Tras padecer mucha fiebre y vómitos con tan solo 13 meses, Carmen y su marido decidieron llevar a su hija a Urgencias en el Hospital de Oviedo. Era marzo de 2018. Dos semanas después, confirmarían a esta familia que su pequeña tenía un coronavirus.
Los padres eran incapaces de bajarle la fiebre a la pequeña tras múltiples intentos y decidieron llevarle al centro hospitalario. Una vez allí, después de realizarle una analítica los médicos descartaron que la niña tuviera el virus de la gripe y le mandaron a casa a la espera de confirmar qué virus tenía.
Solo tiene días después, la situación empeoraba. "La niña no tenía defensas y volvía a tener fiebre, y la volvimos a llevar a Urgencias", relata Carmen a Espejo Público. En esa ocasión, fue cuando le confirmaron que una bacteria había entrado en los músculos de la niña, motivo por el que no podía moverse.
Sin medidas especiales
La pequeña no presentaba evolución favorable y los médicos decidieron dejarla ingresada en la UCI un tiempo, tras haber detectado que tenía un coronavirus. Cuando les dieron el alta, les mandaron a casa con las recomendaciones típicas de cualquier virus, como no forzar a la niña en las comidas, o mantenerla incorporada al comer, sin tomar ninguna otra medida específica.
Carmen y su marido se enteraron de que la pequeña padecía el virus porque volvieron al hospital, una semana después del primer cuadro de altas fiebres. Si no hubieran vuelto a Urgencias, "no se nos hubiese dicho lo que realmente tenía", explica Carmen.
En su caso, ningún otro miembro de la familia se contagió, tampoco ninguno de los amigos de la pequeña, que acude a una guardería en Asturias. La madre avisó de que había padecido el virus por una cuestión de seguridad, pero el centro escolar no puso ninguna medida especial. La familia nunca ha sabido el origen del virus que pudo transmitir la enfermedad a su hija de 13 meses, que ahora se encuentra en perfecto estado de salud.