Oficiaba misa, daba la comunión y sermoneaba sin mascarilla. Pero no solo eso: animaba a los feligreses a que se quitasen el cubrebocas. Incluso instaba a que lo hiciesen los niños que iban a catequesis porque no les entendía. Las madres, asustadas, dejaron de llevarlos. Son algunas de las imprudencias de Francisco Martínez Noguera, párroco de la iglesia de la Virgen del Camino en Orihuela (Alicante), según el relato de la Policía Local a este periódico.
Martínez dio positivo de Covid-19 la tercera semana de enero en medio de un brote declarado en la Casa Sacerdotal de Alicante donde residía. Allí se contagiaron también el obispo emérito de la diócesis, Rafael Palmero, de 84 años, y otros 15 curas. En total, los contagios ascendieron hasta 24, de los cuales, 6 fueron hospitalizados. El obispo estaba entre ellos y su estado evoluciona positivamente.
Martínez Noguera ofició otras misas en lugares como la Basílica de Nuestra Señora del Socorro de Aspe o en el Monasterio de la Santa Faz de Alicante e mediados del mes pasado. Allí, nueve de las once monjas de clausura que residen en el convento también se han contagiado.
Según una de las hermanas con la que ha hablado EL ESPAÑOL, las monjas se encuentran bien, a pesar de que dos de ellas tienen más de 80 y 90 años respectivamente. Las religiosas contrajeron la enfermedad hace una semana aunque no señalan al sacerdote como el origen del foco. "No sabemos con certeza si ha sido él", dice la monja. Tampoco tienen evidencia de que el sacerdote negase la existencia del virus, como se ha difundido.
Sin embargo, la versión de sus feligreses de la Virgen del Camino es diferente. Hace 20 días, el agente de la Policía Local de Orihuela Manolo Lorente recibió una llamada de un vecino quejándose de que el párroco no llevaba la mascarilla en misa. Una patrulla se acercó hasta el lugar y advirtió al sacerdote de que tenía que cumplir con las medidas de seguridad. "Antes de proponerle para sanción, le convencimos de que usase la mascarilla, algo a lo que se mostraba reacio", relata el agente.
Después de aquel primer incidente, al cabo de una semana, los agentes recibieron una nueva llamada de queja. Esta vez, Lorente habló con un responsable de la diócesis para que advirtiese al cura -que es también tesorero de la propia diócesis- a cumplir con las medidas de protección.
"Al cabo de siete u ocho días después de que intentásemos que entrase en razón saltó el brote", dice el policía.
La diócesis de Alicante ha aclarado a este periódico que no es posible determinar el origen del foco con la actitud del sacerdote. Sin embargo, la institución ha reconocido que ha recibido varias quejas no formales sobre la negativa del párroco a usar la mascarilla y que se le ha advertido por ello. "Se le han dado toques de atención para que cumpla con las medidas de seguridad que continuamente enviamos a las parroquias de la diócesis", dijeron fuentes de la institución eclesial.
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