El temporal de estos últimos días deja este martes 110 tramos de carreteras afectados por la nieve, según la Dirección General de Tráfico (DGT). Varios puertos de montaña —como Las Palomas (Cádiz) o La Sia (Cantabria)— están cerrados. Muchos tramos están vetados a vehículos pesados y exigen el uso de cadenas para turismos. La DGT recuerda a los ciudadanos que tengan que desplazarse por carretera planificar el viaje antes de salir, consultar el pronóstico meteorológico, el estado de la circulación de la red viaria y valorar la necesidad de realizar el desplazamiento. Y siempre, ante la duda, cadenas a bordo.
El 2021 ha comenzado con bajas temperaturas y un temporal de nieve y viento en algunas zonas del país, sobre todo en el norte y en el interior peninsular. Hay 29 las provincias en alerta por nieve, frío, oleaje, viento y riesgo de aludes, según informa la Agencia Estatal de Meteorología. ¿Y si mañana despierto con el acceso a mi garaje totalmente cubierto de nieve? Fácil: sal.
Una simple búsqueda en Amazon nos lanza multitud de ofertas de sacos de sal en grandes cantidades. Sacos de 10, 15, 25 y hasta 50 kilos de sal que ninguno pasa de los 20 euros. El saco mostrado en la imagen lo comercializa la empresa alemana Streusalz, específicamente dedicada a la sal de carretera. Hay otras, la mayoría alemanas y del norte de Europa, donde sufren mucho más la nieve que en España.
La sal empleada en las carreteras no es distinta de la del supermercado. Ambas son cloruro sódico, es decir, sal marina común. La única diferencia puede ser la presencia de algunos compuestos minerales distintos al citado cloruro sódico en la sal para la nieve, tales como como anhidrita (sulfato de calcio), sulfato de magnesio o arcilla. La sal común de mesa tiene una pureza del 98%. Algunas sales usadas en carreteras rondan el 95% por la presencia de los elementos indicados.
Si por lo que fuera, no puede esperar a que llegue su saco, la sal de su cocina hará el mismo trabajo. Pero, ¿por qué sal? Porque el agua salada se congela a una temperatura menor a los 0 grados centígrados. Concretamente, si el agua tiene un 10% de sal diluida, se congelará a partir de los -6ºC.
Cuando disolvemos una sustancia en agua, su temperatura de solidificación desciende. Una disolución de agua y sal se congela a menos temperatura que agua sin sal. Y a mayor cantidad de sal en el agua, más frío hará falta para convertirla en hielo. Pero, ¿es correcto decir que la sal derrite la nieve? Sí y no.
Si la temperatura ambiente es menor de -8ºC echar sal sobre la nieve poco puede hacer. Hace falta que una parte de esa nieve sea líquida para que la sal se pueda diluir en el agua y bajar así la temperatura de congelación. Dependiendo de la cantidad de sal diluida, se puede llegar a bajar la temperatura de congelación hasta los -21ºC.
¿Alternativas?
Sin embargo el uso de la sal para quitar nieve de la carretera (o evitar su aparición) tiene sus puntos negativos. Por ejemplo, algunos animales pueden ver su piel dañada si caminan sobre el pavimento salado de forma continuada. La sal les seca la piel.
La sal también corroe los metales y puede dañar la carretera a largo plazo. Si alguna vez ha cambiado la rueda de un coche que se mueve habitualmente por zonas nevadas (y carreteras saladas) habrá notado que sacar la rueda puede ser un parto. La corrosión provocada por la sal hace que la rueda se encalle en el eje. Al sacarla también podrá observar un avanzado estado de oxidación, especialmente, si su coche tiene ya unos años.
Hay alternativas al uso de la sal para derretir la nieve. La urea (presente en la orina) es una sustancia que también funciona en este menester. Aunque a lo largo, daña a las plantas. Lo menos lesivo para el medio ambiente es el jugo de remolacha, usado desde hace décadas en las carreteras canadienses.
Es biodegradable y no daña ni a animales ni plantas. Sin embargo, no derrite el hielo, evita que se forme. Por eso en Canadá muchas veces lo mezclan con sal para potenciar su efecto. Diluido en sal, el jugo de remolacha puede bajar la temperatura de solidificación hasta los -28ºC. Pero tampoco es la solución perfecta: el olor de la remolacha no agrada a todo el mundo. Así que en zonas urbanas, con permiso de los perros, la mejor opción parece que sigue siendo la sal.