La pesadilla de Francisco Carnicer (26) comenzó cuando cumplió dieciséis años. Era 2011 y su tía abuela, quien había sido una segunda madre para él, fallecía tras haber estado enferma durante algunos años. El dolor por su muerte, sin embargo, no sería lo único con lo que tendría que lidiar este sevillano. También tendría que hacer frente al voraz impuesto de sucesiones que, de un día para otro, le exigía pagar un total de 204.000 euros por la herencia que había recibido de su tía. Compuesta por un piso, un local y un pequeño terreno rústico, todo ello valorado en 600.000 euros.
En ese justo instante, en el que recibió la primera carta —de los cientos que recibiría en el futuro— de Hacienda, comenzaría una larga batalla que todavía hoy, diez años después, no ha terminado, ni parece que vaya hacerlo. Ni Fran, ni su familia, de origen humilde, tenían opción de pagar el impuesto al principio, sobre todo inmersos, como la mayoría de los españoles, en la crisis económica y financiera que azotaba al país. Así que, tras recibir unas cuantas notificaciones del fisco y no poder hacer frente a la deuda, la Junta de Andalucía empezó a embargar todos los bienes de esta familia, oriunda de San José de la Rinconada (Sevilla).
"Te encuentras con todo embargado; mi casa, mi coche, las cuentas del banco, todo embargado", cuenta este afectado, en una entrevista con EL ESPAÑOL. Lo más insólito es que, tras años de esfuerzo y angustia, este joven logró reunir el dinero que le solicitó en un primer momento Hacienda y lo pagó. Pero de poco le sirvió. Con el paso de los años, los intereses de la deuda habían hecho que tuviese que pagar el doble del impuesto inicial. "Vendes la herencia para poder hacer frente y cuando pagas te enteras de que debes 100.000 euros más en intereses; ni en dos vidas podría pagar esto, es imposible", relata Fran.
A pesar de que todavía era menor, Fran se hizo cargo de la gestión de la deuda desde el principio. Empezó a investigar, informarse y lo puso todo en manos de abogados. El primer paso que tuvo que dar, ante el avance de los acontecimientos, fue renunciar a su carrera y empezar a trabajar como teleoperador para empezar a pagar la deuda. Intentó iniciar el grado universitario de Finanzas, pero necesitaba una beca para estudiar. Una ayuda que, poco después de llegar a la universidad, el Gobierno rechazaría al tener constancia de su situación económica y "exceso de patrimonio embargado".
Sobrevaloración
El origen de esta situación, según cuenta este sevillano, fue el cálculo que tanto Fran como su familia hicieron del impuesto de sucesiones que tenían que pagar, tras ser asesorados por un primer abogado. La formula se basaba en el valor catastral multiplicado por un coeficiente multiplicador. De este modo, la cuota era de 205.000 euros. Es decir, un tercio de la herencia total que habían recibido. En ese momento, la familia pensó que vendería dicha parte y así podría quitarse el problema cuanto antes.
"Nosotros nos creímos esos valores, pero cuando puse en venta el local que heredamos nos dimos cuenta de que algo fallaba. Las ofertas que me llegaban por el establecimiento eran mucho menores, me ofrecían la mitad de lo que supuestamente valía", explica este joven. Fue cuando Fran le comentó a su abogada si debían bajar los valores de la herencia, al haberse equivocado. "No toques nada, nos puede poner una multa Hacienda si no ponemos los valores reales", le dijo su letrada.
La cifra en la que habían valorado la herencia no era real. Los bienes estaban sobrevalorados, principalmente por el cálculo que habían estado obligados a realizar para pagar el impuesto en Andalucía y que, siete años más tarde, el Tribunal Superior de Justicia tumbó en una sentencia, pero sin efecto retroactivo. Era tarde. Esta familia ya tenía una losa económica sobre ella, prácticamente imposible de levantar. Llegaron las cartas, las notificaciones, los embargos y la deuda creció hasta los 300.000 euros. Francisco Carnicer ha conseguido parar la subasta de su propia vivienda en dos ocasiones, una en 2015 y otra hace unos meses, pero aún así sigue estando señalada.
"No sé la de veces que he tenido que ir a la subasta de mi propia casa, siempre he conseguido paralizarla. Esto es como el corredor de la muerte, se puede aplazar, pero al final sabes que llegará el momento", dice, sin mucha esperanza, este sevillano.
La venta del local
Tras el paso de unos años, Fran Carnicer consiguió un alquiler de larga duración en el local que había heredado en el centro de la localidad sevillana de San José de la Rinconada, y poco después logró venderlo a un vecino por 200.000 euros, 119.000 euros menos que el valor que le había atribuido Hacienda. Sin tener en cuenta, además, que la cadena de supermercados a la que se lo había alquilado había reformado el local. Aún así, esa cifra no era suficiente. Para su sorpresa, debían pagar los más de 100.000 euros que se habían generado en intereses. Una deuda que no hace más que crecer día a día.
Cuando pensaron que la agonía terminaba, solo acababa de comenzar. "Estamos arruinados y aún debemos 100.000 euros, una cifra que sube cada día, es la pescadilla que se muerde la cola. Tampoco podemos vender la vivienda que heredamos porque está embargada, pero si vendo mi casa ¿dónde me voy? ¿a la calle?", denuncia este teleoperador.
Tras infinitas reuniones con Hacienda junto a su abogada, Fran ha conseguido un fraccionamiento de la deuda en tres años, pero con intereses. En otras palabras, tiene más tiempo, pero la imposibilidad de pagar es la misma. Sobre todo, si se tienen en cuenta los ingresos de esta familia. Según esa división de pago, deberían pagar 2.800 euros al mes, cuando los ingresos reales de estos sevillanos son de 1800 euros, compuestos por el sueldo de Francisco y su padre. "Ni en el mejor de los casos, por ejemplo en cinco años, podría pagarlo. Porque serían 1.700 euros, pero ¿qué hago con 100 euros para vivir?", se pregunta.
Lo que más enfada a este sevillano es que desde el primer momento en el que pudo pagar, lo hizo. "Yo le he dado todo a la Junta de Andalucía, nuestros sueldos, la venta del local, nunca hemos querido dejar de pagar", insiste.
Su lucha
Su lucha ferviente incluso le ha llevado a crear una plataforma de afectados, Stop Impuesto Sucesiones, en la que lucha por la supresión total del impuesto y ayudar a los cientos de personas en todo el país que como él están arruinados por recibir herencias de familiares. "Cuando empecé a buscar información por internet, di con muchas personas que tenían el mismo problema y cuando la cree, se pusieron en contacto con nosotros muchísimos más. Me pedían ayuda y asesoramiento en sus casos", cuenta.
Todos estos casos le llevaron a participar en cientos de reuniones con expertos y políticos tanto regionales como a nivel nacional, pero nunca les han ayudado. "Cuando estaba en la oposición, Juanma Moreno me dijo que no permitiría que tuviese que pagar los intereses, luego ganó las elecciones y se olvidó de mí y de todos. Pero aproveché que Pablo Casado y él hicieron un acto en Sevilla; me colé y le dije que si no se acordaba de mí. A raíz de ahí, me paralizaron los embargos y me dijeron que revisarían mi expediente", relata. Poco después, desde el fisco le dijeron que no se podía hacer nada, tenía que pagar.
— Viendo todo esto, ¿por qué no renunció a la herencia?
— Imagínate que vives con tu madre y te deja su piso y un local. ¿Tu rechazarías esas propiedades? ¿Por qué tengo que darle a la Junta de Andalucía todo lo que consiguió trabajando mi tía? No sería justo.
Al final, si todo sigue por el mismo camino, Hacienda venderá todo lo que tiene y, aún así, seguirá teniendo deuda por los intereses. Es decir, no tendrá nada, pero tendrá que pagar porque sí. "Da mucha rabia, no pido que me devuelvan lo que he pagado, solo que me dejen vivir, si no ¿qué futuro tengo?", sostiene.
A pesar de todo, este sevillano está orgulloso de lo que ha conseguido tras reunirse con políticos, por ejemplo, en su región. La bonificación del 99% en el impuesto, eso sí, sin efecto retroactivo. No obstante, esta rebaja es solo para los parientes de primer grado, es decir, de padres a hijos. En casos como el suyo, de tercer grado, o de aquellos que tengan deudas desde hace años, el impuesto sigue siendo el mismo.
Para que entiendan su caso, Francisco Carnicer hace una comparación de su situación con las posibles vacunas contra el COVID-19. "Imagine que hay una vacuna contra el virus, pero solo se la ponen a las personas que están sanas. Mientras que a los que ya están enfermos nos dejan morir", sentencia.