“El inicio del líder”, le comentó en su primera publicación de Instagram un usuario. Lo hacía cientos de semanas más tarde de aquella entrada colgada en 2016. Era una foto frente al espejo de un tipo cualquiera. Un joven onubense más, quizás. Carlos Ríos era un completo desconocido en esta red social y se presentaba de forma cordial, casi tímida: “Oficialmente en Insta”. Poco que ver con su última publicación. 40.000 ‘me gustas’ en apenas tres horas. Ríos es ahora conocido por todos y levanta pasión u odio donde pisa. Empecemos por su autodefinición: “Soy dietista-nutricionista, creador del movimiento Realfooding”.
“Este viernes será el día más importante de su vida -risas-. El gobierno ha aprobado que se suban los impuestos a las bebidas azucaradas”. Al otro lado de la línea telefónica, una realfooder, como se cataloga a la legión de seguidores de Carlos Ríos (Huelva, 1991). Es cierto, Ríos y los suyos están ahora de enhorabuena tras la decisión del Ministerio de Consumo.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. La última semana se han vertido cientos de mensajes en contra de él en las redes sociales. Le han echado en cara que su forma de comunicar puede generar lo que se conocen como Trastornos de la Conducta Alimentaria en ciertas personas. Su respuesta, a través de TikTok, levantó aún más controversia. Caía en picado su popularidad. De la misma forma, otros dicen que se ha vendido a las marcas que antes criticaba, como Danone. ¿Es buena ahora la mayonesa o la cerveza? Muchos aún recuerdan el titular en el que Ríos decía que “la cerveza no es saludable”. “No la voy a saludar, me la voy a beber”, le contestaban con sorna algunos usuarios.
“Han descontextualizado mi mensaje. Todo lo que digo lo demuestro a nivel científico. Me apoyan la Organización Mundial de la Salud y departamentos universitarios de nutrición”, se defiende de las críticas sobre que le acusan de crear TCAs. Asegura que hay muchas otras versiones que “son insustanciales”. “Si es gente que hace críticas constructivas les hago caso y se soluciona. Las bases del realfooding no están invalidadas”, dice. "Cuando te abres camino y te posicionas como líder del realfooding destapas muchas envidias".
A los segundos también trata de responderles. “Nosotros no podemos promocionar ningún ultraprocesado porque se vería desmontado nuestro discurso y nuestro negocio. Nos dicen que estamos promocionando Activia. Bien, pero ¿qué tipo de Activia? Nos dicen que promocionamos Babybel. Vale, pero es un queso estupendo”, esgrime.
Tiene la cara A y la B de esta cinta: “Lo peor fue exponerme a tanta gente. Eso te trae duras críticas y enemigos. Por contra, lo mejor también es la exposición a tanta gente buena, que me quiere, me para por la calle y me abraza. Además, la aventura de emprender te hace crecer en todas las facetas a nivel personal”.
“Daños colaterales”
“Me levanto, paseo a mi perrita Leia, luego en casa hago estiramiento de yoga y acabo con una meditación. Empiezo mi jornada laboral leyendo un libro mientras bebo mi café. Hasta la 13:00 horas estoy trabajando en mis proyectos y redes sociales, hago un parón para entrenar y comer, y a las 17:00h vuelvo a seguir trabajando toda la tarde hasta la cena”. Así define su día a día el líder de los realfooder.
No es una vida cualquiera. En estos aspectos se han centrado algunas de las críticas hacia su persona. Su vida idílica, señalan, le permite dar consejos sobre cómo estar más sano. En Twitter, algún usuario comenta: “El único problema del “realfooding” es encajarlo en la “real-life” sin generar obsesión, frustración y culpabilidad. El objetivo es loable, saludable y cierto. Pero hay que evitar las dicotomías todo-nada, bueno-malo, sano-insano”.
Esa es la clave que muchos señalan. Carlos Ríos cataloga algunas comidas de “mierda” y eso podría llegar a provocar cierta frustración a cierto tipo de personas. Él lo define como “daño colateral que debe asumir”. Tras las críticas recibidas, a finales de semana parece tener claro que puede causar cierto daño. “Al llegar a tanta gente, ese mensaje puede alcanzar un público más susceptible. Quizás tengo que matizar más mi mensaje”, afirma. Los expertos abogan por no enviar mensajes radicales, ya que hacerlos sí puede provocar este tipo de enfermedades.
Asegura que en su consulta trata a pacientes con TCAs, aunque no están centrados en ellos. “Debemos quizás incorporar una gama más, aunque en principio no estábamos buscando dirigirnos a ese público, sí le llegan los mensajes. Al final se trata de buscar una solución”, establece.
En este punto, se lo lleva a su terreno. “Nosotros hemos ayudado a curar TCAs provocados por los ultraprocesados. Hay gente que no tiene control en su consumo”, afirma.
“Los Trastornos de la Conducta Alimentaria son algo muy complejo y multifactorial. Yo me defiendo diciendo que no puedo ser la causa de los males que me acusan cuando me dedico a divulgar alimentación saludable, basada en la evidencia científica. Pero reconozco que al llegar a tanta gente, mi mensaje puede verse tergiversado y utilizado de forma extrema por una parte susceptible de la población. Lo único que puedo hacer es seguir aprendiendo y llevar el mejor mensaje posible dentro de mis posibilidades”.
¿Danone es saludable?
Un usuario le reprende a Ríos. Expone una foto de una publicación de realfooding promocionando un producto de Activia. Al otro lado, una publicación suya sobre Alcampo en la que se puede ver cómo pide el boicot al supermercado por vender estos yogures. Las llama críticas “insustanciales”.
Era el azote de los supermercados. Ahora, trabaja junto a ellos, pero defiende que sigue la misma línea. “Trabajamos con Danone, que es una marca que tiene productos que no son saludables, pero tenemos vía libre para seguir criticándolos. Sin embargo, ellos entienden que están en auge los productos de realfooding y ellos mismos han dicho: nuestro negocio también tiene este tipo de productos porque la gente demanda cada vez más buenos procesados”, apunta Ríos.
Prevé una transición. Cree que los gigantes de la industria ultraprocesada se acabarán pasando al realfooding. “La industria de los ultraprocesados gasta al año miles de millones de euros en promocionar sus productos insanos y es un gigante con el que tenemos que luchar. Un yogur natural sin azúcar o el queso son buenos procesados. Estamos transformando a una industria alimentaria que cada vez se interesa más por un mercado en auge de productos saludables”, asegura.
De hecho, su próximo objetivo es montar un supermercado saludable. Dice que es difícil, pero que “también nos dijeron que la aplicación -con una apariencia similar a la de Instagram y un entorno relacionado con los grupos de Facebook- lo sería”. “Quizás empecemos por un supermercado online”, apunta.
Mientras tanto, Twitter ha sido su condena. Multitud de críticas le han llovido por los motivos anteriormente mencionados. Los mejores le catalogan de “prepotente”. Piensa que “alguno traspasa la línea de lo ético, pero al final la única solución está en mis manos, que es irme". Y lo hizo. Cambio el nombre de su cuenta para cedérsela a la aplicación de realfooding. "Irme es lo mejor que podía hacer”.
Vida y comida de Ríos
— Yo incluso mientras estudiaba nutrición bebía alcohol y tomaba ultraprocesados.
— ¿Ahora no lo hace? ¿No bebe alcohol, ni come ultraprocesados?
— Realmente practico lo que divulgo. Se puede consumir de forma ocasional. Puede suponer un capricho, pero estos productos no deben ser parte de tu vida diaria.
Reconoce que creció en un entorno rodeado de ultraprocesados. Nació en el año 1991, por lo que el año que viene alcanzará las 30 temporadas. Llegó a la carrera de nutrición casi de casualidad. No tenía claro lo que quería estudiar y se fue a vivir a Sevilla con su abuela. Una vez que empezó, dice que le cogió el gusto.
Salió de la sevillana Universidad Pablo de Olavide y empezó a trabajar en Huelva, tanto en una tienda de alimentación como en una clínica donde llevaba sus propios pacientes. “Veo entonces que les estoy ayudando y que la gente comía demasiados ultraprocesados. Muchos de ellos como no están obesos pues los compran”, cuenta.
A partir de ahí, vio que había negocio. “Tenía claro que esto iba a ser muy grande”, cuenta. Y tanto. Actualmente Ríos es socio de dos empresas -en la órbita hay otras tantas- y para el movimiento de realfooding trabajan más de 20 personas según el onubense. La facturación de todo este círculo aún no la conoce. Sin embargo, no parece que baje de los cientos de miles de euros para mantener este negocio.
“Soy emprendedor y tengo ganas de cambiar las cosas. No me muevo tanto por dinero, sino como por llegar a la gente”, apunta. Tiene una aplicación que usan 1,3 millones de usuarios para compartir recetas realfooder y consultar a través de un escáner la idoneidad de los productos de supermercados; clínicas de nutrición; webs a través de las que vende consultas dietéticas o todos los elementos para hacer un buen café; dos libros; y podcasts y al menos una decena de canales en las distintas redes sociales: realfooding, carlosriosq, academia.realfooding...
Todo ello, explica, para llevar a cabo “la revolución”. “Estamos haciendo una labor increíble. A cuanta más gente llegamos mejor. La gente nos lo agradece y hay menos riesgo de enfermedades”. Apunta que lo que ha conseguido con el movimiento del realfooding “no es comparable a ninguna otra campaña de salud pública que se haya hecho por los gobiernos”.
Su última victoria la recibió ayer, a pesar de que no ha sido su mejor semana. A través de su Instagram celebraba la campaña del gobierno #ElAzúcarMata. “2,8 millones de personas mueren en el mundo cada año a causa de la obesidad o sobrepeso, según la OMS”, dice el cartel del Ministerio de Consumo que regenta Alberto Garzón.
Esta victoria la ha celebrado diciendo que el cambio de paradigma es gracias a la red que han creado. “A partir de ahora, cuando nos llamen locos radicales, también tendrán que llamar locos radicales a cada vez más científicos que alzan la voz en contra de la industria de los ultraprocesados. Algo está cambiando realfooders y vosotros lo estáis haciendo posible. ¡Seguimos!”.