Las 5 razones de la frialdad de Mohamed VI con Pedro Sánchez y cómo Juan Carlos puede ayudar
El rey de Marruecos pospone recibir al presidente español. Los empresarios firman acuerdos por su cuenta. Zapatero está mejor visto en la corte alauita.
15 febrero, 2021 03:45Noticias relacionadas
El Gobierno español intenta ganar tiempo con la excusa de la pandemia para justificar la no celebración de la Reunión de Alto Nivel (RAN) con Marruecos, pospuesta en diciembre y en febrero, y sin fecha a la vista. Tampoco se adelantan, de manera telemática, algunos de los acuerdos que más urgen, como Rabat sí está haciendo con otros países.
El 1 de diciembre de 2020 EL ESPAÑOL adelantaba que Mohamed VI no tenía programado en su agenda un encuentro con el presidente Pedro Sánchez en lo que quedaba de año. Tres meses más tarde, la sintonía es la misma. Esa foto tan buscada por el gobierno socialista, no llega.
Reunión que, en realidad, se viene retrasando desde noviembre de 2018, cuando Sánchez visitó Rabat para preparar el viaje de los Reyes de España y la RAN. Fue la primera y única ocasión Sánchez fue recibido en el Palacio Real de Rabat, cinco meses y medio después de su llegada a la Moncloa.
El encuentro se fraguó ese mes de noviembre de 2018 cuando el presidente español y el rey alauita coincidieron en un acto en París.
En esa ocasión ya se anunció la RAN para 2019 y, en ese marco, la celebración del foro empresarial hispano-marroquí. Dos años después, las compañías españolas instaladas en el país vecino se cansaron de esperar. Y, según ha podido saber EL ESPAÑOL, están firmando sus contratos con la administración marroquí directamente sin aguardar a la gran reunión bilateral.
Así, las autoridades locales de Casablanca dieron luz verde al lanzamiento de la flota de 450 nuevos autobuses de Alsa (Irizar y Mercedes) que entran en servicio hoy, lunes 15 de febrero, y que irán aumentando gradualmente hasta 700 vehículos nuevos a finales de 2021.
“Normalmente nos piden que esperemos —a la RAN— para rubricar los contratos o, si ya los hemos firmado, para ponerlos en marcha”, explica un empresario español en Marruecos que ya tuvo dos años congelados sus negocios. Sin embargo, el retraso les impide seguir adelante “y no podemos quedarnos de brazos cruzados”.
Lo cierto, es que España y Marruecos atraviesan una crisis diplomática que se vive en silencio, porque desde Rabat impera la discreción y en Madrid se disfraza manteniendo que “las relaciones con Marruecos son excelentes” y que el retraso de la RAN se debe a la pandemia.
Como muestra de la tirantez, en los últimos meses ha habido llamada de atención de ida y vuelta a los máximos representantes diplomáticos de ambos países. Karima Benyaich, embajadora de Marruecos en España, fue llamada a consulta de urgencia por la secretaria de Estado de Asuntos Exteriores, Cristina Gallach, tras la entrevista del primer ministro, Saadeddine El Otmani, en un canal egipcio, donde aseguró: “Llegará el día en que vamos a reabrir el asunto de Ceuta y Melilla, territorios marroquíes como el Sáhara”.
Aunque, aclaraba que “ahora no es el momento”, obligó a Benyaich a confirmar en Exteriores que “Ceuta y Melilla se mantienen sin cambios en la agenda marroquí”. A pesar de que la realidad es bien diferente, Marruecos no reconoce la soberanía española sobre las dos ciudades autónomas y las considera “presidios ocupados”.
Por su parte, el ministerio de Exteriores en Rabat convocó al embajador español en Marruecos, Ricardo Díez-Hochleitner, tras difundirse un video en un centro de menores en Tafira (Las Palmas de Gran Canaria) donde aparecen unos agentes de la Policía Nacional actuando contra migrantes marroquíes para impedir supuestamente un motín.
Una vez más, desde la Oficina de Información Diplomática (OID) en Madrid se le resta importancia a esta llamada de atención y se insiste en que “la reunión se enmarcó dentro las habituales que el embajador celebra con sus interlocutores marroquíes”.
Pero, ¿cuáles son las principales razones por las que el nuevo líder del PSOE y presidente de España no cae bien en el palacio alauita?
1. El carácter europeísta de Sánchez
Con las primeras visitas de Pedro Sánchez a París y Lisboa ya como presidente de España, Rabat dio un giro a las negociaciones con sus vecinos del norte; y desde entonces busca relaciones bilaterales con la Unión Europea (UE), dando la espalda a Francia y España, primeros socios comerciales e interlocutores habituales del país.
El objetivo futuro es alcanzar acuerdos directamente con Bruselas en temas relacionados con la migración, el narcotráfico y el terrorismo.
De esta manera, se ahorrarían también negociar país por país las licencias para los camiones que recorren Europa y las gestionarían todas al unísono. Esta idea surgió a partir de 2020 cuando se activó en el puerto de Algeciras el convenio del Transporte Internacional por Carretera, y la Guardia Civil comenzó a cobrar multas por pasar con más de 200 litros de gasoil.
El pasado 4 de febrero, Driss Mohamed pagó 532 euros de multa por sobrepasar los litros permitidos. Algo que no se tenía en cuenta hasta el año pasado, según denuncian los transportistas marroquíes.
O el caso de las ayudas europeas para frenar la migración que actualmente se distribuyen desde la Fundación Internacional y para Iberoamérica (FIAPP) de la cooperación española provenientes de Bruselas, y que en el futuro se podrían gestionar directamente.
La realidad, es que en España aseguran que Sánchez tenía intención de realizar su primera visita a Marruecos tras llegar a la Moncloa, pero que cuando la solicitó, le informaron de que la agenda del soberano alauita estaba completa. Por lo que el ejecutivo español no podía retrasar los viajes al exterior.
2. El pacto con Unidas Podemos
El partido de Pablo Iglesias es visto como un enemigo en Marruecos, entre otras cosas, por su postura sobre el Sáhara Occidental, que califica de “ocupación ilegal” cometida por Marruecos, o su aclamado republicanismo.
Unidas Podemos, considerada como una formación de extrema izquierda, es tan odiada como Vox. En Marruecos, no perdonan los insultos y ataques al islam, a los musulmanes, a los marroquíes, y a los migrantes desde la agrupación de Santiago Abascal; así como que desde la formación morada se lancen descalificativos contra Mohamed VI, como “sátrapa” o “tirano”.
3. La pinza con Macron
En 2020, España presidió la cumbre de los países del G5 del Sahel y la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, inauguró la I Asamblea General de la Alianza Sahel, junto a su homólogo francés, Jean-Yves Le Drian, y la comisaria de la UE para Asociaciones Internacionales, Jutta Urpilainen.
“El éxito del Sahel es el éxito de Europa. Es la seguridad de España, es la seguridad de Europa”, manifestó González Laya, en su intervención durante la cumbre 5G.
España, a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), forma parte de este grupo desde 2018.
De esta manera el gobierno de Sánchez restó protagonismo a Mohamed VI y su papel primordial en África. El resto de países consultan a Marruecos antes de intervenir en el continente africano. Es el caso de Reino Unido, que amplió el número de soldados en Mali pero informó a Rabat; o el de Estados Unidos, cuya cúpula de Defensa mantuvo varias reuniones en Marruecos, antes de intervenir conjuntamente en la zona.
4. Ceuta y Melilla y los argelinos
Tan pronto llegó al poder, Sánchez anunció de manera unilateral la retirada de las concertinas del alto de las vallas de Ceuta y Melilla, de manera unilateral y sin tener en cuenta que Marruecos no las reconoce como tal.
Con las fronteras terrestres cerradas desde marzo por la Covid-19, y después de que el parlamento marroquí haya anunciado el fin del porteo o comercio atípico con las ciudades autónomas, en Exteriores estudian, según confirman empresarios y políticos melillenses, una propuesta para establecer una línea marítima con Argelia, y así compensar las pérdidas económicas.
“Este proyecto, que está en estudio, puede hacer estallar las relaciones entre Rabat y Madrid y provocar una verdadera crisis si se lleva a cabo”, adelanta el periódico árabe Al-Quds Al-Arabi.
Esto significaría que los argelinos disfrutarían del mismo privilegio que los marroquíes residentes en la región de Nador, que limita con Melilla, así como en las regiones de Tetuán y Castillejos en relación con la ciudad de Ceuta.
Desde Rabat, también se mira con lupa la situación de los marroquíes empleados en Ceuta y Melilla sin residencia. Desde finales de enero, los trabajadores transfronterizos están recibiendo cartas de sus jefes para que firmen la baja voluntaria, renunciando al finiquito. Una presión más por parte de los empresarios españoles para empujarlos a pedir la apertura de las fronteras.
Igualmente, se quejan de que las autoridades locales están dando de baja en el padrón a ciudadanos musulmanes.
5. Sáhara Occidental
El otro gran escollo, y donde parece que el ejecutivo magrebí no va ceder, atañe a lo que en Marruecos denominan “las provincias del sur”, el Sáhara Occidental. La política interna y exterior de los últimos años va dirigida a conseguir el reconocimiento de su soberanía.
Sin embargo, en España ha sido criticado el decreto de Donald Trump del 10 de diciembre de 2020 que reconoce el Sáhara como marroquí. “El futuro del Sáhara Occidental no depende de la voluntad de un país por muy grande que sea”, aclaró González Laya.
Desde entonces, Sánchez y su equipo repitieron en varias ocasiones y en diferentes lugares la postura del Gobierno español, que se posiciona con Naciones Unidas. Buscan “un acuerdo de la comunidad internacional para que la solución sea estable y aceptada por todos”. Y esto es lo que plantearon en Bruselas, una decisión común del a UE, tras la salida de Trump de la Casa Blanca.
Estas desavenencias pasan factura a los empresarios de ambos lados de El Estrecho, al ser Marruecos el primer socio comercial y tener más de un millar de compañías instaladas en el reino.
Las soluciones podrían venir de la mano de otros líderes del partido socialista bien allegados al país vecino. Es el caso de José Luis Rodríguez Zapatero, que según apunta la prensa marroquí podría estar detrás del nombramiento del próximo embajador, José María Riado.
El nombre del diplomático, escritor y adjunto a dirección del diario El País contaría con el ‘placet’ o beneplácito. Riado habla árabe.
Para ello primero tendría que proponerlo González Laya al Consejo de Ministros, quien tiene potestad para nombrar o cesar a embajadores.
Esas parecen las soluciones a corto plazo, la intervención de algunos barones del socialismo con excelentes relaciones personales en Marruecos o, incluso, que Sánchez recurriera a la monarquía española, con la que Mohamed VI sigue manteniendo una estrecha relación.
Una solución a corto plazo a la gélida relación entre España y Marruecos , o más bien entre Pedro Sánchez y Mohamed VI, pasaría por la intervención de algunos antiguos dirigentes socialistas, como el presidente Zapatero, con magnífica relación en la corte de Rabat.
Para desbloquear la situación, tan gravosa para los empresarios españoles y marroquíes, hay una última ficha: la monarquía española. La influencia de Juan Carlos, el Rey Emérito, en la corte alauita se mantiene caliente pese a los últimos avatares del padre de Felipe VI.