Hace cosa de un año Rocío Monasterio era la cara más visible de Vox, y ahora está totalmente desaparecida. Era la que más se dejaba ver, estaba por todas partes; sus discursos la hacían omnipresente: acudía a las tertulias en la tele, era la que más entrevistas realizaba; se convirtió en la voz y el alma máter en el auge del partido de extrema derecha. Se convirtió en el paradigma de la imagen que Vox quería transmitir a su electorado. Un discurso dulce y aparentemente sosegado, alejado del beilgerante tono de Ortega-Smith y Santiago Abascal, también podía resultar útil para inocular sus ideas entre los votantes.
Fue precisamente su marido, Iván Espinosa de los Monteros, quien logró en los mítines de 2019 definir con precisión quirúrgica lo que la mujer de origen cubano significa para la formación política. Uno de esos eventos se produjo el 6 de abril del año pasado en Leganés. Iván, con el micrófono anclado en la oreja, al modo de un auténtico coach motivacional, se subió al escenario para presentar a voz en grito a su esposa:
-"¡¡Es el azote de los progres en televisión. El puño de hierro en guante de seda. Es... Rocío Monasterio!!".
Y el público rugía y Rocío corría al escenario y jaleaba a las masas. Y cantaba con ellos. En el partido su nombre era sinónimo de látigo contra la izquierda. Pero lejos quedan ya esos tiempos en los que ella tenía que ser la voz cantante, la figura idónea para rebatir con suavidad los argumentos de los rivales. En los últimos meses, el partido ha decidido esconderla lo máximo posible, limitando al máximo sus apariciones en los medios de comunicación, sus comparecencias públicas y, desde luego, sus explicaciones.
Los escándalos que ha ido revelando en los últimos meses distintos medios de comunicación demuestran las irregularidades cometidas por Monasterio con su estudio de arquitectura. Trabajó e inscribió su nombre en planos y documentos de arquitecta sin serlo, falseó su currículum en LinkedIn, se promocionaba como tal en todo tipo de revistas, edificaba obras de envergadura sin esperar a que llegase la licencia de construcción... Un cuadro.
Ha sido un año de contrastes tanto para ella como para su marido. Al auge que catapultó a Vox a ser el tercer partido más votado se le contraponen las adversidades que han tenido que afrontar a causa, en buena medida, de sus actividades en el pasado. Un buen ejemplo de ello es el desahucio de su espléndida casa en el barrio de Chamartín.
La casa de los líos
Para la dupla Espinosa-Monasterio, este último fue el año de los problemas con las casas. Con la suya y con las diseñadas por el estudio de Rocío. Doce meses repletos de constantes quebraderos de cabeza. El pasado ha acudido a cobrarse todas las deudas de golpe casi de forma consecutiva, y ella, sin embargo nunca ha esbozado ningún tipo de rectificación. Tampoco ha habido disculpa alguna por haber ejercido como arquitecta y haber construido y diseñado distintos inmuebles sin licencia alguna. Las explicaciones han sido escasas, cuando no inexistentes. Y, desde luego, una hipotética dimisión ni se divisa.
Hace unos meses, el Ayuntamiento de Madrid dio la orden de clausurar y precintar parte de la casa de lujo en la que vive el dirigente de Vox con sus cuatro hijos y su mujer, la diputada del partido en la Asamblea. Se trata de un inmueble que incluye también su estudio de arquitectura y que se halla repleto de irregularidades.
Los problemas no se detuvieron ahí. En septiembre, el Ayuntamiento de Madrid emitió una orden de precinto y de clausura del chalet por no contar con licencia de ocupación y tampoco de funcionamiento para realizar la actividad de la empresa de Monasterio.
En octubre les concedieron un año para legalizar la casa. No acaba ahí la cosa. Unos meses antes Iván Espinosa fue condenado a indemnizar con más de 60.000 euros a un acreedor por no haberle pagado el importe de las obras que había realizado en el chalet.
Todo esto ha llevado a que Rocío Monasterio esté apareciendo menos que lo que acostumbraba. A ser escondida por sus compañeros de partido en estas últimas semanas. El inicio de la vida parlamentaria le ha ofrecido, también, un respiro: con la rueda de la política girando de nuevo, son los diputados de Vox los que poco a poco van adquiriendo protagonismo en el Congreso de los Diputados, en las sesiones de control, en las preguntas al gobierno, en las comisiones parlamentarias. Y ella ha pasado a un discreto segundo plano.
Eso ha contribuido a que el partido pueda esconderla durante todas las semanas en las que han ido surgiendo los escándalos inmobiliarios tanto de ella como de su marido. Entretanto, son los escuderos del partido los que cobra ahora importancia.
Pero luego llegó el otoño, y desde entonces, como a cuentagotas, comenzaron a aparecer las informaciones en torno al pasado de Monasterio y sus actividades al frente de su estudio de arquitectura. Y ese aura inmaculada que la rodeaba un año antes, cuando Vox irrumpía a finales de 2018 con 12 diputados en las elecciones andaluzas, quedaba totalmente desencajada.
Huida hacia adelante
Es como si Monasterio estuviera emprendiendo una huida hacia adelante, olvidando todas sus actividades del pasado, la decena de viviendas ilegales diseñadas por ellos que se han ido descubriendo. Como si no quisiera mirar atrás en una larga carrera que emprendió junto a su marido y también socio.
Quizá por eso la mujer más importante de Vox lo ha borrado todo de la página web de su estudio de arquitectura. En www.rociomonasterio.com ya no aparece información relativa a sus proyectos profesionales.
Si uno navega ahora por la citada página, podrá comprobar que ya no existe ningún rastro sobre los proyectos de arquitectura del loft en García Noblejas, el edificio Cruz del Rayo o la vivienda en El Viso -entre otros ejemplos-, que sí eran accesibles hace unos días. También han desaparecido los proyectos de rehabilitación (loft en Castellana, Lope de Rueda, rehabilitación en Ávila, Rodas, Fuencarral…), así como cualquier detalle relativo a modelos de interiorismo (Argensola, Rodas, loft Carmen…).
Muchos de estos proyectos eliminados, como si nunca hubieran existido, fueron señalados hace unos meses por las diversas irregularidades que todavía hoy, años después de ser diseñados, siguen teniendo en sus estructuras.
Esto sucedió hace unas semanas. Ese borrado no ha impedido que salgan a la luz nuevas irregularidades de su pasado como seudo arquitecta. El barniz impecable que adornaba a Monasterio ya ha caído. El partido, mientras pasa la tormenta, intenta no exponerla demasiado en un caso que recuerda a otros como el de Cristina Cifuentes, Carmen Montón, el máster de Pablo Casado, o la tesis de Pedro Sánchez.
La historia repetida ya como farsa, la que antaño se presentaba como 'azote de los progres' esboza en su ocaso una clara caricatura de sí misma. Prueba de ello, la última imagen que subió a las redes sociales en respuesta a las investigaciones publicadas en los últimos meses. "I loft you, progre", decía. Pese a todo lo que se está conociendo, parece que queda Rocío Monasterio para rato.