El próximo 14 de febrero Gabriel Delgado (2003, Calatayud) celebrará su segundo cumpleaños. No el de su nacimiento, claro. Sino el de su DNI. Ese que, desde 2019, al menos le representa en lo que a nombre se refiere. Gabriel, Gabi para quienes le conocen.
No es fácil averiguar 15 años después de haber nacido que en realidad siempre fuiste Gabriel. Pero aún menos saber por fin quién eres y que alguien te impida serlo. Y eso fue precisamente lo que le pasó a este joven trans. Cuando quiso cambiar su DNI, la jueza y la fiscal del registro civil de su ciudad determinaron que Gabriel no podía ser el nombre que constase en su DNI porque "no era neutro". Era, según ambas, inequívocamente masculino. Pero claro, de eso trataba precisamente el tema.
Fue un mazazo para él, su familia, sus amigos e incluso para sus profesores. Todos sabían que Gabi era Gabi, pero no fue suficiente. Junto con la solicitud, presentaron informes médicos sobre su inicio con los bloqueadores hormonales e incluso un dossier escolar que acreditaba que era conocido como Gabriel por todos. La respuesta fue un no rotundo. "Dijeron que mi nombre podría confundir a la gente, pero es que el problema lo tiene la gente. Nadie puede decir quién soy ni cómo me llamo. Es muy duro que te nieguen ser quien eres. Es tu nombre. Es un derecho de la infancia", cuenta este bilbilitano, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Aun así, este joven no tardó en reponerse. Siguió luchando. Él y sus padres interpusieron un recurso y ocho meses después de lo previsto, conseguía ser Gabriel para todos, para quienes le conocían y los que no. "Fueron semanas tensas, tenía mucha incertidumbre. Pensaba: ¿Y si no me lo cambian?", recuerda Gabi. Este, no obstante, es solo uno de los muchos obstáculos que se ha encontrado (y sigue encontrándose) por el camino este aragonés desde sabe quién es. No es el único, claro. Según relata, tiene "amigues" que lo han pasado mucho peor e incluso "han intentado suicidarse por no sentirse aceptados". "Es muy triste y eso que en España estamos bien", cuenta.
Escenarios como el que ha vivido Gabriel con su DNI o sus amigos no sintiéndose aceptados por sus padres o su entorno son los que pretende evitar la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans del Ministerio de Igualdad, liderado por Irene Montero. Entre las propuestas está, por ejemplo, la libre determinación de la identidad de género. Aquella que permite cambiar de nombre y sexo al individuo simplemente con decirlo a partir de los 16 años. Sin informes médicos, psicológicos ni tratamientos hormonales de dos años, como sí obliga hasta ahora la legislación.
Este joven, sin embargo, advierte que la norma de Montero no lo es todo. "La ley trans es super necesaria y nos va a proteger, pero no nos da visibilidad y ese es el objetivo. Es necesario tener referentes. Por ejemplo, en el Congreso hay una trans visibilizada, pero ahora mismo seguro que nadie sabe su nombre. Yo no tuve referentes. Necesitamos contactar con personas que estén de cara al público. No tienen por qué ser políticos. El panadero, el barrendero... Una representación real", demanda. Gabriel no tuvo referentes hasta que, de un día para otro, él se convirtió en el referente de muchos. Esta es su historia.
Lilú
Siempre supo que era diferente al resto, pero lo cierto es que el resto nunca le hizo sentirse diferente. Recuerda perfectamente cuando estaba en clase de infantil y tenía que ir al baño. Había dos puertas, y en cada una había un dibujo que hacía referencia a chicos y a chicas. "Cuando tenía que ir y el de chicas estaba lleno, yo entraba siempre al de chicos. Igual que cuando jugaba al pilla pilla, iba con ellos. Y nunca nadie me dijo nada. Siempre socialicé como una persona ambigua. Yo era Lilú y todo el mundo me llamaba así", cuenta Gabriel Delgado.
No obstante, aunque todos le conocían como Lilú, Gabriel sabía que le "faltaba algo". Cuando llegó la pubertad, terminó de confirmarlo. "Cuando cumplí 15 años y comencé a desarrollarme, dije: qué está pasando aquí. Te viene el periodo y te dicen enhorabuena, ya empiezas a ser una mujer. Pero para mí la cosa no iba bien cada vez que se referían a mí en femenino. Yo nunca he sabido lo que es sentirse mujer. Cuando descubrí que podía ser un hombre, supe que lo era", explica este joven.
Entonces, Gabriel decidió exteriorizarlo socialmente. Estaba en tercero de la ESO. "Me aceptó todo el mundo. Se me arropó. Mi familia, mis amigos y también en el instituto. Me preguntaron lo que debían hacer y me pidieron perdón por si alguna vez se habían equivocado. Siempre hubo iniciativa", señala. Su caso fue algo más especial, dice, porque lo triste es que no es normal que todo vaya bien cuando inicias la transición.
Él tiene incluso su propia teoría de que cuando un trans hace público que lo es, algo siempre falla. "Hay tres tránsitos, el personal, el familiar y el social. Y yo tengo la teoría de que no puedes tener los tres bien. En mi caso, el personal fue el más difícil, tienes que aceptarte, los otros dos los tuve bien. Pero tengo muchos amigues que lo han pasado mal, que se han querido suicidar porque no les dejaban ser lo que eran", apunta este joven bilbilitano.
Hormonas
Cuando supo que era Gabriel ese sentimiento de un ser incompleto se borró. "Yo nunca había sido una mujer, tampoco nadie me preguntó", expresa. Y todo empezó a ir mejor. El siguiente paso era la hormonación. Una opción, insiste, que es "completamente opcional". En su caso, consideró que lo necesitaba. "En aquel entonces, por causas ajenas a este proceso, yo iba a un psicólogo. Y a través de él me derivaron al endocrino. Empecé con los bloqueadores durante la pubertad y llevo ya dos años con el tratamiento hormonal cruzado", relata.
Tenía 15 años y tuvo que acudir al médico con el consentimiento de sus padres, como exige todavía la legislación. Por suerte, nunca se encontró con ningún problema. Es más, su familia siempre ha sido uno de sus pilares fundamentales. Sin embargo, esto no ocurre siempre. El borrador de la nueva ley trans también contempla este punto. Para acceder a los tratamientos hormonales, bastará con un consentimiento informado que se podrá prestar a partir de los 16 años. Dejará de ser necesario un informe médico así como el consentimiento paterno de los menores que tengan dicha edad.
Un paso que este joven trans ve completamente necesario. "Igual que a los 16 años te quitas el apéndice o puedes decidir que quieres donar, eres capaz de saber quién eres. La gente se ha echado las manos a la cabeza con la hormonación y los menores. Pero lo primero es que es una elección y lo segundo es que tienes que tener hormonas que bloquear, y eso no ocurre con menos de 13 o 14 años, a no ser que tengas una adolescencia precoz", asevera.
Y va más alla. "Hay muchas niñas que cuando se desarrollan, necesitan hormonas para regularse. Con esto no pasa nada, a nadie se le cae el mundo. Sin embargo, si eres trans, empiezan los problemas. Los trans solo quieren existir y sentirse bien con su cuerpo. Muchos lo hacen más por la sociedad que por ellos mismos. Todo lo que pueda ayudar a eliminar estos estigmas es bueno", insiste.
Destinado a desaparecer
Gabriel también comparte la misma opinión respecto al cambio de nombre y sexo de la nueva norma de Igualdad, aunque con matices importantes. "A mi me parece muy bien que se establezca lo del cambio de sexo. Con que tu afirmes que has reflexionado y llegado a esa conclusión es suficiente. Yo tengo un informe médico cuyo diagnóstico es: transexualidad. Es ridículo. Que nadie se asuste con esto, nadie va a cambiarse el género por hacer la gracia. Si ser trans se pudiera escoger, nadie lo escogería. Aunque yo me sienta orgulloso cada día, es así", sentencia.
Este joven ve necesario todos estos cambios, pero lo cierto es que, según él, el sexo está destinado a desaparecer del DNI. "Tener vulva no es ser mujer y yo soy el mejor ejemplo. ¿Qué es ser mujer? El sexo en el DNI es un dato que sobra. Igual que tu foto en el curriculum, lo importante es tu experiencia. Es algo que habría que replantearse", sostiene.
Y es precisamente en este último punto, explica Gabriel, donde la ley trans no ha hecho nada al respecto. "Si un hombre trans se cambia el sexo de hombre (y no se opera, algo completamente opcional), no va a poder ir al ginecólogo. Eso no lo contempla la ley. Yo, por ejemplo, no me he cambiado el sexo. En la salud, soy femenino y en el instituto, soy masculino. Todo esto son problemas exclusivos de las personas trans, y por eso lo que digo es que aunque la ley es patra trans, los redactores son cis. Ellos no han vivido lo que nosotros hemos vivido", critica.
Redactada por cisgénero
Lo que, durante gran parte de la entrevista, sostiene este bilbilitano es que pese a que la ley trans se ha consultado a personas trans, quienes la han redactado han sido personas cisgénero (persona cuya identidad de género corresponde con su género asignado al nacer). "Me consta que en el PSOE hay peronas trans, pero no son un porcentaje significativo. Desde el Ministerio de Igualdad, los colectivos han estado asesorando, pero aunque la ley es para el colectivo trans, no ha sido hecha exclusivamente por trans. Ya sé que es un matiz, pero hubiese sido un empoderamiento que nos hubiesen dicho: hacedlo vosotros, es vuestra oportunidad. La ley nos va a proteger, pero seguimos siendo invisibles ante los ojos de la sociedad", dice Gabi.
Los referentes son importantes. Y muy pocos, incluido él, han tenido la suerte de tener uno. "El objetivo es empoderarnos, tener una representación real. Yo no he tenido referente hasta que he sido referente para muchos. Recuerdo que solo tenía una cuenta de Instagram de un chico trans que vivía en América. Ante esta realidad, nadie me puede garantizar que me suba a un bus y tres personas puedan hacerme algo por ser quién soy. No hay seguridad real. Es muy fácil ignorarnos. Por ejemplo, se informa en las noticias de asesinatos machistas, pero nadie informa de las muchas agresiones que sufren las personas trans. Queda mucho por hacer".
Para concluir su alegato y tal vez con el objetivo de que quienes todavía no les comprenden lo hagan, Gabriel hace una última reflexión: "Nosotros no queremos ser, lo somos desde que nacemos. Igual que una persona tiene los ojos marrones o azules. O calza un número de pie. Dirán que el número crece, pero el género también fluye".