Tres años después Joaquín se sigue preguntando por qué le hicieron eso a su hija Lucía, de seis años. Por qué la secuestraron, la tirotearon y la enterraron bajo hormigón aquel fatídico 16 de septiembre de 2017 en el baño de una vivienda de Dos Hermanas (Sevilla). Aún estaba viva cuando la arrojaron a una fosa abierta a propósito.
Sandra, su expareja y madre de la niña --embarazada de nuevo-- y su novio, el ciudadano turco Yilmaz Giraz, corrieron la misma suerte.
Sigue sin las respuestas y aunque es consciente de que niguna condena le va a devolver a su pequeña, ha encontrado algo de consuelo. Hace unos días el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha dado un vuelco al caso.
Ha revocado, en parte, la sentencia dictada por la Audiencia de Sevilla el pasado mes de septiembre y ha condenado a prisión permanente revisable a dos de los tres principales acusados, a Ricardo G. 'El Pollino', el jefe del clan, y a su padre Ricardo G.G. alias 'El Cabo'.
El juez que presidió el tribunal, Juan Romeo, los condenó a 76,5 años por tres delitos de asesinato, tres de detención ilegal y uno de tenencia ilícita de armas, pero no a la máxima pena. De ellos tendrían que cumplir 40 en prisión. Consideraba que no se reunían las condiciones, a pesar de que Lucía era menor.
Joaquín cree que tanto su hija como él tuvieron mala suerte al tocarle este juez, un histórico de la asociación de Jueces para la Democracia en Andalucía y en Sevilla y está situado en la órbita progresista. "Por mucho que no estuviera de acuerdo con la prisión permanente, es la ley y tiene que hacerla cumplir", asegura en conversación con EL ESPAÑOL.
"Las prisiones permanentes de Ana Julia Quezada, por la muerte de Gabriel Cruz, o la de 'El Chicle', por la de Diana Quer, están muy bien puestas y ellos no habían matado antes a nadie", sostiene Joaquín.
Elisa, absuelta
Asegura que esta revocación por parte del TSJA ha sido la única buena noticia que recibe desde septiembre de 2017 y está contento porque sabe lo difícil que es que se produzca un vuelco así, pero lo ve un triunfo a medias.
A la mujer del primero, también condenada a esta misma pena por la Audiencia, el TSJA la absuelve de todo al considerar que no hay pruebas que acrediten la participación en el secuestro y en los asesinatos. "No tiene sentido que un juez la acuse de todo y otro de nada. La Justicia me sigue demostrando que sale muy barato quitarle la vida a una persona".
"¿Qué no hay pruebas?", se pregunta una y otra vez. "Su ADN estaba en la camiseta de mi hija y estoy seguro de que fue ella quien urdió el plan y quien apretó el gatillo. Además su marido la inculpa en su declaración cuando aseguró que ella no le dejó que soltara a la niña". El móvil de los hechos no ha quedado claro, pero según refleja la primera sentencia, probablemente los motivos fueron derivados del tráfico de drogas.
Joaquín va a ir al Supremo para recurrir la absolución de Elisa. Aunque ninguna condena le va a devolver a su hija, quiere al menos que su caso sirva de precedente para que ningún niño más tenga que pasar por esto. Es lo único que le consuela, a ratos.
El TSJA tampoco ha accedido a la petición de la Fiscalía y de las demás acusaciones particulares para que le impusieran dos penas de prisión permanente revisable por las muertes de Sandra y de su pareja. La Sala admite que no hay jurisprudencia suficiente y consolidada y que existen "serias dudas" sobre cómo interpretar ese precepto. En este sentido, resuelve en el sentido más favorable al reo.
La pena de muerte
Cuando ocurrieron los hechos y a medida que fue conociendo todo lo que le hicieron a su pequeña, asegura que ha conocido "la maldad más extrema de un ser humano y que ésta no tiene límites". Se repite una y otra vez que su hija era un ser inocente y que nunca debería haber llegado a aquella casa.
Por eso, cree que ninguna condena va a rehabilitar la conducta de los asesinos de su pequeña. "Esa maldad no se cura". Reconoce que no puede pensar con la cabeza, sino con el corazón y con la mano en el pecho se muestra a favor de la ley que impera en Estados Unidos, donde se mantiene la pena capital para los delitos más graves. "Prefiero la pena de muerte".
"Cuando Elisa salga de prisión volverá a ver a sus hijos, yo no volveré a ver a la mía, y a ellos podrán visitarlos en la cárcel, a la mía no volveré a verla más", lamenta Joaquín, quien insiste en que la ve capaz de repetir algo semejante. "Lo poco que tenía ellos me lo han quitado. Me tengo que conformar con ver unos columpios vacíos y agarrarme a los recuerdos".
También lamenta que la causa empezó con siete acusados y solo quedan cinco. Joaquina, la madre y esposa de los principales acusados, fue absuelta; ahora Elisa. Los otros condenados a tres años y ocho meses son los que ejercieron de secuestradores -fue uno de ellos el que dirigió a la Policía al lugar de los hechos- y la intermediaria que los puso en contacto con 'El Pollino'. Esta última fue condenada a dos años y once meses de cárcel.
Reconoce que no sabe qué haría si se los encontrara alguna vez por la calle. Lo que sí tiene claro es que él no es un asesino. "Si yo fuera como ellos, estarían en el mismo sitio al que mandaron a mi hija".
Joaquín sigue con ayuda psicológica, ha vuelto a trabajar, aunque pasa muchas noches sin dormir. Sabe que va a llevar esta cruz de por vida, además no quiere y no puede pasar el duelo.
Tampoco puede quitarse el sentimiento de culpabilidad de no haber recogido a su hija un día antes de los hechos. No lo hizo porque la niña se partió la mano y la madre le pidió que la dejara dormir con ella, aunque tiene la conciencia tranquila. Lo único que saca positivo de todo esto es la gente que lo ha ayudado, especialmente su abogada, Patricia Catalina.
Joaquín recuerda como una vorágine la jornada de la desaparición. "Ese sábado por la mañana la llamé para preguntarle cómo había pasado la noche y para decirle que me pasaría a por ella sobre las 16,00 horas y ya no las volví a ver".
La llamó varias veces y como no le cogía el teléfono, avisó a la madre de Sandra y lograron entrar en el piso. Ahí se dio cuenta de que algo raro había pasado porque había patatas en la freidora y dos hamburguesas crudas en la encimera, pero nada revuelto y la puerta cerrada con llave.
Creyó que estaban vivas
Pusieron la denuncia y asegura que durante esas dos semanas buscaba a las dos, a la madre y a la hija, y nunca pensó que estarían muertas. Hasta que recibió una llamada que le informó de que la Policía estaba en una vivienda del barrio Cerro Blanco de Dos Hermanas. Cuando un agente se acercó y les dijo que lo sentía, perdió el conocimiento.
Desde entonces, insiste en que esta revocación del TSJA ha sido la única buena noticia que ha recibido. Asegura que siempre vivirá con resignación y con los recuerdos de su hija. Fue una niña muy inteligente y risueña y le quedan muchos: las fotos que inundan su casa, sus juguetes, su ropa guardada cuidadosamente en un cajón y la pequeña 'Dora', por el personaje animado de Dora 'La Exploradora'. 'Dora' es un yorkshire que era de su pequeña y que es incapaz de regalar aunque no tenga mucho tiempo para cuidarla.
Cuando su pareja, Almudena, conoció a Joaquín, Lucía tenía dos años. "Yo la llevaba conmigo a todos lados. Fue muy duro quitar su habitación, recoger su ropa mientras él era un zombie que llegó a pensar 32 kilos", asegura.
Joaquín, por su parte, tiene claro que aún le queda mucho camino por recorrer, pero que llegará al Supremo porque Elisa F.M., no puede quedar impune. "No puede salir tan barato haber matado a mi hija". Por ello, siente que su triunfo ha sido a medias, pero que no pierde nada porque, desde que murió Lucía, ya lo tiene todo perdido.