“Es la historia de ocho hombres buenos y muchísimos hombres malos”. De esta manera resume el escritor y periodista Fernando Rueda el contenido de su último libro. Destrucción masiva, nuestro hombre en Bagdad ha sido presentado este martes en Madrid en el fórum del Fnac de Callao, donde no cabía un alma. Muchos de los asistentes han visto la presentación de pie.



El libro cuenta la historia de Alberto Martínez, Luis Ignacio Zanón, Carlos Baró, Alfonso Vega, José Merino, José Carlos Rodríguez y José Lucas Egea. Estos hombres eran agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de misión en Irak y a la caza de las famosas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Los espías españoles advirtieron de que tales armas no existían mucho antes de la invasión y de los informes de la CIA y el MI6 que afirmaban todo lo contrario.

“Ellos informaban de una cosa y el Gobierno [de Aznar] decía todo lo contrario”, ha denunciado Rueda. Junto al escritor estaban Blanca Rosa Roca, directora de Roca Editorial, y el coronel Pedro Baños, analista geopolítico. Este último asegura haber engullido el libro en tres noches. “Una de las frases que me ha evocado este relato es aquella de ‘nunca vi a tantos leones mandados por tales corderos”, ha afirmado el coronel.

El escritor Fernando rueda, durante el acto de presentación. J.S.

Esta historia comienza en el año 2000 cuando el agente Alberto Martínez llega a Bagdad, sigue con el envío de más agentes para proteger a las tropas españolas desplegadas tras la invasión, continúa con los dos ataques contra los espías que acabaron con sus vidas y concluye con un largo epílogo.

En sus páginas se relata cómo los agentes movieron cielo y tierra para informar al Gobierno del PP sobre los movimientos del ejército iraquí al mando del tirano Saddam Hussein. En su misión consiguieron fuentes de calidad en el Gobierno, entre los grupos influyentes de los chiítas y hasta de la Mujabarat, la policía secreta iraquí, que les tenía controlados. Muchas veces se la jugaron para obtener los datos que les pedían desde Madrid. Finalmente, esta misión les costó la vida.

Tal y como adelantó Rueda en EL ESPAÑOL, “esta novela de no ficción trata de resolver un misterio –quiénes eran los agentes, cómo era su vida, quién los mató, cómo y por qué- y pretende rescatar de la amnesia colectiva una historia olvidada, con la esperanza de que nos diga algo más acerca de la condición humana y de los graves fallos de las instituciones del país”.

Buscar héroes

“Otros países buscan héroes, nosotros no”, ha criticado el coronel Baños, que afirma que esta misma historia en otro país ya tendría su película. El homenaje del Gobierno de Aznar a estos agentes caídos fue insuficiente, según denuncia el autor. El Gobierno del PP concedió a los caídos la Cruz del Mérito Militar con distintivo amarillo.

Fue ya en el Gobierno de Zapatero cuando se les levantó un monumento memorial en la sede central del CNI y el entonces ministro de defensa, José Bono, les concedió la Gran Cruz Roja del Mérito Militar. La distinción de ambas medallas es importante. La primera indica que se ha muerto en la lucha contra el terrorismo y la segunda, que se ha muerto en la guerra. “Seguro que el libro a Aznar no le gusta”, ha bromeado el autor, provocando risas entre el público.

“Alguien tendría que haber asumido la responsabilidad de estas muertes. Y nadie lo hizo”. Esta ha sido la última gran crítica con la que el autor ha querido cerrar el acto. “Eso es algo que me ha dolido y lo que me ha llevado a contar que hubo ocho hombres buenos que pelearon”. El aplauso final se lo ha querido dedicar a ellos.