El perro tiraba de su dueño con todas sus fuerzas tratando de arrastrarle hacia la rambla que hay junto al Cementerio de la Purísima en la pedanía murciana de Javalí Viejo. El hombre que estaba disfrutando de un tranquilo paseo de domingo por la zona, cansado de contener al can, decidió soltarle para que diera rienda suelta a sus instintos y la mascota salió corriendo directa a olisquear un arbusto seco que hay en el cauce del ramblizo. “El perrito comenzó a escarbar el terreno y cuando su propietario bajó vio que había un cuerpo putrefacto que parecía que llevaba una mochila de color rosa con lentejuelas”, tal y como detallaban dos testigos del macabro hallazgo a EL ESPAÑOL. “El hombre llamó corriendo a la Policía Nacional”.
La mencionada mochila hizo pensar al nutrido grupo de agentes que se desplazó al camposanto que el cuerpo podría pertenecer a Noemí: una mujer cuya imagen fue difundida por la Asociación SOS Desaparecidos y donde se mencionaba que la última vez que fue vista portaba ese complemento. "Noemí Pérez López desaparece el 7 de julio en Alcantarilla: 31 años, 1m 56cm, pelo negro, ojos castaños, vaquero corto, camiseta de tirantes rosa, tatuajes, mochila pequeña y bandolera rosa", tal y como describía el cartel de la desaparición que la citada organización distribuyó a medios de comunicación y por redes sociales para ayudar en las tareas de búsqueda a familiares y amigos.
“Hemos escuchado decir a uno de los policías que el cadáver llevaba en la rambla, al menos, siete u ocho días”, apuntaban esta pareja de jóvenes que reside en Los Casones de la pedanía murciana de La Ñora: una zona deprimida de viviendas sociales que se levanta a solo unos metros de la rambla del cementerio de Javalí Viejo. En el trazado del ramblizo, según confirmaron fuentes policiales, este domingo fueron localizados de forma fortuita unos restos cadavéricos de una mujer. “Serían las doce del mediodía cuando han acordonado todo porque ha empezado a venir mucha gente”. La sospecha de que esos restos podrían pertenecer a Noemí caía como una bomba en el seno de su familia porque sus padres, Irene y Santiago, llevaban más de cuatro meses organizando batidas para buscarla desde que denunciaron su desaparición en la Comisaría de Policía en Alcantarilla.
“Hemos hecho en el coche más kilómetros buscando a mi hija que si hubiésemos dado la vuelta al mundo”, detallaba la madre de la desaparecida, Irene, en conversación con EL ESPAÑOL a la espera de recibir una confirmación de la Policía Nacional sobre la identidad del cadáver. Este diario se desplazó al domicilio de los padres de Noemí donde varios amigos y familiares habían acudido a darles apoyo moral en tan duro trance. “Mi hija desapareció pasadas las tres de la tarde del martes 7 de julio, después de que tuviésemos con ella una pequeña discusión porque nos enteramos de que había dejado de tomarse el tratamiento contra su depresión”, relataba Irene que desde el pasado verano se pasa las noches en vela preocupada por el paradero de Noemí, madre de un precioso niño de 3 años, con el que solía grabar vídeos en Instagram haciendo manualidades y juegos.
“Ella nunca se habría separado de su hijo”, sentenciaba Irene. “No habría estado tanto tiempo sin verlo”. Noemí era una madre treinteañera, fija discontinua en una conocida empresa de mermeladas y confituras, pero llevaba un año sin trabajar, primero por una baja a causa de su estado de ánimo, y después no había podido reengancharse en el tajo por culpa del estallido de la pandemia de coronavirus. “Cuando discutimos el 7 de julio y se fue de casa pensé que se había marchado a la calle a fumar un cigarrillo, como había hecho en otras ocasiones, porque estaba agobiada con su depresión y el tema del trabajo”. Pasaron las horas y Noemí no regresaba al domicilio de sus padres con los que convivía mientras criaba a su pequeño.
El entorno del río Segura
“Pensamos que estaba en casa de alguna amiga, pero el 8 de julio, al no saber nada de ella, denunciamos su desaparición a la Policía Nacional”. De inmediato, la familia de esta treinteañera y sus amigos comenzaron a organizar batidas para tratar de dar con su paradero. “Primero la buscamos por el entorno del río Segura desde Alcantarilla hasta Murcia porque ella salía a andar haciendo ese recorrido”, exponía Irene que junto a su marido, Santiago, han removido cielo y tierra para buscar a diario a su hija por distintos municipios de la Región de Murcia. “En estos meses nos han dicho que la vieron en Espinardo, Murcia, Cartagena, Lorca, Totana... Algunas veces la veían en cuatro sitios distintos el mismo día y a la misma hora”.
Estos padres han vivido un infierno cotejando las informaciones que cada día recibían de desconocidos. La primera pista más sólida les llevó a desplazarse en varias ocasiones a Mazarrón porque les informaron de que su hija estaba en esta localidad costera: “Nos daban una descripción de una chica muy parecida a ella que iba deambulando por el pueblo con un hombre, pero al final localizamos a ese hombre y era mentira”. La otra zona que tuvieron en la diana los amigos de la desaparecida fue La Ñora porque saben que allí Noemí tenía conocidos. No hubo éxito en las diversas incursiones realizadas a la citada pedanía murciana. Otra pista fallida. Más desesperación.
El móvil no arroja pistas
“Tampoco hemos visto movimientos bancarios en la cuenta de Noemí en todo este tiempo”, enumeraba la mujer sobre las múltiples pesquisas realizadas por la familia de la desaparecida. “Ella tenía mucho apego con su hijo: era su vida. En su habitación tenía su cuna y le gustaba metérselo en la cama para dormir con él: no me creo que sin motivo alguno haya estado cuatro meses sin ver a su pequeño”, insistía Irene sin dar crédito a que la desaparición de Noemí fuese voluntaria. “Ella se marchó sin su teléfono móvil: llevaba una pequeña mochila, donde solía meter el paquete de tabaco y el monedero”. De hecho, esta mujer detallaba que había analizado el terminal telefónico para tratar de buscar alguna pista: “Cuando se marchó mi hija se dejó su móvil y lo he rastreado entero: me he metido en sus redes sociales, en sus conversaciones... No he encontrado nada sospechoso”.
—Entonces, ¿que hipótesis maneja usted sobre la desaparición de su hija?
—Siempre he pensado que alguien la ha tenido retenida. Tengo un palpito de que el día que se marchó de casa, el 7 de julio, se encontró con alguien que conocía y no fue la persona adecuada.
Nada más de terminar Irene de decirle eso al periodista de EL ESPAÑOL, por la puerta de su casa en Alcantarilla, a las 17.16 horas de este domingo, aparecen tres policías nacionales para confirmarle sus sospechas: el cuerpo sin vida hallado de manera fortuita en una rambla pertenecía a Noemí. Nada más entrar al portal del bloque con los agentes, la mujer explotaba de dolor. “¡Díos mío, no, no puede ser!”. Los gritos eran desoladores y en el exterior del bloque, los amigos rompían a llorar al conocer que había muerto esta madre treinteañera, de carácter divertido, enamorada de su pequeño de tres añitos, aficionada a salir a pasear por el río, a interactuar en Facebook e Instagram y que estaba estudiando Nutrición y Dietética en la Universidad Católica de San Antonio (UCAM).
Este diario ha podido saber que en el historial médico de Noemí figuran tres episodios de conductas autolíticas. De hecho, una de las hipótesis que se barajaba inicialmente al descubrir el cadáver en la rambla era que la muerte se habría producido en el marco de un suicidio. Sin embargo, diversas fuentes policiales consultadas por este diario avanzan que el Grupo de Homicidios ha abierto una investigación sobre las circunstancias de la muerte de esta madre: “Al parecer sí hay signos de violencia”. Los restos cadavéricos hallados de forma fortuita por un perro y su dueño serán sometidos a una minuciosa autopsia en el Instituto Anatómico Forense de Murcia para aclarar las causas del deceso.
“No parece suicidio”
“No parece suicidio”, insisten esas fuentes. “Mi intuición es que no es un suicidio. No es nada oficial”. De hecho, este diario ha podido saber que el Grupo de Homicidios este domingo tomó declaración a numerosas personas durante varias horas. “Va a ser una investigación larga”. Las citadas fuentes policiales detallan de forma didáctica que “ante la desaparición y posterior hallazgo del cadáver, siempre se plantea la investigación como si de una muerte violenta se tratara, hasta que el informe forense no diga lo contrario, ahora bien, dado el lugar y estado del cuerpo se garantizarán todas las pesquisas tendentes a su esclarecimiento. Habrá que recuperar todas las circunstancias de su desaparición y ver que contactos mantuvo”.
Parte de las sospechas de los investigadores de que podría tratarse de una muerte violenta se deben al avanzado estado de descomposición que presentaba el cuerpo de Noemí y al hecho de que hubiese pasado inadvertido desde julio en una rambla pegada al Cementerio de la Purísima de Javalí Viejo. El 1 de noviembre se celebró el Día de Todos los Santos y resulta extraño pensar que nadie se percató de su presencia —a pesar del hedor—. También llama la atención que el cadáver no fuese visto en todo el verano por ninguno de los residentes de las 29 viviendas sociales de Los Casones de la pedanía murciana de La Ñora que hay cerca del ramblizo y frente al camposanto.
Todo ello lleva a plantearse a los policías nacionales la hipótesis de que el cuerpo sin vida de Noemí pudo ser trasladado desde otro sitio hasta la rambla cuando se encontraba ya en avanzado estado de descomposición para ocultarlo en un arbusto a caballo entre Javalí Viejo y La Ñora. “Es un sitio de difícil acceso”, sostienen las citadas fuentes policiales sobre lo extraño del lugar donde aparecieron los restos cadavéricos. Los investigadores, a falta del resultado de la autopsia, trabajan desde un primer momento con la premisa de que el cadáver pertenece a Noemí porque tenía varios tatuajes y junto a los restos encontrados había una mochila como la que figuraba en la descripción ofrecida por la Asociación SOS Desaparecidos. “En la zona se encontraron varios objetos personales de la vecina desaparecida en Alcantarilla”, corroboran esas fuentas.
Secreto de sumario
“El cuerpo parecía que estaba tumbado y pegado en el terreno embarrado, junto a un macetero viejo, debajo de un matorral seco del que han tenido que arrancar varias ramas para sacarlo”, indicaba sin dar crédito a lo sucedido la mencionada pareja que reside en Los Casones y que este domingo presenció cómo el dueño de un perro descubría el cadáver.
Desde la Jefatura Superior de Policía en Murcia han indicado que la investigación se encuentra bajo secreto de sumario. La localidad de Alcantarilla está consternada tras conocer el trágico final que ha tenido la desaparición de esta vecina, de 31 años, y que ahora centra una investigación del Grupo de Homicidios: en este inquietante caso trabajan sin descanso más de 20 efectivos de Policía Nacional y hasta el momento ya se ha hablado con 40 personas del entorno de Noemí.