Javier Lambán, el líder de Aragón que pelea contra el cáncer como hizo en el campo y su tío en el ring
Contrario a la independencia de Cataluña, ha sido muy crítico con Sánchez por sus pactos. Seguirá trabajando a pesar de su enfermedad.
20 febrero, 2021 02:00En Ejea de los Caballeros (Zaragoza) siempre han llevado con orgullo su fama de duros y tozudos. Pasan por ser ‘los vascos’ de Aragón. “Aquí decimos que Bilbao es nuestra favela, Tudela nuestra huerta y San Sebastián nuestra playa”, cuentan a modo de chiste por las calles. Y esa fama no es baladí. Fue la cuna de la lucha libre en España y cuenta con un campeón mundial.
Todo empezó a principios de los 40. Los mozos del pueblo se aburrían tanto que decidieron empezar a zurrarse entre ellos, sólo para divertirse. En la Bodega Mariano improvisaron un ring, con cuatro barriles y unas cuantas sogas. Allí practicaban la lucha libre. No tardaron en darse cuenta de que varios de aquellos forzudos tenían madera para ganarse la vida con aquella mezcla de deporte y show circense.
El más famoso de ellos fue el apodado León de Ejea. Cerraba los combates con una violenta llave bautizada como Corbata invertida. Un lance que le valió el sobrenombre de El estrangulador. Un bigardo enorme que se fue embolsando títulos a marchas forzadas. Primero el de España, luego el de Europa. En 1954 se casó. Al día siguiente, en lugar de irse de luna de miel, viajó a Barcelona y se proclamó campeón del mundo. Su verdadero nombre: Félix Lambán.
Félix era el tío de Javier Lambán (PSOE), actual presidente de Aragón. Aunque Javier nunca practicó aquella disciplina, también se halla inmerso en su propia lucha. La semana pasada anunció, en rueda de prensa, que padece cáncer de colon. Lo anunció sin dramas, sin escenas lacrimógenas y sin eufemismos. No habló de ‘larga enfermedad’. Fue claro y conciso: “Tengo cáncer de colon”. Pero como Javier Lambán es de Ejea de los Caballeros, y en su pueblo son muy duros, ha decidido que no lo deja. Que va a seguir trabajando a pesar de sus problemas de salud.
Socialista, exfutbolista y exlibertario, centralista, republicano, jacobino, socialista de cuna, hijo predilecto de su pueblo, cantante aficionado, madridista, fan de Gardel y amigo de Serrat. Javier Lambán es uno de los pocos barones socialistas que levantó la voz contra el independentismo. El sobrino del ‘Estrangulador’ se encuentra ahora en pleno combate contra el cáncer. Y lo quiere afrontar trabajando. EL ESPAÑOL se desplaza hasta su pueblo, Ejea de los Caballeros, donde los vecinos, independientemente de su filiación política, sienten devoción por su vecino más ilustre.
Netzer y Breitner
“Javier Lambán se vino a estudiar a Zaragoza de joven y se hospedó en mi piso. Le puse una cama turca (plegable) en mi cuarto para que pudiese dormir. Yo tenía colgado un póster del Ché Guevara y otro de Paul McCartney. En cuanto llegó, me colocó enfrente un póster de Paul Breitner y otro de Gunter Netzer [exfutbolistas del Real Madrid]. Yo le inculqué la música de los Beatles y él me hizo madridista”.
Lo recuerda Jesús Sarrías, otro histórico socialista de Ejea. Con él ha compartido casi toda su trayectoria política, laboral y personal. Se conocen desde la infancia, fundaron sendos sindicatos en su pueblo de forma casi paralela. Estudiaron juntos, compartieron negocio, militancia socialista y concejalías en el Ayuntamiento de Ejea. También escribieron libros a medias. Sarrías lo deja claro desde el principio: “Sobre todo me considero amigo de Jesús, por lo que no puedo ser muy objetivo”, nos confiesa.
Sin embargo, no parece pasión de amigos. La constante a la hora de investigar para este reportaje es el acuerdo que genera la figura de Javier Lambán. En su pueblo le adoran y no es cuestión de filiación política. Es uno de esos perfiles que incluso da algo de rabia redactar, porque es casi imposible encontrar a alguien que critique al actual presidente aragonés. La prueba empírica la aportan desde la oposición.
“Hemos coincidido varios años en el Ayuntamiento. Y con nuestras diferencias ideológicas, lo único que te puedo decir de Javier son cosas buenas. Es un hombre honesto, leal y sensato. Va de cara, dice la verdad y, sobre todo, siempre busca el consenso. Te pongo un ejemplo: cuando él estaba de alcalde, siempre nos íbamos a tomar algo todos juntos después de los plenos. Eso ya no pasa”, puntualiza Francisco Clemente, concejal de Ciudadanos en Ejea de los Caballeros.
En la misma línea se expresa su antagonista: el concejal del Partido Popular. José Antonio Leciñena fue edil del PP entre 2003 y 2019 y se expresa en estos términos sobre Lambán: “Al principio teníamos una relación más tirante, cosas de la rivalidad entre ambos partidos. Pero esa relación se fue suavizando y acabó siendo muy cordial. Le tengo que reconocer su capacidad para alcanzar acuerdos imposibles. Cuando vi la coalición que había armado para el gobierno aragonés, le dije que esos pactos solamente los podía conseguir él”, remata Leciñena.
El consenso
Porque esa es la principal seña de identidad de Javier Lambán: la búsqueda constante del equilibrio y el consenso. Solamente así se explica que haya conseguido cuadrar un gobierno pentapartito por cuya culminación nadie daba un duro: PSOE, Podemos-Equo, IU, y dos formaciones nacionalistas de Aragón: Partido Aragonesista (PAR) y Chunta Aragonesista (CHA). Algo impensable a priori. Agua y aceite. Lambán consiguió integrarlos a todos sin aspavientos.
Y lo hizo después de haberse revelado como el azote del nacionalismo; uno de los pocos barones del PSOE que se plantó contra el separatismo. Lambán ha sido, junto al presidente de Castilla-La Mancha García Paje, el socialista más crítico con los acuerdos con los separatistas. Lo hizo en 2016, cuando expulsaron a Pedro Sánchez de la secretaría general para evitar un pacto hipotético con Podemos y los partidos independentistas: “Pedro Sánchez no puede ser presidente del Gobierno de España con el permiso de los independentistas porque eso, compañeras y compañeros, no sería un gobierno socialista, sino que sería el patíbulo definitivo del PSOE”, declaraba.
Cuentan los que le conocen que “en ese sentido también ha sido hábil. Se planta contra los separatismos por convicción, porque en el fondo es un jacobino centralista convencido. Pero también porque pelea por su comunidad. Reivindica los derechos históricos de Aragón, que se encuentra entre terrenos forales y con privilegios, como Navarra, el País Vasco o Cataluña. No estamos en una situación sencilla, más bien todo lo contrario. Es agravio comparativo y Lambán pelea por su región”, explican desde su entorno más cercano.
Su relación con el actual presidente del gobierno nunca ha sido idílica. Al menos de puertas para afuera. El asunto de los separatismos ha sido el principal caballo de batalla en esta refriega, pero no el único. Más recientemente, fue uno de los pocos socialistas en desmarcarse del Plan Sánchez para la desescalada del coronavirus el pasado mes de abril. Javier Lambán, durante el pleno celebrado en las Cortes de Aragón, lo dejó claro. El plan no le gustaba y advertía de que “salvar vidas está muy por delante de salvar políticamente al presidente del gobierno”.
Esa forma de proceder le ha convertido, de algún modo, en el referente de aquellos que añoran el viejo partido socialista. El de Felipe González y Alfonso Guerra. El de Rubalcaba, al que consiguió traer a Ejea de los Caballeros de visita. “Lambán es el último socialista de verdad, el que todavía conserva la esencia del partido. El de aquel PSOE que no se sentaba a negociar con Bildu ni con los que han intentado romper el país. Eso no significa que no tenga un plan para un estado federal y autonómico. Pero no con las normas que ha acatado Pedro Sánchez”, presumen los socialistas de su pueblo.
Socialista de cuna
¿De dónde sale Javier Lambán, miembro de una estirpe de luchadores que cambió el ring por los despachos? Nació en Ejea de los Caballeros el 19 de agosto de 1957. Solamente un par de años después de que su tío, ‘El Estrangulador’, se proclamase campeón del mundo al derrotar al húngaro Stan Karoly en la Sala Price de Barcelona.
Javier es hijo de Francisco Lambán, el único hermano de aquellos peleadores al que no le dio por subirse a un cuadrilátero. Un agricultor del barrio de La Corona, en el casco viejo de Ejea de los Caballeros. Una zona a la que sólo se accede remontando un montón de agotadoras escaleras. Los ancianos del pueblo, sin embargo, las suben como el que avanza en llano: “Esto, si no eres de Ejea, no lo puedes hacer”, vacila un jubilado, bastón en ristre, que devora escalones sin darse mucha importancia.
Ejea siempre ha sido territorio de izquierdas. Un pueblo de agricultores en el corazón de la comarca de las Cinco Villas. Un lugar que no se encuentra de paso de ningún sitio. Para llegar a Ejea de los Caballeros (a 72 kilómetros de Zaragoza y a 43 de Tudela, las dos ciudades grandes más próximas) hay que desviarse a propósito.
El padre de Javier fue uno de los primeros militantes socialistas de la familia. Su referente fue Indalecio Prieto, al que presumía de haber visto dando un mitin en Ejea de los Caballeros. De hecho, Francisco murió el pasado mes de noviembre con 97 años, tras haber superado el coronavirus. Tras su fallecimiento, el presidente Javier Lambán lo despidió en un tuit. Y destacó de él “que vio a Indalecio Prieto”.
Prieto, Manuel Azaña y Felipe González son los tres referentes políticos del presidente aragonés. “Este último, si no contamos su última etapa en el consejo de dirección de Gas Natural”; le confiesa a los allegados. Pero eso no fue siempre así. Los principios en política de Javier Lambán eran bastante más radicales. “Cuando era joven, él había abrazado el socialismo libertario y yo el socialismo marxista”, recuerda su amigo Sarría. Dos orientaciones que les hicieron fundar sendos sindicatos en Ejea de los Caballeros. Sarría arrancó Comisiones Obreras. Lambán hizo lo propio con la CNT.
Lateral derecho
Aquello sucedió a finales de los 70. Para entonces, Lambán ya había truncado su carrera futbolística. Era un prometedor lateral derecho que jugó en las inferiores del Real Zaragoza. Una posición emblemática para el club maño. Lateral derecho del Real Zaragoza fue Juan Señor, el que le metió el último gol a Malta en el 12-1. Lateral derecho fue Alberto Belsué, uno de los últimos aragoneses en vestir la camiseta de la selección española absoluta. Lateral derecho fue Cafú, tal vez el mejor de la historia del fútbol en ese puesto, que también estuvo en nómina del club aragonés (aunque casi nadie lo recuerde).
Dicen que Javier Lambán era un fino carrilero diestro que atesoraba una poblada mata de pelo rizada de la que ya no queda rastro. “Parecía Camarón”, cuenta uno de sus íntimos. Aquella melena pasó a la historia y su carrera como futbolista también, tras un choque contra un contrario que le provocó una grave lesión. Todavía hoy le sigue dando la lata y sigue pendiente de alguna operación.
Julio Iglesias forjó su fulgurante carrera como cantante tras una lesión, cuando jugaba en la cantera del Real Madrid. Lambán hizo lo propio tras su percance, pero no en la canción sino en la política. Estudió Filosofía e Historia en Zaragoza, tal y como recuerda su amigo Sarrías. Después se fue a acabar los estudios a Barcelona, lo que permitió aprender catalán. “No tiene ninguna animadversión contra los catalanes, que quede claro. Al contrario, los mayores negocios aragoneses se hacen con Cataluña. Lo que no tolera son los separatismos que desafían la constitución”, concluyen por el pueblo.
Lambán, socialista libertario, y Sarrías, socialista marxista, confluyeron en el PSOE de Felipe González en 1980. Un par de años más tarde fundaron en su pueblo el llamado Centro de Estudios. Una academia que redactaba publicaciones sobre la II República en su pueblo o sobre la Reforma Agraria (tema que eligió Lamban años después para su tesis doctoral). Ya en el seno del PSOE, debutó en el ayuntamiento de su pueblo como concejal de Cultura (1983). Ostentó casi todas las carteras hasta llegar a alcalde. De ahí a presidente de la Diputación y, finalmente, a presidente de Aragón.
La cantera
“Mira Javier, ahora que eres político… tendrías que sonreír más, ¿no?”, le sugería en sus inicios Concha, una histórica militante socialista de Ejea. Porque es la imagen que proyecta Lambán. La de un tipo frío, gris y distante. Recuerda que el ahora presidente “proyecta una imagen que no se corresponde con la realidad. Parece muy serio, pero no es así. Yo siempre le digo que, cuando deje la política, se dedique a hacer monólogos, porque los clava”, cuentan desde su equipo de trabajo. “El problema es su timidez. Cuando lo tratas en corto te das cuenta de que es una persona encantadora, muy cercana y muy inteligente”, resume una afiliada socialista.
En este último atributo coincide todo el que lo conoce. En la inteligencia y la erudición: “Es una mente preclara, privilegiada. Tiene una enciclopedia en la cabeza. Nunca le han escrito un discurso y nunca lo ha leído. Se los escribe él y se los aprende de memoria”, cuenta la socialista Teresa Lardero, que rememora cómo la reclutó para el partido:
“Yo trabajaba para la Asociación de Empresarios de la comarca Cinco Villas. Yo había estudiado ciencias políticas, pero no tenía experiencia. Me “tiró los trastos” [laboralmente] cuando coincidíamos en algún acto”. Lambán demostró ahí su ojo para la anticipación y para identificar el talento: Teresa, aquella licenciada sin experiencia, es actualmente la alcaldesa de Ejea de los Caballeros.
Epicuro, Serrat y Gardel
Respecto a su vida privada, hay muchos aspectos de la vida de Javier Lambán que poca gente conoce. Por ejemplo, que canta muy bien “aunque se lo reserva para la intimidad”, cuentan en su círculo más próximo. Es amante el flamenco y el jazz, aunque ninguno de sus tres cantantes favoritos toque esos estilos.
Uno es Lluis Llach, al que admiraba mucho más antes de su deriva independentista. Otro es Carlos Gardel, por el que siente absoluta devoción. No solamente canta sus tangos cuando se arranca en la intimidad; también fue a visitar su tumba en el cementerio de Chacarita (Buenos Aires). Allí colocó, como está mandado, un cigarro en las manos de la estatua del cantante. “Guardo como oro en paño esa foto”, explica el propio Lambán.
El tercero es Joan Manuel Serrat, al que le une una estrecha amistad. Se conocieron en un concierto en Ejea de los Caballeros (pueblo en el que el cantautor catalán ha actuado en varias ocasiones). Desde entonces hablan con regularidad. En estos últimos días, tras conocer Lambán su enfermedad, también han charlado. De un superviviente del cáncer, a uno que empieza ahora su lucha.
Con esa actitud confronta el cáncer. Y con la ayuda de su única nieta, “que es lo único que le saca una sonrisa verdadera. Se le cae la baba con la niña”, cuentan en el pueblo. Porque Lambán sigue viviendo en Ejea. Sigue durmiendo en Ejea cada noche. “Aunque tenga un acto en Teruel esta tarde y mañana otro en el mismo sitio, no pernocta en Teruel. Se viene a su casa a dormir y al día siguiente regresa a Teruel”, explican desde su equipo de trabajo.
Sigue paseando por el pueblo y haciendo la compra en el mismo supermercado. También sigue leyendo de forma compulsiva: “Como soy diabético y tendré problemas de visión en el futuro, aprovecho ahora para leer todo lo que pueda”, cuenta en sus círculos más íntimos. Los que le conocen le advierten en broma: “Algún día se va a caer la casa, del peso de tu biblioteca”, o “si prende allí una chispa, ardes en seguida de la cantidad de libros que tienes”.
Sobre su cáncer, tiene Lambán las cosas claras. Su formación académica filosófica le hacen citar a menudo a los clásicos. Y si hay uno recurrente para el presidente aragonés es Epicuro. En una entrevista con el Heraldo de Aragón, Lambán, aún sin saber la dolencia que sufría, habló sobre cómo enfocaba la muerte: “Hasta ahora [la muerte] nunca me atormentó. Ahora, como decía Epicuro, intento no angustiarme con ella. Porque, como decía él, “mientras somos, la muerte no es. Y cuando la muerte es, nosotros ya no somos”.
De momento sigue siendo. Y esperan que por mucho tiempo: “Es un hombre muy disciplinado, que madruga, que trabaja mucho y que va a hacer todo lo que esté en su mano para recuperarse”. Hay consenso sobre esto, el mismo consenso que él logra en el juego de la política. Además, procede de un pueblo de peleadores, de una estirpe de luchadores. La pelea la lleva en el ADN. De hecho, al preguntar por el pueblo qué pronóstico le ven al cáncer de Lambán, la gente suele coincidir: “Ah, no pasa nada. Se recuperará. Es fuerte. Es de Ejea de los Caballeros”.