El sábado 19 de diciembre de 2020, el primer ministro británico, Boris Johnson, anunciaba el confinamiento de Londres y el sureste del país por la detección de una mutación del coronavirus SARS-CoV-2. La variante del virus acabó conociéndose como ‘cepa británica’. Johnson señaló que era un 70% más contagiosa que la original y que para tratar de contener su propagación debía tomar medidas drásticas antes de las Navidades.
Dos días más tarde, el primer ministro de Gibraltar, Fabian Picardo, informó ante su Parlamento de la existencia de un caso de esta nueva cepa en el Peñón. Científicos británicos lo detectaron a mediados de noviembre, un mes antes del anuncio del Boris Johnson y de la publicación del estudio.
La palabras de Picardo pasaron desapercibidas en la mayor parte de España, pero no entre los vecinos que residen justo al otro lado de la valla que nos separa de la colonia británica. En especial, en los pueblos gaditanos de la comarca del Campo de Gibraltar.
Los habitantes de La Línea de la Concepción, Algeciras, Los Barrios o San Roque se tentaron las ropas porque 15.000 transfronterizos -10.000 de ellos, españoles- entran cada día al Peñón a trabajar. Por pura lógica, sabían que si la cepa británica era tan contagiosa como decía Johnson, las cifras de enfermos se iban a disparar de inmediato en las localidades campogibraltareñas.
El paso de las semanas indica que, a priori y a falta de estudios concluyentes, ese mal augurio ha acabado siendo una realidad. En las poblaciones vecinas a Gibraltar, donde hasta diciembre la pandemia había azotado de una forma mucho menos severa que en otros puntos del país, vivieron la tercera ola antes que en el resto del territorio nacional.
Y lo hicieron con registros dramáticos: el jueves de la semana pasada, en La Línea se registraba el pico más alto desde el inicio de la pandemia, con una incidencia acumulada en las dos semanas anteriores de 2.550 casos por cada 100.000 habitantes. Este lunes la cifra había bajado a 2.299, mientras que la media nacional era de 885.
Esa llegada anticipada de la tercera ola a la comarca se constató con la reacción del Gobierno andaluz. El 2 de enero, mientras el resto de los españoles todavía seguían ensimismados con las fiestas navideñas, la Junta de Andalucía decretó el cierre perimetral de la comarca del Campo de Gibraltar, donde viven 272.000 personas repartidas en ocho municipios.
Por ese entonces, la incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes era ya de 316 casos, muy por encima de esos 250 que marcan el límite del riesgo extremo. Dos días después, el 4 de enero, en la comunidad andaluza era sensiblemente inferior (142), mientras que en España se alcanzaban ya los 272 casos.
En esos primeros días de enero el foco más grave se encontraba en La Línea, la localidad española más próxima a Gibraltar. El Gobierno andaluz ordenó allí un cribado voluntario entre 1.000 de sus 65.000 habitantes. A la convocatoria acudieron 489 personas. 15 de ellas, asintomáticas, dieron positivo en un test PCR. Si se extrapola esa cifra a la población total, en esa primera semana del año, en torno a 2.000 linenses se encontraban contagiados sin ni siquiera saberlo.
"Datos muy concluyentes"
“Yo no soy epidemiólogo ni pretendo serlo. Tampoco voy a decir que exista una relación de causa-efecto entre el hallazgo de la cepa británica en Gibraltar y el brote tan drástico detectado de forma casi paralela al otro lado de la valla”, asegura el alcalde de La Línea, Juan Franco, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
“Esa no es mi competencia. Si existe relación que lo digan las autoridades sanitarias y científicas. Lo que sé es que hay datos muy concluyentes sobre cómo nos había afectado la pandemia hasta ese momento y cómo nos ha afectado a raíz de la detección de la mutación del virus. Ahí lo dejo”, añade el regidor linense.
Las cifras respaldan los recelos del alcalde de La Línea. Entre marzo y abril de 2020, con la llegada de la primera ola de la pandemia a España, La Línea registró una incidencia acumulada máxima de 200 contagios por cada 100.000 habitantes.
En verano, las cifras de contagios se redujeron notablemente, como sucedió en el resto del país. Con la llegada de la segunda ola -este otoño pasado-, el pico máximo de positivos en La Línea llegó a 188 casos por cada 100.000 personas. Seguían siendo cifras nada alarmantes si se comparaban con las del resto del país.
El 11 de diciembre, cuando la Junta de Andalucía levantó las medidas impuestas para reducir la propagación del virus en toda la comunidad -con prohibiciones de movilidad entre provincias y municipios o el cierre de la actividad no esencial a las 18 horas-, en La Línea se registraba una incidencia acumulada de 167 casos.
“Nueve meses después del inicio de la pandemia seguíamos teniendo cifras aceptables, y eso que nadie me había cambiado a mis 65.000 vecinos por otros 65.000”, dice Juan Franco con ironía.
“Ahora, un mes y medio después, La Línea es otra. Doy el pésame dos veces al día. Y eso que más del 90% de los niños llevan dos semanas sin ir al colegio. Si llegan a ir, se me cae el pueblo. Además, la Junta ha reducido la actividad a sólo lo esencial. Ahora pienso que ya estamos descendiendo desde el pico de la ola, como parece que le está sucediendo también a Gibraltar. Vamos de la mano con nuestros vecinos gibraltareños desde hace mes y medio”.
El portavoz de la Asociación Sociocultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Ascteg), Juan José Uceda, señala que la variante británica "ha empezado ya a hacer su aparición y estragos" en la comarca del Campo de Gibraltar.
Uceda sostiene que durante las pasadas Navidades "se han producido muchos incumplimientos" de las medidas sanitarias exigidas para combatir la pandemia, como el distanciamiento social o el uso de mascarillas en lugares públicos.
Sin embargo, señala al Gobierno de Gibraltar por su presunta falta de transparencia. "Notificó en diciembre, tres semanas más tarde, la aparición del primer enfermo contagiado de esta variante. Tampoco es de extrañar la multiplicación que debido a ello se ha producido" en el Peñón.
Fuentes oficiales del Ejecutivo gibraltareño sostienen que "nunca" hubo falta de transparencia. "Nadie escondió nada", apunta un portavoz oficial de la Administración de Fabian Picardo.
Medidas en Gibraltar
Esa tendencia alcista en cuanto al número de contagios y muertes en La Línea se ha evidenciado de forma paralela en Gibraltar. El 19 de diciembre de 2020, cuando Boris Johnson anunció la detección de la ‘cepa británica’, el Peñón registró 143 positivos, 23 más que el día anterior, y sólo seis muertos desde el inicio de la pandemia.
Este lunes, 37 días después, tenía contagiados a 472 de sus 33.140 habitantes, y contaba 65 muertes. En poco más de un mes había multiplicado por 10 el número de fallecidos registrados entre marzo y diciembre de 2020.
Entre ambas fechas -19 de diciembre y 25 de enero-, el gobierno de Gibraltar ha tomado una serie de decisiones. El 21 de diciembre, Picardo ordenó el cierre de restaurantes y gimnasios y prohibió la asistencia a lugares de culto. También se comenzó a exigir una PCR negativa a todos las personas que llegaban en avión desde Londres, y redujo a dos los vuelos semanales que unen Gibraltar con la capital británica.
Hasta ese momento, pese a que habían detectado un mes antes un caso de la nueva variante del virus, había un vuelo diario (ida y vuelta) entre ambos destinos. A los pasajeros que iban a bordo no se les exigía ninguna prueba al llegar a tierra. El 27 de diciembre, Picardo endureció las restricciones. Impuso el toque de queda a las 22 horas y cerró toda actividad comercial, salvo la esencial. El 2 de enero decretó el confinamiento de la población, incluido el cierre de colegios.
Desde el gobierno de Gibraltar no facilitaron a este periódico el número de casos detectados hasta este lunes de la variante británica del virus. Emplazaron a ofrecer “mañana [por este martes]” dicha información.
Desde la Consejería de Salud y Familias de la Junta confirman a este periódico que, hasta el momento, se han detecado 70 casos de la variante británica del coronavirus en la región.
Según informa este martes ABC citando a Nicola Lorusso, epidemiólogo y asesor técnico de la Dirección General de Salud Pública en Andalucía, la detección irá creciendo conforme se realicen pruebas de secuenciación genómica de SARS-CoV-2 en un número representantivo de contagiados, algo que por el momento se está haciendo con escasa intensidad. "Sabemos que la variante ya se está transmitiendo en nuestro territorio".
Una piedra en el estanque
Mientras La Línea y Gibraltar dan señales de comenzar el descenso de la tercera ola, en poblaciones vecinas como San Roque o Algeciras aguardan seguir la misma senda.
“Se ha producido como el efecto de tirar una piedra en un estanque”, explica el alcalde de La Línea. “A mayor proximidad con Gibraltar, como nos ocurre a nosotros, más pronto comenzaron los contagios y en mayor número. A mayor distancia o menor relación laboral, como ocurre con otros pueblos de la comarca, más tarde ha llegado la expansión del virus y más tarde se reducirán las cifras, pienso”.
Este lunes, en Algeciras la incidencia acumulada era de 703 casos por cada 100.000 habitantes; en Los Barrios, 1.175; en Tarifa, 842; en Castellar de la Frontera, 2.787; en Jimena de la Frontera, 1.855; en San Martín del Tesorillo, 1.380, y en San Roque, 1.835.
Con la cifra de contagios desbocada, en La Línea hay una ‘rebelión’ en las aulas desde el 8 de enero, cuando se retomó el curso escolar. La mayoría de padres y madres han decidido no llevar a sus hijos a clases hasta que no se frenen los positivos entre la población.
Desde la Federación Linense de Madres y Padres de Alumnos (FLAMPA) señalan a este periódico que el pasado viernes más del 96% de los 13.000 alumnos de la localidad no asistieron a clase. Carolina López, presidenta del colectivo, explica que ese día todavía había 1.020 estudiantes confinados por contagio o por contacto directo con un positivo, y 65 profesores en idéntica situación.
“Además, sabemos que hay alrededor de 1.300 casos todavía por rastrear”, añade. “En esas condiciones, pedimos el cierre de los colegios y volver a las clases telemáticas. Al menos hasta que la situación se normalice. Se lo hemos pedido a la Junta, pero no nos ha hecho caso”, afirma Carolina López.
“Si ellos no actúan como gobierno, nosotros como padres estamos en nuestro derecho de salvaguardar la salud de nuestros hijos. Es evidente que la cepa británica ha incidido en la situación que vive La Línea. Ante una realidad tan compleja, no podemos quedarnos quietos. Mejor será que se dejen de amenazas y actúen”.
Desde la Consejería de Educación andaluza lo tienen claro: el curso se va a mantener de forma presencial, incluso aunque el Gobierno central permitiera a la Junta aplicar el confinamiento domiciliario que está reclamando. Lo hará en La Línea, en toda la comarca del Campo de Gibraltar y en toda la región.
En un encuentro de trabajo con periodistas, el consejero del ramo, Javier Imbroda, admitió este lunes "la gran preocupación" existente ante el avance de la cepa británica en la comunidad, pero subrayó que el miedo no puede justificar el absentismo escolar.
La Junta de Andalucía ha iniciado el protocolo pertinente en las mismas condiciones que los casos de absentismo en circunstancias normales. "Amenazas cero, yo no amenazo a nadie", advertía el consejero ante la postura de muchos padres de La Línea que le han pedido por carta el cierre de las aulas por la alta incidencia del coronavirus en la localidad.
Imbroda explicó que se va a seguir el mismo protocolo de absentismo ordinario, el cual conlleva que la dirección de los centros, junto a la Inspección educativa, contacten con los padres a través de los servicios sociales. Este procedimiento podría acabar, en última instancia, con la denuncia a los progenitores por no llevar a sus hijos a clase. Incluso, los casos que se dieran podrían llegar a la Fiscalía si la negativa persiste. El consejero reconoció que la mayoría no llegan a este extremo.
Padres contagiados, hijos no
Sin embargo, en La Línea persiste la negativa generalizada de los padres a llevar a sus hijos al colegio. Consuelo y Francisco, un matrimonio linense con dos hijos, no llevan a los críos a clase desde el último día lectivo previo a las vacaciones de Navidad.
"Mientras esto no cambie, mis hijos se quedarán en casa", dice Consuelo. "Antes está la salud de ellos que cualquier otra cosa. Mi marido y yo no tenemos dudas".
La tercera ola de la pandemia ha entrado en la casa de la pareja. Consuelo y Francisco dieron positivo en una prueba PCR el pasado viernes. Sus hijos, Triana, de 13 años, y Paquito, de nueve, resultaron negativos.
Desde entonces, los críos pasan los días encerrados en sus respectivas habitaciones, sin entrar en contacto físico con sus padres. Durante algunas horas se juntan para hacer los deberes. Sólo salen a recoger la comida a la cocina y cuando han de ir al aseo, que se desinfecta tras cada uso.
"Pensamos que acabarán contagiándose, pero ojalá no sea así", explica Consuelo. "Si la cepa británica no ha hecho daño en La Línea, que venga Dios y lo vea. Aquí antes había cuatro contagios mal contaos. Ahora salen positivos de debajo de las piedras".