Dos y media de la tarde en la calle Orense de Madrid. Hace un calor de mil demonios. Lo que solía ser la hora punta para los restaurantes de la zona, con un ir y venir de trabajadores de las oficinas adyacentes, hoy no es tal. Si algo ha conseguido la crisis del coronavirus es que lo que solía ser ya no sea. En este caso, hablamos de que el teletrabajo está suponiendo la muerte del menú del día.
Basta con preguntar por los establecimientos de la zona para comprobarlo. Con sus aforos limitados y la gente trabajando en sus casas, funcionan a medio gas. Eso los que todavía funcionan, hay locales que no han aguantado el chaparrón. “La demanda de menús ha bajado en torno a un 60 o 70%”, afirma José Antonio, dueño del Restaurante Rita, en el número 20 de la citada calle.
Su menú ofrece de primero gazpacho, espárragos, huevos rellenos o arroz con verduras al horno. De segundo, hamburguesa de ternera con cebolla caramelizada, escalope de pavo o filete de mero a la romana. Incluye pan, bebida y postre. En total, 12 euros (13 si se come en terraza). Este jueves se cuentan con una mano las personas que han pedido comer de menú en el establecimiento. Este restaurante, que lleva en manos de José Antonio desde 1995, ha bajado su afluencia en cerca de un 40% y el menú del día, su principal fuente de ingresos, es lo que más se ha resentido.
"No llenamos"
La estampa es muy similar en el Restaurante La Nicoletta. Las cifras se repiten: en torno a un 60% menos de menús diarios. Además, este restaurante con sedes en Valladolid y Barcelona puede asegurar que en dichas ciudades ocurre lo mismo. De nada le sirve lucir un certificado de la Comunidad de Madrid en la puerta que asegura que el local está 100% libre de Covid, ni tener dispensadores de gel repartidos por las paredes de todo el establecimiento, “estamos a un 65% de ventas respecto al año anterior”, afirma Juanjo, el encargado.
“Miramos mucho por la seguridad y eso implica invertir mucho tiempo”, asegura. “Aún así, no llenamos”. Efectivamente, el local apenas tiene una decena de clientes en la hora punta de comidas. La planta superior del restaurante está completamente desierta.
Este restaurante de comida italiana oferta dos menús: el normal y el ejecutivo. El primero abarca cuatro pizzas diferentes, spaghetti, escalopines, ensalada, caponata y otras especialidades italianas. Cuesta 12,90 euros. El ejecutivo tiene un repertorio más amplio, como cinco tipos diferentes de pasta y por eso cuesta seis euros más.
Al cruzar la calle Orense, lo mismo ocurre en el Shibuya Sushi Bar. “Antes dábamos 110 menús, ahora ni la mitad”, asegura Igor, el dueño. A diferencia de los establecimientos antes nombrados, este local de sushi no vive principalmente de sus menús diarios.
Pero eso no implica que el negocio no se haya resentido. Antes tenían siete cocineros, ahora tienen cinco. Antes había 16 mesas, ahora 12…. y así, con cada cifra que determina el funcionamiento del local. Su facturación ha bajado un 50%, lamenta el dueño.
El Shibuya no cerró durante el estado de alarma y siguió ofreciendo envíos a domicilio. “El take away nos ha salvado”, asegura Igor, quien cree que ese va a ser el modelo de negocio para el futuro de la hostelería. “O te reinventas o mueres”, aprecia.
Para reforzar su teoría pone como ejemplo los muchos chefs con estrellas Michelin que han empezado a enviar comida a domicilio. Efectivamente, nombres como Daviz Muñoz, Paco Roncero o Abraham García han adoptado esta forma de hacer negocio. Ya lo decíamos en las primeras líneas de este reportaje: la crisis del coronavirus ha hecho que lo que solía ser ya no sea.
Ya no hay menú
Ojear la carta del restaurante Tepizzare implica toparse con términos que no se oyen todos los días como papelón, pernil, reina pepiada o pabellón criollo. Es lo que tiene estar en un local venezolano.
Según avanza la carta, llega la parte del menú del día, pero un rótulo cruzado advierte: NO DISPONIBLE. “Sí, lo hemos quitado. Supongo que será por lo del coronavirus”, explica una de las camareras. “Pero no sé, eso te puede decir el jefe”. Lamentablemente, el jefe no está en el local para explicar por qué han quitado el menú del día.
Pese al panorama generalizado que se ve en estos restaurantes, los hay que se resisten a dar por muerto el menú del día. “Llevo 30 años dando menús. El día que mueran, cerraré”, afirma el dueño de La Cava de Juani. De hecho, en este restaurante no tienen carta, solo raciones y el menú del día, su principal sustento. “Siempre baja en julio, porque la gente hace jornada intensiva. Pero este año más, claro”.
El dueño se resiste a creer que el teletrabajo va a matar a su negocio, de hecho, asegura que le disgustaría mucho leer un titular como el de este reportaje. Lamentablemente, la realidad rara vez suele coincidir con lo que a uno le gustaría y este periódico ha comprobado que, si nada cambia, el menú del día está en peligro de extinción.