De adolescente, durante la vendimia y cuando los estudios se lo permitían, Juan Ignacio Campos Campos (Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1950), echaba una mano en la bodega familiar. Más que con la tijera sobre la cepa, con la báscula. Pero el pequeño de los cuatro hijos de los Campos, agricultores con propiedades en una localidad que llegó a tener 60 bodegas –hoy no queda ninguna de las antiguas y la cooperativa concentra la mayoría de la cosecha-, no iba a seguir con las tierras. Era un estudiante de primera. Y estaba destinado a ser el primer miembro de la familia que iba a hacer carrera. Y vaya si la ha hecho. Es fiscal de Sala, el máximo rango de su carrera, en el Tribunal Supremo.
También ha hecho historia a las puertas de su jubilación. Este fiscal de izquierdas –fue fundador de la UPF, la Unión Progresista de fiscales- acaba de ser designado a dedo por la también progresista Dolores Delgado, fiscal general del Estado, para encargarse de investigar al Rey Juan Carlos I por las supuestas comisiones del tren de La Meca, adjudicado a un consorcio de empresas españolas. Elegido por su impoluta y dilatada trayectoria y su extenso conocimiento del Derecho Penal económico. “Dada la transcendencia institucional de esta investigación, se designa a quien dentro de la más alta categoría de la carrera fiscal, reúne una extraordinaria cualificación y experiencia”, ha señalado oficialmente la Fiscalía General del Estado.
Campos cumple 70 años el próximo 7 de noviembre, pero puede retrasar su jubilación hasta los 72. Está en lo más alto de su carrera. Tras 24 años en el Supremo, le acaba de llegar el caso de su vida: dirigir una investigación histórica, aún sin judicializar, pero que aterriza en la fiscalía del alto tribunal tras una investigación de dos años en la Fiscalía Anticorrupción sobre supuestas mordidas. Unas pesquisas que han llegado hasta el rey emérito, tras localizarle cuentas en Suiza con un dinero procedente de Arabia Saudí que le une además con su amiga Corinna, receptora de un dinero sospechoso.
El padre de Felipe VI ya no es inviolable –desde su abdicación en 2014- pero sí aforado, precisamente ante la Sala Segunda del Supremo. Lo que ahora tendrá que dilucidar Campos es si Juan Carlos I pudo cometer fraude o blanqueo de capitales por mover 80 millones de euros después de 2014, a través de testaferros y cuentas en Suiza, donde ya le investiga otro fiscal, en relación con el Ave del Desierto. En principio, se apunta a un primer estudio de documentación. Para judicializar el caso, de avanzar el mismo y ver indicios de delito, el fiscal tendría que articular una querella y se abriría entonces una instrucción que permitiría, siempre con la autorización judicial, más pesquisas.
Tras aprobar a la primera la oposición a juez y fiscal –en sus tiempos era única-, hoy es uno de los fiscales más reputados de España. Con 42 años de ejercicio a sus espaldas, ha acumulado experiencia en casos de corrupción: como Malaya, centrado en el ladrillo marbellí. El caso Gürtel, la trama de corrupción del PP y su caja B que tumbó a Rajoy y Nóos, el primer caso que afectó a la Corona, sentó a la Infanta Cristina en el banquillo y llevó al yerno del rey emérito, Iñaki Urdangarin, a la cárcel. Algunos propios como fiscal del Supremo, ya que en estos casos de corrupción había políticos aforados, otros como coordinador de Delitos Económicos, lo que ha llevado a conocer de primera mano los grandes escándalos de corrupción de España.
Sus compañeros le califican como discreto, sobrio y nada mediático. Y como al emérito, también dicen que es “campechano”. Pero poco han tenido que ver las trayectorias vitales de un rey ahora en horas bajas con las del hijo del agricultor que ha llegado a lo más alto de su carrera. Porque mientras don Juan Carlos recorría, en el exilio eso sí, Europa de la mano de su padre, mientras le preparaba para ser rey; el viaje más importante que hizo Campos en su adolescencia fue, probablemente el que le llevó a Ciudad Real para empezar el bachillerato. El hijo del agricultor iba a labrarse su propio futuro. Tenía 14 años. Y aterrizó en Marianistas, el colegio de gente bien de Ciudad Real. “De la gente de dinero”, nos explican fuentes cercanas al Colegio. Una institución religiosa de cuyas aulas han salido políticos de izquierdas como el expresidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda.
La casa familiar
Por Villanueva de los Infantes, el auténtico lugar de la Mancha según las últimas investigaciones, no pasa el tren. Hubiera ayudado, dicen en el pueblo, a evitar la despoblación que ahora acecha a toda la comarca de los Campos de Montiel, como prácticamente a la totalidad de pueblos de Castilla-La Mancha. Infantes, en el Siglo de Oro villa relumbrante y foco cultural por la que se paseaban Cervantes, Lope de Vega y Quevedo –que murió y está enterrado en la localidad- ha bajado este año del límite `psicológico’ de los 5.000 habitantes. En 1950, contaba con 10.000 vecinos. En una de las calles con más solera del pueblo, en la que vivían lo grandes hidalgos y se encuentran los palacios del s. XVI nació nuestro fiscal.
Se llamaba entonces del Generalísimo, anteriormente Calle de la Reina Gobernadora. Se trata de una de las arterias históricas del pueblo que parte de la Plaza Mayor y está dominada por los típicos palacios infanteños, como el de Ballesteros o el de Buenanoche. Es la calle en la que una placa explica por qué se estima, con cálculos matemáticos de distancias incluidos, que Villanueva es el lugar de la Mancha del que cuyo nombre Cervantes no quería acordarse en El Quijote. La calle termina, justo enfrente de la casa de los Campos, con la Iglesia del Corpus Christi, la más antigua de la localidad. En la residencia familiar, “que no es palacio ni tiene escudo”, nos aseguran desde la familia, siguen hoy residiendo los hermanos que quedan vivos.
Como en otros sitios, a pesar del nombre oficial, la vía tiene su nombre popular: ‘la de las tiendas’. Ya no hay tantas, porque “Amazon ha arrasado con todo”, lamentan desde el pueblo. Pero ya antes de la llegada del gigante de la distribución perdió su nombre franquista. Y cosas de la vida, pasó a llamarse Rey Juan Carlos I. Junto al nombre de la calle, una placa recuerda que el visitante se encuentra en plena Ruta del Quijote. Se trata de una de las principales atracciones turísticas de la zona, que en 2016, tan sólo dos años después de la abdicación del emérito, Felipe VI y Letizia, promocionaron con una visita a la localidad. Se conmemoraba entonces el IV Centenario de la muerte de Cervantes. En la Plaza Mayor, de la que parte la calle de su padre y del fiscal, una placa conmemora también aquella visita, acompañados por el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, en la que los infanteños dieron a los jóvenes reyes un verdadero baño de masas. Nada presagiaba entonces que Felipe VI tendría que renunciar a la herencia de su padre, precisamente por esas cuentas en Suiza, y que uno de sus vecinos se encargaría de investigar qué había detrás de la misma.
El pequeño de 'los Campos'
De hecho, cuando esta semana se conoció que va a ser el fiscal que investigue los asuntos del rey emérito en Arabia Saudí pocos pensaron inicialmente en Infantes en el pequeño de los Campos. Corrió su foto por algunos grupos de WhastApp, pero la gente joven no ha oído hablar de él. ¿Ponerle cara? Menos. Los mayores, en un pueblo donde casi todos le conocen, le sitúan por la familia, pero poco más. Y eso que Juan Ignacio sigue visitando el pueblo. De tanto en tanto. Más bien una vez al año y generalmente por Navidad. Lo hace acompañado por su actual pareja, también fiscal del Supremo, Isabel Rodríguez Mateo, vasca e hija de Guardia Civil. Ella llegó a Madrid después de sufrir amenazas de círculos etarras. Tampoco es nada mediática y eso que ha aparecido en prensa en los últimos meses. En la vista del Supremo por el caso de La Manada fue rotunda, señalando que la “víctima se había visto doblegada por el miedo” y que “no se puede exigir a las víctimas una actitud peligrosamente heroica”.
Campos tiene tres hijos de su anterior matrimonio. Dos chicas –una de ellas fiscal en Tarragona- y un chico. Acude a ver a los dos hermanos que le quedan, Josefa, 87 años y Ramón, de 74, que siguen viviendo en la casa familiar. Josefa, soltera, arriba y Ramón, abajo, con su mujer. Y aunque no se vean muy a menudo los hermanos que quedan hablan regularmente por teléfono. Y es que, Eduardo, el otro hermano, falleció hace años. ¿Amigos en el pueblo? Quizá algún conocido de su época de estudiante, o de sus partidos de tenis, un deporte que le gustaba jugar de joven aunque nunca llegó a competir. Nos confirman eso sí que es del Real Madrid y que, al menos, con la familia no suele hablar de política.
Y en eso de la política se extrañan algunos en Infantes, por eso de que los padres tenían alguna tierra y una bodega, de que se apunte a que es un fiscal de izquierdas. Cosas de los pueblos. Lo cierto es que Juan Ignacio Campos fue fundador de la UPF, la Unión Progresista de Fiscales que nace en los 80. Nunca, eso sí, ha ocupado cargos de representación. “Ha sabido confiar en los demás”, nos confirman desde la asociación, que tras esa primera fundación se desgajó y que hoy preside Teresa Pemarato, fiscal ante el Constitucional.
Los años 80
También medió en el caso Nóos, ya con protagonistas reales en el banquillo. Para la famosa pieza 25 del macrocaso Palma Arena, Campos coordinó con el balear Pedro Horrach algunos puntos y escritos. Nadie recuerda un desacuerdo entre ellos en un asunto tan espinoso que sin embargo, enfrentó abiertamente al juez José Castro con el fiscal precisamente por la imputación de la Infanta. Es más, de Campos aseguran quienes le conocen que es ideal como coordinador porque es un hombre de concordia y consenso. “No me lo imagino provocando conflictos, en todo caso, sí limando asperezas”, apuntan. Dicen, pueden preguntarle cualquier cosa que él les ayudará sin alardear.
Ha organizado congresos, cursos y también ha sido preparador de oposiciones. “¿Como preparador? Era excelente”, recuerda a EL ESPAÑOL uno de los jóvenes que acudían a cantar los temas a su casa. Define su carácter de pausado, reflexivo, muy crítico y “muy taxativo en sus valoraciones”. En algún momento podía incluso “resultar un poco gruñón”, nos dice. Pero era lo que tocaba: “El preparador no puede ser tu amigo, y además él es muy exigente”. Aún con eso, algún compañero fiscal nos asegura que tiene un punto bromista, pero lo del perfil público, sin embargo, quizá como manchego de pura cepa, no lo ha cultivado nada. Porque de eso, de ser manchego, sí presumía. “Siempre hacía honores de ello”, asegura su opositor.
Anónimo para la calle, goza de gran prestigio entre sus compañeros de carrera. Brillante y transparente, dicen de él. Un tren arrollador al final de su carrera que, sin embargo, según nos explican sus compañeros sabrá conducir con cautela. “La selección o adjudicación no ha podido ser más acertada, por su forma de trabajar siempre va a responder, es un fiscal con conocimiento y con objetividad”.
Por sus amistades, su pareja y sus escritos sabemos que es un fiscal concienciado en la lucha contra la violencia machista y contra el racismo. Era muy cercano a Soledad Cazorla, la primera mujer Fiscal de Sala contra la Violencia sobre la Mujer, fallecida hace cinco años. Y de Campos recuerdan las hemerotecas su escrito en el caso de Lucrecia Pérez, una inmigrante negra asesinada en 1992 por un guardia civil y varios menores. El fiscal, entonces en la Audiencia Provincial de Madrid dejó escrito que “su único pecado había sido ser extranjera, negra y pobre”. Se considera el primer asesinato racista juzgado en España.
Y si aquel caso fue un hito en España, del mismo modo lo va a ser investigar al Rey emérito. El caso de su vida, tras pasar los últimos 24 mediando desde el Supremo en las complejidades de asuntos de otros fiscales: al Supremo se elevan los casos de otros tribunales ya en vía recurso, o cuando, incluyen aforados. Ahora, le llega a él su propio caso complejo. De hecho, va a contar con tres compañeros de apoyo. Muchas son las preguntas que se abren ahora. Entre las diligencias para determinar si puede haber delito en el comportamiento del rey tras 2014, cuando al abdicar deja de ser inviolable, ¿un posible interrogatorio? Si es necesario, sus compañeros saben que lo hará, siempre que se presente una querella, el instructor de la causa lo acuerde o se admita a tramite por la Sala Penal del Supremo.
Tiene experiencia con ‘altos cargos’: en 2009 interrogó durante tres horas a Luis Bárcenas, el extesorero del PP, aforado entonces al Supremo por ser senador por Cantabria. También a la exalcaldesa de Valencia y ya fallecida Rita Barberá, que tuvo que declarar ante el alto tribunal por el caso Imelsa. Experiencia y el profundo convencimiento, dicen sus colegas, de que como dijo Juan Carlos I en su discurso de Nochebuena de 2011, en alusión a su yerno Iñaki Urdangarin, “la Justicia es igual para todos”. La misma que ahora ha cruzado, ante la mismísima Fiscalía del Tribunal Supremo, los destinos de aquel chico listo que ayudaba en la bodega con el rey que da nombre a la calle que le vio nacer.