El desalojo de la okupa Rosa (33 años), la ex cuidadora de Pilar González, una vecina de 75 años fallecida el pasado marzo en Leganés, un municipio al suroeste de la capital, se pospone. Y es que esta mujer aprovechó que España se encontraba en pleno estado de alarma para incinerar el cuerpo de la fallecida y apropiarse de su casa. Daniel Esteve y sus dos trabajadores de la empresa Desokupa, experta en mediaciones para desahuciar a las personas que han okupado las casas, no han conseguido la desokupación del 4º A de la Avenida Juan Carlos I, 21. "Recuperaremos la posesión el lunes a las 12 del mediodía", ha sentenciado Esteve acompañado de Rosana Villen, la hija de la vecina fallecida y de Juanjo, la pareja de ésta.
"Rosa se ha comprometido delante de la Policía Nacional a salir este día sin tener que pagarle nada", ha dicho a EL ESPAÑOL y los medios allí congregados. Y es que Rosa, la okupa que cuidó durante siete semanas a Pilar antes de su extraño fallecimiento, le pedía hasta 15.000 euros por abandonar el domicilio. Mientras, una muchedumbre bajo un sol de justicia le gritaba a Rosa "¡Fuera, fuera, fuera!". Estaban calientes, ya que a los vecinos les indigna que la okupa siga atrincherada junto a sus dos hijos menores en el interior del domicilio de la difunta Pilar.
Es más, hasta siete agentes del Cuerpo Nacional de Policía se encontraban en la inmediaciones para solicitar a la gente "distancia de seguridad" entre ellos y para sofocar los ánimos, que estaban caldeados. De hecho, hasta hubo enfrentamientos entre los propios vecinos allí concentrados para apoyar a Rosana, la hija de la fallecida.
Un grupo de jóvenes de ideología neonazi, que se encontraba presente en el lugar increpaba con más violencia que nadie a la okupa, de nacionalidad peruana. A lo que otro vecino, de avanzada edad y vestido de verde, les espetó que eso tampoco lo podían hacer. En todo caso la tensión iba en aumento a la espera de que, por fin, saliera la okupa Rosa de la casa, algo que no ha ocurrido.
La negociación
Y es que han sido varios días de vaivenes, de llamadas, de cruces de palabras entre la okupa Rosa y Juanjo y Rosana, quienes han tenido el apoyo de la empresa Desokupa. Los abogados tanto de Rosa y de la familia han estado negociando y según Esteve —de Desokupa—, "el abogado de ella pedía su salida hasta el 1 de octubre" algo, que según él no va a ocurrir.
Supuestamente, será el lunes después de que los tres trabajadores de Desokupa subieran al rellano de Rosa, junto a cuatro agentes del Cuerpo Nacional de Policía allí vigilantes de que las negociaciones se mantuvieran pacíficas, como así han sido. En las inmediaciones, según han pasado las horas, cada vez había más gente. Hasta un centenar de vecinos ha podido constatar este medio. La presión que tiene la okupa ahora es enorme. "Me encuentro muy mala y no quiero hablar, es todo muy estresante", ha explicado Rosa, la okupa, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL, sin querer aportar más información sobre el caso.
Este martes, de hecho, hubo un fuerte enfrentamiento en el que Juanjo, la pareja de Rosana, preso de la impotencia de esta injusta situación le espetó a la okupa Rosa: ¡No te puedes meter en una vivienda que no es tuya ni tampoco mandar incinerar el cuerpo de un familiar que tampoco es tuyo!
Rosa, por su parte, evitaba el cruce de palabras y se escudaba tras un menor. Así lo muestran unas imágenes grabadas por Telemadrid en la escalera. La tensión de los enfrentamientos entre la familia de Pilar, apoyada por una multitud de vecinos de Leganés, y la okupa Rosa este miércoles, sin embargo, se rebajó.
A última hora de la tarde del miércoles Juanjo y Rosana intentaron hablar con la okupa de la casa una última vez "por las buenas". Es cuando Juanjo llama al telefonillo del 4º A y le dice a Rosa "no vamos a discutir. Vamos a subir Rosana y yo solos. Tiene mi palabra de que no vamos a montar ningún espectáculo". Y así fue, accedieron nuevamente al portal pero, un día más, Rosa permaneció atrincherada en el domicilio de Pilar. Era el momento de que Desokupa pasara a la acción en la mañana de este jueves, sin éxito.
El fallecimiento de Pilar
Pero esta historia que no acaba con la desokupación por parte de Rosa, la ex cuidadora, empieza antes. Mucho antes. Concretamente el 30 de marzo. 16 días después de la declaración del estado de alarma para frenar la transmisión de la Covid-19. Ese día Pilar fallecía, pero sus hijas no lo sabrían hasta un tiempo después. Según el certificado de defunción del Summa 112 la mujer había muerto de una “sospecha de infección Covid no certificada”.
España estaba confinada y las hijas de Pilar, también. De hecho, Pilar, la hija mayor, vive en Torrevieja (Alicante) y no podía ayudar ni entonces ni ahora. Rosana, la pequeña, por entonces estaba ingresada por el coronavirus Sars CoV-2 y no supo todo lo que ocurría en la casa de Pilar hasta que le dieron el alta. Ya era tarde. Rosa, la cuidadora había gestionado la incineración de la mujer con la funeraria. Les había argumentado que “no tenía familia” y la empresa le creyó.
Un empleado de esta funeraria explicaba este miércoles a Telemadrid que “la contratación de la retirada del cadáver y su posterior incineración la realizó Rosa por teléfono, porque como estábamos en estado de alarma y no se podían hacer contrataciones a domicilio”.
Se arrepienten de no haber comprobado a fondo los datos, pero era el momento de la pandemia en que las muertes rozaban el millar cada día y estas empresas estaban desbordadas. Juanjo, pareja de Rosana, ha confirmado a este diario que "les van a denunciar también y a la Policía Local de Leganés, por no comprobar bien los datos de la fallecida aunque estuviésemos en estado de alarma, permitiendo esta incineración irregular".
La ex cuidadora y posterior okupa, Rosa, no contenta con haber incinerado a Pilar sin el permiso familiar empezó a reclamar a Rosana y Pilar, las dos hijas de la fallecida, un monto de 15.000 euros para abandonar el domicilio okupado. Se había trasladado ahí junto a sus dos hijos menores de edad.
“Es una costumbre en mi país”, le decía la ex asistente de origen peruano a la entonces pareja de Rosana, que estaba ingresada. Pero, algunos vecinos del número 21 de la Avenida Rey Juan Carlos I han explicado a este diario que piensan que “ha habido más gente viviendo ahí. Hasta seis he contabilizado”.
Rosa cambió los suministros
La hospitalización de la menor de las hijas de Pilar, Rosana, fue clave para que la ex cuidadora de su madre tuviera vía libre para okupar el domicilio. Esta circunstancia facilitó todas las prácticas de la okupa: la gestión con la funeraria, los cambios de titularidad de los suministros del piso... todo.
Tras pasar 30 días en el hospital, Rosana se enteró de todo lo que había pasado. No sólo que su madre había fallecido y que había sido incinerada por petición de su entonces cuidadora, sino que 10 días antes de la muerte de la anciana Pilar, el 20 de marzo, ya había cambiado la titularidad de los suministros.
La okupa, según ha explicado la familia, trabajaba pocas horas para hacer sus labores y "llegó a través de la Comunidad de Madrid", donde estuvo contratada tan sólo siete semanas. Supuestamente tampoco tenía llaves del domicilio. Pero, por circunstancias que aún se desconocen, se hizo con un juego que le permitió acceder a la casa okupada. Ahora, las hijas hasta sospechan de la causa de la muerte de su madre —pues no saben su causa con claridad—, ya que, según ellas, pese a tener 75 años, Pilar gozaba de buena salud.
Ahora, según afirma la empresa Desokupa, Rosa, la okupa, puede ser acusada de varios delitos como "homicidio, hurto, robo, apropiación indebida, usurpación de domicilio y estafa". Será pues, la Policía Nacional, que ha abierto una investigación criminal, la que obtenga las claves para el procesamiento de Rosa, la okupa que se adueñó del domicilio de la mujer que cuidaba tras su extraña muerte.
[Más información: Así ha sido el desalojo de Rosa, la 'cuidadora-okupa' de la anciana incinerada: su muerte, una incógnita]
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