Quizás Mariano Rajoy (64 años) no lo sabe pero, cada día, cuando sale de trabajar, se convierte en metáfora. Él, que fue mascarón de proa, abandona el Registro Mercantil de Madrid escoltado por dos de sus hombres del presidente, dice adiós a los que apuran el cigarrillo, ignora las caras de sorpresa de aquellos que aún no le ubicaban ahí y va hacia el garaje. Para ello, pasa por una especie de pasillo abandonado, flanqueado por obras, espera a que le abran una puerta repleta de grafitis y se pierde en la oscuridad. Son apenas unos segundos. A escasos metros está el trajín de la Castellana donde los mundanos hablan, caminan, los coches pitan y pasa todo los demás. Pero a Rajoy nadie lo ve y él es ajeno a todo ello.
Mientras que la España que él encarnó un día discute sobre la mesa de diálogo y sobre la crisis de los populares en el País Vasco, el expresidente del Gobierno vive una vida plácida como registrador de la propiedad. Sin sobresalto alguno, sigue practicando deporte a diario, presenta su libro Una España mejor (Plaza y Janés) por aquí y por allá y va a trabajar como uno más. Bueno, casi. Por su trabajo como registrador en el Registro Mercantil de Madrid, según ha podido saber EL ESPAÑOL a pesar del oscurantismo, Mariano Rajoy cobra un sueldo variable de entre 1 millón y 1,2 millones de euros brutos anuales.
Aunque la vanidad a veces puede jugar con trampas, lo más seguro es que Mariano Rajoy no eche de menos sus años en la Presidencia del Gobierno. El último sueldo que cobró a año vencido, en 2017, fue de 70.756,68 euros, es decir, 15 veces menos que lo que se embolsa ahora. Pero, en caso de que el dinero no lo sea todo, también hay que ver cómo los problemas se apilan en la mesa de sus sucesores; Pedro Sánchez, como presidente, y Pablo Casado como líder del Partido Popular y, a su vez, de la oposición.
Esta semana, Pedro Sánchez -que cobró 82.978 euros en 2019- y su equipo han dado el pistoletazo de salida a la mesa de diálogo con las fuerzas independentistas catalanas. Quim Torra, que un día llamó “bestias” a los catalanes que hablan español, y Sánchez, que llamó a Torra el Le Pen español y que apoyó la aplicación del artículo 155 de la Constitución, se han visto las caras como si nada. Con ello, el Gobierno legitima de alguna forma el separatismo, con toda la presión política que ello conlleva.
Y en la otra cara de las presiones del poder está Pablo Casado. Con la expulsión de Alfonso Alonso en el País Vasco y la instauración de Carlos Iturgaiz como cabeza de cartel, Casado está acabando con lo que quedaba del marianismo y su vertiente sorayista. Pero Mariano Rajoy está absolutamente fuera de todo esto. Según comenta su círculo cercano, ahora más reducido que nunca, él está centrado en su nueva vida, como registrador millonario por la mañana y presentando su libro best-seller en las provincias por la tarde. La única complejidad que asoma en su horizonte es si irá a hacer campaña para Alberto Núñez Feijóo en Galicia, para luego volver a su registro, su libro, y su huida cuasi clandestina al garaje cuando aprieta la hora de comer.
Salir de la política nunca resulta fácil. La presencia pública tiene un componente adictivo que engancha -probablemente la vanidad- y, por lo general, nadie renuncia a ella por propia voluntad. Los pocos que así lo han hecho parecen haber pasado el resto de su vida lamentándolo. (...) La política española sigue su curso sin mí y yo sigo mi vida razonablemente feliz. (...) No me quedan cuentas pendientes ni nostalgia de ningún tipo. Me quedo con todo lo bueno y he preferido ignorar lo malo.- escribe Rajoy en su libro.
Su día a día
Este jueves, Rajoy abandona momentáneamente su despacho en el Registro Mercantil 5 de Castellana, 44 (en Madrid). No lo suele hacer ya, pero esta ocasión es especial. Ha venido a verlo un antiguo amigo, Carlos Falcó, el marqués de Griñón. Tras una visita que Falcó hace a Rajoy “por su trabajo como registrador”, el expresidente decide acompañarlo hasta la entrada del edificio antes de volver a subir a su despacho, en la segunda planta. No volverá a pisar las zonas comunes hasta que ya se marche a su casa en Aravaca.
“Al principio, cuando vino por primera vez, sí que impresionaba”, explica a este diario un trabajador del Registro. “Los escoltas nos pedían que no dijéramos nada, pero al final todo se sabe. Es majo y saluda a todos, eso sí es cierto, pero tiene muy poca relación con la gente, sólo con los de los despachos y, aun así, tampoco tanta. Ahora es un poco como uno más. Además, sus escoltas, la mayoría, son muy majos y hace que la situación sea más fácil”, añade.
Rajoy aterrizó en esta plaza el 22 de octubre de 2018 tras dejar la que tenía en Santa Pola (Alicante). La plaza alicantina la había dejado en barbecho con una excedencia, para dedicarse a la política y se reincorporó a ella el 20 de junio del mismo año, sólo cinco días después de haber abandonado su escaño en el Congreso tras convertirse en el primer presidente de la Democracia sobre el que triunfó una moción de censura. Aunque la plaza en Madrid guarda un sentido personal, Rajoy y su familia ya habían hecho su vida en la capital, también tiene un sentido económico, ya que el Registro Mercantil de Madrid es, junto al de Barcelona, uno de los más jugosos de España. Su plaza de Santa Pola ahora la ocupa un desconocido José Ángel Sánchez Serrano, después de que el amigo de Rajoy Francisco Riquelme le guardara la plaza durante 28 años.
Ahí, el expresidente lleva una vida como cualquier otro funcionario. Llega a las 9.30 de la mañana y sale, como un reloj, a las 14.10 de la tarde. Apenas se mueve más, tampoco es fácil con los escoltas y todo el mundo mirándole. El resto del tiempo lo pasa en su despacho, en la segunda planta, que se redecoró al poco de que entrara y desde el que puede ver la Embajada de Irlanda y la oficina en España del Parlamento Europeo. Pero, ni ahí, está en intimidad. Dos de sus guardaespaldas hacen tiempo en un sofá cercano al despacho, otro ronda por las zonas comunes y otro espera en el coche, donde el garaje.
Por eso, aunque esté acompañado, Mariano Rajoy está, en esencia, solo. En los primeros días tras su llegada era difícil que la gente se le acercara con naturalidad. Ahí estaba el elefante de la Presidencia aún latente en la habitación. Con el tiempo, se empezó a relacionar con algunos registradores senior como él. Hasta hace poco bajaba a desayunar con un grupo reducido de ellos al bar Lateral que se encuentra justo frente al Registro. Pero hace un mes que el Lateral dejó de servir desayunos y sus compañeros van a otro sitio para el que hace falta salir a la calle. Pero ahí el expresidente ya no se siente cómodo y ha dejado de acompañarles.
Rajoy comparte puesto con otros 22 registradores de la propiedad que tienen la misma categoría de alto funcionario que él. En ese lugar son todos prácticamente iguales, ganan el mismo dinero -mucho- y tienen las mismas funciones que los demás. Pero hay uno que destaca sobre el resto, y no es el expresidente del Gobierno sino su jefe, el registrador de la propiedad Francisco Javier Llorente Vara.
Él es el registrador elegido por el resto de sus compañeros para llevar a cabo las labores de coordinación y dirección del Registro. Cuatro años mayor que el expresidente -Rajoy nació en 1955 y Llorente Vara en 1951- tiene más antigüedad que Rajoy y, por ende, más categoría. Mientras que Rajoy es de la promoción de registradores de 1978, Llorente Vara lo es de la de 1977, lo que le da cierta superioridad. Quizás, aunque desde el Colegio de Registradores no han sabido especificar, por esa labor de coordinación su jefe cobre un extra, aunque eso no achica el salario de Rajoy.
1,2 millones de euros
Se ha hablado y especulado mucho sobre cuánto puede cobrar Mariano Rajoy por su trabajo como registrador de la propiedad en el Registro Mercantil de Madrid, pero nunca se ha dado una respuesta definitiva. Al contrario de lo que pueda parecer, esa información no es fácil de obtener ya que, en esencia, dicho registro funciona como si fuera una empresa privada. Aunque todas las actuaciones están bajo el marco legal, la única forma de saber cuánto cobra sería accediendo a la personal y privada declaración de la renta de Rajoy o de alguno de los registradores del Mercantil de Madrid.
Cuando este diario ha preguntado al Colegio de Registradores que en cuánto se podría establecer la cifra, desde la organización han asegurado desconocerlo ya que se trata de algo privado y que tampoco podría ser requerido por el Portal de Transparencia. Sin embargo, EL ESPAÑOL ha podido saber que el sueldo de Mariano Rajoy varía entre 1 millón y 1,2 millones de euros brutos anuales, según una fuente que ha tenido acceso a la renta de alguno de sus compañeros, que cobran lo mismo que Rajoy.
“La única otra forma de averiguarlo sería que te lo dijera un jubilado al que le diera igual o algún divorciado o divorciada enfadado”, explica la fuente. “Los registradores del Mercantil de Madrid, además, son de los que más cobran junto a los de Barcelona. Para hacer cualquier cosa tienes que pasar por ahí y pagar ahí. Prueba de ello es que cada vez que se abre una plaza en ese Registro, siempre la solicitan entre los 60 y 70 con más antigüedad”, añade.
El trabajo que realiza Rajoy en el Registro Mercantil es relativamente sencillo, aunque para ello hay que tener numerosos conocimientos e irlos actualizando constantemente. Su labor es realizar un examen jurídico de la documentación que se presenta ahí, para que, si todo está en orden, pasar a inscribir la empresa o sociedad. En caso de que haya algún tipo de problema tiene que emitir un juicio explicando los defectos. Para cada documento que entra, además, dispone de un plazo máximo de 15 días para responder.
Un registro mercantil tiene un funcionamiento distinto al de un registro de la propiedad, donde sí que hay que tener en cuenta la zona de influencia para calcular el dinero que puede ganar. El Registro Mercantil de Rajoy, en cambio, tiene el monopolio: todo tiene que pasar por ahí. Pero, paradójicamente para él, después funciona como una economía básica de corte comunista, a saber: redistribución equitativa de la riqueza.
Todos los documentos que entran en el Registro de Rajoy son clasificados por un algoritmo que los distribuye a partes iguales entre los 23 registradores que trabajan ahí, con la salvedad de que las labores de Llorente Vara son ligeramente distintas. Ese reparto logra que todos tengan la misma carga de trabajo y que, por lo tanto, todos generen la misma cantidad de dinero. Después, de los ingresos totales se extrae una partida para pagar a los trabajadores, de los que ellos son responsables, y lo demás se reparte a partes exactamente iguales entre todos. Así, Rajoy cobra lo que cobra pero el resto de sus compañeros también ingresa entre 1 y 1,2 millones de euros brutos anuales.
‘Una España mejor’
Pero cuando abandona el Registro y se mete en ese garaje adornado con grafitis, a las 14.10, Mariano Rajoy tiene un tiempo libre distinto al resto. Prácticamente desde que entró a trabajar ahí ha ocupado sus tardes, primero, escribiendo Una España mejor y, ahora, presentando el libro por las provincias. Ésa es su principal dedicación ahora, según confirma a este diario su círculo cercano. Y está acostumbrado a todo lo que conlleva: baños de masas, acaparar la atención y esperar que alguien compre su producto, ya sean sus memorias o sus políticas neoliberales.
“El libro lo escribió mientras trabajaba y ahora está liado con él, haciendo viajes por las provincias”, confirman a EL ESPAÑOL fuentes del Partido Popular cercanas al expresidente. Este círculo de amigos de la vieja política, de todas formas, cada vez es menor ya que muchos de su otrora núcleo duro y que siguen en política saben algo de él muy de cuando en cuando.
El expresidente se puso a trabajar en el libro en enero de 2019. Como no había tomado notas de su paso por la Presidencia, tuvo que hacer una labor de memoria, llamando a antiguos compañeros y asesores cercanos para refrescar lo sucedido y se pasó alrededor de siete meses escribiendo. La editorial, Plaza y Janés, de Penguin Random House, quería intentar tenerlo antes de la campaña de Navidad y, aunque con los tiempos ajustados, Rajoy volvió con el libro hecho justo después del verano pasado. Para su escritura colaboraron su otrora secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, la directora del Gabinete Adjunto de la Vicepresidencia, Edelmira Miri Barreira, y la que fue su secretaria, Ketty Satrústegui. El libro, al contrario que otras memorias de políticos, funcionó y ha convertido a Mariano Rajoy en una suerte de icono pop.
Según los datos del pasado 13 de enero, Una España mejor había vendido 72.134 ejemplares desde su publicación en diciembre. Por compararlo, Pedro Sánchez, que publicó Manual de resistencia casi un año antes -en febrero-, sólo había vendido 33.763 ejemplares. José María Aznar, por su parte, se acercó a los 50.000 ejemplares con Cartas a un joven español, su libro más vendido, y el primer tomo de las memorias de José Bono sólo vendieron 31.000 ejemplares.
Con este libro Rajoy ha conseguido por primera vez que un político se convierta en un best-seller. En la pasada campaña de Navidad rivalizó, que no superó porque es imposible de superar en ventas, con Arturo Pérez-Reverte y su Sidi y ganó al Terra alta del premio Planeta Javier Cercas. Lo que no ha trascendido es cuánto ha recibido de adelanto Rajoy por su libro. Sánchez, por su parte, sí ha tenido que presentar su declaración de la renta en el Congreso de los Diputados y ganó 16.666 euros por el libro. Rajoy, sin embargo, se espera que llegue a vender hasta 100.000 ejemplares porque va por la séptima edición y todavía hay 85.000 ejemplares en las librerías, según ABC.
Y toda esta maquinaria Mariano Rajoy la ha puesto sin faltar al trabajo ni un sólo día. Cabría esperar que, para las firmas, se coja alguna excedencia o tire de días de vacaciones. Pero su círculo confirma que no, que lo va compaginando con el trabajo. Cuando tiene que presentar el libro -ya lo ha hecho en Madrid, Málaga, Santiago, Sevilla y Alicante entre otros- lo hace después del trabajo y al día siguiente vuelve. “Sorprende entre nosotros que cuando va a firmar libros por ahí sale a la misma hora de siempre y a la mañana siguiente está aquí de nuevo. No sé cómo irá, sin en helicóptero o algo”, bromea uno de los trabajadores del Registro.
Así pasa su día a día Rajoy. Mientras que los que ahora son lo que un día fue él, Casado y Sánchez, se desgarran y se desgastan día a día, él está como el que ya va de retirada, haciendo tiempo mientras recoge los bártulos. Ya no hay desgaste ni presión, sólo trabajar e ingresar bien por las mañanas y firmar libros por las tardes.
El auténtico sentido de tantos años de trabajo no era haber llegado a La Moncloa sino el que recordé en mi despedida del Congreso aquel 1 de junio de 2018. [“Ha sido un honor -no lo hay mayor- haber sido Presidente del Gobierno de España. Ha sido un honor dejar una España mejor de la que encontré. Ojalá mi sustituto pueda decir lo mismo en su día. Se lo deseo por el bien de España”]. Es la circunstancia que hoy me permite disfrutar con serenidad mi nueva vida fuera de la política.- remata Rajoy en el último párrafo de sus memorias.