El 3 de agosto de 2020, el rey Juan Carlos I abandonó España rumbo a Emiratos Árabes Unidos. Recaló en el hotel Emirates Palace de Abu Dabi, propiedad del príncipe heredero Mohamed bin Zayed al Nahyan, un buen amigo suyo, y allí se hospedó durante meses. Hasta que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, decidió cambiar de alojamiento el 6 de febrero. El motivo: la visita de sus hijas, las infantas Elena y Cristina. Su nuevo destino: una mansión millonaria en la isla de Nurai.
El monarca lleva, por tanto, dos semanas viviendo en su nuevo hogar, una villa valorada en más de 11 millones de euros y rodeada de otras fincas similares; de 1.050 metros cuadrados construidos y 4.150 de parcela. Tiene dos plantas y seis habitaciones. Fue en su mismo porche, a los pies de la piscina, donde Juan Carlos dio el paso para acallar los rumores sobre su estado de salud. Una foto de él, al sol, frente a una mesa, acompañado por Al Nayan y Khaldoon Al Mubarak, jefe del Departamento de Asuntos Ejecutivos del gobierno emiratí y presidente del equipo de fútbol inglés Manchester City.
Según ha podido saber este periódico, el Emérito estaba cansado de vivir en el hotel en el que llevaba más de medio año, principalmente debido al cansancio que le ocasionaban los viajes en ascensor. La visita de sus hijas el fin de semana del 6 al 7 de febrero, por tanto, fue excusa suficiente para decidir cambiar de aires y acogerlas en su propia casa.
El príncipe Mohamed, por su parte, no era partidario de que se fuese. En su hotel estaba más seguro, más controlado. sin embargo, a medida que se acercaban los días hasta la llegada de las infantas, la voluntad de Juan Carlos se impuso. Y allí se fue, a Nurai.
Sin regreso esperado
En realidad, este último movimiento desvela mucho más de lo que parece sobre su estancia en los Emiratos Árabes. Tras su marcha al extranjero en el mes de agosto, los rumores sobre la vuelta del monarca empezaron a sucederse. El primero sonó en noviembre, cuando se especuló que volvería para participar en la última regata del Club Náutico de Sanxenxo (Pontevedra), el 14 del mismo mes. Aparentemente, no recibió el plácet de la Zarzuela, de su hijo Felipe, y optó por quedarse en el Emirates Palace. Por primera vez desde que se puso la corona, Juan Carlos no era dueño de sus tiempos.
El segundo rumor llegó en diciembre. Se habló entonces de una vuelta a casa por Navidad en vísperas, sobre todo, del 83 cumpleaños del Emérito el 5 de enero. Era una situación complicada tanto para el padre, en la otra orilla del mundo y en una edad difícil, como para el hijo, sobre el que podría dispararse la presión pública y política. Tampoco se produjo el regreso, esta vez bajo el pretexto del miedo al Covid-19.
Y entonces llegó febrero. Y llegaron Cristina y Elena. Para entonces, hasta donde ha podido saber este diario, Juan Carlos ya había recibido las dos dosis de la vacuna contra la Covid-19, por lo que actualmente es inmune al virus. Podría, por tanto, volver a España sin problemas. Eso, claro, si la Zarzuela le autorizara.
De esta forma, la última mudanza del Emérito a una villa millonaria continua envuelta en misterio. Revela, eso sí, que Juan Carlos busca intimidad, sí, pero también un espacio que hacer suyo. No se sabe si para una larga temporada o para una estancia corta antes de volver a España, lo que sería su mayor deseo.
Lo que está claro es que será en su nuevo hogar, en Abu Dabi y no en Madrid, donde pase el 40 aniversario del 23-F, ese momento en el que todavía reinaba sobre sus tiempos y los de los demás. Mucho ha cambiado desde entonces.
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