La amenaza de Vox al matrimonio que creó la mascarilla de Abascal y Olona: disparan sus ventas
Esta pareja murciana ha creado un imperio de la nada. Empezó haciendo diez mascarillas 'patrióticas' en su taller y ahora fabrica y vende 1.500 al día.
23 mayo, 2020 02:15Noticias relacionadas
Que las mascarillas van a formar parte de nuestra vida en el futuro más próximo es innegable. Esta barrera contra el COVID-19 se ha convertido desde el inicio de la pandemia en nuestra más fiel y también codiciada compañera. Tanto es así que muchos han sido los que tal vez para hacerlo más ameno y cómodo se han dedicado a confeccionarlas a gusto del cliente. Más grandes, más finas, de múltiples colores o con estampados variopintos. Pero sí hay una mascarilla que ha llamado la atención sobre el resto es la que confeccionan Silvia Buenaño (47) y José Luis Mereguer (63) en su pequeño taller en Bullas (Murcia). La diferencia con las que fabrica la competencia solo es una, incluir una pequeña bandera española en el margen superior derecho.
Todo empezó como un pequeño hobby para este matrimonio murciano, afiliado a Vox. Hasta que enviaron precisamente algunas muestras en color verde a la sede del partido de extrema derecha en la madrileña calle Bambú. "Me hacía mucha ilusión enviárselas, pero no me esperaba lo que ocurrió después", cuenta Silvia, en una entrevista con EL ESPAÑOL. Y es que a los pocos días de hacer el envío, la diputada Macarena Olona se la puso para acudir a la sesión de control en el Congreso de los Diputados, donde la mascarilla más patriótica fue el principal foco de atención. A los días, el líder de la formación política, Santiago Abascal, también hacía lo mismo.
¿Quién las había diseñado? ¿Cómo se podían comprar? Los curiosos tardaron poco tiempo en dar con el taller de confección de José Luis y Silvia. El teléfono quemaba. De hacer unas decenas al día pasaron a hacer 300 y ahora, dos meses después, ya fabrican y venden 1.500 mascarillas cada 24 horas a 5,50 euros la unidad. Todo un imperio nacido de la pandemia en un pequeño municipio murciano, de no más de 10.000 habitantes. Sin embargo, como en todo gran negocio, siempre llegan los problemas. Presos por la ilusión de lo que había hecho su partido con su EPI, esta pareja envió hace unas semanas como muestra de agradecimiento otras tantas mascarillas al partido, pero esta vez con la bandera rojigualda y el logo de Vox.
Lejos de agradecer los cientos de mascarillas que esta familia había regalado al partido hasta ese momento o preguntar por el interés que había detrás de ellas, Vox les respondió con un burofax incendiario. En él, según ha podido verificar este periódico, el departamento de Merchandising amenazaba a Silvia, la administradora de la sociedad que el matrimonio ha creado, con tomar acciones legales contra ella si no se retiraban del comercio las mascarillas con el logo del partido en un periodo de cinco días. El partido incluso exigía la destrucción de todas las muestras que se hubiesen confeccionado así.
La sorpresa y la decepción fue mayúscula para José Luis y Silvia. En primer lugar porque dichas mascarillas nunca se habían vendido ni se pretendía hacerlo, eran exclusivas y simplemente un regalo; y en segundo por el trato injusto e insensible que su partido había mostrado hacia dos de sus afiliados más fieles. Jose Luis, por ejemplo, se encargó de coordinar la zona noroeste de Murcia en las pasadas las elecciones autonómicas y generales, en estas últimas, la región obtuvo la mayoría absoluta.
Tradición familiar
A pesar de este varapalo, esta pareja sigue tan ilusionada como el primer día con su proyecto. Es cierto que el partido de Santiago Abascal ayudó al éxito de sus mascarillas, pero también lo es el trabajo incesante que Silvia Buenaño y su equipo hacen cada día para llegar a los cientos de pedidos que llegan a su oficina comercial.
Hace apenas ocho meses, el lugar donde ahora las costumiza Silvia con ayuda de siete empleados y de algunos de sus hijos, era el viejo taller de su madre. Estaba lleno de retrasos en los pedidos por la enfermedad que sufría y que finalmente le acabó arrebatando la vida. Su fallecimiento marcó especialmente a esta empresaria y decidió retomar el oficio de su progenitora. "Comencé un día cuando una clienta me pidió tres mascarillas para la fábrica en la que trabajaba, después me pidió 17 y luego 45", relata Buenaño a este periódico. La demanda de tan codiciados productos, en plena pandemia, ya se hacía notar.
No obstante, no tuvo la ocurrencia de incluir la insignia nacional hasta que pensó que podría hacerles unas cuantas mascarillas a los guardias civiles del cuartel de Bullas. Todo lo hacía con los trozos de tela que iba encontrando entre las máquinas de costura de su madre. "Me hacía ilusión donar diez mascarillas a la Guardia Civil, mande a mi marido al cuartel a preguntar si eso era posible y les dijeron que sí. Las hice en color verde para que combinará con su uniforme e hile la bandera con los trozos que encontré por el taller, también otras tantas para sus mujeres", relata.
Pedidos de PP y PSOE
Cuando las entregó a los agentes, se sorprendieron. "Dijeron que eran más bonitas de lo que esperaban, pero no me quedé tranquila. Luego se las vi puestas y me emocioné, fue entonces cuando se me ocurrió la idea de mandar las mascarillas a Vox porque somos afiliados", prosigue. Tras un trabajo arduo, mandó 52 mascarillas a los diputados de la Cámara Baja, dos a los senadores, 12 a los diputados de la Asamblea de Madrid y otras tantas a los del Parlamento Murciano.
"Compré dos metros de tela y las confeccione yo todas. Lo que no me imaginaba es que la señora Olona la llevaría al Congreso de los Diputados", cuenta, todavía perpleja. Desde entonces, clientes de lo ancho y largo del territorio nacional piden por teléfono, correo y redes sociales mascarillas a este matrimonio murciano. "Tenemos muchos pedidos de toda España, al principio yo hacía 300 al día, pero al haber más demanda tuve que contratar a más gente", explica esta empresaria.
Han recibido encargos de diez hospitales madrileños y servicios de urgencias para muchos de sus sanitarios y también de otros partidos políticos como el PP y el PSOE murciano. "A nosotros nos da igual quién las compre, nos gustaría que la llevase también el presidente Pedro Sánchez o el vicepresidente Pablo Iglesias, también son españoles y si quieren ostentar la insignia, nosotros no podemos estar más contentos", apunta el matrimonio.
Ademas de los encargos, José Luis y Silvia han vendido sus productos en supermercados Dia y en gasolineras de su región. Pero, al mismo tiempo, han seguido donando gran parte de ellas al Ejército, la Policía, Protección Civil o centros de ancianos. "Muchos me quieren pagar, pero no puedo aceptarlo. Me hace ilusión ver a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con mis mascarillas, recompensa ver que haces un trabajo necesario", confiesa esta murciana adoptiva y ecuatoriana de corazón.
Homologadas
Los diseños de tan codiciados productos son múltiples, las hacen de todos los colores, estampados y dibujos, no obstante, las que triunfan son las verdes y de camuflaje. Pero, ¿tienen calidad suficiente y están preparadas para frenar el contagio del coronavirus?
Las mascarillas, según cuentan estos empresarios, están confeccionadas con dos capas de tela. La exterior es de satén, un tejido impermeable, y la parte interior está hecha con el mismo tejido con el que se hacen las quirúrgicas, denominado TNT. Con la diferencia de que esta última tiene un gramaje de 70 gramos por kilómetro cuadrado, es mucho más densa. Además, lleva propileno, la única sustancia artificial avalada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es biodegradable, antihumectante y lavable. Para esto último, cada una de las mascarillas incluye una ficha técnica con instrucciones de lavado.
Y es más, con toda probabilidad la primera semana de junio las mascarillas del matrimonio Meseguer estarán homologadas. "Estamos en fase de homologación con un laboratorio, pero por ejemplo la Guardia Civil ha hecho pruebas de filtración y nos ha dicho que no deja pasar el aire", señala Jose Luis, que posee el 10% de la sociedad que ha constituido con su mujer.
El precio al principio era de dos euros, después de 4,25 y ahora de 5,50. Esta subida se debe, según explica este empresario, a que los fabricantes "al darse cuenta del éxito te van subiendo el precio. Y, además, cuando empezamos, contratamos a cinco mujeres, pero cuando se enteraron que éramos de Vox, la dejaron colgada y tuvimos buscar a otra gente. Lo hemos ido consiguiendo, poco a poco Silvia, trabajadora incansable, de talento y coraje, se ha ido haciendo un nombre".
El burofax
— Después de todo, con todas las mascarillas que les enviaron, la formación de Santiago Abascal, su partido, ¿les ha dado las gracias en algún momento?
— No, en absoluto. Es más, les mandamos tres muestras con el logo para ver si les gustaban y nos han mandado un burofax amenazando a mi mujer con su retirada. Esta es la sensibilidad que tienen con los afiliados. Nos han advertido incluso que podían entrar en juego los servicios jurídicos, impresentable.
El 12 de mayo, Silvia, la accionista mayoritaria de la empresa, recibió una carta en la que Vox le advertía que "se abstuviese de utilizar la marca Vox para cualquier actividad comercial, identificación de productos de cualquier naturaleza y en particular de las citadas mascarillas; que "procediese a retirar del comercio todas las mascarillas fabricadas y puestas a la venta con dicho logo" y "a eliminar el logo de las referidas mascarillas, y en caso de no ser posible a su destrucción".
Y todo ellos, según este burofax al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, en el plazo de cinco días naturales, tras lo que de no cumplirse lo que la formación requería "procedería al ejercicio de las acciones legales pertinentes en defensa de los derechos de Vox".
En contestación a dicho escrito, José Luis respondió a la responsable de Merchandising, criticando su tono amenazante, aún sabiendo de que se habían hecho múltiples donaciones anteriores a esta, en las que se habían mandado mascarillas a diputados, senadores y eurodiputados.
"¿No ha tenido usted la dignidad de, al menos, hacer una llamada telefónica a Silvia Buenaño, entre otras razones para conocer de primera mano la intención de la confección de las mascarillas con el Logo de Vox? Se ha limitado a mandar un burofax, esta actitud dice muy poco de su trato, concepto de la consideración de afiliados, y dice muy poco de su sensibilidad al respecto", señaló en la carta el empresario.
Aún así, Meseguer no le da demasiada importancia porque sabe perfectamente por qué su mujer ha hecho todo esto. "Aunque el partido no la felicite, afiliados de a pie la llamen para hacerlo. Es una mujer de gran corazón, lo ha hecho porque le nace, le gusta ser así, cada uno tiene su forma de ser y ella lo hace de corazón, por pura convicción como española de adopción", concluyen.