Les tenían acorralados. Eran cuatro y les habían cercado el paso. No podían salir ni hacia adelante ni hacia detrás con el botín del robo perpetrado. La Guardia Civil y la Policía de Pinto se habían coordinado a la perfección. Sin embargo, todo dio un giro cuando uno de los agentes se acercó al coche de los delincuentes. Fue a quitar la llave, para apagarles el motor y que no se escaparan. En ese momento, los presuntos ladrones tiraron de él hasta meterlo dentro del BMW, que se abrió paso a la fuerza con el policía dentro.
Podría ser una escena de película, pero ocurrió en la realidad. Fue el pasado 24 de octubre, en la localidad de Pinto (Madrid). Los asaltantes eran cuatro, una cuadrilla especializada en este tipo de delitos, miembros de un clan familiar.
En torno a las 20 horas de aquel sábado sonó el teléfono en dependencias policiales. Por entonces, casi no había anochecido, aún estaba vigente el horario de verano. El aviso hacía alusión a un robo en una empresa de paquetería del pueblo.
El lugar era la calle Milanos, en un polígono industrial de Pinto. Allí, carreteras anchas y buenas conexiones. Cualquiera puede alcanzar con relativa facilidad la M-506, dirección Madrid o Fuenlabrada. También la M-408, camino a Córdoba. Habitualmente coches y camiones circulan por estos lares, aunque menos en fin de semana. El lugar y el momento, por tanto, eran propicios en caso de tener que emprender una huida.
Aquel día, cuatro hombres perpetraron presuntamente un robo en la calle Milanos. Escapaban con el botín en un BMW y se dirigían hacia la calle Águilas, pero en ese momento llegó la policía. Por delante, una patrulla de la Guardia Civil. Por detrás, la Policía Municipal. Cercados.
Un agente de la Policía Local de Pinto se acercó hasta el BMW. Estaba parado, aunque con el motor en marcha. El agente trató de quitarle las llaves, aunque, a buen seguro, no esperaba lo que ocurrió. El copiloto y los otros dos integrantes del coche comenzaron a tirar de él. Lograron introducirlo en el vehículo. Le raptaron.
Con el agente dentro, el BMW arremetió contra los coches que se le habían cruzado. Una, dos veces. Las justas para abrirse el paso necesario entre los vehículos policiales. Logró huir con los cuatro integrantes y el policía raptado.
Otro de los policías allí presentes disparó contra el coche. Trató de darle a una de las ruedas, pero no tuvo demasiada fortuna como para detener al BMW en aquel momento.
Mientras tanto, el agente al que habían raptado corría mala fortuna. Los cacos le apaleaban como podían dentro del vehículo. Hasta mordiscos le dieron. Unos 600 metros más tarde le bajaron del vehículo y le tiraron en la cuneta.
El agente “temió por su vida”
Magulladuras por todas partes, golpes, mordiscos y una herida sangrante en la cabeza. Cuando se le hicieron pruebas en el hospital, el policía presentó un traumatismo craneoencefálico. Además, el daño psicológico. El policía raptado no quiere hablar de lo ocurrido. Sus compañeros, de todas formas, dicen que ya está mejor “anímica y físicamente”. Ingresó con carácter grave y tuvo que pasar dos semanas hospitalizado.
Afortunadamente, el policía ya está en casa. Continúa recuperándose de las heridas que le causaron en la escapada, pero aún se encuentra de baja.
Se trata de una agente con experiencia, que tiene cargo de oficial dentro del cuerpo. Es de edad media, en torno a los 40 años.
Con respecto a los delincuentes, todos han ingresado ya en prisión. Fueron detenidos el pasado fin de semana tras una investigación llevada a cabo por la Guardia Civil. Se sospecha que podrían pertenecer al mismo clan familiar.
Por el momento el juez ha decretado la prisión provisional a la espera de que se celebre el juicio. Se les acusa de varios delitos: detención ilegal, robo y tentativa de homicidio.
El agente raptado ha asegurado a sus compañeros que “temió por su vida”. “Tuvo que ser horrible, no me lo puedo ni imaginar”, dice Javier Delgado, oficial de policía en Pinto, en conversación con EL ESPAÑOL.
No se sabe cuánto duró la agresión al policía dentro del vehículo. En total, fueron unos 600 metros recorridos mientras le apaleaban. En la jefatura de policía de Pinto, piensan que se le debió hacer “interminable”. También para los agentes que le vieron desaparecer. “Te imaginas lo peor”, dicen.
Desde la Policía Local de Pinto quisieron mandar un mensaje de agradecimiento a la Guardia Civil por el trabajo realizado. Entienden que ha sido un trabajo exhaustivo y raudo, que ha permitido encontrar pruebas suficientes para que condenen a los detenidos en un posterior juicio.
Habitualmente, en esta localidad madrileña no suelen tener este tipo de sucesos, según los agentes. Hay este tipo de robos, pero no con esta agresividad. Lo normal, cuentan, en una ciudad que ronda los 50.000 habitantes. La policía se muestra contrariada por el ascenso de la violencia entre los delincuentes cuando se encuentran con los agentes, algo que no ocurría antaño.