— ¿Eres Sonsoles Velayos?
— Sí, dime.
Hicieron falta sólo dos palabras para que un hombre canoso, de entre 50 y 60 años, apuñalase a María Sonsoles Sanchidrián Velayos, titular del Juzgado de Santa María la Real de la Nieva. 24 horas antes, la jueza le había cargado 1.000 euros en costas por una sentencia desfavorable, y él decidió responder. Es martes 1 de diciembre en la provincia de Segovia.
Esa mañana el hombre cogió su coche, un Volvo X90, y aparcó frente a El Pizarral, un colegio público a pocos metros del juzgado. Allí esperó hasta las dos de la tarde, localizó a su víctima, sacó un destornillador y la acuchilló varias veces en la espalda y otras partes del cuerpo. Ella huyó varios metros, se refugió en su propio vehículo y, antes de saber qué estaba pasando, la Guardia Civil apareció para detener al agresor, para el que el juez ha ordenado el ingreso en prisión sin fianza. En los alrededores no se hablaba de otra cosa. "Cuentan que detuvieron al Gallo".
Así se conoce a José Alberto del Río Sanz, agricultor, en su pueblo, Fuente de Santa Cruz, un pequeño reducto de menos de 100 residentes a unos veinte minutos en coche del juzgado. Se trata de un lugar discreto y alejado, al límite entre Segovia y Valladolid, donde un taller y un bar son los únicos negocios que permanecen abiertos. Aquí, rodeados por kilómetros de campo y carreteras vacías, las pocas noticias que llegan circulan muy deprisa, también las malas. Al terminar el martes, cuando nadie en la comarca sabía bien qué había pasado, en la Fuente estaba muy claro.
"Al Gallo le iba a tocar tarde o temprano, pero no pensé que fuera por esto" comenta una vecina sobre el incidente. Según relatan varios vecinos, José Alberto destacaba por ser una persona huraña, difícil e inestable. Un tipo curioso, relegado al sobrenombre que antes esgrimieron su padre y abuelo, y un largo historial a sus espaldas.
"La calle es mía"
Antes del incidente, el Gallo se había labrado una reputación en el pueblo como una persona que prefería denunciar primero y preguntar después. En los últimos años, a sus espaldas lastraba incontables procesos judiciales.
"Le gustan los juicios. Ha denunciado a muchos vecinos, albañiles, pintores, agricultores… todos los perdía. Una vez se encaró con un vecino porque le decía que la calle era suya", revela una persona que ya estuvo enfrentada con el Gallo en el juzgado. De hecho, lo raro es encontrarse a alguien que no lo haya estado, sobre todo en los últimos años. Cuando el martes se escuchó del apuñalamiento en el pueblo de al lado, "todo el mundo lo tenía claro", señalan varios habitantes.
"Todos han sido siempre muy raros, desde su padre hasta su abuelo, y él, dentro de lo malo, antes parecía más calmado", precisa una vecina. "Siempre ha sido especial, pero durante los últimos años ha ido empeorando", añade.
Se postuló a alcalde
En sus riñas constantes, quizá quien más haya tenido que sufrir la persecución constante del Gallo es su alcaldesa desde hace casi 30 años, María Luisa Gil (PP). Aunque hace años mantenían una relación cordial, el vínculo se rompió de bote pronto cuando Alberto empezó a amenazarla con llevarla a los juzgados.
La razón no fue más que un trámite administrativo. "Quería construir una nave, un técnico nos dijo que no cumplía las normas y que le faltaban cosas por cerrar en el proyecto", aclaran a EL ESPAÑOL desde el Ayuntamiento. En cuanto se encontró con que no podía edificar a su gusto, la tomó con la alcaldesa.
"Fue al Ayuntamiento un día, pidió explicaciones y de repente le tiró una caja de sobres a la cara", rememora. Sobre su más reciente episodio, destornillador en mano, los vecinos lo tienen claro: "No fue por el dinero. Tiene tierras y maneja dinero, lo hizo porque él es así".
La persecución prosigue años después del incidente. Con su nave por construir, el Gallo apareció de nuevo, esta vez a esperarla en la puerta de su casa. Los vecinos, conscientes de lo que podía suceder, la avisaron para que no saliera. "Estuvo allí horas, sentado en una silla".
Incluso intentó disputarle la alcaldía del municipio. En las pasadas elecciones, en mayo de 2019, después de años sin presentarse en eventos sociales ni de juntarse con los grupos de vecinos, volvió a aparecer. Esta vez con más canas, una mirada más furtiva y una papeleta de Ciudadanos.
"Intentó entrar en el Ayuntamiento y se llevó 17 votos que no sé de dónde salieron", señala la misma persona. Así lo confirma la Junta Electoral en su publicación en el BOE, una de las pocas referencias que se pueden encontrar del Gallo en internet.
Jueza en la UCI
Tras el atentado contra su vida, la jueza María Sonsoles Velayos (37 años) fue ingresada en la UCI del hospital de Segovia por un neumotórax a raíz de las heridas ocasionadas en la zona costal y daños leves en un ojo. A pesar del primer diagnóstico, realizado por los servicios médicos de Santa María la Real de Nieva y que auguraba una buena evolución, actualmente se encuentra en "pronóstico grave".
El Gallo, por su parte, pasó a disposición judicial el miércoles a las 18.45 de la tarde.