La sevillana Pilar Aranda, de 33 años, recibió un mensaje en su teléfono móvil a las 12 del mediodía del pasado sábado. El texto, remitido por la Consejería de Salud y Familias del Gobierno andaluz, decía: “Ha sido elegido para cribado voluntario Covid-19 de la Junta de Andalucía en Casariche. Acuda el lunes 28 de septiembre de 16 a 17 horas a la caseta municipal”.
Poco antes de las cinco de la tarde de este lunes, bajo un sol más acorde al mes de julio que a fechas de finales de septiembre, Pilar salía del recinto de la caseta municipal de su pueblo, Casariche (Sevilla). Le acababan de decir que ha dado negativo en un test rápido de antígenos al que se ha sometido. El proceso ha sido ágil: bastoncito hasta el fondo de la nariz, un par de lágrimas saltadas, 15 minutos de espera y el resultado esperado.
“No estoy contagiada. Aunque ya me lo imaginaba, saberlo ha sido un alivio. En el pueblo hay mucha preocupación. Mi marido y yo tenemos un bar que cerramos hace dos semanas, cuando los contagios se dispararon, y tenemos un hijo de 11 años. Es un descanso saber que no estoy enferma. Ahora sólo esperamos volver pronto a la normalidad”.
Casariche es una localidad de 5.456 vecinos ubicada al oeste de la provincia de Sevilla. Está rodeada de inacabables extensiones de olivos. Por el norte limita con Puente Genil (Córdoba). Por el sur, con Alameda (Málaga).
Entre mediados de marzo y finales de agosto de 2020, la población vivió casi de espaldas a la pandemia. Como en una burbuja, registró “tres o cuatro contagios” en esos seis meses, según explica su alcalde, Basilio Carrión. “El virus, por suerte, pasó de largo por el pueblo”.
Pero Casariche ha visto cómo su realidad ha virado 180 grados en los últimos 14 días. Ahora se dice que es el ‘Wuhan andaluz’. De ser una tierra casi libre de coronavirus se ha convertido en el pueblo de Andalucía con mayor incidencia acumulada de la COVID-19 en las dos últimas semanas.
De los 307 contagios registrados hasta la fecha, 248 han sido en los últimos 14 días. La tasa de incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes alcanza en esta localidad los 4545,5 positivos, según los datos facilitados por la Consejería de Salud a fecha de este lunes.
Cuando el Gobierno de la Comunidad de Madrid decidió confinar a parte de la capital de España el viernes 18 de septiembre, las cifras de contagios eran sensiblemente inferiores en algunos de los barrios afectados por la medida. En Puente de Vallecas había 1.240 casos por cada 100.000 habitantes. Villaverde y Usera andaban con cifras similares: 1.157 y 1.155 positivos, respectivamente.
El criterio establecido por el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades -el organismo comunitario al cargo de la supervisión de la pandemia- sitúa el umbral de “alto riesgo” en una incidencia acumulada igual o superior a los 120 casos por cada 100.000 habitantes durante los últimos 14 días. En Casariche ahora mismo esa cifra es 37 veces mayor.
Dos bodas, la eclosión
“Según nos dijeron los epidemiólogos de la Junta, supuestamente el brote de Casariche se originó en varias celebraciones. Pero fueron en poblaciones cercanas, aquí no tenemos grandes salones. A ellas acudieron como invitados vecinos de este pueblo”, explica el alcalde de la localidad. “Fue mala suerte, la verdad. A partir de ahí se produjo una eclosión”, añade el regidor, del PSOE. Según ha podido saber EL ESPAÑOL, el brote se habría originado durante la celebración de dos bodas.
Con la cifra de contagios de nuevo disparada en toda España, el Ministerio de Sanidad recomendó limitar la movilidad en zonas donde se registren 500 casos por cada 100.000 habitantes. Lo dijo el propio ministro Salvador Illa el pasado 25 de septiembre, viernes.
Pero por esas fechas en Casariche ya llevaban cerca de dos semanas en un régimen cercano al confinamiento. El pasado día 12 el alcalde del pueblo firmó un bando recomendando a sus vecinos que evitaran al máximo la circulación de personas.
Desde entonces, Casariche es casi un pueblo fantasma. Sus calles están desiertas. Apenas se ven coches circulando. Recuerda a las imágenes que se veían durante las semanas más duras del confinamiento. Quien puede, se ha encerrado a cal y canto en su casa. Ahora los vecinos sólo salen a trabajar y a hacer la compra cuando la nevera está vacía. La mayoría de los bares permanecen cerrados. La Policía Local ha vuelto a precintar los parques.
Durante la primera semana lectiva del nuevo curso sólo fueron “entre 10 y 15 alumnos diarios” al único colegio del pueblo, donde hay matriculados alrededor de medio millar de estudiantes. La semana pasada acudieron a clase algunos más, entre “30 y 40”, cuenta el regidor de Casariche.
“Al instituto fueron bastante más, pero porque se entiende que son de mayor edad y más responsables para hacer un uso adecuado de las mascarillas y para mantener las distancias entre sí”, puntualiza Carrión.
Test a 500 vecinos
El día que Basilio Carrión emitió el bando que restringía la movilidad en su pueblo también le pidió a la Junta de Andalucía que sometiera a la mayor cantidad de vecinos de Casariche a test rápidos de antígenos.
“Sabíamos que la Consejería de Salud ya los había adquirido. Con las PCR se tarda entre tres y cinco días en obtener los resultados. Pero con estas pruebas sabes si estás contagiado en 15 minutos”.
La Junta de Andalucía tardó semana y media en escuchar la petición del regidor de Casariche. El miércoles 23 de septiembre, según el alcalde del pueblo, le notificaron que se realizaría un cribado masivo entre sus vecinos.
Se iba a alertar a 500 casaricheños (un 9,16% de la población) para que se sometieran a un test rápido de antígenos de Abbot, con una fiabilidad del 100% en los tres primeros días de síntomas de la persona que da positivo y de un 90% a partir del cuarto.
Finalmente, han sido tres días de pruebas. Jueves y viernes de la semana pasada, y este lunes. Para las dos primeras jornadas se llamó a 300 vecinos, de los que no acudieron en torno a un centenar. Ayer estaban convocados otros 200.
“Creo que la Junta llegó tarde, pero ahora eso ya es lo de menos. Nos han dicho desde el principio que el brote estaba perfectamente rastreado”, reconoce el regidor casaricheño.
“Con las pruebas de estos tres días espero que mi pueblo vuelva a la normalidad en una semana, aproximadamente. La mayoría de los resultados están siendo negativos. Eso quiere decir que hemos podido contener el avance del virus”. Hasta la fecha en Casariche no se ha producido ninguna víctima mortal a causa de la COVID-19.
A María Pérez le llegó el mismo mensaje que a Pilar Aranda. La mujer, de 51 años, se presentó este lunes en el recinto ferial para someterse a la prueba. María, asmática, vive en una casa de campo a las afueras del pueblo. Pese a que en su día a día apenas tiene contacto con sus vecinos, explica que lleva tres semanas confinada.
"En mi familia no hay ningún positivo. A mí me han dicho ya que he dado negativo. Estaba muy asustada. Lo que no entiendo es que, según he escuchado, haya gente a la que se le está llamando y no ha venido. Así no acabamos con esto. Así, no", se lamenta María mientras camina hacia la puerta de salida de la instalación donde el 'Wuhan andaluz' trata de contener el avance del virus por sus calles.