Miguel Ángel Rodríguez se levanta, todos los días, a las 6.00 de la mañana. Su gallo despertador son los primeros boletines radiofónicos y, ahí, empieza todo. Se viste en su casa de Majadahonda y llega el primero a la Puerta del Sol, el centro neurálgico del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Entra por una puerta lateral porque la principal aún no ha abierto y el guardia civil que custodia le dice “ya está usted abriendo el chiringuito”.
Y arranca la maquinaria: lo primero es repasar la prensa, ver qué se ha hecho y qué repercusión ha tenido, empezar a programar el día y a lo que salga, a estar siempre pendiente de ella, de lo que hace, de lo que dice o tiene que decir… de lo que dicen de ella.
Ella es la presidenta Isabel Díaz Ayuso. A pesar de lo denostado de su figura y de que gobierna la comunidad más afectada por la pandemia del coronavirus, a pesar de sus polémicas decisiones, su estrategia de confrontación directa con el Gobierno de Pedro Sánchez parece que le está saliendo bien. Eso dicen las encuestas. Las últimas, de varios medios distintos, coinciden en apuntar que su popularidad aumenta y que, de celebrarse ahora elecciones autonómicas, ella ganaría de calle, pudiendo incluso prescindir de su sufrido compañero de viaje y de Ejecutivo, Ciudadanos. Es curioso, porque antes Ayuso no era nadie.
Detrás de todo eso planea la figura de su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (Valladolid, 1964), MAR para los frikis de la política. Perro viejo, como quien dice, MAR empezó en la política como un mero asesor de José María Aznar cuando el expresidente gobernaba Castilla y León. Hasta que un día Aznar le preguntó: “¿Quieres seguir espantando fotógrafos toda tu vida o quieres hacer carrera?”. Y ahí empezó.
MAR fue portavoz de Castilla y León a los 23 años, y en la Moncloa se convirtió en secretario de Estado de Comunicación y, de facto, portavoz del Gobierno. Se retiró de la política en 1998 e hizo una exitosa carrera en la empresa privada, con todas las puertas que tenía abiertas gracias a su cargo y en la que acumuló un patrimonio de 5,7 millones de euros, hasta que 21 años después, en 2019, Isabel Díaz Ayuso descolgó el teléfono para llamarle.
Ahora MAR se ha convertido en el hombre que más próximo está a la presidenta, el que le susurra al oído más cerca que nadie. Marca su rumbo y se ha convertido en una especie de "ventrílocuo de la comunicación" de Ayuso y un "Rasputín" en la toma de decisiones -según lo califican en las dependencias de la Real Casa de Correos-. Y ella tiene fe ciega en él.
Es a Ayuso lo que Iván Redondo -del que tiene buena opinión- a Pedro Sánchez. Ambos tienen una relación permanente: se intercambian WhatsApp, puyazos e información. Ahora, con la crisis del coronavirus, su poder en Sol ha crecido y no sólo influye sobre Ayuso: es habitual ver salir de su despacho a otros consejeros y come con dos o tres todas las semanas. Por eso, su figura es alabada y odiada a partes iguales, no deja indiferente a nadie, ni siquiera dentro del mismo Gobierno.
Si se le pregunta a la rama de Ciudadanos en el Ejecutivo: “Él es el que marca toda la estrategia de la presidenta. Toda. Suya es la idea de la confrontación directa con Sánchez, el llevar a los tribunales las decisiones del Ministerio de Sanidad, el decir que Sánchez nos tiene como rehenes. Ella es, aunque suene fatal decirlo, una especie de marioneta en manos de él. Fue hasta el artífice de la famosa portada en la que la presidenta salía llorando”, comenta un miembro del Gobierno en conversación con EL ESPAÑOL.
Si, en cambio, se le pregunta a la rama del PP: “MAR es una pieza más de un equipo muy importante empezando por sus consejeros y donde la pieza más importante es ella. Aporta muchísimo, desde luego, pero está mitificado. Ya pasó cuando Aznar, que se decía que le llevó a la Moncloa y Aznar se reía diciéndole ‘eres un máquina’. Pero MAR opina de Ayuso que es la primera vez en su vida que trabaja con alguien que corre más que él”, añade otra fuente del Ejecutivo.
Esto evidencia que la figura de MAR levanta glorias y penas y, además, que el Gobierno de la Comunidad de Madrid en realidad está en parte roto por dentro y que en medio de esa fisura, entre otros elementos, está él. Lo cierto es que nunca, aunque se mueva en las sombras, hay que quitarle el ojo. “El 20 de enero de 2019 a Isabel Díaz Ayuso la conocía el 20% de los madrileños. Después de las generales de noviembre, ya la conocía el 90%. Eso es mérito de MAR”, explica una fuente popular del Ejecutivo regional.
Ideólogo de la batalla
Miguel Ángel Rodríguez e Isabel Díaz Ayuso se conocieron un poco de rebote, a instancia de ella. Fue hace años -difícil enmarcar la fecha exacta- cuando Ayuso elaboró una tesis sobre comunicación política y le pidió a MAR, uno de los grandes expertos del tema en España, que se la revisara y le aconsejara. Más tarde, ya en la campaña electoral previa a las elecciones autonómicas de 2019, Ayuso volvió a descolgar el teléfono.
Esta vez necesitaba a un asesor que pudiera respaldar el tono duro del PP, temeroso de la fuga de votos hacia el partido de extrema derecha Vox, y a la vez que sirviera de ariete contra la izquierda. Ahí fueron en dupla Ayuso y José Luis Martínez Almeida, actual alcalde de Madrid, que llevaba la misión de arrebatar el puesto a Manuela Carmena. La Comunidad a la que aspiraba Ayuso estaba descabezada tras la dimisión de Cristina Cifuentes y la salida de su sucesor, Ángel Garrido, a Ciudadanos y había que apostarlo todo. Y MAR, experto en confrontación, volvía a la primera línea política tras décadas fuera de juego.
“Miguel Ángel Rodríguez es un osado. Es un poco como Pedro Sánchez”, explica el periodista Graciano Palomo, uno de los mayores expertos en las entrañas del Partido Popular y autor de La larga marcha. De Rajoy a Casado. “Los osados juegan muy fuerte y él tiene clara la idea de que los partidos se ganan yendo al ataque, no guardando la portería, eso es lo que le reprochaba a Mariano Rajoy”, comenta.
“Ayuso necesitaba a un tipo así al lado, cogió lo que le faltaba a ella”, añade Palomo. “Y le ha salido bien la jugada. Ella se ha enfrentado a un Gobierno que lo tiene todo (el de Sánchez) y que podría haberla aplastado y no lo ha logrado. Ha conseguido movilizar, y eso es propio de Rodríguez, es un fenómeno en eso. Ha jugado muy, muy fuerte y está ganando”, dice. Eso, de nuevo, dicen las últimas encuestas que dan victorias a Ayuso. A pesar de todo.
Aunque durante la campaña, MAR era un mero asesor, todo empezó pronto a girar en torno a él y su lujoso chalé en la localidad madrileña de Majadahonda se convirtió en el cuartel general de la campaña de Ayuso. De varias plantas y con una suerte de comedor acristalado, una mesa negra y grande ahí ubicada servía como centro neurálgico de la campaña. El color de las sillas, todas iguales, le daba un aura de Consejo de Gobierno. Además, el inmenso tamaño del jardín valía como válvula de escape cuando hacía falta descansar, algo que en Génova no habría sido tan posible.
Tras ser nombrada presidenta, en agosto de 2019, Isabel Díaz Ayuso empezó su mandato sin un jefe de Gabinete, aunque siempre con MAR en la cabeza. Ese tiempo estuvo marcado por una inactividad inédita. Hasta enero de 2020, ya con seis meses en el cargo, la Comunidad de Madrid dirigida por Ayuso no había sacado adelante ni una sola ley y no se había iniciado la tramitación de los Presupuestos. Su único objetivo, entonces, era confrontar directamente contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Y Ayuso volvió a descolgar el teléfono y, de nuevo, al otro lado de la línea estaba Miguel Ángel Rodríguez. MAR dijo, por tercera vez, sí a Ayuso.
MAR fue nombrado jefe de Gabinete de la presidenta de Madrid -cargo por el que recibe un sueldo de 93.855 euros- a finales de enero de 2020 y Ayuso cambió. Ella nunca había evitado la confrontación, pero con él en el equipo la batalla se multiplicó. Creció también su presencia en medios, con entrevistas casi semanales, y MAR logró que Ayuso, a pesar de ser una líder regional, tuviera la talla prácticamente de líder nacional. Su jefe de Gabinete consiguió elevarla a un nivel que, hasta entonces, sólo ostentaba Quim Torra.
Su nombramiento no sentó demasiado bien en el entorno de Ciudadanos. No en vano, al vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, le llamó “Aguado el desleal”. A Ángel Garrido, actual consejero de Presidencia y que antes era el número dos de Cifuentes, le llamó “puto tránsfuga”.
De Inés Arrimadas, la líder nacional de Ciudadanos, dijo que “es físicamente atractiva como hembra joven” pero que “políticamente es inconsistente”. Pero desde el PP le defienden: “Ciudadanos cree que MAR se levanta por las mañanas pensando en cómo meterles el dedo en el ojo y no es así”, dice una fuente popular. “Además, nosotros no nos metemos con el jefe de Gabinete de (Ignacio) Aguado, que estuvo con nosotros hasta el día anterior”, añade.
A pesar de sus dos caras, su poder ha ido creciendo. Un ejemplo de la capacidad de influencia que Miguel Ángel Rodríguez ostenta en la Puerta del Sol es su propio despacho. Los jefes de Gabinete tenían un despacho modesto, pequeño, y él se quedó a petición propia con una sala ubicada entre el Consejo de Gobierno, donde se toman las decisiones, y la sala de prensa, donde él moldea el percal. Se trata de una sala que antes se utilizaba para que los consejeros tomaran café, y ahora es su centro de operaciones. “Tiene su mesa, sofás, una mesa redonda gigante, es casi tan grande como el de un consejero del Gobierno”, explica una fuente gubernamental. “Además, es el único jefe de Gabinete que tiene secretaria y coche oficial con conductor”, apuntala.
5,7 millones en patrimonio
Uno de los aspectos más llamativos de esta historia es el por qué Miguel Ángel Rodríguez, que ya llevaba décadas retirado de la primera línea política, ha vuelto. Por dinero, no es. Ahora como jefe de Gabinete cobra 93.855 euros brutos anuales. No es mal sueldo para el común de los mortales, aunque no llega al de la presidenta, que ronda los 100.000 euros anuales. Pero no es por eso.
Cuando Rodríguez llegó al puesto y tuvo que presentar su declaración de bienes, que entregó lo más tarde posible, se descubrió que tenía un patrimonio de 5,7 millones de euros. Además de su enorme casa en Majadahonda, MAR tiene otras cinco viviendas, una nave en Toledo, cuatro coches de gama alta y varios millones en cuentas, acciones y fondos de inversión, según consta en su declaración de bienes que figura en el Portal de Transparencia. Además, no tiene ni una sola deuda.
“Después de Aznar, se hizo sencillamente rico”, explica alguien que le conoce desde entonces. “Una de sus obsesiones era ser rico y famoso. Venía de una familia humilde de Valladolid… y lo consiguió”, añade. Su paso por Moncloa le valió a MAR una importante red de contactos e influencia que, luego, no dudó en explotar. Si es que hasta pasó como consejero de Repsol, representando al Estado.
Así, al dejar la política empezó con la empresa. Según ha podido comprobar este diario, a lo largo de su trayectoria, Miguel Ángel Rodríguez ha ostentado hasta 42 cargos distintos en alrededor de 20 empresas. Una de la más notoria es la multinacional Carat, dedicada al sector de la comunicación y publicidad, de la que MAR fue presidente desde 1999 -un año después de dejar la política- hasta 2006. Desde entonces hasta ahora, ha ido creando empresas, páginas web, colaborando como analista en varios programas de televisión e incluso presentando programas.
Una de las empresas a las que más cariño le tiene MAR es Splendens Ibérica S.L. ubicada también en Majadahonda, creada por él, y ahora que ha sido nombrado alto cargo de la Comunidad de Madrid ha pasado a ser dirigida por su hija, Clara Rodríguez Ilarraz. De hecho, en cuanto fue nombrado por Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez empezó a realizar movimientos en sus empresas para aligerar su carga. Es especialmente llamativo el hecho de que el 19 de marzo de 2019, cuando llevaba casi dos meses en el cargo, Splendens Ibérica absorbiera otras seis sociedades de su propiedad.
Con todo ese dinero y movimiento, ¿por qué complicarse la vida? “Es algo que le divierte. Es lo que le va contando a los periodistas, que viene a divertirse”, explica una fuente del Gobierno. “No ha vuelto por fama, que ya la tenía, ni por dinero, que también la tenía”, añade otra fuente del Ejecutivo. “Lo decidió porque le pareció que merecía la pena el proyecto de la presidenta. Del mismo modo que ha estado tiempo sin que le interese la política, ha encontrado a alguien que le parece interesante (Ayuso) y es divertido para él volver a esta historia de un modo distinto al que hacía antes en Moncloa”, añade.
Durante su pertenencia a lo que podría definirse como la vida privada, Miguel Ángel Rodríguez tampoco ha estado exento de polémicas, como intentando recordar constantemente que su perfil está siempre plagado de luces y, por supuesto, también sombras. En 2013 fue detenido por conducir en estado de embriaguez. Cuando le hicieron la prueba de alcoholemia, cuadruplicaba la tasa permitida. Entonces, él, con desparpajo, le dijo a la policía, literalmente: "Me lo he bebido todo".
Y un par de años antes, en 2011, fue condenado por un delito continuado de injurias graves con publicidad contra el anestesista y excoordinador de Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés, el doctor Luis Montes. Le llamó “nazi” en Televisión Española y en Telecinco y fue condenado a indemnizarle con 30.000 euros, además de abonar una multa de 10.000. El pago, como se ha visto por sus cuentas, no fue un problema.
“Él no tiene ningún tipo de complejo”, explica un conocido desde hace años. “Para el trabajo que quiere hacer, le va. Es curioso. Aunque de joven había militado en la izquierda, poco tiempo, él no tiene ningún complejo en estar en el ala más derecha, le da igual que le llamen facha. Ahora cree que a la izquierda hay que plantarle cara. En eso se ve reflejado con Ayuso”, añade.
Su poder crece
Si bien la entrada de Miguel Ángel Rodríguez en la Comunidad de Madrid sirvió para darle la vuelta al tablero y catapultar, para bien y para mal, la imagen de Isabel Díaz Ayuso, varias fuentes coinciden en señalar que su poder ha crecido desde que empezó la pandemia del coronavirus. Ayuso, ante una situación tan difícil para cualquier gobernante, se ha acercado más aún a él y ha seguido sus consejos casi a pies juntillas.
De MAR fue la idea de que la presidenta se fotografiara junto al avión repleto de EPI, en abril, y por cuyo acto llegó dos horas tarde a la reunión de presidentes autonómicos. Y de MAR son muchas de las polémicas frases que suelta Ayuso, aunque la presidenta también es muy dada a improvisar y a actuar con espontaneidad. Curiosamente, aquellas frases que Ayuso dice sobre la marcha, como la de este jueves en la que acusaba al Gobierno de cerrar Madrid “a punta de pistola”, llevan un aura de Miguel Ángel Rodríguez. Hasta ese punto se compenetran.
Pero el poder de Miguel Ángel Rodríguez va más allá de Isabel Díaz Ayuso. Fuentes del Gobierno confirman a este diario que es habitual ver salir de su enorme despacho a personajes como Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad; Enrique López, consejero de Justicia y Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Hacienda.
Desde su mesa se despachan las estrategias comunicativas de los pilares más importantes de la Comunidad de Madrid frente a la crisis de la Covid-19. Y si no es ahí, es directamente comiendo con ellos, con dos o tres a la semana. Él, cuentan, incluso fue el autor intelectual del cese de Nacho García Mostazo, director de comunicación, a finales del pasado mes de septiembre.
“Él cada vez está más en todo”, explica una fuente del Gobierno. “No sólo con Ayuso, sino también con el resto de consejeros. Él es el que dice que tienen que decir, especialmente en esta crisis, y marca todas las ruedas de prensa. Escribe los discursos y las comparecencias y, en ellas, a veces incluso se sienta por delante de muchos viceconsejeros”, explica una fuente del ala de Ciudadanos. Aunque desde el PP cuentan que no siempre sigue todo lo que él dice, que le gusta improvisar.
En eso se parece un poco a Iván Redondo, el jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, que también acapara protagonismo y es la contraparte de MAR en la batalla actual entre Ejecutivo nacional y regional. “A Miguel Ángel, Redondo le parece una persona inteligente, una persona con la que es fácil hablar en un lenguaje muy parecido. Aunque la trayectoria de Rodríguez es más prolífica, ambos han estado en Moncloa y también en gabinetes regionales”, apunta un miembro del Gobierno.
Entre ambos prepararon uno de los momentos más llamativos de las últimas semanas, la reunión entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso que se celebró el pasado lunes 21 de septiembre en la Puerta del Sol. “Antes de nada, la idea de las banderas fue de Iván (Redondo)”, apunta la misma fuente. “Nosotros no teníamos tantas y se las trajo él y en cuanto se fue se las llevaron”, añade.
El fin de semana antes, Redondo se trasladó a la Puerta del Sol y Miguel Ángel Rodríguez le enseñó el espacio. Pactaron lo de las banderas, los detalles de la rueda de prensa, que los presidentes subirían por las escaleras en vez de por el ascensor… Y el día de la reunión, mientras Sánchez y Ayuso hablaban, Redondo permaneció en el despacho de Rodríguez.
Al acabar, se reunieron con sus jefes para preparar la rueda de prensa y se habla del comunicado pactado conjuntamente. Luego, Sánchez y Ayuso dan la cara. Aún con sus más y con sus menos, parecía que la concordia llegaba. Pero poco duró. De nuevo en la brecha, que escribiría Shakespeare, a dar la batalla, donde Miguel Ángel Rodríguez es un experto.