David (o Dabiz) Muñoz empezó el año acariciando el cielo. El chef madrileño cumplía 40 años triestrellado por la Guía Michelín y elevado a la categoría de semidios gastronómico no solo por su mujer y socia, la televisiva Cristina Pedroche, con la que lleva cuatro años felizmente casado, sino por gran parte de la crítica. Su pareja funcionaba y su negocio también. La genialidad del cocinero y el tirón de la presentadora vallecana los habían convertido en un tándem empresarial inquebrantable y afamado. ¿Qué podía ocurrir?
De pronto, llegó la pandemia. Y si el genio de los fogones comenzó 2020 rozando la gloria, ha terminado por descender a lo más parecido a un infierno en los últimos meses. Una espiral de infortunios de la que el madrileño de La Elipa no ha conseguido salir todavía.
En primer lugar, Muñoz, al igual que el resto de los hosteleros, se vio obligado a cerrar DiverXO, el restaurante que regenta en Madrid desde hace 14 años, durante el estado de alarma decretado por el Gobierno, y a aplicar el consiguiente ERTE a todos sus trabajadores. Después llegó la nueva normalidad, pero la cosa no mejoró. Tras su reapertura, en agosto tuvo que volver a cerrar las instalaciones por un incendio en la cocina. Volvió a abrir en poco tiempo, pero a mediados de septiembre Dabiz Muñoz tuvo que enfrentarse a otro revés en su cocina. Varios de sus empleados dieron positivo en coronavirus y tuvo que volver a bajar la persiana hasta que todos pasasen la cuarentena. Cuatro desgracias seguidas.
No importa, vendrán tiempos mejores, pensó. Quedaba la puntilla. Pasados esos quince días, con todo listo y el equipo sano, el chef anunciaba este miércoles que el restaurante permanecería clausurado debido a las nuevas restricciones de aforo y horario establecidos en Madrid (50% de público y cierre a las 23.00 horas). En esas condiciones, no salía rentable volver a abrir. “Iremos decidiendo semana a semana si podemos abrir o no, dependiendo de cómo funcionen estas medidas. Iremos avisando”, explicaba, con el rostro más que serio, el cocinero en un vídeo de Instagram.
Tres cierres en tres meses
Una actitud comprensible. En poco más de tres meses, el empresario ha tenido que cerrar en tres ocasiones, con los gastos que eso conlleva. Y todo, además, sin contar con la deuda que debe arrastrar. Abrir un establecimiento de este tipo implica un desembolso brutal, claro. Personal, proveedores, gestión de las reservas, gastos de infraestructura, devolución de dinero... "Cada vez que levantas la persiana, con que hagas un mínimo movimiento, son 20.000 euros. Tienes que tener tesorería para aguantar, pero si no la tienes es normal que en alguno de tus negocios haya cierta tensión", apunta un consultor gastronómico a EL ESPAÑOL.
Es innegable que la hostelería está siendo uno de los sectores más perjudicados por la crisis sanitaria. Pero dentro de este grupo es la órbita michelín la que se encuentra en la situación más agónica. "Están siendo los más damnificados porque son establecimientos experienciales donde vas al restaurante a vivir una experiencia. El 90% son espacios de interior, no han tenido opción de terraza. Muchos están con facturaciones cerca del 0%", señala la misma fuente.
Y, añade, que no es lo mismo tener una estrella michelín que tres. "Cuanto más cerca estás de las tres estrellas, más gasto te supone y más afectado estás". Esto, no obstante, no es algo que ignorase Dabiz Muñoz. De hecho, tras la pandemia el chef se lanzó abriendo un servicio a domicilio de un nuevo concepto: GoXO. Con platos variopintos a los que nos tiene acostumbrados este genio como lentejas estofadas al curry con gambones o gnocchis de patata con Bolognesa de chorizo de León ahumado y crema de mandarina antigua. Y todo a un precio asequible de unos 20 o 25 euros.
Auxilio a Pedroche
Con la apuesta por el delivery de estrella michelín y su otro restaurante en la zona gourmet del Corte Inglés de Serrano en Madrid, StreetXO, este exigente cocinero intentaba paliar los duros meses que se avecinaban. Pero la cosa, al parecer, no iba tan bien como esperaban. El chef ha contado con una ayuda providencial: que su mujer y socia, Cristina Pedroche, promocionase en sus redes sociales la comida de sus restaurantes.
Así que no es casualidad que, desde hace varios meses, ciertos días Cristina publique una foto en su Instagram en la que se le puede ver comiendo o cenando en DiverXO (cuando estaba abierto) o StreetXO, y alabando su cocina; también comparte otras en las que muestra los platos que le acaban de traer a casa de GoXO, el servicio a domicilio de su marido. "Anoche, otra vez, fue mágico. DiverXO es el mayor templo gastronómico del mundo, y esta experiencia hay que vivirla, al menos, una vez en la vida", escribe en uno de sus últimos post.
"La cena de ayer fue tan brutal que todavía estoy como en las nubes. Maravilloso Diverxo", publicaba en otro. La presentadora, no obstante, también aprovecha para promocionar a su chef favorito cuando cena con amigos o familia. "Hoy tocaba cena con mis padres y mi tía y queríamos algo especial. El GoXo siempre es la mejor opción para casa", detallaba la colaboradora de Zapeando.
Desde junio a octubre, Pedroche ha publicado un total de diez post promocionando los restaurantes de Dabiz Muñoz. Según varios especialistas en redes sociales consultados, la presentadora, uno de los 15 rostros más conocidos del panorama televisivo, según datos de Personality Media, cobra unos 5.000 euros por foto promocionada. Lo que se traduciría en un coste de aproximadamente 50.000 euros para el chef. Si obviamente no se tratase de su mujer.
'Su agujero negro'
Otro quebradero de cabeza para el gran cocinero ha sido el restaurante StreetXO que abrió en la capital londinense en 2016. Los fogones del que muchos dijeron que era su local "más canalla" no se han vuelto a encender desde que en marzo echase el cierre por el coronavirus. Y, por el momento, no se plantean reabrirlo. Lo cierto es que la versión inglesa del StreetXO madrileño nació con muchos problemas y todavía no ha acabado por triunfar entre los ingleses. Su quinta desgracia.
Su sueño siempre fue consolidarse como uno de los chefs más vanguardistas del mundo en la ciudad del Big Ben. Así que aprovechándose del éxito que tenía entonces en España, invirtió todos los beneficios de DiverXO y StreetXO en el nuevo restaurante londinense. Pero ni el lanzamiento fue fácil ni los resultados son los esperados.
Muñoz invirtió un total de cuatro millones de euros en el local. Y, al principio, todo fueron obstáculos. La constructora, según explicó en una entrevista, les engañó y eso supuso un coste adicional de un millón de euros al presupuesto. Sin contar que el alquiler, cada mes, les cuesta 35.000 euros. Principalmente por su ubicación, en en el lujoso barrio de Mayfair, a diez minutos de Piccadilly Circus. Después llegaron las malas críticas, el brexit y la desbandada de todos sus socios. Todo un agujero negro provocado por la mala suerte y por quienes no han apreciado su cocina vanguardista.
Las primeras opiniones sobre los platos del chef madrileño fueron voraces. Todos coincidían en lo mismo: los ingleses no entienden el concepto StreetXO. Una de las más salvajes y cotundentes fue la de la autora gastronómica y especialista en cocina asiática Fay Maschler en el London Evening Standard. Su crítica comenzaba diciendo: "No tienes que estar loco para trabajar aquí, pero ayuda". Esta profesional empezó criticando el vestuario de los camareros, que imitaban a las camisas de fuerza y que calificó de "ofensivas y hasta cuestionables legalmente".
Malas críticas
La valoración fue aún más inmisericorde. Aun así, la Maschler no quiso darse por vencida y acudió en otra ocasión con su hijo, de "mente más abierta". Tampoco funcionó. Por segunda vez fue abiertamente crítica. Su colega, el critico gastronómico Ben Norum tampoco fue distinto en sus calificaciones, quizás un pecado imperdonable para el madrileño.
El negocio fue despegando poco a poco, pero no fue suficiente para los inversores, quienes vieron que el éxito no era el esperado y decidieron vender su parte y recuperar la inversión antes que seguir en un barco que parecía que se hundía. Entonces, Dabiz Muñoz decidió dar un golpe de efecto y, al mismo tiempo, endeudarse más que nunca. Decidió hacerse con el 82% de las acciones, con ayuda de su mujer (que posee un 1,81%).
En total, el cocinero de StreetXO se gastó casi otros cuatro millones de euros en recomprar las participaciones de los socios financieros que le acompañaron en la apertura en la City de Street Xo, entre los que destacan apellidos ilustres, importantes directivos del sector del capital riesgo, de bufetes de abogados y hasta jugadores de la NBA. "Mi plan no tenía por qué encajar con el de mis accionistas, algunos de los cuales son amigos míos. Y la mejor solución era recomprarles sus participaciones", aclaró el chef de tres estrellas, en 2018.
De ahí que, durante meses, el matrimonio se desplazase a la capital inglesa cada fin de semana para supervisar y controlar que todo fuese lo mejor posible en su restaurante, sin duda, más costoso.
Pero no todo pinta tan mal para el cocinero más vanguardista de nuestro país. Otros expertos y consultores apuntan que si alguien puede salir de este bache es David Muñoz. "Ahora lo están pasando mal, pero el mundo DiverXO tiene pinta de tener una rentabilidad brutal. En cuanto la gente vuelva a salir a la calle y recuperen la confianza, seguro que podrán remontar y abrir más locales. Y en el delivery seguro que van como un tiro", concluye un experto.