Una sensación de déjà vu invade a los funcionarios murcianos de Instituciones Penitenciarias que vivieron los años más duros de ETA: “Personas afines a los etarras están llamando por teléfono a la cárcel de Campos del Río para meternos presión por la situación de Patxi”. Estos empleados públicos explican que esas presiones se deben a que el reo Francisco Ruiz Romero, alias Patxi, se encuentra en huelga de hambre tras liderar supuestamente una protesta a la que se sumaron 80 internos.
EL ESPAÑOL narra con todo tipo de detalles la vida en la cárcel del asesino del portavoz de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en el Ayuntamiento de Pamplona, Tomás Caballero, en 1998. Interno en el segundo módulo más peligroso del centro penitenciario, Patxi Ruiz pasa la mayor parte del tiempo distanciado de los funcionarios y del resto de reclusos, excepto de los que tal vez le interesan. En la cárcel, además de leer, estudiar y hacer ejercicio en el patio, se relaciona con jefes de bandas criminales dedicadas a los robos, estafas y narcotráfico.
Una rutina solitaria marcada, principalmente, por la huelga de hambre y sed -sólo se 'alimenta' a base de tabaco- que mantiene el reo, según desgrana el informe médico al que ha tenido acceso este diario. Sale por la mañana a la enfermería, después sube a su celda, baja a la hora de la comida. A las 16.45 sale del módulo para hablar con su abogado, regresa a las 17.20 y compra tabaco en el economato, sube de nuevo a la celda. Baja a cenar y llama de nuevo por teléfono. A lo largo del día no recoge desayuno ni comida ni cena, tampoco compra ningún alimento en ninguna máquina ni le faltado saldo en la tarjeta para hacerlo.
La huelga de hambre de Patxi ha despertado del letargo los ánimos proetarras. En Pamplona se han celebrado concentraciones para apoyarle y algunas de ellas carecían de autorización de la Delegación del Gobierno en Navarra. El saldo: la Policía Nacional se desplegó para identificar a varias personas después de que unos contenedores acabasen volcados y quemados. En Bilbao, un grupo de radicales arrojó pintura roja en el domicilio de la candidata a lehendekari y secretaria general del PSOE en Euskadi, Idoia Mendia. También dejaron pasquines en la vivienda de la dirigente socialista solicitando la amnistía para los reclusos de ETA: “Idoia Mendia y PSOE asesinos”.
Además, en los días previos a la convocatoria de las elecciones autonómicas al País Vasco varias sedes del PNV, PSOE y Podemos han sufrido pintadas. La huelga de hambre de Patxi ha agitado el movimiento Amnistía Ta Askatasuna (ATA): el sector crítico de ETA. Este preso, de 46 años, se ha convertido en el líder de aquellos que no comulgan con la forma en la que se desmanteló la organización terrorista y que este miércoles protagonizaron una caravana de coches que recorrió las calles de la capital vizcaína luciendo carteles con el rostro de Patxi Ruiz.
Este movimiento ha lanzado un comunicado para informar de las reivindicaciones "del preso político Patxi Ruiz, en huelga de hambre y sed". ATA expone que Patxi les ha trasladado media docena de peticiones. En la primera, el recluso etarra carga la responsabilidad de su situación en la dirección de la prisión de Campos del Río. La tercera petición es la más importante porque pone de manifiesto que no ha dejado de comer por la gestión del centro penitenciario de la pandemia de coronavirus que fue la excusa que esgrimió para movilizar a ochenta presos el 9 de mayo, sino que ATA aclara que 'Patxi' ha emprendido una "lucha política y pone como condición para salir vivo ser trasladado a Euskal Herria, y junto a él, también el resto de los presos políticos vascos".
Como uno de los nueve miembros de la extinta ETA en la prisión: Patxi se mueve en la cúspide de la estructura social en la que se divide la población reclusa de Campos del Río y que depende de las relaciones sociales que se mantienen en el patio. “Los etarras miran por encima del hombro a delincuentes comunes y toxicómanos: ellos se relacionan con jefes de bandas criminales dedicadas a los robos, estafas y narcotráfico”. Entre sus amistades está un líder del clan de Los Castañas que controla el mercado de la droga en el Campo de Gibraltar.
Patxi tiene asignado su chabolo -celda- en el módulo 8 del Centro Peniternciario Murcia II: el segundo más peligroso de toda la prisión porque la mayoría de presos son reincidentes. Este etarra luce galones entre los homicidas, ladrones violentos y narcos que habitan ese módulo: todos ellos tienen en cuenta que el abultado historial delictivo de Francisco Ruiz Romero con la banda terrorista se remontá a los años noventa. De hecho, siendo un adolescente perpetró actos de kale borroka en el barrio pamplonés de la Txantrea y se acabó convirtiendo en miembro destacado de Jarrai: la cantera de ETA.
En el patio Patxi pasa de los que trapichean con drogas y medicamentos: prefiere sus sesiones de atletismo y gimnasia. “Corría por el patio con Jon Joseba Troitiño Ciria”. Otro etarra conocido por el alias de Fredo y que está condenado a 268 años por participar en 2003 en la colocación de dos bombas en los hoteles Bahía de Alicante y Nadal de Benidorm. Hubo 14 heridos.
Este recluso le está dando visibilidad a la corriente más radical de la izquierda abertzale desde la cárcel ubicada en la localidad murciana de Campos del Río. Patxi cumple allí condena junto a otros ocho presos de ETA: Jon Joseba Troitiño Ciria; Jesús Arcau Arana; Mikel San Sebastián Gaztelumendi; Oier Andueza Antxia; José Javier Arizkuren Ruiz; Izpura García Miguel Santiago; Palacios Alday Gorka y Jon Crespo Ortega. Todos ellos -al igual que los terroristas yihadistas- están dentro del catálogo de FIES: Fichero de Internos de Especial Seguimiento.
Pistolero del 'comando Ekaitza'
Al nuevo referente de la izquierda radical abertzale los empleados lo definen como un reo distante: “El preso Ruiz Romero no se relaciona con funcionarios, no participa en talleres ocupacionales, solo hace deporte y por las tardes pasa el tiempo leyendo y estudiando en su celda”. Como mucho sale a realizar alguna compra al economato usando su tarjeta de peculio en la que los internos tienen derecho a disponer de un máximo de 100 euros semanales. “Los etarras siempre tienen saldo”. Con tres décadas que tiene por delante Patxi entre rejas disponer de liquidez se antoja fundamental.
Esa condena es fruto del salto que dio de Jarrai a ETA convirtiéndose en uno de los pistoleros del comando Ekaitza (Tormenta) que asesinó a Tomás Caballero: el portavoz de Unión del Pueblo Navarro (UPN) en el Ayuntamiento de Pamplona. El 6 de mayo de 1998, a las 9.15 horas, el edil de UPN salió de su casa en el barrio pamplonés de Santa María la Real, recorrió diez metros hasta llegar a su vehículo, inspeccionó los bajos para comprobar si había una bomba y al sentarse en el coche recibió a bocajarro tres disparos. Patxi le propinó dos tiros en la cabeza a Tomás Caballero tras aproximarse por sorpresa a la ventanilla del conductor empuñando una pistola FN Browning.
La Guardia Civil dio caza a Patxi en febrero de 2002, cuando se encontraba junto a su novia, la también terrorista Eneka, en un piso del pueblo navarro de Burlada. De los 30 años de prisión a los que fue condenado ya lleva cumplidos 18. El Centro Penitenciario Murcia II se divide en diez módulos independientes, en cada uno como máximo hay dos etarras, con celdas individuales, a los que se asigna un grupo de control de cuatro funcionarios y se les intervienen todas las comunicaciones por tratarse de presos FIES de nivel 2 y 3.
“Cada cierto tiempo se les cambia de módulo para que no organicen grupos”, subraya un empleado. El seguimiento realizado sobre Patxi se ha centrado en su relación con los etarras Jon Crespo Ortega; José Javier Arizkuren Ruiz, Jesús Arcau Arana y Jon Joseba Troitiño Ciria. Sin embargo, los funcionarios aclaran que cuando actúa lo hace por su cuenta porque fue expulsado del Colectivo de Presos de ETA (EPPK) por tachar de "facción reformista" a los líderes de EH Bildu, entre ellos Arnaldo Otegi. La prueba de que este etarra va por libre es el hecho de que Patxi supuestamente ha liderado las reivindicaciones de los presos del módulo 8 durante el estado de alarma.
Decidió ‘chinarse’ el brazo
“Es reivindicativo y tiene buena dialéctica: organizó una protesta pacífica para que se retomasen las comunicaciones con los familiares suspendidas para evitar contagios por coronavirus”. Esa convocatoria en son de paz tuvo lugar el sábado 9 de mayo: 80 internos, junto a Patxi, tomaron la pista de fútbol sala enarbolando pancartas. A los empleados públicos les recorrió un sudor frío porque en plena pandemia de coronavirus -donde es crucial evitar el contacto físico- tuvieron que gestionar un plante de delincuentes reincidentes liderado presuntamente por un etarra.
Cuando lograron poner fin a la protesta, Patxi se negó a entregar sus pancartas. Unos funcionarios registraron su celda y el preso tomó represalias: “Se autolesionó recurriendo a la práctica de chinarse, que consiste en hacerse cortes en el brazo con una máquina de afeitar”. En el parte de este incidente los funcionarios reflejaron que el terrorista reclamó que le diesen tranquilizantes cuando llegó a la enfermería y supuestamente amenazó al personal médico.
“Ese sábado hubo una decena de llamadas de gente del norte de España hostigando para saber el estado de salud de Patxi y reclamando hablar con el director de la prisión de Campos del Río”, apostilla a este diario con tono preocupado un empleado público. "Han llegado a saturar la centralita con llamadas continúas, que incluían insultos y amenazas".
El etarra ha sido cambiado al módulo 6 para evitar que organice nuevas protestas en el penal y su respuesta ha sido ejercer una vieja táctica de presión de ETA: el domingo 10 de mayo se declaró en huelga de hambre y sed. De esa práctica hay ejemplos sonados: en 2012 el preso Josu Uribetxebarria Bolinaga, encarcelado por el secuestro de José Antonio Ortega Lara, aguantó medio mes sin probar bocado para reclamar su puesta en libertad. Al igual que antaño, la huelga de Patxi está sirviendo de hilo conductor para generar crispación social, tensionar la vida política y dar publicidad al movimiento Amnistía Ta Askatasuna (ATA).
Videollamadas con su abogado
Patxi está al corriente de este panorama con sus comunicaciones con el exterior y leyendo un diario independentista vasco que recibe en prisión. Así lo refleja un informe médico del etarra al que ha accedido EL ESPAÑOL: “Se encuentra en huelga de hambre y de sed. Sale por la mañana a la enfermería y posteriormente sube a su celda, bajando a la hora de la comida. A las 16.45 sale del módulo para videollamada con su abogado. Regresa a las 17.20 y compra tabaco en el economato, subiendo de nuevo a su celda. Baja a la hora de la cena y llama por teléfono. A lo largo del día no recoge desayuno ni comida ni cena. Tampoco compra ningún alimento o líquido en el economato, tan solo tabaco”.
Para conservar fuerzas ha suprimido su rutina deportiva. Ahora pasa el tiempo leyendo y fumando en su nuevo chabolo del módulo 6 donde convive con los presos recién llegados, entre los que se encuentran políticos corruptos alicantinos de la Vega Baja. Todo apunta a que Patxi, como buen defensor de los métodos de la vieja escuela etarra, tratará de prolongar al máximo la escalada de tensión social y política manteniéndose firme en su huelga de hambre.
“Ruiz Romero piensa que hay que seguir con los atentados”, sostiene un funcionario que ha tratado cara a cara a este interno que públicamente se quejó de cómo se tramitó el Acuerdo de Gernika: el inicio del alto el fuego de ETA. De momento, Patxi Ruiz ha perdido varios kilos de peso y pese a ello, este jueves el nuevo referente del mundo proetarra se opuso a acudir a un centro hospitalario. “El médico le comunica que tiene que salir al hospital, a lo cual se niega”, tal y como reflejó el facultativo en el parte diario de seguimiento del estado de salud del etarra.
Esta delicada situación motivó que el juzgado de guardia de Mula ordenase su ingreso en el Hospital Virgen de la Arrixaca. El asunto se tramitó este jueves por vía de urgencia a través de un auto judicial que obligó al preso terrorista a ser hospitalizado: “‘Patxi está imitando a Iñaki de Juana Chaos, tuvo que venir el director de la prisión para solicitar al juzgado su hospitalización porque se negaba a hacerlo”, subraya un empleado sobre el conflicto verbal que se mantuvo con el reo.
El frente carcelario dividido
Patxi está solo en su cruzada porque el resto de presos de ETA de la cárcel de Campos del Río se debaten entre lograr el control del frente carcelario o buscar su traslado a prisiones del País Vasco y Navarra. Valga como ejemplo el escrito que los etarras Jon Joseba Troitiño Ciria; Jesús Arcau Arana; Mikel San Sebastián Gaztelumendi; José Javier Arizkuren Ruiz y Jon Crespo Ortega presentaron el 28 de febrero al director del penal, Jesús Fernández, reclamándole “el fin de las cadenas perpetuas, pasando de una política penitenciaria excepcional y vengativa a otra de carácter ordinario”.
En los reclusos etarras se consideraba una bajeza realizar los denominados trabajos de destino: limpiar despachos, repartir comidas... Todos se negaban en redondo a hacerlo, pero ahora quieren ganar puntos con la junta de tratamiento que revisa el grado del régimen penitenciario que cumplen porque pasar de un primer grado a un segundo equivale a terminar la condena en un penal en tierras vascas o navarras. Entre los que colaboran en las tareas de limpieza en Campos del Río se encuentran: José Javier Arizkuren Ruiz, Arcauz Arana y José Javier Arizkuren Ruiz, alias Kantauri.
Kantauri es el exjefe del aparato militar de ETA y cumple condena por la muerte de 20 personas. El asesino más sanguinario en la historia de la banda que en 1998 ordenó al comando Andalucía que matasen al teniente de alcalde de Sevilla, Alberto Jiménez Becerril, y a su esposa, Ascensión García, ahora ha cambiado las bombas y las armas por pasar el mocho en el comedor del penal y por los libros de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “Está matriculado en la carrera de Historia del Arte porque un monitor le sube material”. En la celda de Kantauri se mezclan los libros sobre legislación y enciclopedias con los temarios unversitarios.
El ejemplo de Ramada
En Campos del Río empieza a cundir el ejemplo entre algunos etarras de lo que ha sucedido a 24 kilómetros de distancia en la prisión de la pedanía murciana de Sangonera la Verde. Allí cumple condena el terrorista Francisco José Ramada Esteve y desde Instituciones Penitenciarias han anunciado que próximamente será reubicado a una cárcel de Pamplona: “Los requisitos para que se traslade a un interno de ETA a un centro penitenciario cercano a su lugar de residencia son múltiples, todos de carácter técnico y se valoran individualmente en cada caso”.
Este diario ha podido saber que uno de los aspectos que se ha valorado es la evolución de la vida del recluso en el Centro Peniteniacio Murcia I. “El preso Ramada Esteve se ha desligado de la banda”, asegura un funcionario con dilatada trayectoria en esa cárcel. En las instalaciones de Sangonera la Verde cumplen condena cuatro etarras: en el módulo 3 están José María Novoa Arroniz y Gorka Martínez Arkarazo y en el módulo 2 se ubican Joseba Segurola Beobide y Francisco José Ramada Esteve. “Solo hay 5 módulos: a los terroristas se les coloca en los centrales para evitar fugas”.
Francisco José Ramada Esteve, alias José Vera y Ciruelo, cumple 26 años y tres meses de cárcel por delitos de atentados, secuestro y colaboración con banda armada. Este miembro del comando Donosti en 1995 secuestró en nombre de ETA durante 341 días infernales al industrial guipuzcoano José María Aldaya Etxeburúa. Un año después participó en el cautiverio que padeció el abogado y empresario vasco Cosme Delclaux dentro de un zulo a lo largo de 232 días.
El caso de Ciruelo es otro ejemplo de la división que vive el frente carcelario etarra porque tras acogerse a la Vía Nanclares -renunciando públicamente a ETA- su rutina en prisión incumple las directrices del Colectivo de Presos (EPPK) de no involucrarse en el régimen penitenciario español. Ciruelo acude al aula escuela a cursar estudios de Secundaria (Bachiller) y estuvo realizando voluntariamente trabajos de destino en el office del comedor, donde ayudó en el reparto de desayunos, comidas y cenas. Actualmente limpia los despachos de su módulo.
Las 21 pastillas de Alejandro
Cuando las restricciones del coronavirus lo permitan, Francisco José Ramada Esteve será trasladado a Navarra. Desde que se decretó el estado de alarma el Gobierno de España ha autorizado el paso al tercer grado a cuatro internos condenados por pertenencia o colaboración con ETA. En Instituciones Penitenciarias aclaran de forma didáctica lo que eso significa: “Están en un régimen de semilibertad, durante el día tienen un trabajo en la calle, están con su familia, y regresan a la cárcel a dormir”.
Alejandro Urteaga de Manuel, representante en Murcia de Voces Contra el Terrorismo, zanja dolido que “en estas decisiones hay una relación con la convocatoria de elecciones en el País Vasco”. Para este guardia civil incapacitado por un atentado terrorista no han pasado desapercibido dos anuncios que se produjeron el mismo lunes 18 de mayo: de un lado, el lehendakari, Iñigo Urkullu, anunció los comicios vascos y, paralelamente, Instituciones Penitenciarias confirmó el traslado del etarra Francisco José Ramada Estévez. “Para nosotros cada preso que es acercado al norte es una derrota”.
Alejandro no puede sacarse de su cabeza aquel 21 de noviembre del 2000, cuando ETA lanzó varias granadas al cuartel de la Benemérita en Irún (Guipúzcoa) donde estaba destinado. “Una cayó a mi lado, llevo 19 intervenciones quirúrgicas y tomo 21 pastillas al día para las diferentes secuelas que sufro”. Este guardia civil retirado tiene concedida desde 2016 la incapacidad absoluta por agravamiento de las secuelas que padece. “Tengo un 70% de minusvalía”.
El viento sopla a favor de los etarras
El caldo de cultivo proetarra que se está gestando en dos cárceles murcianas con la huelga de hambre de Francisco Ruiz Romero, alias Patxi, y el anuncio del acercamiento a Navarra de Francisco José Ramada, alias Ciruelo, no ha pasado desapercibido para el Grupo Parlamentario Popular que presentará una moción a la Asamblea Regional para instar al Gobierno de España a cesar en su política de acercamiento de presos por delitos de terrorismo.
“No es de recibo que el Gobierno, para conseguir los votos necesarios para obtener continuas prórrogas del estado de alarma en el que tan cómodo se siente, pero que mantiene limitados los derechos de los ciudadanos españoles, abra una subasta para conseguir apoyos y acepte como peaje a pagar las reivindicaciones de los partidos independentistas como es el acercamiento de presos”, argumenta el portavoz popular, Joaquín Segado.
Los funcionarios de las dos prisiones murcianas donde cumplen condena trece terroristas (4 en Sangonera la Verde y 9 en Campos del Río) admiten que desde hace tres años “el viento político sopla a favor de los presos de ETA”. Ellos no olvidan que en 2017, el entonces presidente, Mariano Rajoy, se sentó a negociar con el lehendakari, Iñigo Urkullu, la transferencia a Euskadi de las competencias reconocidas en el Estatuto de Gernika: entre ellas los centros penitenciarios. Y esa sintonía del PNV con el Gobierno de la Nación se mantiene porque desde la llegada de Fernando Grande-Marlaska al Ministerio del Interior se ha autorizado el traslado de treinta presos etarras.
Privilegios etarras en las cárceles
“Ahora tienen a su favor a la Administración, en cuanto los etarras tienen una queja los jueces están encima para estudiarla y nosotros sabemos lo que hay”. No hablan en vano los funcionarios porque de los 979 reclusos que hay en Campos del Río solo los nueve de ETA tienen derecho a que les lleven tabaco de liar y libros de papel a través del servicio de demandadero, que se encarga de comprar en el exterior aquellos productos que no vende el economato de la cárcel. Es solo un ejemplo de uno de los privilegios que en los últimos años han logrado ante el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria.
Los hay de todos los colores, desde quedarse sentados en su celda y negarse a formar una fila fuera para participar en los recuentos diarios de reclusos, hasta bajar al comedor solo para recoger su bandeja porque prefieren comer solos en su chabolo. Dos años después de la disolución definitiva de ETA sus presos no han perdido fuerza en los centros penitenciarios: “Mantienen su capacidad de liderazgo, estatus y privilegios”. Una prueba de ello es lo que ocurre en Sangonera la Verde donde delincuentes comunes a veces hacen la compra a etarras en el economato para que no hagan cola.
“Los reclusos de ETA son los abogados de los módulos: muchos presos recurren a ellos para que les lean notificaciones judiciales y les ayuden a presentar instancias, incluso quejas y denuncias al juzgado”. No es de extrañar puesto que los etarras se han ganado el derecho a no salir al patio por las tardes para estudiar idiomas, como alemán o inglés, así como para sacarse títulos de Formación Profesional, Bachillerato y carreras universitarias de la UNED.
Logística anarquista murciana
“Les gusta estudiar Ciencias Políticas, Historia, Derecho, Psicología... En Sangonera la Verde, por ejemplo, el preso Gorka Martínez Arkarazo está estudiando una carrera de Económicas y tiene acceso a un ordenador portátil y el recluso José María Novoa Arroniz acude al taller de Electricidad”.
Los etarras son capaces de recurrir al Juzgado Central del Vigilancia Penitenciaria para reclamar la pérdida de un turno de llamada o para que un libro escrito en euskera llegue a la cárcel. En estos años han logrado que se les permita jugar a pelota vasca en el patio de la prisión de Campos del Río. De hecho, el jefe del aparato militar de ETA es uno de los que juega pese a sus afecciones cardiacas. “A ‘Kantauri’ le gusta enseñar a otros presos a jugar a este deporte tradicional euskera”.
Una de los privilegios más grandes que han conseguido los etarras ha sido acumular en un mismo fin de semana todos los vis a vis de convivencia con la familia, los íntimos con sus parejas y las comunicaciones en el locutorio que les corresponden cada mes. Un empleado público detalla que organizan auténticas expediciones desde el País Vasco y Navarra: “Movilizan grupos de amigos y familiares para viajar juntos, la logística de hospedaje y comidas suelen facilitarla vascos que viven en la Región y murcianos anarquistas y de extrema izquierda que muchas veces los alojan en sus domicilios”. Un hecho tremendamente llamativo en una comunidad gobernada en las últimas dos décadas por el PP y que actualmente es un bastión de VOX. El espíritu proetarra sigue latiendo.