Los transexuales que renuncian a la T de LGTBI: “Estamos más cerca de Lidia Falcón que del lobby"
Nace el Grupo de Mujeres Reasignadas, lideradas por Marta Reina, primera agente trans de Mossos d'Esquadra. Se consideran feministas y abolicionistas.
29 febrero, 2020 03:13Noticias relacionadas
“No hablo en nombre de todas las transexuales. Hablo de las que nos hemos ido uniendo para marcharnos del colectivo LGTBI. Las que quieran quedarse allí, que se queden. Las que no, que se vengan con nosotras. De transexual a mujer reasignada. Nosotras nos largamos del colectivo. Nos vamos porque hay un lobby trans debajo de la letra T de LGTBI que no nos representa. Nosotras somos mujeres y feministas”.
Se lo cuenta a EL ESPAÑOL Marta Reina, la primera agente de Mossos d’Esquadra en cambiar de sexo. Ella ya ha cumplido íntegro el tránsito, que es el nombre con el que se conoce el proceso de reasignación sexual de una persona. Es decir, Marta ya pasó por todas las fases, incluso la de la cirugía. Marta está operada, es mujer de pleno derecho y se siente como tal. Ahora reniega de ciertos principios y políticas que se están llevando a cabo desde el colectivo LGTBIQ+.
LGTBIQ+. Un cóctel de siglas que engloba a diferentes colectivos que representan, a priori, a personas con identidad de género u orientación sexual distinta a la heterosexualidad. LGTBIQ es el acrónimo de Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales, Intersexuales, Queer y el símbolo +, bajo el que se engloba a todas aquellas personas que no se sienten representadas por ninguna de las anteriores. Ahora hay una rebelión en la letra T. Son transexuales y reasignadas que se sienten excluidas por su propio colectivo.
Más cerca del feminismo que de LGTBIQ+
“La letra T es un gran paraguas bajo el que ha cabido todo. Pero somos muchos las personas transexuales que no nos sentimos representadas por la gente que lo está liderando. Especialmente las mujeres reasignadas, que no estamos de acuerdo con la forma en la que se está llevando la cuestión de la transexualidad, ni social ni políticamente, ni en el ámbito sanitario. Hay ciertas personas en el colectivo, con poder de incidir hasta en política, y llevan un discurso con el que no estamos de acuerdo. Por eso nos queremos ir de la T”.
Ahora Marta, junto a un nutrido grupo de personas en su misma situación, se largan. Está sentando las bases para establecer una asociación de mujeres reasignadas, que es el nombre con el que se sienten más comodas. “De momento somos 35, aunque todavía no estamos constituidas como asociación. Pero esperamos que otras mujeres reasignadas se nos sigan uniendo y dejemos el colectivo LGTBI. Nosotras somos mujeres, feministas, abolicionistas y contrarias a los vientres de alquiler, que es algo absolutamente promovido y buscado por el lobby”.
Parece, a priori, que desde este grupo se acercan más a determinados discursos feministas radicales que excluyen a las transexuales del movimiento feminista, que a los propios transexuales. Marta se explica, precisamente unos días después de que el Partido Feminista (PFE) de Lidia Falcón haya sido expulsado de Izquierda Unida precisamente por discrepancias en cuestiones de identidad de género y de orientación sexual, así como por su rechazo a que los transexuales formen parte del feminismo.
La contradicción de Lidia Falcón
Lidia Falcón es el emblema de esta batalla. Ya en 2017 escribió un artículo titulado “Las últimas perversiones del feminismo”, en el que fijaba bien el posicionamiento de su formación respecto a los transexuales: “¿Ustedes saben lo que son las TERF? No se sientan ignorantes, yo tampoco lo sabía hasta hace dos días. TERF, acrónimo de trans exclusionary radical feminist, resulta que somos nosotras. Sí, las feministas de siempre, las que reclamamos desde hace 200 años libertad, igualdad, solidaridad. Ese término se lo han inventado un grupo de transexuales, apoyadas al parecer por otro grupo de LGTB, que siguiendo la teoría queer ─aquella que dice que no nacemos con una pretedeterminación de sexo sino que a lo largo de la vida escogemos variablemente el que queremos─ han decidido que ni el sexo, ni la edad, pueden ser definitorios”, resumía en Público.
Para avivar la polémica, Falcón comparaba en ese texto a los transexuales con pederastas: “Una foto de un señor con unos bigotazos negros lleva la leyenda: "Soy una niña de cinco años". Tal es la transformación que ha escogido. Y, en consecuencia, se ha sentido con derecho a acosar sexualmente a un niño de seis. Porque él se siente niña pequeña, y en consecuencia no es un pedófilo ni un pederasta sino un transgender, y por ello tiene derecho a violar niños. Y quienes nos opongamos a semejantes desquiciadas fantasías, somos TERF, homofóbicas, transfóbicas y perseguidoras de la libre elección de sexualidad y de edad”.
Falcón no solamente no ha variado su posicionamiento desde entonces. Incluso lo ha radicalizado, definiendo a los trans como “hombres con barba” y pronosticando que la normalización de la transexualidad entre los niños puede llevar a algunos incluso a practicarse castraciones. Este discurso es el que ha acabado con la ruptura del Partido Feminista con Izquierda Unida, que las ha expulsado.
Las reasignadas, dentro de esta situación que para ellas es una paradoja, no dudan en posicionarse más cerca de las feministas que del colectivo tran (a pesar de ser transexuales). No obstante quieren dejar claro que “no estamos exigiendo que todos los transexuales se operen. Hay muchas de nuestras hermanas que no se van a operar. Por miedo a la cirugía, por principios o por lo que sea. Pero lo que sí que te puedo decir es que, aunque en ambas partes hemos visto mucho desconocimiento, estamos más cerca de las feministas que del lobby trans”.
El lobby transexual
Marta recurre constantemente al término ‘lobby’ para definir al conjunto de personas que conforman la cabeza visible del colectivo transexual. Y se explica: “Teniendo en cuenta que un lobby es un grupo de presión formado por personas con capacidad de decidir cosas a nivel político en nombre de otras, pues sí, hay un lobby trans. Ciertos personajes han tomado una iniciativa y han decidio por nosotras. Están en reuniones donde no hay una persona reasignada para decidir ciertos asuntos. Por ejemplo: sabemos que se han hecho mesas redondas sobre tratamientos trans y han invitado a personas que están en contra de las cirugias. ¿Qué hacen ahí? Es gente que no sabe realmente nada de nuestro calvario. Pues esto es el lobby”.
“Son personas que relevantes, que están repercutiendo a nivel político. Ciertas personas con un ideal concreto, sin contar con los problemas y las desigualdades que hay bajo ese paraguas, están asistiendo a actos sociales, dando su opinión sin tenernos en cuenta, sin respetarnos y haciéndolo por sus propios intereses. Y fíjate que no te hablo del lobby gay. Eso que llaman lobby gay está por otras cosas. Está más preocupado por montar el Pride que por nosotras. Te buscan para completar ese conjunto de letras. Es una especie de cuota. Yo te hablo de un lobby trans, directamente”.
“Yo soy binaria. No es que hoy me considero mujer y dentro de un ratito hombre. O incluso gente que no se identifica como nada. Soy mujer y estoy muy orgullosa. La ola, lo que pega, es ‘lo trans’. Lo de decir que vives en tu cuerpo, que no está equivocado. Pero hay un abismo con nosotras, con las hormonas, con la cirugía, con el calvario que pasamos. Y resulta que nos estamos encontrando más transfobia desde las que no están operadas hacia nosotras, que desde nosotras hacia ellas”, concluye Marta.
“No a lo queer”
Sea como fuere, ellas ya no están dentro. Las mujeres reasignadas rompen con su pasado y con la letra T del colectivo, pero “no lo hacemos para crear nuestro propio lobby. No queremos una letra R en el puzzle de letras que ya son LGTBIQ etc, etc. Nosotras somos mujeres, reasignadas, feministas y abolicionistas. Yo, por ejemplo, también soy contraria a la gestación subrogada” subraya Marta, la presidenta del grupo. Sus fuerzas ahora se están centrando en oponerse a la futura ‘Ley Trans’, una ley de 2018 que todavía no está en vigor y que sustituirá a la vigente, que data de 2007. “Es una ley que compra toda la teoría queer, en la que en ningún caso creemos”.
Marta se explica: “La teoría queer nos dice que todo es un constructo social, que no hay hombres ni mujeres y que cada cual se puede sentir como quiera. Eso le pega una patada a la ciencia y a la biología. Lo enfoca todo desde la sociología, cuando este es un asunto a abordar desde la antropología. No puede ser todo un constructo social. No es que yo me sienta mujer y dentro de un rato me sienta hombre o que mi género vaya fluyendo. No, mira. Yo soy mujer y estoy muy orgullosa de ello”, señala Marta.
Pero según consideran en el Grupo de Mujeres Reasignadas, “la teoría queer se recoge en la próxima ley que se va a aprobar, en la que cualquier podrá cambiar su identidad según se sienta hombre o mujer. Habla de “libre determinación”. No pide certificados médicos, endocrinos y psicológicos. Nosotras no estamos de acuerdo. Somos conscientes del calvario que supone el tránsito y exigimos unos mínimos. No te estoy diciendo que una mujer transexual que todavía no se haya hecho la cirugía no pueda entrar al lavabo de mujeres. Yo iba al lavabo de mujeres. No tienes que estar sometida a la cirugía. Pero esa persona sí que tendrá que pasar un tránsito y tendrá que someterse al tratamiento hormonal. Que llegue luego o no a la cirugía es otra cuestión. Pero lo que no puede ser de ninguna e las maneras es que alguien decida que ahora es hombre y luego mujer y vaya cambiando, no puede valer esa libre disposición de la que habla la ley trans. El punto 4 del artículo 7, donde pone que no hace falta pasar por un control médico. Porque hay casos con los que tenemos que tener cuidado”, advierte. Y pone un ejemplo.
“Hemos sabido estos días del caso de un hombre que trabajaba como drag queen en Gran Bretaña. Lo metieron preso y dijo que él no se sentía hombre, así que ingresó en una cárcel de mujeres y allí violó a algunas internas. ¿Es un caso aislado? Sí, seguro. Pero insisto en que a estos extremos se puede llegar con esta cuestión de la libre determinación, de decidir que la identidad de género de cada persona es la que en ese momento quiera cada individuo. Con eso es con lo que no estamos de acuerdo”.
Es precisamente en esa parte de la Ley Trans, en el artículo 7.4 donde encuentran las reasignadas sus puntos en común con el discurso de Lidia Falcón: “Ella ha resucitado un malestar que hay en muchas personas, porque la Ley Trans no se ha hecho con coherencia. Es en la cuestión de la libre disposición de la identidad de género en la que no estamos de acuerdo con esta ley y sí con Falcón. No puede limitarse a lo que siente cada persona. Es algo mucho más serio y complicado; se necesita un control y un acompañamiento médico”.
No obstante, chocan con ella y su partido en otros puntos, “como los relativos a los niños y niñas trans. Es muy crítica con la cuestión de administrar los bloqueantes a los peques. Pero es una problemática que hay que vivir muy de cerca. Hay que conocer a esas familias y al pequeño. Es difícil entender para la sociedad que alguien con 2 o 3 años no se sienta identificado con el sexo que tiene. Pero yo aquí le doy un voto al sistema médico, porque los hospitales se están poniendo mucho las pilas en este asunto. Los peques llegan a su tránsito bastante bien atendidos y con una visitas previas al psicólogo y al psiquiatra que reafirman su identidad”.
¿Transexual y TERF?
El grupo va avanzado a pequeños pasos y en breve se constituirán en asociación. “La junta está constituida y estamos elaborando los estatutos. Cuando la registremos será de ámbito estatal”, explica, aunque ya tienen cuenta en Twitter y un canal en Telegram. Van estableciendo las primeras reuniones con la administración catalana, que es la región donde ha surgido este grupo.
Pero, sobre todo, son conscientes de que van a tener enemigos y enemigas por doquier: “Por un lado hay feministas muy radicales, las TERF, que no nos quieren, porque para ellas, si no naciste siendo mujer, hagas lo que hagas, nunca serás mujer. Por el otro, hay transgénero que nos odian porque hemos hecho todo el transito y ahora somos mujeres plenas. Hay mucha gente que no nos traga y ahora menos. Sabemos que no va a ser fácil, pero lo asumimos”.
Se puede acabar dando la paradoja de que a Marta Reina, que es transexual, desde dentro del colectivo LGTBIQ+ la acaben llamando terf. Es decir, que ahora que es mujer, reniegue de los trans. Marta se ríe ante esa posibilidad y no lo descarta. Pero ya tiene claro cuál es su bando: “Somos mujeres, binarias y feministas. Y lo que puedo asegurarte es que estaremos en la manifestación del 8-M con nuestras hermanas feministas, codo con codo, en la zona no mixta. En la zona de mujeres,claro. Lo que somos”.