La mayoría de los pollos que se consumen en España crecen un 300% más rápido que los que se consumían en 1960. Si este ritmo se aplicara en humanos, un bebé de dos meses pesaría unos 300 kilos, según un estudio del propio sector publicado en la revista Poultry Science. Esto genera en los pollos hipertrofia muscular, la incapacidad de respirar bien y un sinfín de problemas para que su carne crezca más rápido y termine en la cazuela cuanto antes. En España se sacrificaron en 2018 casi 800 millones de pollos, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
La ONG Equalia publica un reportaje de investigación con imágenes procedentes de cuatro granjas de pollos entre 2019 y principios de 2020. Las imágenes fueron obtenidas en criaderos de Castilla la Mancha y Murcia. En estas grandes naves, se crían pollos llamados broiler, de las razas cobb y ross: se trata de estirpes seleccionadas genéticamente para engordar de manera artificialmente rápida.
Este tipo de aves de crecimiento rápido permanece en las naves durante 41 días, alcanzando un peso aproximado de 2,2 kilos. Para que este hipercrecimiento sea posible el pollo sufre afecciones respiratorias, pododermatitis, deformidades, fracturas de las patas y un aumento de la mortalidad debido a problemas cardiovasculares y pulmonares. Muchos no llegan ni al matadero.
Los pollos, al no poder aguantar su peso corporal una vez son adultos, permanecen postrados buena parte del tiempo, lo cual les genera problemas físicos y malformaciones en las patas, así como enfermedades al entrar en contacto permanente con la 'cama', impregnada de sus propios desechos.
En contraposición, las razas de crecimiento lento son un tipo de aves criadas durante al menos 56 días, con menos problemas de bienestar animal y una reducción drástica de antibióticos, al gozar de una mayor salud intestinal y resistencia a enfermedades. Por ende, sus músculos son fuertes y saludables, proporcionando una mejor calidad de la carne.
Huevos de código 3
"El pollo de crecimiento rápido es el nuevo huevo de código 3. Los consumidores que demandaban el fin de los huevos de código 3 provenientes de gallinas enjauladas ahora quieren un pollo con un crecimiento más natural", afirma María Villaluenga, portavoz de la ONG. "Es una evolución lógica en las demandas de bienestar animal a la que el sector del pollo de engorde debe atender".
La Directiva Europea 2007/43/CE establece las condiciones mínimas para la protección de los pollos destinados a la producción de carne. Sin embargo, cuestiones en relación a bienestar animal como el crecimiento rápido suponen un problema que también ha sido detectado y enfatizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA).
Ya en 2016, el informe de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo, sobre la incidencia de la selección genética en el bienestar animal de los pollos destinados a la producción de carne, concluye que "los consumidores manifiestan cada vez más interés por los pollos de carne seleccionados por rasgos de bienestar".
"Un producto de mayor calidad no tiene que significar un esfuerzo económico significativamente mayor para las personas consumidoras. El coste de una carne de menor calidad lo pagamos con nuestra salud, la de los animales y la del medio ambiente", insiste Villaluenga.
Es por esto que la ONG Equalia comienza una campaña de información, instando a productores, empresas privadas del sector hostelero y de la distribución a acogerse progresivamente a los estándares del European Chicken Commitment (ECC), en su política de proveedores de carne de pollo, tal y como han hecho ya grandes empresas de reconocido prestigio como Sodexo, M&S, Unilever, Nestlé, Waitrose, Danone, Papa Johns o KFC.
El ECC es un acuerdo de mínimos requerimientos de bienestar animal, fruto de una negociación entre las mayores organizaciones de protección animal de todo el mundo. Supone una oportunidad para el sector avícola de alinearse con las demandas de un mercado cambiante hacia una mayor sensibilidad en las condiciones de cría de los pollos de engorde.