Lo primero es lo primero. Y el 27 de diciembre de 2020, lo primero en la Residencia Los Olmos (Guadalajara) fue combatir la Covid-19. Al menos para Araceli Hidalgo, la granadina de 96 años (Guadix, 1924) que pasará a la historia por ser la primera vacunada contra el coronavirus en España. Lo segundo fue atender a los medios. Pero entre los nervios, el trajín y el retraso (estaba previsto el acto para las 8.30 y se demoró una hora), a Araceli le entró hambre. Así que lo segundo fue desayunar unos churros. Después, entonces sí, posar para la prensa.
Araceli es la más longeva de las personas a las que se les ha administrado la vacuna. Pero en casi todas las comunidades se ha elegido a una persona de avanzada edad para ser la primera. Nieves, Áureo, Nicanor, Vicente, Josefa, Batiste, Francisco, Emilia y Dolores. Son los otros nombres, hasta ayer anónimos, de los héroes que se han colocado en la primera línea de la batalla contra el virus. La Generación Guerra Civil, a la que le tocó sobrevivir a una contienda fratricida en su infancia. La que sufrió guerra y posguerra, se ha puesto también en la vanguardia de esta pelea contra la Covid-19.
Ninguno se imaginaba unas navidades así hace exactamente un año. Nervios y miedo, mucho miedo. Pero, sobre todo, esperanza. Ninguno de los elegidos dudó a la hora de sentarse y poner el brazo para ser inyectados en la víspera del Día de los Inocentes. Alguna persona, incluso, se ofreció voluntaria con entusiasmo. Porque este es un paso imprescindible para recuperar la normalidad y ellos lo han entendido desde el principio. Son los que más bajas han sufrido, pero también los primeros en acudir al rescate. Estas son sus historias.
Araceli Hidalgo – 96 años: "Gracias a Dios"
Guadalajara (Castilla-La Mancha), Residencia Los Olmos
Araceli llegó a Guadalajara hace 25 años, procedente de su Guadix natal. Toda su vida fue ama de casa. Tiene dos hijos y cuatro nietos. Uno de ellos, David Hermoso, se hizo viral al compartir con orgullo por redes sociales la foto de su abuela vacunándose. Araceli es viuda y vive en la Residencia Los Olmos desde 2013. Ella pasará a la historia como la primera en vacunarse en nuestro país. Se santiguó antes de que le administrasen la dosis y lo primero que dijo tras el pinchazo fue “gracias a Dios”. Tras el histórico momento… a desayunar churros. Las fotos pueden esperar.
Áureo López – 88 años: "Esto es la leche"
Cevico de la Torre, Palencia (Castilla y León), Residencia Santa Eugenia
"He confiado siempre en ello y tenía mucha ilusión. Además, tengo esperanza en que podamos mejorar, porque esto es la leche". Así fueron las primeras palabras de Áureo López, un palentino que vive en la Residencia Santa Eugenia del pequeño municipio de Cevico de la Torre (Palencia), tras su vacunación. Áureo ha sido el primer castellano-leonés en recibir la dosis. El primero de su residencia, donde en total se administraron 122 vacunas: 82 residentes y 40 trabajadores.
Áureo, que a sus 88 años se siente fenomenal de salud, confesó que lo que echa de menos es salir a la calle: "Llevamos diez meses sin pisar asfalto. Estaba acostumbrado a andar cuatro o cinco kilómetros, me ha frenado las piernas estos meses". Áureo puso el brazo para salir afuera y para que puedan hacerlo también el resto de sus compañeros. Sobre efectos secundarios, ni están ni se les espera: “Mal no nos va a hacer. Si mejoramos es un éxito”.
Nieves Cabo – 82 años: “Estoy como nueva”
Santiago de Compostela (Galicia), Residencia Porta Do Carmiño
¿Quién dijo miedo? No desde luego en la Residencia Porta do Camiño, en Santiago. Allí, la compostelana Nieves Cabo, de 82 años, fue la primera en poner su brazo para que le administrasen la vacuna contra la Covid-19. Ella no dudó en aceptar el reto y ponerse delante de la aguja. Curiosamente, es una de las más nuevas en la residencia. Llegó hace poco más de dos meses, pero no le pesó la responsabilidad cuando le propusieron ser la primera. Casi eufórica, declaraba después que “no tengo ningún miedo. Me encuentro bien, es una maravilla. Estoy como nueva”. Es la respuesta a los que esgrimen el miedo a los posibles efectos secundarios como argumento para no vacunarse. Entretanto, sus compañeros de residencia esperan las nuevas dosis para ser los siguientes en ponérsela.
María Dolores Luzuriaga – 72 años: “Animo a todos a que se vacunen”
Cueto (Cantabria), CAD Cueto
Cuentan en el Centro de Atención a la Dependencia (CAD) de Cueto (Cantabria) que María Dolores Luzuriaga se ofreció ella para ser la primera en recibir la vacuna de Pfizer “con mucho entusiasmo”. Y es que, para Maria Dolores, todo este asunto de la salud y las terapias no son nuevos en ningún caso. Esta cántabra de 72 años trabajó en el sector. Fue terapeuta ocupacional en el Servicio Cántabro de Salud (SCS). Lleva toda su vida ayudando a personas para mejorar su estado físico. Ahora, ya retirada, sigue predicando con el ejemplo. Ya no trabaja como terapeuta, pero puede seguir ayudando. “Estaba muy concienciada y ha estado animando a sus compañeros del CAD para que ellos también se vacunen”, contaban la directora general de Salud Pública, Paloma Navas; la gerente del SCS, Celia Gómez; y la coordinadora del plan de vacunación en Cantabria, Flora Pérez. Todas ellas destacaron el “mensaje de entusiasmo” de María Dolores.
Vicente Mirón – 72 años: “Que otro año haya más cámaras”
Ceclavín, Cáceres (Extremadura), Residencia Rosalba
Vicente Mirón, el primer vacunado de Extremadura el domingo 27, llegó rompiendo moldes. No imaginen a un anciano con andador, boina y chaquetilla de punto. Vicente Mirón apareció en la sala de vacunaciones con un aspecto muy rockero: una camiseta negra desgastada del grupo sevillano Triana. Esbozando una amplia sonrisa, a Vicente Mirón tampoco le pudo la presión de ser el centro de las miradas de toda su comunidad y del resto de España. A pesar de no estar acostumbrado a lidiar con los medios, tras vacunarse les dijo a los periodistas, todo desparpajo: “Espero que otro año haya tantas cámaras o más”. Vicente está en la Residencia Rosalba (Mérida). Hizo gala de muy buen humor. Tras el pinchazo le tomaron la tensión y todo marchó sobre ruedas. Tras su vacunación le tocó el turno a María García, de 85 años y natural de Zalamea de la Serena, que sí se mostró más tensa que Vicente ante la inyección.
Emilia Nájera – 80 años: “Estamos faltos de besos”
Zaragoza (Aragón), Residencia Romareda
Si hay algo que estamos extrañando durante la pandemia es la falta de contacto físico con nuestros seres queridos. Y sin duda son los mayores, los que viven en residencias, los que se ven más afectados por este daño colateral provocado por el coronavirus. Así lo expresó Emilia Nájera, la zaragozana de 80 años que ha sido pionera en su comunidad en recibir la vacuna. Los mayores echan en falta los besos y los abrazos. Por eso cree Emilia que "tenemos que ser los primeros. Es una cosa buena para todo el mundo que nos va a curar. Podremos abrazarnos con las personas que queremos. Estamos faltos de abrazos y besos", declaró.
Emilia vive en la céntrica Residencia Romareda, en la capital aragonesa. Allí lleva desde 2008. Niega, no obstante, sentirse valiente por haberse prestado a ser la primera. "Para esto no hay que ser valiente. Hay que pensar en las cosas y que nos las hacen a favor. No hay más que decidirse y decir: sí, hay que hacerlo, porque es el único medio que tenemos para curar al bicho".
Francisco Guerrero – 70 años: “Al principio era reacio y tenía miedo”
Pamplona (Navarra), Residencia El Vergel
El benjamín de esta lista de pioneros tiene 70 años. Se llama Francisco Guerrero Cana y es natural de Pamplona. Vive en la Residencia El Vergel de la capital navarra y reconoce que no tuvo tan claro como el resto de pioneros lo de ponerse la vacuna en primer lugar. “Al principio era reacio, tenía un poco de miedo”, declaró tras el histórico pinchazo. Confesó también que había sido la propia directora de la residencia la que le acabó convenciendo. Francisco, que tiene hijo, nuera y dos nietos, se siente ahora satisfecho por haber dado el paso. Esta vacuna es el final de un túnel al que no le veían salida. "Hemos pasado un año un poco mal. Suerte que aquí no entró el virus, pero lo hemos pasado mal: no poder salir, no había visitas. Estábamos asustados”, declaró. No poder recibir las visitas de sus familiares fue lo que peor llevó y el acicate para acabar dando el pasó y vacunarse.
Josefa Pérez – 89 años: “Sólo te mueres una vez”
L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona (Cataluña), Residencia Feixa Llarga
En Cataluña, la primera persona en recibir su dosis fue Josefa Pérez. Es, por edad, la segunda más longeva de esta lista de pioneros. Tiene 89 años, es natural de Orense y reside en el centro Feixa Llarga de l'Hospitalet de Llobregat (Barcelona) desde 2009. En dicha residencia no hay ningún contagiado. En una entrevista con TV3, Josefa reconoció que "hace tiempo" que se quería vacunar. "Tengo mucha fe, y la fe mueve montañas", sentenció la casi nonagenaria gallega. Declaró que con la vacuna le ha tocado la lotería y que no hay que tener miedo, porque “sólo te mueres una vez”. En cuanto a la vida en la residencia durante estos meses de pandemia, ha explicado que están bien: "Nos dan comida, nos lavan la ropa, tenemos cama... ¿Qué más queremos?".
Batiste Martí – 81 años: “Si soy el primero, mejor que el segundo”
Rafelbunyol (Valencia), Residencia Virgen del Milagro
"Ha sigut una punxaeta i au" (Ha sido un pinchacito y ya está). Así tranquilizaba a los presentes Batiste Martí, el primer valenciano en recibir la vacuna de Pfizer. Tiene 81 años y confiesa haber pasado nervios y miedo, pero también tenía claro que era algo por lo que quería pasar. “Si puedo ser el primero, mejor que el segundo”, se postulaba horas antes de la vacunación, cuando todavía no se había decidido a quién le iba a tocar. Batiste vive en la residencia Virgen del Milagro, de Rafelbunyol. La directora del centro fue la siguiente en poner el brazo.
Nicanor, el otro héroe
El primer vacunado en Madrid tiene 72 años, se llama Nicanor y vive en la Residencia de Mayores de Vallecas. Desde allí, sin embargo, se negaron rotundamente a facilitar su apellido ante la llamada de este periódico. Sabemos que nació en Badajoz, que reside en este barrio madrileño desde hace cuatro años y que comparte residencia con su mujer desde hace 2. Ella, sin embargo, no ha podido vacunarse por una cuestión de alergias. Aunque nos nieguen su apellido, Nicanor también ha entrado por derecho propio en esta lista histórica que abre una puerta a la esperanza. Y una vez más ha sido la generación de la guerra y la posguerra la que se ha puesto en primera línea. Con nervios pero sin miedo. Ellos han sido los pioneros, los que han abierto el camino. No hay excusa. Ni dolor, ni efectos secundarios. Nuestros ancianos lo han demostrado una vez más. Ahora, que cunda el ejemplo.