La playa marroquí de la que parten las pateras: “Pueblos enteros se están quedando sin jóvenes”
Situada al norte de Dajla, en el Sáhara occidental. También salen desde las costas próximas a Tan-Tan o Boujdour. "Pagamos un soborno a los policías".
21 noviembre, 2020 19:29Noticias relacionadas
La de la imagen es una playa remota a 65 kilómetros al norte de Dajla, en la costa del Sáhara occidental. La foto la tomó un joven pescador marroquí horas antes de subirse a una patera similar a las decenas que se ven en ella y de que el patrón de la embarcación pusiera rumbo a las islas Canarias.
El chico, junto a una treintena más de marroquíes, llegó seis días después, a mediados de octubre. Las dos últimas jornadas de travesía navegaron a la deriva porque se les estropearon los dos motores que tenían. Salvamento Marítimo consiguió rescatarlos antes de que la patera se fuera a pique.
“Son barquitos de pescadores locales. Algunos las ponen a disposición de la gente que quiere ir a España y les cobran por ello. Otros, incluso, hacen el viaje como uno más y también nos cobran, claro. Y luego están las mafias venidas del norte de mi país (Marruecos), donde las rutas están cerradas -se refiere a la del Estrecho-. Las roban y organizan el viaje. Esas suelen llenarse de subsaharianos que malviven por los pueblos de alrededor con el poco dinero que da la pesca”.
El chico con el que habla el periodista fuma un cigarrillo a las puertas de la Casa del Marino, una instalación pública en Gran Canaria que se está usando para albergar a una parte de los migrantes que llegan a las islas. En lo que va de 2020 se han superado las 18.000 llegadas. En la anterior crisis migratoria, la de los cayucos en 2006, llegaron algo más de 31.000 personas.
Ni el Ministerio del Interior ni la Delegación del Gobierno en Canarias ofrecen datos por nacionalidades, aunque la percepción de policías y ONG que trabajan sobre el terreno es que más del 50% de los inmigrantes que hay ya en las islas Canarias son de origen magrebí (Marruecos y Argelia). El resto proceden de países al sur del Sáhara como Mauritania, Mali, Senegal o Costa de Marfil.
Acompañado de varios jóvenes más de su país, el chico, que no alcanza los 30 años de edad, pide mantenerse en el anonimato porque se encuentra inmerso en el proceso de conseguir una copia de su pasaporte en el Consulado marroquí en la capital canaria.
“En Marruecos hay pueblos enteros que se están quedando sin jóvenes. La pandemia ha provocado que apenas haya trabajo. Yo era pescador, no me faltaba el jornal, pero los meses antes de venir no faenaba casi nunca. El chico que no viene es porque no tiene dinero. Nada más”, dice este joven, que pagó 1.000 euros por subirse a una patera.
Según cuentan este marroquí y su cuadrilla de amigos, hay más playas al norte de Dajla desde las que se organizan viajes hasta Canarias. Señalan que desde las costas que rodean las localidades de Boujdour, Agadir y Tan-Tan también están partiendo embarcaciones cargadas de marroquíes, hombres en su gran mayoría.
Este grupo de seis inmigrantes explica que en su caso no le pagaron a ninguna mafia. “Fue un pescador que tenía una embarcación sin registro, sin matrícula. Horas antes de salir, pagó un soborno a los policías que tenían que vigilar la playa esa noche. Nuestro país es una ruina en estos momentos. En el Sáhara, si necesitas un médico puedes morir mientras lo esperas. Sin futuro, mejor arriesgarnos a morir en la patera que hacerlo de hambre o por el virus en nuestra casa”.
El Gobierno español, en contra de la idea que sostienen las autoridades locales y regionales de Canarias, se ha negado hasta la fecha a trasladar a inmigrantes a la Península. Considera que puede provocar un efecto llamada. Por otro lado, aunque a cuentagotas, ya se está empezando a deportar a personas a sus países de origen.
El martes 10 de noviembre, Interior deportó en un vuelo a Mauritania a 22 inmigrantes llegados en patera a las islas. Permanecían desde hacía varias semanas en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Gran Canaria. Eran 20 ciudadanos de Senegal, uno de Guinea Conakry y otro de Mauritania.
Traslados a la Península
Desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) opinan que es un error la decisión de no trasladar a los inmigrantes hasta territorio peninsular como medida para aliviar la presión en las islas.
Txema Santana, responsable de Incidencia y Participación Social de CEAR en Canarias, lo argumenta: “Se necesita que el resto del Estado apoye la gestión de la inmigración. Es necesario trasladar a un buen número de ellos a territorio continental".
Como parte de la ofensiva diplomática del Gobierno, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, se reunió el pasado viernes con su homólogo marroquí, Abdelouafi Laftit, para tratar de frenar el flujo incesante de pateras que están llegando a las costas canarias.
Este sábado, la ministra de Exteriores visitó Senegal como parte de los esfuerzos del Gobierno por recuperar el control de la situación. Arancha González Laya visitó el destacamento de la Guardia Civil con base en el aeropuerto de Dakar, que apoya a las tropas francesas en Mali, forma a los soldados del ejército local y colabora en la lucha contra el terrorismo islámico en la región del Sahel.
La ministra negoció con su homóloga Aïssata Tall Sall las futuras repatriaciones de los miles de inmigrantes llegados a las Islas Canarias durante los últimos meses. El control de playas como la de la foto, que también hay en Senegal, será crucial.
A la espera de una mejoría de la actual crisis migratoria, el muelle de Arguineguín, al sur de Gran Canaria, donde durante varias semanas se hacinaron más de 2.000 inmigrantes, comienza a vaciarse. Según Cruz Roja, a las dos de la tarde de este sábado todavía permanecían allí 758 inmigrantes, todos ellos de origen magrebí. No se encontraba ninguna mujer ni ningún menor.