"Se habla mucho de Corinna y de que Juan Carlos (82) estaba muy enamorado de ella. Pero los amigos sabíamos que con la alemana era otra cosa que yo no describiría como amor. Ese sentimiento sólo lo he visto en el Emérito, desde que le conozco con La Negra y con nadie más", asegura a EL ESPAÑOL un amigo del padre de Felipe VI refiriéndose con ese mote a la amante más duradera que ha tenido el Emérito en su vida: la mallorquina Marta Gayá (70).
Más de 10 días después de que Juan Carlos abandonara España, continúa el debate sobre si se debe hacer público o no dónde está el anterior Monarca. La cuestión es para unos un asunto de Estado, mientras que otros piensan que debe prevalecer su derecho a la intimidad y a su seguridad. Desde el primer momento en el que se emitiera el comunicado con el que se anunció la salida del emérito de Zarzuela, fuentes de la Casa del Rey aseguraban que sería el propio ex Jefe del Estado el que anunciaría su destino cuando lo considerara conveniente. Si está en Abu Dabi o en República Dominicana es algo que se sabrá con el tiempo, pero lo que parece claro -según las fuentes consultadas por este diario- es que su destino definitivo no serán ninguno de los anteriores. Y lo que de momento tampoco está claro es quién será quien esté junto a él en su retiro.
Una ciudad a la que el Emérito ve con buenos ojos para establecerse es Ginebra. La localidad suiza tiene muchas de las cualidades que busca Juan Carlos para hacer de un lugar su residencia definitiva: discreta, tranquila y vive su hija la Infanta Cristina. Pero hay otro elemento que la hace casi perfecta: allí reside también su antiguo amor y actual amiga, Marta Gayá.
Aunque muchos se habían olvidado de la mallorquina, famosa en los años 90 por su relación con el entonces Jefe del Estado, lo cierto es que volvió al ojo del huracán hace unos meses cuando después de conocer que Juan Carlos le había regalado a Corinna Larsen 65 millones de euros -según ella en señal de "gratitud y amor"- se conoció que el Emérito también le había obsequiado con un millón de euros a otra mujer. Todas las señales apuntaban a Marta Gayá. Ocurrió en noviembre de 2011 cuando el rey habría ordenado a su gestor en Suiza que hiciera una transferencia con esa cantidad a través de su fundación Lucum a una amiga.
El matrimonio fallido
"He leído tantas cosas raras en los últimos meses... Alguien aseguró que Juan Carlos le había pedido consejo a Rubalcaba para divorciarse de Sofía y casarse con Corinna. Eso nunca pasó. Con la única con la que se le cruzó esa idea fue con Marta", confiesa el mismo amigo del Emérito. Esta fuente consultada asegura que fue en 1992 cuando el padre de Felipe VI dijo la ya tan famosa frase de "¿Es que no puedo hacerlo como lo hacen miles de españoles?". Esa pregunta se la hacía al jefe de su Casa en ese momento, Sabino Fernández Campos, en agosto de ese año. Con la gloriosa resaca de los Juegos Olímpicos de Barcelona todavía en el paladar, el rey, en la cresta de la ola de su popularidad, veía posible su divorcio con su mujer para poderse casar con el amor de su vida, la mallorquina Marta Gayá.
Ese mismo año se produce la famosa anécdota de Felipe González y su "El rey está ausente". Fue su contestación cuando los periodistas le preguntaron al entonces presidente del Gobierno la razón por la que no se había podido firmar el nombramiento del nuevo ministro de Asuntos Exteriores tras el fallecimiento de Francisco Fernández Ordóñez. La frase de González provocó un gran revuelo entre la prensa ante lo que, para algunos, era un secreto a voces: el Rey había realizado una de sus escapadas habituales a Suiza junto a su amante Gayá. De hecho, acudió a Ginebra a toda velocidad porque Marta había sufrido un accidente de tráfico con una pareja de amigos y ella era la única superviviente, por lo que estaba muy afectada. La Casa del Rey salió entonces del paso como pudo diciendo, por boca de Fernández Campo, que Juan Carlos había acudido al país alpino a someterse a "un chequeo médico rutinario".
La historia de amor entre el Rey -título que todavía le pertenece- y Marta Gayá tiene casi 30 años de vida. Juan Carlos ha tenido tres grandes amores -y la reina Sofía no está entre ellos-: María Gabriela de Saboya, Marta Gayá y Corinna Larsen. Con la primera de ellas el Emérito mantiene una sencilla amistad y resulta curioso que reside en la misma ciudad que la segunda, Ginebra. Con la tercera ya sabemos el final de la historia. Y es en Marta en quién ha encontrado el refugio y cariño que necesita a sus más de 80 años.
La última vez que se les vio juntos fue hace dos veranos. Fue cuando Juan Carlos viajaba a la localidad irlandesa de Clonmellon donde su amigo, Allen de Jesús Sanginés-Krause y su mujer Lorena, tienen el Castillo de Killua, a 70 kilómetros de Dublín. Este matrimonio mexicano conoce curiosamente a Juan Carlos por su relación con Corinna Larsen, con la que Allen hace negocios en Rusia. En una imagen se veía al padre de Felipe VI y a la mallorquina compartiendo risas y conversación con este matrimonio amigo.
"Son del mismo grupo de amigos. Marta le conoce perfectamente. Le ha sido leal durante casi 30 años. Siempre discreta. Son muchos años de una historia que ha vivido diferentes fases, entre ellas Corinna. Ahora están en la fase de dos personas que se refugian el uno en el otro. Necesita relacionarse con la gente que no le juzga, que le conoce; confía en ellas porque nunca jamás le han fallado, y una de esas es Marta. Por eso Ginebra es un buen destino para él", asegura una persona muy cercana a la pareja.
¿Quién iba en el avión?
Lo cierto es que desde que se jubiló el ex Jefe del Estado se ha convertido en un trotamundos y Marta ha sido su compañera de viaje en muchas de sus paradas. Algunas informaciones publicadas durante esta semana apuntaban a que su amiga de hace 30 años -en clara alusión a Gayá- le acompañaba en su viaje a Abu Dabi, donde fue fotografiado en la última instantánea que conocemos del Emérito. Sin embargo, EL ESPAÑOL ha podido saber que el Emérito no iba acompañado por Marta Gayá en ese primer viaje. De hecho, la amiga del Emérito se dejó ver ese día en un conocido restaurante en Palma para cerrar todo tipo de especulaciones.
A sus 70 años recién cumplidos, esta decoradora de Palma de Mallorca, pero que pasa los inviernos en Suiza, se ha convertido en la única amiga, tras la muerte de su hermana Pilar, que le queda al emérito. Gayá es la relación -con permiso de Corinna- más importante para el rey y también la más discreta. "Vamos, no me compares. Entre las dos hay una gran diferencia: su ambición. Mientras que Marta sólo quería estar a su lado en sus momentos de intimidad, sin que nadie se enterara. La alemana quería estar a su lado, pero sentada en el trono", sentencia el mismo amigo de ambos.
Juan Carlos y Marta Gayá se conocieron en el verano de 1990 en Palma de Mallorca. Su círculo de amistades en la isla era el mismo. La primera vez que se vieron fue en una de las famosas fiestas que el empresario Zourab Tchokotua, compañero de internado del rey durante su niñez en Suiza, daba en su mansión de Sa Mola, en Mallorca.
"El Rey perdió la cabeza por ella. Sin duda, ha sido la mujer de su vida. Se veían en Baqueira, en la casa de la estación de esquí. Los de seguridad recogían a Marta en Barcelona y la llevaban hasta allí. Los veranos en Mallorca eran más sencillos. De Marivent al apartamento que ella tiene en el puerto es un recorrido fácil y rápido. Juan Carlos salía en moto con el casco puesto y dos personas de confianza, nada más. Y eso que fue la peor época de amenaza terrorista de ETA. También se veían en París, en casa de José Luis de Villalonga, amigo de ambos", comenta una fuente cercana al rey Emérito.
"Nunca he sido tan feliz"
Mientras que Marta siempre fue una mujer discreta, Juan Carlos nunca tuvo problema a la hora de airear su amor. "Todos recordamos una fiesta en la presentación de la Copa del Rey en Palma. Llegaron los padres de ella, el empresario hostelero Fernando Gayá y su mujer, y el rey les dijo a las personas con las que estaban charlando: Perdonad, voy a saludar a mis suegros, acercándose tranquilamente a ellos. Aquel día todo el mundo sabía qué estaba pasando allí"’, cuenta a este medio un compañero de regatas del padre de Felipe VI.
Marta es decoradora ya jubilada. Pasa los inviernos en Suiza, tiene un grupo de amigos en Miami, a donde viaja mucho y los veranos se traslada a su piso del puerto de Palma de Mallorca. "Durante la temporada que el rey se vio con Corinna, Marta dejó de venir a la isla. Se le veía menos, pero también es normal. Entonces era ella la abandonada", recuerda un empresario mallorquín amigo de la pareja y compañero de vela del rey.
Separada y sin hijos, aunque algunos aseguran que estaba casada cuando comenzó a salir con el rey, lo cierto es que se casó muy joven con el ingeniero malagueño Juan Mena, del que se separó tres años después. Nunca volvió a contraer matrimonio.
"Nunca he sido tan feliz", aseguraba el padre de Felipe VI en unas grabaciones del CNI realizadas en 1990 y que salieron a la luz hace un par de años, refiriéndose a su relación con Marta. Por eso puede que el Emérito decida hacer su exilio en Ginebra, volver a los brazos de la mujer que le ha sido leal durante tres décadas. Es ahora, en la vejez y en la soledad cuando Juan Carlos necesita el amor y a los amigos de verdad. Y Ginebra es un escenario perfecto para ello.