La jueza Carmen Rodríguez-Medel sigue investigando si no prohibir la manifestación del 8M supone un delito de prevaricación. Por ello, ha citado a declarar como investigado a José Manuel Franco, delegado del Gobierno en Madrid, el próximo 5 de julio. La magistrada, también ha citado como testigos para ese mismo día al secretario general de la Delegación, Fernando Talavera; a Luis María Sanz, jefe del gabinete de Franco, y a José Luis Correas, director de la Unidad de Seguridad Ciudadana.
En una resolución dictada este lunes, la jueza instructora ha solicitado información que deberá facilitar Talavera. Así, Rodríguez-Medel quiere analizar la relación de resoluciones de toma de conocimiento o prohibiciones de concentraciones y manifestaciones dictadas por el delegado del Gobierno entre el 5 y 14 de marzo 2020, con independencia de la fecha para la que estuvieran convocadas. También ha preguntado por las 21 manifestaciones que fueron desconvocadas, según explicó el secretario general de la Delegación en el Juzgado. Pero, ¿quién es esta magistrada?
Carmen Rodríguez-Medel no es una desconocida ni en la judicatura ni en la política, concretamente en el Ministerio del Interior, ya que el el pasado enero saltó a la palestra después de que el ministro, Fernando Grande-Marlaska, decididiera prescindir a Ana Botella, secretaria de Estado de Seguridad, y Félix Azón, director general de la Guardia Civil. Entonces, todas las quinielas apuntaban a Rodríguez-Medel para ocupar la cabeza de la Benemérita.
Jueza de profesión, su hija y hermana de guardias civiles y le sigue una alargada sombra rigurosa, seria. Todos destacan su búsqueda por la perfección, por el detalle. Como una jueza de instrucción soñada. Esa misma pasión por la arqueología judicial que ha llegado a poner contra las cuerdas al Partido Popular hasta en dos ocasiones: la primera tras instruir la causa del máster de Cristina Cifuentes y, la segunda, cuando acorraló al entonces neófito presidente de los populares, Pablo Casado,e instruyó el caso de su máster.
Rodríguez-Medel Nieto se licenció en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid en 1995. Fue la número 28 de su promoción en la Escuela Judicial. Su primer destino fue Marbella y, después, Fuenlabrada.
Llegó a los juzgados de Plaza Castilla en los primeros momentos de 2018, al frente del Juzgado de Instrucción 51 de Madrid. Entre la Costa del Sol y los juzgados de Madrid, la magistrada fue asesora del exministro de Justicia Rafael Catalá, adscrita a la Dirección General de Relaciones con la Administración de Justicia, durante once meses. Lo hizo en régimen de servicios especiales. “Es una jueza trabajadora, una persona de ley y orden. De las que creen en los agentes de la autoridad”, explican a EL ESPAÑOL fuentes jurídicas. De tendencia conservadora, Rodríguez-Medel es miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM).
Respeto por la minuciosidad
La magistrada se crió en un ambiente marcial, de respeto por el orden. Es hija de un coronel de la Benemérita. Su hermano, Antonio, también vestiría el uniforme verde y el tricornio: también llegó a coronel y en 2018 estaba destinado en San Lorenzo del Escorial (Madrid).
Quienes la conocen y trataron en alguno de sus destinos tienen una imagen fija de ella: su trabajo y minuciosidad. Pero no todos son buenos recuerdos. “Es mesiánica. Considera que debe hacer de juez y de fiscal, y que lo que ella marque en fase de instrucción es lo que vale”, relata a la reportera un letrado marbellí.
De su rigurosidad hizo gala cuando elevó al Tribunal Supremo el caso del máster de Pablo Casado. Lo hizo para que el órgano investigara al presidente del PP que, al ser diputado, era y es aforado. En su escrito, realizaba un detallado trabajo en el que recela sobre todos los documentos que ha mostrado el líder para intentar zafarse de las sospechas de que se le "regaló" el título. Finalmente, se sobreseyó.
Con un perfil bajo, Rodríguez-Medel lleva una vida “muy discreta”. “Tanto ella como su marido —el también magistrado Jaime Serret, quien igualmente recaló en Marbella como juez de instrucción y ahora dirige el Juzgado de lo Penal número 5 de Getafe— son gente seria, profesional, muy formales. Son mucho de despacho; ahí pasan el mayor número de horas”, explican fuentes jurídicas de la Costa del Sol.
En Marbella, sin Malaya
Precisamente, en Marbella comenzó a fraguarse su fama de instructora resolutiva, rápida. Llegó a la ciudad malagueña en 2002 y se puso al frente del juzgado de Instrucción número 1. Ahí tuvo cara a cara a algunas de las causas más mediáticas de los últimos años: comenzó con algunos temas de corrupción de la ciudad, con la estela de Malaya detrás.
Suyos fueron los inicios de las instrucciones de casos como aquel que se llevó por delante a Sean Connery, vinculado a una operación urbanística y financiera, o la investigación de la concesión de la licencia urbanística del Hotel Guadalpín Banús, que salpicó a la exteniente de alcalde marbellí Isabel García Marcos, quien terminaría en la prisión de Brieva. Su sello también pasa por los primeros trámites del caso Minutas, que acabó con el expresidente del Sevilla CF José María del Nido entre rejas.
Pero detrás de Malaya no está ella, a pesar de que se digfundió lo contrario. De la macrocausa de la Operación Malaya se hizo cargo el juez Miguel Ángel Torres. Y la instrucción de los casos anteriormente mencionados los terminó el magistrado Ricardo Puyol, que la sustituyó en el juzgado marbellí, porque Rodríguez-Medel dio el salto al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de la misma ciudad.
Corría el año 2008. El porqué de este cambio radical en una magistrada con aspiraciones, que deseaba dar pronto el paso de vuelta a la capital de España no es claro. “Era un juzgado muy cómodo, un fiscal adscrito, cinco funcionarios, instalaciones nuevas”, desliza un compañero de la época. Allí desplegó gran parte de su carrera judicial y fue premiada por ello.
"Uña y carne" con el fiscal de Lezo
Fue una época en la que era “uña y carne”, según las fuentes consultadas, con el fiscal Carlos Yáñez. “Eran un tándem duro, muy implicado”, recuerdan fuentes jurídicas. “Había muchas condenas”, resaltan. Su compañero de dupla acabaría, años después, pidiendo su dimisión a Anticorrupción como fiscal encargado del caso Lezo. Aducía “motivos personales”.
Pero Rodríguez-Medel, mientras estaba en Marbella, soñaba con Madrid. Siempre tuvo aspiraciones y así lo demostró: en 2010 vio su oportunidad para dar el salto a la Audiencia Nacional. Allí donde sus casos podrían tener una mayor repercusión mediática, y optó en 2010 al juzgado estrella, el Central de Instrucción número 5. Su entonces titular, Baltasar Garzón, dejaba la plaza en comisión de servicios tras haber sido suspendido.
Carmen Rodríguez-Medel se postuló para ello. Pasó el primer filtro e incluso estuvo en la terna final, junto a la jueza Carmen Lamela y a Pablo Ruz. Pero fue este último quien acabó ganando el puesto.
"No se deja influenciar"
“Ella es muy rigurosa, muy seria. No se deja influenciar por nadie. Y si veía que había algo mal técnicamente en el proceso, te lo decía”, recuerdan letrados que coincidieron con ella. “Es una jueza de perseguir y averiguar las cosas. Era dura, no es una jueza funcionaria”, opina otro abogado. “Una persona de autoridad, con carácter, muy estricta, muy proautoridad, muy proinvestigar. Es muy profiscal, muy perfil de juez instructor”.
Al final —y tras pasar por el Consejo General del Poder Judicial, donde fue letrada del Servicio de Relaciones Internacionales—, llegaron los juzgados de Plaza de Castilla para esta magistrada de “estructura dura”. Su deseo de casos mediáticos se acabó viendo consumado: lo que empezó como una investigación sobre la veracidad de unos títulos de máster, acabó con Cristina Cifuentes fuera de combate y con Pablo Casado rozando la linea floja.