Gerardo Rosales lleva ya tres años asistiendo a diario al hospital de la Serranía de Ronda, le acompaña María Ángeles Aguilar desde el año pasado. Él es sacerdote y se encarga de administrar los sacramentos; ella es laica y colabora por las mañanas acompañando a las familias y dándoles la comunión a quienes se lo piden. Desde que empezó la pandemia, han aumentado su trabajo un 40%: “Cada vez nos llama más gente”, afirma el padre Gerardo. Desde marzo y hasta diciembre de 2020 ha administrado 90 unciones de enfermos; en enero la situación está siendo muy dura.
Ronda es la capital de la Serranía, uno de los municipios malagueños con más historia. La incidencia de la pandemia está siendo demoledora. La madrugada del viernes al sábado pasó al nivel 2 de la fase 4 de alerta: la tasa de contagios es de más de 1.800 casos por cada 100.000 habitantes. Desde entonces, toda la actividad no esencial está suspendida. Actualmente hay más de 900 casos activos en la comarca. Sólo este martes se sumaron 53 nuevos casos.
La alta incidencia actual se demuestra en el trabajo de Gerardo como capellán del hospital: "Hace unos días, cuando salía del hospital camino de casa, me llamaron en la puerta para dar una unción a un enfermo". Era de noche y el sacerdote había pasado varias horas atendiendo espiritualmente a pacientes. La vocación de servicio de este cura no entiende de horarios. Se dio la vuelta y acudió al lado del paciente que le necesitaba.
Desde el centro también ponen de su parte. "El hospital está aportando mucho para que las personas que solicitan la ayuda espiritual no se encuentren solas. Facilitan mucho nuestro trabajo", agradece el padre Gerardo.
La labor de los religiosos en la ciudad durante esta tercera ola está siendo más necesaria que nunca. María Ángeles lo confirma: “Dios nos está dando la fuerza que nos hace falta en estos momentos”. En el caso de Gerardo, desde que empezó el nuevo tsunami de contagios, ha tenido que cambiar su modo de vida: “Yo vivo fuera de Ronda y vengo cada tarde a pasar por las plantas Covid. Ahora tengo que levantarme más temprano, comer a las 12 de la mañana, he tenido que cambiar los horarios de misas…”.
Su responsabilidad, la de estar al lado de los que están sufriendo, le ha hecho dar la vuelta a su rutina. Tarda algo más de una hora en llegar al hospital, por eso, cada día sale a las cuatro de la tarde de casa. Llega a las cinco, se prepara y comienza a atender a quienes requieren de su presencia.
¿Hay algo positivo en esta pandemia? Aunque está siendo duro, y así lo expresa el sacerdote, se está encontrando con que “está resurgiendo la fe” en muchos jóvenes. El padre Gerardo dice estar encontrándose con algo muy curioso: "He comprobado que hay padres creyentes con hijos que no lo son. Son precisamente los hijos los que insisten en que acudamos a ver a sus familiares".
Gerardo es uno de los curas que más recientemente se han ordenado en la Diócesis de Málaga, fue en junio de 2018 cuando comenzó su vida como sacerdote tras años como diácono. Desde entonces, ejerce como capellán en el Hospital de Ronda, además de párroco en tres pueblos de la zona: Júzcar, Faraján y Alpandeire.
Este año el capellán del hospital ha presentado un informe en el que recoge su actividad durante el año 2020. Su presencia en el centro se hace indispensable para muchas familias: "No sólo nos llaman para recibir los sacramentos, también para acompañarles". Las familias acogen su cercanía: "Es una relación muy grata la que se establece con los enfermos y sus allegados".
El hospital de Ronda está viviendo uno de los peores momentos: esta misma semana más de 100 sanitarios están en aislamiento por ser positivos o haber tenido contacto estrecho con contagiados. Entre otros, por ese motivo todas las precauciones son pocas. Tanto el sacerdote como la asistente tienen que prepararse antes de entrar en las plantas con pacientes Covid. Entran protegidos con los equipos de protección individual, igual que cualquier otro sanitario. "Entramos con toda la equipación".
María Ángeles fue nombrada en verano, sustituyendo a Ana, que llevaba años asistiendo a familiares de enfermos. "A mí me tienen por alguien más cercana, más familiar que al sacerdote. De primeras les extraña", confirma la actual asistente.
Cinco entierros Covid
Otro de los sacerdotes que ejerce en Ronda, Juan Carlos Millán, también asiste en los dos tanatorios de la ciudad. Recuerda que a finales de la semana pasada tuvieron que oficiar hasta siete entierros: “Cuatro eran de fallecidos con Covid confirmados, uno de ellos estaba sin el resultado de la PCR y los otros dos sí pudieron ser velados”.
El Tanatorio del Niño Jesús se encuentra junto al cementerio de San Lorenzo y cuenta con cinco salas y una capilla. Relatan sus trabajadores que en días pasados recibieron el cuerpo de un fallecido por la Covid-19. Los que han muerto infectados llegan, siguiendo el protocolo, en bolsas herméticamente selladas para evitar la transmisión.
Los familiares no ven el cuerpo en ningún momento. “En las salas sólo se permite a seis personas, pero hemos tenido hace poco a más de 30 personas en la puerta”. Estaban fuera del recinto y no podían hacer nada por disolver la reunión. Según algunos testigos, "habían comprado café", estaban en pleno velatorio.
El padre Juan Carlos está destinado en Ronda desde 2015 y ha pasado por los mismos pueblos en los que ahora está Gerardo. También oficia misa por las mañanas en uno de los dos conventos de clarisas de la ciudad. Hasta el momento, ambos están limpios de coronavirus. Son monjas de clausura y cuando salen a la celosía a recibir la Eucaristía llevan todas mascarilla.
En Ronda hay varios sacerdotes: además de los padres Gerardo y Juan Carlos, también trabajan en la ciudad el padre Alonso, David Roca, José Luis Pastor, Serafín Corral y Francisco Sánchez. El padre Francisco está actualmente confinado. Dio positivo por coronavirus el día de Reyes. "Estoy viviendo en primera persona esta situación muy dura y desesperante. Estoy confinado desde el día 7 de enero, llevo ya 22 días".
El padre Francisco vive habitualmente en casa de sus padres, porque es de Ronda, aunque ahora se encuentra confinado en la casa de la Parroquia de Santa María: "Aprovecho el tiempo para descansar, para rezar, para respirar y para valorar los minutos de la vida que Dios nos regala".
Francisco celebra misa todos los días en el convento de las Hermanas de la Cruz: "Que precisamente también al igual que yo están confinadas. Y una hermana acaba de fallecer por Covid-19". Su ritmo habitual, ahora truncado, incluye una misa semanal en el santuario de la Virgen de la Paz, la misa de la parroquia del Espíritu Santo: "Con un grupo de monaguillos, con un coro parroquial, con los catequistas y los grupos de niños". También celebra en una de las iglesias más monumentales de Ronda, la de la Encarnación la Mayor. Además de su vida como párroco, que incluye las visitas, reuniones pastorales y catequesis.
"En estos momentos como enfermo, y esperando que todo pase pronto y sane, me siento muy unido a mi comunidad parroquial. Pues estar enfermo no significa perder la vida espiritual, ni estar desechado de la vida activa de una parroquia", afirma el padre Francisco desde su confinamiento.
Los curas en Ronda están multiplicando su labor, la enfermedad y la muerte de familiares despiertan la fe. Además de la merma que supone contar con un sacerdote menos, los feligreses necesitan más acompañamiento y cercanía espiritual.
Monjas confinadas
En la misma plaza del Ayuntamiento, junto al convento de las clarisas, está cerrado a cal y canto el de las Hermanas de la Cruz. El monumento a su fundadora, Santa Ángela de la Cruz, escolta la puerta: la decena de religiosas en su interior están confinadas. Se trata de monjas que se dedican a visitar a enfermos, aunque sólo salen para estas labores, ya que el resto del tiempo hacen vida de clausura. Fuentes cercanas a este cenobio confirman que dos de las monjas se contagiaron de Covid-19 en una visita domiciliaria y llevaron la enfermedad a su comunidad.
Estas religiosas están sufriendo la severidad de la tercera ola en Ronda. Pero no son las únicas. Otras monjas, las Hermanitas de los Pobres, tienen su residencia de mayores cerrada por un brote.
Desde principios de enero la residencia de estas monjas está sufriendo un brote que afecta a la mayoría de sus residentes, del personal y de las más de veinte religiosas que viven allí. Todos ellos habían sido vacunados de la primera dosis contra la Covid-19, pero no han recibido la segunda: "Esto ha significado que el brote esté siendo menos duro", confirman fuentes cercanas.
Sor María de los Ángeles, una de las hermanas que forma parte de esta comunidad, reflejaba en los medios su preocupación: "El virus es como el diablo; nos ha pillado de sopetón".
Ciudad fantasma
Ronda es uno de los centros turísticos más relevantes de la provincia de Málaga. Apenas a 30 minutos de la Costa del Sol, sus atractivos se centran en el monumental Tajo, un desfiladero que fue declarado Monumento Natural de Andalucía en 2019.
También su plaza de toros, la Real Maestanza de Caballería de Ronda, y una cantidad de monumentos, principalmente iglesias, con profundas raíces históricas. Uno de los templos de la ciudad contiene una de las reliquias más conocidas: la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, una pieza de plata sobredorada con piedras preciosas que se encuentra en la Iglesia de la Merced.
La vida social y comercial de la ciudad se concentra en tres enclaves cercanos: la Plaza del Socorro, donde se encuentra el monumento a Andalucía, con una escultura de Hércules con los leones y las columnas que aparecen en el escudo de la comunidad. Con comercios de hostelería a cada lado de la plaza, es habitual encontrar siempre ambiente.
Otro de los lugares más bulliciosos es la calle Lorenzo Borrego, donde habitualmente las terrazas de los bares y restaurantes ocupan buena parte de esta vía peatonal. Esta semana está absolutamente vacía. A media mañana suelen estar preparados los comercios para recibir a los turistas y locales; desde este sábado, la situación es desoladora.
Según Antonio Palma, secretario de la asociación de empresarios Apymer, "en Ronda hay 2.759 establecimientos activos, de los que casi el 40% se dedican al comercio minorista y la hostelería". Los datos de la asociación confirman que actualmente hay más de 600 autónomos y más de 1.800 trabajadores que no pueden trabajar por motivo de las restricciones.
Respecto al sector hostelero las cifras son aún más preocupantes. En este caso están cerrados al público 400 establecimientos y tan sólo una treintena están ofreciendo algún tipo de servicio a domicilio. Es decir, más del 90% están cerrados. El número de trabajadores que no están acudiendo a su puesto de trabajo se cifra en 1.500.
Otra de las vías más frecuentadas es la calle Vicente Espinel o la "Calle de la Bola", como es conocida tradicionalmente, presenta durante estos días un aspecto nada habitual. "Parece una ciudad fantasma", reconocen algunos vecinos que pasean -principalmente con sus mascotas- por estos enclaves.
En otro sentido, desde el Ayuntamiento han pedido el cierre de los centros escolares. A pesar de la insistencia de la alcaldesa, Maripaz Fernández, desde la Junta de Andalucía se ha insistido en que los centros son "lugares seguros" frente a la Covid-19.