Daba igual que la alerta de la llegada de una nueva patera le saltara a las dos de la madrugada de una noche de fuerte viento en el Estrecho a que lo hiciera el mediodía de un domingo de julio con un calor sofocante. Iván Lima “era el primero en llegar al puerto y el último en irse”.
Así lo recuerda Miguel García, compañero de Cruz Roja en Cádiz y responsable de comunicación de la institución. “A Iván lo he visto reanimando a un chico que llegaba al límite y sacarlo adelante. Se ha ido un hombre irrepetible. Esperaba a los inmigrantes al final de la escalinata del barco de Salvamento Marítimo con una manta, un bocadillo y un gesto amable, jamás con una mala cara”.
Iván Lima falleció la tarde de este pasado martes. La COVID-19 le segó la vida como a miles de españoles más. Murió en el Hospital Puerta del Mar, en Cádiz, a donde lo trasladaron tras ingresar antes en el Punta de Europa, de Algeciras.
Durante 55 días, luchó contra la enfermedad provocada por el coronavirus SarS-Cov-2. Tenía 48 años. Deja mujer y dos hijas menores de edad. Con Elvira, su esposa, le unía su amor al voluntariado. Ambos se hicieron voluntarios de Cruz Roja hace más de dos décadas.
Ahora Iván ya estaba en plantilla como técnico. Era el responsable de conducir las ambulancias y de coordinar los operativos de asistencia. Quizás porque desde crío vio el drama de la inmigración como el niño madrileño que sale de casa y ve coches, Iván siempre quiso estar cerca del extranjero que se jugaba la vida cruzando las aguas del Estrecho en una embarcación que algunos no usarían ni para pescar en un lago.
Pese a su dilatada experiencia, todavía le seguía confesando a sus amigos que no llegaba a comprender cómo algunos subsaharianos eran capaces de lanzarse al mar que él veía desde cualquier ventana de su amada Tarifa a bordo de una barca hinchable de plástico con unos remos de madera como ineficaces motores. No le entraba en la cabeza, aunque luego solía repetir en un murmullo: "El hambre".
El nombre de Iván era conocido entre guardias civiles, policías, activistas, periodistas y fotógrafos que, por una razón u otra, trabajaban sobre el terreno en el muelle del puerto de Tarifa.
Este reportero lo vio allí en decenas de ocasiones. Pero muchas menos que el fotógrafo gaditano Marcos Moreno, el autor de las imágenes que acompañan este obituario y quien en 2010 ganó el premio Mingote de fotoperiodismo por una foto que, precisamente, tomó en el muelle donde Iván trabajó durante tantos días. La imagen mostraba a un niño africano recién llegado en una patera riendo con las bromas de un guardia civil.
“Él me avisaba de cualquier llegada de una patera o de una toy. Fuera de madrugada, diluviara o hiciera 42 grados, él me avisaba. Gracias a Iván conseguía llegar antes de que Salvamento Marítimo dejara en el muelle a los inmigrantes tras rescatarlos en el mar”, comenta Marcos Moreno.
“Era una persona entrañable. Una buena persona con todas las de la ley. Desde que lo conocí, allá por 2008, me demostró que su vida estaba dedicada a los demás. Creo que se sentía pleno cuando ayudaba a esa gente que llegaba en muy mal estado de salud o, en ocasiones, muerta”, recuerda el fotógrafo. “Nunca se me olvidará cuando alguna vez lo vi discutir con algún que otro agente del orden que no trató demasiado bien a algún inmigrante. Les pedía cercanía y comprensión”.
Entregado a los demás
En Tarifa, la muerte de Iván Lima ha dolido entre sus vecinos. Era un rostro tan conocido como querido. Lo veían en los informativos cuando tenía que explicar a los medios de comunicación el número de inmigrantes llegados a puerto, su estado de salud o algunos datos más sobre el operativo de asistencia.
“A él no le gustaba mucho eso de aparecer en la foto. A veces, incluso se apartaba cuando me veía”, explica Moreno.
El alcalde de Tarifa, Francisco Ruiz, lamenta la pérdida de Iván Lima. Lo recuerda siempre en “aquella esquina del puerto con forma de tacón esperando a que llegara la Salvamar”.
“Desde que nos enteramos de que estaba enfermo, hemos estado muy pendientes. No sólo yo, el pueblo entero. Es una pérdida muy dolorosa”.
Por esta vez -la única, la última, la excepción a toda regla-, Iván Lima se convirtió en noticia. Después de más de 20 años asistiendo a pie de muelle del puerto de Tarifa a los inmigrantes que llegaban en patera, ahora la historia iba sobre él.