Acto reivindicativo del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha.

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Reportajes

Fátima, la jornalera de la fresa de Huelva muerta fue despedida cuando le detectaron su cáncer

El trágico final de Fátima en España vuelve a poner en la diana las pésimas condiciones laborales del sector agrícola.

11 diciembre, 2020 02:40

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El pasado mes de febrero se desplazó desde Tánger a Huelva dispuesta a deslomarse recogiendo frutos rojos como venía haciendo en los últimos años para enviar dinero a sus tres hijos -menores de edad-. Sin embargo, durante este 2020 su prole no verá un euro porque Fátima regresará próximamente a su país en una caja de pino después de morir por un cáncer de cérvix en el Hospital Vázquez Díaz de Huelva.

Este ha sido el trágico final de Fátima: una temporera que fue despedida por su empresa cuando se le diagnosticó el tumor y cuyo cuerpo ha permanecido abandonado más de 72 horas en la morgue del citado centro hospitalario onubense.

“Aquí se ha estado lavando las manos todo el mundo: desde el Consulado de Marruecos a la Subdelegación del Gobierno en Huelva”, critica Ana Pinto, portavoz del colectivo Jornaleras en Lucha de Huelva que desde el domigo 6 de diciembre está haciendo trámites para sacar a Fátima de la morgue del mencionado hospital. El objetivo de las gestiones con las administraciones era lograr que la jornalera fuese velada en un tanatorio por sus compañeras, siguiendo sus constumbres religiosas, y posteriormente proceder a la repatriación de su cuerpo a Tánger para que su familia la enterrase. 

2.800 euros

“Todos los trámites suponían un coste de 2.800 euros, tuvimos que recaudar dinero en una cuenta bancaria y pedir ayuda a Oxfam Intermón”. Todo ello debido a que, según Jornaleras en Lucha de Huelva, esta fue la respuesta que obtuvieron vía WhatsApp cuando pidieron ayuda para la repatriación a la Subdelegación del Gobierno: “No hemos encontrado ningún fondo para esta finalidad. La Subdelegada y todo el equipo sentimos esta pérdida. Hemos hecho todo lo posible en cuanto a ofrecimiento de retorno con soporte médico y derivación de informes, con gestiones para tratar de que tuviera derecho a prestación, e implicando a los agentes intervinientes”. 

Hospital Vázquez Díaz de Huelva donde falleció Fátima este domingo.

Hospital Vázquez Díaz de Huelva donde falleció Fátima este domingo.

El trágico final de Fátima en España vuelve a poner en la diana las pésimas condiciones laborales del sector agrícola. “La empresa la despidió cuando enfermó”, tal y como denuncia Ana Pinto. Esta marroquí, de 37 años, llevaba desde abril de 2018 formando parte de los distintos contingentes de temporeras procedentes de Marruecos que una empresa de Lucena del Puerto contrataba para recoger fresa y arándano de diciembre a julio, a cambio de un alojamiento compartido en un bungalow en el campo y de cobrar de 39 a 42 euros diarios, en jornadas de trabajo que a veces duraban doce horas.

Fátima no llevaba ni dos semanas en el tajo cuando en febrero sufrió una fuerte hemorragia vaginal. La mujer se marchó al bungalow sin decir nada a su encargada por miedo a perder este empleo temporal con el que enviaba dinero a sus hijos. Cuando terminó la jornada de trabajo y sus compañeras vieron el estado en el que se encontraba Fátima, informaron a la empresa y la trasladaron al Hospital Juan Ramón Jiménez.

Allí permaneció diez días ingresada y le diagnosticaron un cáncer de cérvix en estado avanzado. Las noticias fueron a peor cuando abandonó el centro hospitalario porque el 20 de febrero la empresa agrícola notificó el despido a esta jornalera enferma.

Enferma y sin paro

“Cuando la despidieron no tenía derecho a cobrar ninguna prestación por desempleo”, confirma Ana Pinto. Básicamente Fátima estaba sola en España, pendiente de empezar a recibir tratamiento oncológico, sin un euro, sin fuerzas para trabajar por el tumor y sin un techo donde cobijarse porque tras ser despedida por la empresa perdió su plaza en el bungalow. “Un grupo de ocho compatriotas que también eran jornaleras la acogieron en una casa de Moguer”.

Le dieron una cama, comida y sobre todo: mucho cariño. A partir de ese momento comenzó una cadena de solidaridad hacia esta mujer que ha permitido que el caso de su despido tras detectarle un cáncer terminase en manos del Sindicato Andaluz de Trabajadores y vaya a ser juzgado el próximo 4 de noviembre de 2021

Todo ello gracias a que el citado grupo de marroquíes que acogió a Fátima informó de su delicada situación a Antonio Abad , uno de los socios fundadores de la Asociación Asisti Cuenca Minera. “Nosotros iniciamos los trámites para gestionar la concesión del permiso de residencia de Fátima con la idea de lograr que cobrase una prestación contributiva por incapacidad”, detalla Abad, un hombre con experiencia en tareas de ayuda humanitaria en Marruecos y el desierto de Erg Chebbi

Antonio Abad Díaz Ortega, uno de los socios fundadores de la asociación Asisti Cuenca Minera.

Antonio Abad Díaz Ortega, uno de los socios fundadores de la asociación Asisti Cuenca Minera.

"Las tratan como ganado"

“La situación de Fátima no es un caso aislado: a estas mujeres marroquíes que vienen a trabajar al campo las tratan como ganado y cuando no cumplen con el trabajo las echan a la calle de una patada”. Por ese motivo, desde Asisti Cuenca Minera informaron de las circunstancias del despido de esta jornalera al Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Ezequiel Merino, abogado laboralista del SAT, inició acciones por el despido de esta temporera, de 37 años, y madre de tres hijos: “De forma paralela nos dirigimos a la Inspección de Trabajo y denunciamos en los juzgados a la empresa agrícola por despedir a una empleada estando de baja médica tras serle diagnosticado un cáncer”.

Desde el bufete de Legalcores Abogados, Ezequiel Merino subraya a EL ESPAÑOL que “esta mujer presentaba un desamparo económico y social tremendo”. En la recta final de la enfermedad, Fátima sacó fuerzas de flaqueza para acudir al juzgado para asegurarse de que el proceso judicial contra la empresa agrícola que la despidió seguiría vivo: “Antes de su fallecimiento realizó el trámite oportuno para otorgarme el poder como letrado para representarla”.

Ezequiel Merino, letrado que representó a Fátima.

Ezequiel Merino, letrado que representó a Fátima.

- La vista oral está fijada para noviembre de 2021, ¿Ezequiel qué reclamará en los juzgados?

- Se solicita un despido nulo porque la empresa agrícola no argumentó causas objetivas y con su forma de actuar vulneró derechos fundamentales que están recogidos en las Constitución porque Fátima estaba de baja médica. Con motivo de la solicitud del despido nulo se reclama una indemnización por el perjuicio moral causado de 7.000 euros.

Fátima nunca sabrá si se hará justicia porque el cáncer la fulminó el domingo 6 de diciembre. En esos meses tanto sus compatriotas jornaleras, como los colectivos Asisti Cuenca Minera y Jornaleras en Lucha de Huelva se han volcado ayudándola en la financiación de los medicamentos y los desplazamientos al Hospital Juan Ramón Jiménez, entre otras necesidades que han cubierto para mantenerla en unas condiciones dignas en la casa de Moguer.

“Fátima estaba tan débil en su último mes de vida que contratamos a una cuidadora para que no se quedara sola cuando sus compañeras se iban a trabajar al campo”, detalla apenada Ana Pinto.

Fátima Z. B. terminó recibiendo cuidados paliativos en el Hospital Vázquez Díaz de Huelva donde murió. No pudo pasar sus últimas horas de vida con sus tres hijos menores de edad, pero grabó un vídeo a modo de testamento vital donde expresó su última voluntad pidiendo que su madre se ocupe de la tutela y la educación de sus tesoros, uno de ellos no llega ni al año de vida.

También tuvo palabras de agradecimiento para la solidaridad, apoyo y cariño que recibió de sus compatriotas, así como a las organizaciones que la han ayudado hasta su último aliento.

En la morgue

“Su cuerpo ha estado en la morgue del hospital desde el domingo hasta el miércoles, porque sin dinero no podíamos sacarlo para repatriarlo a su país”, se lamenta Ana Pinto sobre el último calvario que ha sufrido Fátima ya sin vida. “Este miércoles lo llevaron por fin a un tanatorio de Huelva gracias a que Oxfam Intermón pagará la repatriación porque no pudimos recaudar mucho dinero porque sus compatriotas trabajan en el campo y tampoco pueden dar mucho: tienen que enviarlo a sus familiares”.

El donativo de la organización no gubernamental de cooperación pone fin al calvario que estaban viviendo en Tánger los familiares de la difunta temporera: “Su madre y sus hijos lo estaban pasando muy mal y no paraban de preguntar cuándo regresaría a su país el cuerpo de Fátima”.

Otros casos

El drama de Fátima no es el único que pone de manfiesto la precariedad y la dureza de las condiciones laborales con las que tienen que lidiar los contingentes de jornaleras marroquíes que llegan a España para trabajar en el campo. A finales de noviembre también murió sin poder despedirse de su familia Zahra, tal y como denuncian Asisti Cuenca Minera y Jornaleras en Lucha de Huelva: “Era jornalera y también se quedó sin trabajo después de que le detectasen un cáncer”.

El perfil de esta mujer era similar al de las marroquíes que suele gestionar la oficina que coordina el contingente de temporeras que salen del país: “Como requisitos siempre buscan mujeres con cargas familiares, como hijos pequeños a su cargo, que sean residentes en zonas rurales empobrecidas, incluso viudas, con el objetivo de asegurarse de que pueden ser explotadas por los empresarios del campo en España y de que luego regresarán a Marruecos”.

Un acto reivindicativo del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha.

Un acto reivindicativo del colectivo Jornaleras de Huelva en Lucha.

En el caso de Zahra no lo hizo con vida porque el tratamiento médico no pudo evitar la metástasis del tumor en el pecho que se le diagnosticó cuando trabajaba de temporera en Andalucía y finalmente se extendió por sus pulmones. “Un hermano suyo vino de Barcelona para acompañarla al aeropuerto de Málaga para coger un vuelo con el que reunirse con su familia en Marruecos, pero no la dejaron embarcar porque llevaba una bombona de oxígeno y con la pandemia de coronavirus necesitaba un permiso médico para embarcar”. Zahra sufrió un ataque de ansiedad al quedarse en tierra y su hermano regresó con ella a la Ciudad Condal. Allí murió sin llegar a subirse al pasaje que la iba a sacar de la precariedad del campo español para devolverla a los brazos de su familia.