Cada vez que Paqui o Francisco le silbaban a Hugo, su pequeño les respondía moviendo los bracitos mientras esbozaba una sonrisa tierna e inocente. Ahora el silencio se ha apoderado del domicilio que esta pareja tiene en la pedanía lorquina de Almendricos. Los sonajeros han enmudecido, la cuna está huérfana y ya no se escuchan los llantos de su bebé reclamando un buen biberón. Los únicos que lloran día y noche son estos padres porque el viernes se detuvo el corazón de su primer hijo. El final más trágico tras año y medio de convivencia.
"Le enterramos con un peluche que le regaló mi abuela, un osito, y una bufanda del Atlético de Madrid", precisa a EL ESPAÑOL con un nudo en la garganta de proporciones bíblicas Paqui, la madre del pequeño fallecido. "Le pusimos Hugo porque ese nombre me gustaba mucho desde niña y ahí no le dejé ninguna opción a Francisco. No tuvo ni voz, ni voto", comenta.
Hugo nació en pleno confinamiento, el 24 de abril. Fue el día más feliz en las vidas de Paqui (de 22 años) y Francisco(de 23 años). Solo tres meses después, el sábado 8 de agosto, su felicidad se tornó en una tortura que les acompañará siempre: tuvieron que enterrar el cuerpecito menudo y delicado de su hijo en el cementerio de Huércal Overa -la localidad almeriense de la que es oriundo el cabeza de familia-. "Todos estamos destrozados. Nosotros, los abuelos...", afirma.
Francisco no habla en esta entrevista porque está completamente roto por el dolor. Pero Paqui reúne fuerzas para atender a este periódico, porque quiere anunciar que llevarán a los juzgados la muerte de su amado bebé. "Vamos a emprender acciones legales para que se depuren responsabilidades", sentencia la madre.
La firmeza del tono de Paqui oculta el dolor de tan terrible pérdida, porque los recuerdos de Hugo la atormentan a diario. "Todos los días lo sacaba a pasear por las calles de Almendricos y lo llevaba a casa de mi hermano", explica la madre dolida. Ella y su pareja habían hecho planes de futuro: "Francisco seguía trabajando en la empresa de merchandising de Pulpí donde nos conocimos, pero yo no iba a volver a trabajar hasta que mi hijo cumpliese un año".
Paqui, Francisco y Hugo eran una familia invencible hasta que la madrugada del viernes 26 de junio la salud de su bebé se tambaleó. El pequeño empezó a padecer fiebre tras serle inoculadas tres vacunas en el Centro de Salud de Puerto Lumbreras. A la mañana siguiente tuvieron que telefonear hasta 24 veces para que les pasaran con el Servicio de Pediatría del citado centro, mientras la salud de su pequeño iba empeorando por momentos. La pediatra no les dio cita de urgencia ni los derivó al hospital, solo les atendió un minuto por teléfono para prescribir al recién nacido Apiretal, cada ocho horas, y baños de agua tibia.
El resultado: Hugo terminó ingresado en estado crítico en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, con la fiebre por las nubes -incluso le tuvieron que hacer pruebas para ver si lo que tenía era cólera-. Finalmente, se le diagnosticó una meningitis bacteriana y el viernes, 7 de agosto, a las 22.30 horas, falleció a causa de una parada respiratoria.
Paqui y Francisco han contratado los servicios del letrado Alfredo Najas de la Cruz para que sean los juzgados los que esclarezcan dos incógnitas que rodean al deceso de su hijo. La primera duda se centra en aclarar si las vacunas, la leche en polvo o el agua fueron el desencadenante de los síntomas febriles que empezó a padecer el neonato. Y la segunda cuestión que debe esclarecerse es si hubo una supuesta negligencia médica por parte del Servicio de Pediatría del Centro de Puerto Lumbreras, cuya supuesta demora en la atención y posterior prescripción médica, pudieron contribuir presuntamente en el empeoramiento del estado de salud de Hugo.
- Usted y su pareja han permanecido 43 días en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia siendo testigos directos del deterioro que Hugo iba padeciendo a diario. ¿Cómo han podido sobrellevar una situación tan dura?
- Esto ha sido un infierno, pero no llegábamos a perder la esperanza de que su situación cambiase y pudiese mejorar su pronóstico.
- En unas pruebas se puso de manifiesto que Hugo padecía muchas secuelas, algunas a nivel cerebral, y que lo más probable era que muriese. ¿Cómo encajaron semejante información?
- En los últimos días mi hijo estaba muy sedado y estábamos todo el tiempo esperando a que, de un momento, a otro dejase de respirar. Yo era consciente de que llegaba su final, pero no podía dejar de creer que él, de alguna manera, iba a responder. El miércoles pasado los médicos pensaban que Hugo no pasaría de esa noche y aguantó hasta el viernes. Peleó hasta el final.
- ¿Qué hicieron en las últimas horas de vida de su hijo?
- Francisco y yo nos acostamos en la cama con Hugo. Le estuvimos hablando todo el rato y no nos separamos de él hasta que dejó de respirar. Lo último que le dijimos es que jugase en el cielo y que le queríamos muchísimo.
- La Consejería de Salud sostiene que no hubo negligencia médica y defiende la atención que recibió su bebé, incluida la del Servicio de Pediatría del Centro de Salud de Puerto Lumbreras al que llamaron 24 veces y que optó por atenderles por teléfono sin someter a un reconocimiento físico a Hugo. ¿Usted qué opina de la postura de la Consejería?
- Pues lo que opino es que en la Consejería parece que no están siendo conscientes de lo que ha ocurrido. En todo momento hicimos lo que nos dijeron desde el Servicio de Pediatría, y se supone que ellos son los que saben qué hay que hacer. Solo he hecho lo que me dijeron, darle Apiretal y baños de agua fría. La culpa no ha sido mía. Si pudiese volver a ver a la pediatra le diría que no me tendría que haber atendido por teléfono, me tuvo que haber citado a su consulta desde el primer momento.
- ¿Cree que la muerte de su hijo se podría haber evitado?
- Sí. (Lo afirma con rotundidad y guarda silencio).
- ¿Por qué motivo? ¿Qué cree que se hizo mal?
- Se perdieron muchas horas tratando de contactar por teléfono con la pediatra y, a lo mejor, hubiese ayudado verlo antes en la consulta.
- ¿Achaca la muerte de Hugo a las vacunas, la leche en polvo o a que no le viesen en el Centro de Salud cuando presentaba fiebre?
- La clave de todo esto ha sido la vacuna y la tardanza en el Servicio de Pediatría.
- ¿Paqui, qué le parece que 43 días después del ingreso hospitalario de su hijo y su posterior fallecimiento, su abogado no tenga todavía el historial clínico de Hugo y los resultados de los análisis realizados a las tres vacunas, la leche en polvo y el agua?
- Es una vergüenza total y una dejadez por parte de las autoridades sanitarias. Están mostrando una absoluta despreocupación.
- Residen en Almendricos, una pedanía que disponía de Servicio de Pediatría desde 1993 hasta que en abril la Consejería lo eliminó y obligó a familias como la suya a hacer quince minutos de carretera para que les atendieran en el Centro de Puerto Lumbreras. ¿Cómo valora esa decisión del Gobierno regional?
- Mucho antes de que me pasara todo esto ya me parecía un disparate, y ahora más todavía. Esto les tendría que pasar a ellos.
- El 30 de julio se iba a celebrar una manifestación en Almendricos, donde los vecinos querían mostrar su solidaridad, pero se suspendió por el coronavirus. ¿Qué siente al saber que los 1.700 vecinos de su pueblo están indignados?
- Lo agradecemos muchísimo porque sabemos que no estamos solos y que la gente nos está apoyando. Eso ayuda algo con el dolor que sentimos. A mí, ahora, ya no me hace falta que hagan una manifestación, pero esto no tiene que volver a pasarle a nadie más. Los políticos tienen que ser conscientes de la gravedad que tiene quitar un Servicio Pediátrico y deben poner soluciones.
- ¿Cómo están afrontando usted y su pareja el duelo de una pérdida irreparable como la de un hijo?
- Nos estamos apoyando en mi familia de Almendricos (Lorca) y en la de Francisco en Huércal Overa (Almería). Y en una pareja de amigos que nos ha ayudado mucho en todo esto.
- Usted y su pareja han contratado al letrado Alfredo Najas de la Cruz para emprender próximamente acciones legales por la muerte de su hijo. ¿Qué espera de la Justicia?
- Esto no es una cuestión de dinero ni de una indemnización. Solo esperamos saber qué es lo que se ha hecho mal con Hugo y que el que sea responsable, lo pague.