Como cada 28 de julio desde que tomó posesión del trono, Maha Vajiralongkorn Bodindhorndevarangkul, rey de Tailandia, con motivo de su cumpleaños y como muestra de su infinita benevolencia, le otorga el perdón a varios condenados a muerte. No los indulta; les conmuta la pena por una cadena perpetua en un penal tailandés, que en la mayoría de los casos es otra lenta sentencia de muerte. Pero les libra de la ejecución.
En esta ocasión, los presos que han recibido el perdón real, previa súplica, son dos birmanos condenados por asesinar a sendos turístas británicos... y un tipo de Terrassa para el que esta decisión puede suponer un giro radical a su vida. Artur Segarra Príncep, el ‘descuartizador de Bangkok’, ha vuelto a escapar airoso de una situación crítica, algo en lo que se ha especializado en los últimos años de su vida. Ahora vuelve a tener bola extra.
Artur Segarra huyó de España cuando la justicia le reclamaba por ser uno de los cabecillas de una trama criminal que estafaba a ancianos y gente con problemas hipotecarios. Se fue a Bangkok, donde vivía de la estafa y el chantaje. Mató y descuartizó a un rico ilerdense llamado David Bernat para intentar robarle millones de euros. Cuando le descubrieron volvió a escapar, esta vez a Camboya. Allí fue detenido “por hablar más de la cuenta”. Deportado de vuelta a Tailandia, fue condenado a muerte. Parecía el final de la película. Pero hasta de la muerte ha escapado Segarra esta vez. El rey le ha perdonado la vida, lo que abre la posibilidad de que Artur Segarra vuelva a España en un futuro. Entretanto, Segarra va recibiendo recibiendo subvenciones del gobierno español mientras espera en el penal de Bang Kwan.
Confesión antes de Navidad
Dos días antes de las pasadas navidades, Artur Segarra confesó el crimen. Estaban a punto de cumplirse tres años de su detención en Camboya. Este terrasense de 40 años fue condenado por secuestrar, asesinar, descuartizar y tirar los restos del catalán David Bernat al río. Un consultor informático ilerdense, con una buena posición económica, al que conoció una noche de fiesta por Bangkok. Segarra negó el crimen desde el momento de su detención, pero el 23 de diciembre de 2019 dio el paso y reconoció la autoría de los hechos.
¿Un ataque de honestidad? Más bien uno de pragmatismo: el Tribunal Supremo de Tailandia ya había emitido la condena de muerte. La única forma de evadirla era pedir clemencia por escrito al rey Maha Vajiralongkorn Bodindhorndevarangkul. Una carta de 8 páginas en la que la parte más complicada fue escribir el nombre entero del monarca. Pero para optar a ese perdón real, Segarra debía reconocer el crimen. Así lo hizo la víspera de Nochebuena y esperó.
Esperó al cumpleaños del rey, que es en verano y es cuando decide a quién perdona. Un solemne acto que tiene lugar en la paradisíaca isla de Tao y que durante 70 años se ha celebrado en octubre, que era el mes del aniversario del anterior monarca. El nuevo tomó posesión en 2016 y cumple años el 28 de julio. Ese día eligió a los reos perdonados: Zaw Lin y Win Zaw Tun, dos birmanos condenados por matar a golpes a dos turistas británicos, y el egarense Artur Segarra.
Volver a España en 2024
La decisión del rey supone, en primer lugar, que Segarra ha evitado la pena de muerte. De facto no hay ejecución en Tailandia desde 2018, cuando se levantó una moratoria para detener las ejecuciones de las personas que llevaban más de 8 años esperando que se cumpliesen sus sentencias. Pero para hacer efectiva la conmutación necesitaban su confesión. Ahora que su pena es de cadena perpetua, se la abre la posibilidad de regresar a España.
El requisito para solicitar este traslado sería, en primer lugar, que el reo hubiese cumplido 4 años de prisión en el país del sudeste asiático. Segarra permanece en prisión desde enero de 2016, por lo que ya acumula más de 4 años y medio de condena cumplida. En un principio podría solicitar la extradición para principios de 2024, que sería cuando se cumpliesen los 8 años. Segarra estaría a punto de cumplir 45 años.
Después, a volver a esperar. Si finalmente los gobiernos acuerdan la extradición, Artur Segarra tendría que comparecer ante la justucia española, que todavía le reclama. Deberá rendir cuentas por ser uno de los cabceillas de un entramado criminal que cayó en la conocida como ‘Operación Cocoon’. Un caso que algunos expertos han calificado como “la mayor estafa hipotecaria de Europa”.
Estafar ancianos
Fue bautizada como ‘Operación Cocoon’ porque las víctimas de las estafas eran ancianos, commo los protagonistas de la película que lleva ese nombre. Albert Segarra es, junto al abogado barcelonés Francisco Comitre y al notario asturiano Enrique Peña uno de los cerebros de una red criminal que estafaba a ancianos. Mediante engaños se hacían con sus propiedades inmobiliarias, a cambio de un supuesto sueldo vitalicio que no llegaba nunca.
Las estafas ascienden a más de 3 millones de euros. Segarra acumuló 17 viviendas, 18 vehículos y 67 sociedades que puso a nombre de varios testaferros como su madre (fallecida el pasado mes de mayo) o su pareja, que ni siquiera se encontraban al tanto de las operaciones. En total son 15 los imputados por aquella macroestafa y a Segarra le corresponde uno de los papeles principales de aquella historia.
Fue el único de los imputados que logró escapar. Lo hizo en 2014 y durante 2 años vivió la ‘dolce vita’ en Bangkok, donde tenía una novia local que acabó siendo clave para su posterior detención. La chica descubrió un día que en el congelador de casa había restos humanos. Acabó confesando a la policía y su testimonio fue clave para que Artur Segarra fuese condenado a muerte.
Cobró del gobierno español
“No sé si descuartizó a nadie, pero que es un tío muy listo y con muchos recursos, eso te lo aseguro. Que no lo van a matar”, le pronosticaba a EL ESPAÑOL uno de los amigos que Segarra después de que se hiciese pública la condena. Prueba de ello es que Segarra, estando dentro del penal tailandés, consiguió montar una ONG (por mediación de su padre) con la que logró obtener 6.000 euros de una subvención que el gobierno español destina a sus súbditos condenados a muerte en el extranjero.
Así es, Segarra es un tipo listo y con recursos, que ha estado cobrando del gobierno mientras estaba en prisión, que ahora se ha quitado de encima la ejecución y que en 4 años puede solicitar que lo devuelvan a España. Si su solicitud, en la que ya se halla trabajando su abogado, prospera y Segarra regresa, aquí se enfrenta a otra condena. Ahí, a esperar otra vez; pero no pasará más de 20 años en presidio. Entretanto, por buen comportamiento u otros conceptos podría ir disfrutando de permisos penitenciarios, lo que hace que muy factible que Artur Segarra, el descuartizador de Bangkok, vuelva a pisar territorio español en libertad. El rey tailandés de nombre impronunciable le ha dado una vida extra y Segarra no suele desaprovecharlas.