Quién llevó a la muerte a Jesús, el niño de 9 años que se suicidó en Tudela: su trágico final ocultado
La abuela del menor fallecido sostiene que el Gobierno de Navarra no les informó convenientemente y que donaron sus órganos sin permiso de la familia
13 junio, 2020 03:00Noticias relacionadas
Jesús Ánder era un crío de Pamplona que tuvo adversidades antes que consciencia. Tenía 6 meses cuando deportaron a sus madre a Colombia, y 2 años cuando hicieron lo propio con su padre. Desde entonces lo crió su abuela. Hace 3 años, cuando tenía 6, se cayó desde un cuarto piso. Milagrosamente sólo se rompió una pierna. Pero el niño se había recuperado a la perfección. No sólo no le quedaron secuelas, es que jugaba al fútbol y tenía pinta de delantero grande. Varios trofeos en su casa lo atesoran. Superó las adversidades de la vida, pero el Gobierno Foral de Navarra le quitó la custodia a su abuela el año pasado, porque decían que estaba desatendido. La tragedia que tuvo lugar a continuación aún está por esclarecer.
“Lo que no puede ser es que yo esté en Colombia, mi hijo esté viviendo con su abuela en Pamplona y me lo devuelvan muerto, que me lo devuelvan vacío, sin órganos porque se los han sacado sin mi consentimiento. A mi madre se lo quitaron para meterlo en un piso tutelado, porque decían que iba a estar mejor. ¿Mejor? Me lo han devuelto en una caja de madera. ¿Cómo va a suicidarse así un niño tan pequeño? A mi hijo me lo han matado”.
Se lo grita a por videoconferencia desde Colombia a EL ESPAÑOL la madre de Jesús Ánder. Un niño de 9 años fallecido el pasado 30 de mayo en un piso tutelado de Tudela, gestionado por el Gobierno Foral de Navarra. Un extraño suceso todavía lleno de interrogantes. Murió, según la versión del centro, suicidándose con el cordón de un albornoz o una bata, no lo han dejado claro. La familia recela de esta explicación. Dicen que lo acosaban. Dicen que, días antes del fatal episodio, el crío les había pedido por videollamada que lo sacasen de allí. Dicen que era demasiado pequeño para saber elaborar una horca. Dicen que cuando lo vieron ya entubado y en coma, no vieron ni una sola marca en el cuello.
Dicen… ¿Y qué dice el Gobierno Foral de Navarra? Era el tutor legal de Jesús Ánder desde el año pasado. Se lo quitaron a Zoraida, su abuela, porque presuntamente estaba desatendido. Ellos lo arrancaron de su hogar y lo llevaron a un piso tutelado en Pamplona. Luego, sin que nadie sepa el motivo, lo trasladaron a vivir otro piso en Tudela, a 100 kilómetros de su gente. Informaron poco y tarde a la familia. Murió en en extrañas circunstancias y aún no han aclarado casi nada. ¿Qué dice el Gobierno Foral de Navarra? Pues el Gobierno Foral de Navarra no dice nada.
“Me lo han matado”
Zoraida todavía no puede entrar a la habitación de su nieto sin que se le caiga la cara al suelo. Allí sigue la Playstation, las camisetas del Barça, el balón y un montón de muñecos. Los trofeos del fútbol y su perra Negrita, que se sigue subiendo a la cama del niño, esperando tal vez que aparezca por la puerta. “Pero no va a volver porque me lo han matado”, repite Zoraida Lo repite ella, su hijo Jonathan (que también fue tutelado y dice que salió del centro con secuelas psicológicas), sus primas, sus tías, el abuelo del crío y todos los que lo conocían en el obrero barrio de San Jorge.
Porque Jesús Ánder tenía arraigo, era pamplonica. Allí nació el 10 de diciembre de 2010. A sus padres, colombianos, los deportaron de vuelta cuando él era un bebé. Pero él no conocía otra cosa que la capital de Navarra, aquí tenía a su gente. Y mucha. Primos, tíos, amigos… Por eso nadie entiende que el gobierno autonómico se lo llevase a vivir a 100 kilómetros de su casa, supuestamente para protegerlo de un presunto entorno inadecuado para un niño.
Zoraida cuenta cómo se lo llevaron el pasado 20 de octubre: “Mi mamá murió en Colombia, yo me fui unos días al funeral y lo dejé con mi mejor amiga, que tiene otro niño de esa edad y juegan juntos cada día. Los Servicios Sociales aprovecharon ese breve viaje para llevárselo. Primero a un piso de Pamplona. Luego, cuando empezó el confinamiento, a uno de Tudela. Nos pusieron cada vez más difícil lo de verlo. Solamente le dejaban hacer tres llamadas de 10 minutos por semana, cronometradas y con la educadora al lado. ¿Es que era un delincuente? Él nos decía que lo sacásemos de alli. Pero no pudimos y al final pasó lo que pasó...”
La noche de autos
Lo que pasó la noche del lunes 25 de mayo. Según la versión oficial, Jesús acabó de cenar, se despidió con un beso de sus educadoras y se retiró a su habitación a dormir. A los pocos minutos, un compañero suyo de 16 años dio la voz de alarma: se había encontrado al crío moribundo. Presuntamente se había ahorcado en la litera con el cordón del albornoz o una bata. Un sistema demasiado elaborado para un crío de 9 años, que además se había retirado a su habitación sin la más mínima muestra de estar nervioso o angustiado, apunta la familia.
“El niño estaba perfectamente, nos dio dos besos a las educadoras y se fue a la habitación. A los 10 minutos entró su compañero y se lo encontró así”; le dijeron por teléfono las educadoras del centro de Tudela relatando lo que pasó esa noche. “¿Pero así cómo?”, pregunta desesperada Zoraida. “Pues… ahorcado”, le contestan. “Ah, pues a mí Iñaki (el coordinador) me dijo que el compañero se lo encontró acostado y que vio que no respiraba. Cada uno me da una versión”, replica la abuela del niño, que ve muchas contradicciones en las explicaciones que ha ido recibiendo.
Al crío se lo llevaron al Hospital de Tudela donde, dada la gravedad de su estado, lo derivaron al Hospital de Navarra (Pamplona). A Zoraida no le dieron el aviso hasta las 11 de la mañana del día siguiente. También pregunta por eso en la conversación telefónica. La educadora le contesta que ellos aplicaron el protocolo correspondiente, sin detallar demasiado. Se pone además a la defensiva diciendo que el niño había dicho que tenía mucho miedo porque el lunes lo iba a visitar su tío. La famiia explica a EL ESPAÑOL que su tío no ha tenido nunca un problema con el niño, y que por eso no existe ninguna denuncia o similar en esa dirección. La educadora corta la comunicación dándole largas a Zoraida (“Te dejo, que aquí también estamos con psicólogos”) y le cuelga.
“Le quitaron los órganos”
Jesús Ánder ingresa en el hospital la noche del 25 de mayo, varios de sus familiares pueden acceder a verlo al día siguiente. Protestan porque dicen que , ademas de avisarles tarde, les impusieron muchas restricciones. “Nos hicieron dejar los móviles fuera”, cuenta su tía Yamilei, que asegura que cuando tuvieron delante al niño en coma, “no le vimos ninguna marca en el cuello. Si se hubiera ahorcado tendría un hematoma o alguna cicatriz”.
Jesús Ánder fue declarado en muerte cerebral el el 5 de junio. No intervino un juez, porque el fallecimiento tuvo lugar en el hospital. En muerte cerebral, ya nada se puede hacer más que desconectarlo, aunque la familia sostenga lo contrario: “Tengo un familiar en Cali que recibió 5 balazos, uno de ellos en la cabeza ,También estuvo en coma y se recuperó. Pues este niño que se cayó una vez de un cuarto piso y sólo se rompió una pierna, también podría haberlo superado”, cuenta sin resignarse a la pérdida uno de los familiares que se reúne en la plaza del barrio de San Jorge a hablar con EL ESPAÑOL.
En cualquier caso, ellos no tomaron la decisión de desconectarlo porque no eran tutores legales en ese momento. Tampoco la de la donación de los órganos, que es uno de los puntos que más ha indignado a la familia: “Donaron sus órganos sin nuestro consentimiento. Les dijimos que no, pero lo hicieron”, repite casi compulsivamente Zoraida, que sigue llamando a Jesús “Mi hijo, porque yo lo crié y él me decía mamá”. La madre biológica del niño también atiende a EL ESPAÑOL por videoconferencia desde Colombia. Llora desde el principio: “Lo dejé vivo con su abuela y me lo devuelven en una caja y vacío. Yo yo tan lejos. Espero que lo que le ha pasado a mi hijo sirva para que ningún otro niño tutelado pase por ese infierno, que ya son muchos”.
Las polémicas tutelas
Las polémicas tutelas. El hijo de Zoraida, Jonathan, tiene 18 años y también estuvo viviendo en un piso tutelado de Pamplona: “Entré bien y salí enganchado a la medicación”, asegura. Desde su experiencia afirma que “eso de las tutelas no sirve. Un niño no lo pasa bien lejos de su familia y menos en esos pisos y centros. Te pueden hacer la vida imposible. Eso, o salir peor que entraste, como me ha pasado a mí”.
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con el Gobierno Foral de Navarra por todas las vías posibles, por activa y por pasiva. Llamando por teléfono, escribiendo un mail, pidiendo cita previa como cualquier ciudadano, presencialmente en las propias oficinas, previa entrega incluso del DNI para que quedase constancia de la petición. “Por favor, decidnos aunque sea que no vais a hablar”, fue el último ruego. Ni cotizaba que no nos iban a contestar y no lo han hecho.
Tampoco nos contestaron los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Zaragoza en un suceso acontecido en mayo de 2019, cuando una madre dejó en coma a su hija de una paliza. La administración municipal tenía ese caso en las manos antes de la fatal agresión. No dieron explicaciones, argumentando que son casos de menores y por tanto no darían información, porque hay que protegerlos. Se ha convertido en el comodín para mantener la opacidad informativa en torno a los menores tutelados o en riesgo de desamparo. Porque, en el caso de Jesús Ánder, el niño ya está muerto. Perdieron el tiempo de protegerlo.
El caso se encuentra en una fase casi embrionaria. En las diligencias previas. Los abogados no disponen todavía ni de la autopsia. Será en el transcurso de la próxima semana cuando se desvelen muchos de los interrogantes. Entretanto, la familia de Jesús Ánder clama justicia. Recuerdan que entregaron a un niño en buen estado y se lo han devuelto muerto. Piensan llegar hasta el final. Convocarán manifestaciones por Pamplona y han puesto el asunto en manos de abogados especialistas. Todavía hay mucho por dilucidar en este suceso. Lo único claro es que a Jesús Ánder lo arrancaron de su casa para que viviese una vida más digna, que se lo llevaron a 100 kilómetros de los suyos y que en pocos meses se murió, en extrañas circunstancias. Todavía nadie ha dado las explicaciones pertinentes.