy un socio del Athleti (“Nadie en el campo sabía quién era aquel rojiblanco...”). Me pregunto qué habrá sido del bigote hitleriano de Ignacio Fernández (58) una de las grandes provocaciones capilares de la vilipendiada movida.
La interpretación de Los Planetas y El Niño en directo es más punk pero tiene un sesgo de hit inevitable. Los Planetas y El Niño cambian el verso original de “entre su pecho encontraron una carta y un retrato de una divina mujer“ por “encontraron una carta y un retrato de Luis Aragonés”.
Brillante. Anoche en La Riviera, húmeda porque el Madrid Rio de Gallardón, ha puesto patos pero no le ha quitado al Manzanares su neblina, el cuplé sonó punk en homenaje al desmantelamiento del Vicente Calderón. Y al escucharlo me acorde de la rumba “Río Mánzanares déjame pasar, que mi mare enferma me ha mandao llamar” que en realidad no está dedicada al madrileño que nunca tuvo caudal para no dejar pasar a nadie sino a un rio venezolano.
Para responder al título de este artículo, una vez contextualizada su actualidad, creo que hay dos motivos. El primero desde luego que Millán Astray quiso hacer de La Legión una fuerza propagandística y este cuplé le vino muy bien. El segundo que es una gran canción, que toca sentimientos con una melodía que ensalza al que la canta. La propuesta de Álvarez, de Glutamato (no el monosódico) y de El Niño con Los Planetas tienen un compromiso claro de izquierdas. Quizá habría que despolitizarla ¿o acaso el amor de un hombre con el corazón roto que busca refugio en La Legión tiene algo que ver con la política?