Saber el tiempo que tiene una sepultura es muy sencillo: el desgaste de la piedra, la cantidad de musgo que acumula, la limpieza de la lápida… Todo el aspecto da una idea aproximada. Para saberlo exactamente, basta con mirar el año en que murió la persona que descansa ahí eternamente. En el cementerio de la Almudena de Madrid ya hay bastantes tumbas con un 2020 grabado en la piedra. Concretamente, se empiezan a acumular en los columbarios —lugares para dejar las cenizas— recién estrenados en la parte suroeste del recinto.
La sección 21 es la parte más nueva de este camposanto. Aquí se yerguen varias construcciones de ladrillo con 96 agujeros —cada una— donde depositar las urnas con las cenizas de los últimos finados de Madrid. Forman parte de la ampliación que el Ayuntamiento de Madrid ha tenido que hacer antes de lo previsto por la crisis de la Covid-19.
En abril de este año, en pleno estado de alarma, el Consistorio tuvo que sacar por vía de urgencia a concurso público la ampliación del mayor cementerio de España (y uno de los mayores de Europa). Por aquel entonces, el Ayuntamiento aseguraba que no había riesgo de colapso y que se trataba de una medida de prevención ante lo que se nos venía encima. Es más, la ampliación ya estaba presupuestada, solo se adelantó, por si acaso.
También en esos meses se contrató a 35 personas por el aumento de trabajo. Las obras fueron adjudicadas en agosto de este año a dos empresas madrileñas que en poco tiempo han construido los 1.900 columbarios y 265 nichos que necesita el camposanto. Aún se puede ver en el suelo el paso de la maquinaria que los ha construido.
Pero la Almudena no ha sido el único, también el de Vallecas ha necesitado ampliar sus tumbas. El camposanto ha estrenado este octubre un total de 282 sepulturas, 708 nichos y 702 columbarios. Eso supone un aumento considerable en su tamaño ya que hablamos de un recinto de poco más de dos hectáreas. El cementerio de la Almudena, en cambio, tiene más de 120 y unos cinco millones de muertos enterrados. Eso es más que todos los vivos que hay en la capital y solo un millón menos de los que hay en toda la Comunidad.
Pasear por sus calles implica toparse con nombres que, por una razón u otra, nos resultan conocidos: Elejalde, Echenique, Gil, Echanove, Barahona, Aramburu, Castejón… Uno no puede evitar pensar: ¿serán familia? También hay apellidos menos comunes como Xijiang.
Al llegar a la sección 21 del cementerio, junto a la puerta de O'Donnell, es fácil reconocer el pavimento recién cementado y las losas recién estrenadas. Además llama la atención ver paredes llenas de tumbas sin nombre. Están a la espera de ser adjudicadas. Al paso que va Madrid, no tardarán mucho en llenarse.
La Comunidad acumula ya 10.350 muertos por coronavirus, según las cifras oficiales a día 28 de octubre. Esto la convierte en la única autonomía en la que esa cifra tiene cinco dígitos. Es casi el doble que Cataluña, la siguiente en esta triste clasificación.
Siempre crecen
La ampliación de los cementerios es algo muy habitual. Son lugares que siempre crecen y nunca menguan. Es más, la asociación nacional de servicios funerarios Panasef no ve una correlación entre la ampliación de los cementerios y la Covid. La única excepción en esa regla es Madrid.
También el Cementerio Sur, en Carabanchel, ha tenido que aumentar la superficie dedicada a los difuntos, aunque, a diferencia de los antes mencionados, los Servicios Funerarios de Madrid (SFM) no han sabido dar una cifra a este periódico.
“El Cementerio Sur ya ofrecía un Jardín del Recuerdo con diseño moderno y funcional en el que los rosales y un pequeño lago formaban un acogedor espacio natural. Como prolongación a este, el nuevo Jardín del Recuerdo, surge tras un pequeño pinar elevado respecto a la cota de la calle, donde se encuentra uno de los accesos como continuación del camino peatonal existente en el Jardín del Recuerdo inicial”, explica SFM en una nota de prensa.
Lo que más se construyen son columbarios porque la incineración no para de crecer. “Debido al incremento que la demanda de incineración viene experimentando en los últimos diez años, se hace necesaria la creación de nuevos espacios donde las familias puedan confiar el reposo de las cenizas de sus seres queridos”.
¿Y este puente?
En Madrid hay 14 cementerios municipales y este fin de semana es el momento del año en que más se visitan. Los vecinos de las 32 áreas sanitarias de la Comunidad sometidas a restricciones de movilidad no podrán visitar los cementerios durante el puente de Todos los Santos, salvo que acudan a uno en el caso justificado de un entierro.
La visita a un camposanto con motivo de la festividad de Todos los Santos no justificará la salida de las áreas sujetas a confinamientos perimetrales, según han confirmado a Efe fuentes de la Consejería de Sanidad.
En cambio, los cementerios que se encuentren en alguna de las zonas restringidas sí podrán ser visitados por cualquier persona. Sin ir más lejos, la Almudena está en la zona básica de salud de Daroca (Ciudad Lineal), que tiene limitaciones de movilidad.
El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, había enviado una consulta a la Comunidad para preguntar si los vecinos de las áreas sanitarias sometidas a restricciones de movilidad podrán visitar los cementerios.
El alcalde ha insistido en la conveniencia de espaciar las visitas a los cementerios durante los tres días que dura el puente, y en que "lo razonable es que, en la medida de nuestras posibilidades, limitemos la movilidad" en los próximos días.
Los cementerios de la Comunidad de Madrid tienen que establecer, ante la festividad, un control de aforo para asegurar que la ocupación no exceda del 60%, mientras que se pide a la población evitar los días y las horas de mayor afluencia a los camposantos.
En el caso de la capital, el aforo de los cementerios se ha limitado a la mitad, y se emplearán 300 policías municipales para los controles de entrada y la supervisión, que contará con el apoyo de drones, si la afluencia fuera excesiva. Asimismo, Ayuntamiento y Comunidad van a aumentar la frecuencia de los autobuses que lleven a cementerios.