A la doctora Marina cada semana la dejaban plantada una media de 35 a 50 vecinos que habían solicitado cita previa en su consulta del Barrio del Progreso de Murcia. La guinda a esta epidemia de informalidad la ponían algunos pacientes citados que acudían el día programado, pero lo hacían con muchísimas horas de retraso. “Había momentos en los que no tenía presión asistencial y de repente me encontraba a veinte personas en la puerta que necesitaban atención urgente”, ejemplifica la propia facultativa a El Español. La consulta iba camino de convertirse en un polvorín hasta que la doctora Marina encontró el tratamiento adecuado contra los pacientes impuntuales y absentistas: cartelería con mensajes para concienciar de que la sanidad pública es cosa de todos.
En los años que esta joven gaditana lleva ejerciendo la medicina ha lidiado con todo tipo de situaciones tanto en el Hospital Reina Sofía, donde realizó su residencia, como en los centros de salud del Barrio del Carmen de Murcia y el municipio de Pliego en los que pasó consulta como médico de Familia. Toda su experiencia y buen hacer profesional los puso en práctica cuando llegó a mediados de julio de 2019 al Consultorio del Barrio del Progreso y se topó con un problema que empantanaba su labor asistencial: “Faltaba demasiada gente con cita previa y había citados a las nueve de la mañana que aparecían a la una y media de la tarde”.
Su situación laboral en el centro como interina no le restó motivación para buscar una solución a la irresponsabilidad de ciertos pacientes que lastraban su consulta “Soy hija de militar”, apunta la doctora Marina que se autodefine como una persona puntillosa y estricta con los horarios. “Lo ideal en Atención Primaria es atender una media diaria de 42 personas, dedicando un mínimo de seis minutos a cada paciente”. Sin embargo, ella no cumplía esa estadística porque los vecinos que infringían el horario de la cita previa o que directamente hacían ‘pellas’, al no cancelar previamente su cita impedían que se generase una vacante en la agenda de esta médico de Familia y por extensión provocaban una aglomeración de enfermos que se plantaban frente a su puerta por vía de urgencia.
“La gente tenía que esperar hora y media y cuando entraban a la consulta estaban enfadados”, relata con sinceridad esta facultativa, de 36 años, que está muy comprometida en promover la eficacia de la sanidad pública. “Mi atención se limitada a tres minutos por paciente y en ese tiempo no se puede ver bien a nadie”. Otra de las consecuencias negativas que causaban los pacientes absentistas era incrementar notablemente los tiempos de espera para lograr hueco en la agenda de esta doctora porque tras saltarse a la torera la cita volvían a solicitar nuevo día y hora para su consulta. “El plazo para obtener cita conmigo era de dos semanas y un enfermo con fiebre no está para esperar”.
Los dos primeros carteles
El dato era preocupante puesto que quintuplicaba la media de espera para ser atendido que hay en Atención Primaria en la Región. Desde la Consejería de Salud confirman a este diario que el tiempo máximo es de tres días y en esta consulta de Medicina de Familia del Barrio de Progreso se había disparado a catorce días. De manera que la doctora Marina decidió colocar en enero los dos primeros carteles en la puerta de su consulta con mensajes claros y directos a los usuarios de este centro que linda con un descampado y unos terrenos de huerta en la pedanía murciana de San Benito.
El primer cartel iba dirigido para aquellos que hacían novillos: ‘Si no va a poder asistir a la cita concertada, anúlela por favor, otro paciente podrá ser atendido en su lugar. Gracias’. El segundo era para los impuntuales con el objetivo de evitar las aglomeraciones en la sala de espera que alteraban el orden de entrada de los pacientes: ‘Si ha perdido su cita por llegar tarde, solicite una nueva en el mostrador para favorecer un adecuado funcionamiento de la consulta. Gracias’.
El perfil de los desertores
“Los primeros carteles los puse porque algunos pacientes aparecían a la hora que querían, como si esto fuese una consulta a demanda y aquí necesitamos un mínimo de organización”, se justifica esta prometedora doctora. Entre julio de 2019 y enero de 2020, antes de empapelar la puerta de su consulta con cartelería, a Marina cada mes la dejaban tirada entre 140 y 200 pacientes a pesar de que ellos mismos habían solicitado una cita previa. El perfil de los desertores respondía al de vecinos de 20 a 40 años, que cursaban estudios superiores o estaban en activo en el mercado laboral. Los que menos se ausentaban eran las personas de mediana edad y los jubilados.
“Es una consulta con mucha demanda porque es una población añosa”. Prueba de ello es que el horario de esta facultativa para ver pacientes es de 9 a 13.55 horas y en ocasiones acababa a las 15.30 horas después de atender a más de sesenta personas: una tras otra sin descanso. “A veces no podía salir de la consulta en toda la mañana ni siquiera para ir al aseo”.
Objetivo: evitar la saturación de los hospitales
Los mensajes iban calando poco a poco en la puntualidad de los vecinos que acudían al consultorio médico, pero no se reducían lo suficiente los días de espera para obtener cita con la doctora Marina y eso le preocupaba por una razón: “Lo que me motiva como profesional es evitar que el paciente llegue a las fases tardías de la enfermedad, la Medicina de Familia es una especialidad que te permite ser un poco Sherlock Holmes: con pequeñas pistas puedes llegar al diagnóstico de muchas patologías y se puede hacer trabajo de campo para el diagnóstico precoz evitando que el paciente acabe en el hospital. Si hubiese una Atención Primaria muy potente, realmente, la atención hospitalaria sería muy específica y limitada, no estaría tan saturada y el paciente estaría mejor seleccionado. Sin embargo, todos estamos saturados”.
Tal era su motivación para acabar con las listas de espera que buscó nuevos mensajes para seguir concienciando a sus pacientes. “Encontré un cartel en una publicación de profesionales médicos y me sentí tan identificada con el contenido que lo puse en mi consulta, yo no me quiero atribuir nada, el contenido del mensaje es de un compañero”. La citada publicación reproducía un tuit del 10 de enero del doctor murciano Rodolfo Castillo, que en su cuenta personal de Twitter publicó una foto de un cartel en la puerta de su consulta con un mensaje contundente: ‘La semana pasada no acudieron a su cita en esta consulta 31 pacientes. Si estos pacientes hubiesen anulado sus citas, usted podría haber sido atendido antes. El buen funcionamiento de la sanidad pública es responsabilidad de todos’.
Ese mismo mes de enero la doctora Marina colocó el tercer cartel en la puerta de su consulta reproduciendo el mismo mensaje donde resaltaba la cifra de pacientes que la habían dejado plantada semana anterior: 50.
- En los últimos dos meses se ha dedicado a ir actualizando semanalmente el dato de absentismo. ¿Doctora, qué repercusión han tenido los tres carteles con mensajes directos a sus pacientes?
- Al principio empezaban a debatir entre ellos en la sala de espera y decían que los que no venían habiendo sacado una cita previa conmigo no tenían vergüenza. Ahora ya no hay polémica y la situación está mejorando bastante. Antes de poner los carteles el tiempo de espera para obtener cita en mi consulta era de dos semanas y ahora es de seis días naturales o cuatro laborables. Todavía no he hecho el recuento de los pacientes con cita previa que faltaron la pasada semana, pero el lunes 17 de febrero solo me fallaron dos persona.
Este diario comprobó este miércoles que en la sala de espera no se producen las aglomeraciones de pacientes de antaño porque solo había un máximo de ocho personas esperando. Tampoco tenían que aguardar hora y media para ser atendidos porque la horquilla de tiempo se ha reducido de veinte a treinta minutos. “¡Me parecen muy bien los carteles de la nueva doctora!”, clama Joaquina sentada junto a la puerta. “Yo misma ya he puesto en práctica sus mensajes y el otro día como sabía que no podía venir, pues anulé mi cita previa”.
En el otro extremo del banco, Pepe, pertrechado con una bufanda para proteger a su convaleciente garganta, también corrobora lo positivo de la iniciativa de la nueva doctora que hace ocho meses aterrizó en el Barrio del Progreso: “Vengo de urgencia y si la gente anula su cita yo no tengo que esperar; es una cuestión de educación y civismo”.
El ejemplo ha cundido en el centro de salud
En este consultorio médico nadie muestra objeción alguna al tratamiento de la doctora Marina: cartelería para hacer reflexionar a los vecinos de que respetar las citas previas y sus horarios contribuye a mejorar el dinamismo de la atención de los pacientes. Entre el resto de profesionales de este centro sanitario ha cundido el ejemplo de esta facultativa treinteañera que encontró su vocación en la medicina durante las clases de Biología que le impartía el profesor Federico Granados en el instituto Mariano Baquero Goyanes de Murcia. “A todos mis compañeros les hice una copia de mis carteles para dejársela en sus buzones y han acogido muy bien la iniciativa”.
Seis de las ocho consultas de este centro del Servicio Murciano de Salud están empapeladas: desde Medicina de Familia, a Pediatría o Enfermería. La semana pasada solo 98 pacientes no cumplieron con su cita previa sin avisar a la plantilla de profesionales de estas instalaciones. Una pequeña victoria en la lucha diaria de los médicos del Barrio del Progreso de Murcia. A trece kilómetros de distancia, en el Centro de Salud Antonio García de Molina de Segura, el doctor Rodolfo Castillo aclara que él tampoco es el autor del cartel que reprocha los plantones a los médicos de cabecera por parte de los pacientes con cita previa: “Yo solo fui el primero que lo publicó en redes sociales”.
-¿Quién ideó el mensaje del cartel?
-No tengo ni idea de quién es el autor, solo sé que lo hizo algún compañero médico y que en mi centro hicieron fotocopias. Yo también fusilé el contenido del cartel en mi consulta porque es respetuoso con los pacientes y porque invita a que reflexionen.
El doctor Castillo corrobora que en su consulta de Molina de Segura la cartelería disuasoria también ha contribuido a rebajar de 30 a solo 13 las ausencias semanales de pacientes con cita previa. Más allá de las incógnitas que despierta la autoría y el origen del cartel, de lo que no cabe duda es de su efectividad porque su mensaje se está poniendo de moda en decenas de consultorios y centros de salud de Atención Primaria de la Región de Murcia.