Las pruebas físicas de acceso a la Policía Nacional fueron un suplicio para Laura. Nada más llegar al pabellón de Ávila, se tumbaba en el suelo. Mientras el resto de opositores calentaban y preparaban sus músculos para la actividad, ella no podía activar los suyos: esperaba pacientemente la hora de medirse y debía mantener su cuerpo lo más erguido posible. Era su prueba de fuego. Si alcanzaba los 160 centímetros de altura, podría acceder. Si no, estaba fuera. En su cabeza, una y otra vez la misma pregunta: ¿seré mejor policía por medir un centímetro más?
Hace un par de años que la pregunta está sobre la mesa. Para ser Policía Nacional hay un requisito mínimo de altura: 160 centímetros para las mujeres y 165 para los hombres. En la Guardia Civil, hombres y mujeres pueden medir 5 centímetros menos para acceder al cuerpo. Ser militar también es posible midiendo 155 centímetros si eres mujer y 160 si eres hombre. No obstante, en este caso la salvedad es que si eres muy alto tampoco podrás acceder. Las fuerzas armadas piden una altura máxima de 203 centímetros para ser recluta.
Los ejemplos podrían seguir. La Ertzaintza exige a sus aspirantes lo mismo que el CNP. Los estamentos policiales municipales, aunque dependen de las Comunidades, generalmente son los más exigentes: 170 centímetros para los hombres y 165 para las mujeres.
Por el contrario, ya hay cuerpos policiales españoles que no exigen una altura mínima para pertenecer a ellos. A la vanguardia, Cataluña. Ha sido la primera en tomar medidas en este sentido. Las últimas pruebas para acceder a los Mossos d’Esquadra eliminaban cualquier requisito de altura. Igualmente lo hacían las plazas ofertadas por la Guardia Urbana.
En este sentido, los cuerpos policiales están reclamando otra equiparación. Al igual que debe ocurrir con el sueldo de los agentes, el tema de los límites de altura diferenciados para el acceso carece de sentido en los tiempos actuales. El SUP denunció la pasada semana la discriminación para las mujeres en la estatura mínima para el acceso al CNP, que se mantiene entre las más altas del resto de cuerpos.
Marisa, secretaria nacional de la FIC del SUP, considera que la altura no define a un policía. “Es un elemento discriminatorio y que está fuera de lugar para hombres y mujeres”, dice.
Desde la Federación de Igualdad y Conciliación (FIC) del SUP se propone encontrar una solución para este desequilibrio mediante el futuro reglamento de procesos selectivos y formación de Policía Nacional que, en su fase de elaboración por la Dirección General de Policía previa a la negociación con los sindicatos, sustituirá al actual Real Decreto de 1995.
“Dentro del cuerpo hay muchos puestos que no necesitan una altura mínima para ser desempeñados. En ciberseguridad, en atención a la ciudadanía o en una oficina en el 091…”, apostilla Marisa.
No obstante, es consciente de que en otros quizás sí: “Es cierto que en algunos grupos de acción o de seguridad ciudadana tipo UIP o UPR sí que a lo mejor podríamos mantener esa categoría como requisito, pero no la altura no es determinante para elegir un buen policía. Se podrían hacer otro tipo de pruebas. Una prueba de inteligencia, por ejemplo”.
Su intención y la del sindicato es eliminar de forma total este criterio. Como mínimo que se equipare al de Guardia Civil y Fuerzas Armadas: 5 centímetros menos para hombres y mujeres.
Una prueba más
El cuerpo humano se contrae a lo largo del día. Cuando nos levantamos por la mañana, cuenta Laura, medimos un par de centímetros más que por la tarde. Lo sabe desde que decidió presentarse para ser agente de la Policía Nacional en 2011 y tuvo que buscar crecer un centímetro por lo civil o lo criminal para acceder al cuerpo.
Laura mide 159 centímetros. Cuando se levanta, gana un par de centímetros, como todo ser humano. La explicación científica que da esta aspirante es que los discos intervertebrales se contraen a lo largo del día. Con el descanso, vuelven a recuperar su posición original. El cuerpo descalificado por la tarde puede aprobar por la mañana.
Ella preparaba, al igual que sus compañeros, todos los exámenes físicos y teóricos. Además, hacía lo propio con el tallaje. Masajes con un fisioterapeuta especializado y otros trucos para no caer en la prueba más fácil a priori.
“Tenía que dormir en el suelo desde dos semanas antes de las pruebas para estirar la columna. Al final, es contraproducente porque no descansas bien. Luego, al ser de Madrid, podía irme con mi coche la misma mañana, pero tenía que coger un hotel en Ávila porque tenía que dormir el máximo posible. Cuando llegaba al pabellón, me lanzaba al suelo hasta que me midieran”, cuenta en conversación con EL ESPAÑOL.
La historia de Laura es sólo un ejemplo más de los que ocurren cada año. Para acceder a la Policía Nacional, las mujeres deben medir 160 centímetros; los hombres, 165 centímetros. Aquellos que no superen este primer corte quedarán excluidos de las pruebas. No podrán ser policías ni en la escala básica ni tampoco en la ejecutiva. Muchos aspirantes se quedan fuera por ser bajitos, sin que la altura esté acreditada como una aptitud sine qua non para cumplir con las funciones exigidas a un agente.
Laura se ha presentado hasta en 9 ocasiones. Algunas veces ha conseguido realizar las pruebas físicas. En otras ocasiones, ni eso. Le ha llegado a ocurrir que la medida pueda causarle problemas con apenas meses de distancia entre una prueba y otra. Como sabía que esto podía ocurrirle, esta opositora se presentaba a la escala básica y a la ejecutiva.
Reclama la importancia de la hora a la que te miden. No es lo mismo medirnos a las 2 de la tarde que hacerlo a las 7 de la mañana, recién levantados. Es tan injusto que una medida u otra no te capacita más o menos.
“Yo pienso que la estatura es una estupidez. A mí no me hace mejor policía. Hay muchas unidades. Si vas a ser antidisturbios quizás necesites una estatura para poder bloquear mejor, pero una persona de homicidios para qué necesitas una estatura”, reclama.
Laura llegó a pensar en presentarse a otros cuerpos, como la Guardia Civil. Ello significaba, no obstante, renunciar a las unidades que le gustaban. Quería acceder a la policía judicial o estar en la unidad de Patrimonio Histórico.
Además, denuncia que el trato que se le da a algunos aspirantes son una “vergüenza”. Si a la hora de medirte en el metro digital das justo, te pasan a una segunda prueba manual. “Te aprietan el medidor que parece que quieran bajarte un centímetro”, comenta. En conversación con este periódico narra cómo una vez incluso trataron de meterle un folio entre la planta de los pies y el suelo para asegurarse
Esta ya exopositora cree que no volverá a presentarse. Por eso lo denuncia, para que su caso no se vuelva a dar. “Cuando te dicen que no después de un año tan intenso, mínimo un mes estás mal”, comenta. Ella eliminaría cualquier límite: “Que sean más justos y que la discriminación no exista”.
El TSJUE, a favor de la eliminación
El Tribunal Superior de Justicia Europeo se pronunció a este respecto en 2017. “Aun suponiendo que todas las funciones ejercidas por la policía (…) exigieran una aptitud física particular, no parece que dicha aptitud esté necesariamente relacionada con la posesión de una estatura física mínima y que las personas de una estatura inferior carezcan naturalmente de dicha aptitud”, expuso el alto tribunal.
Tras esta resolución, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil bajaron los límites mínimos para acceder a sus cuerpos cinco centímetros. Lo hicieron en 2019.
La eliminación total de la discriminación por altura ha ocurrido ya en el caso de los Mossos d’Esquadra o la Guardia Urbana recientemente. Hace un par de años, el Ayuntamiento de Madrid también pidió a la Comunidad eliminar la altura mínima en la policía municipal. Por lo tanto, parece que hay concordancia entre distintos estamentos de la sociedad con respecto a este tema. Como mínimo
La justicia española también ha golpeado duramente al requisito de altura. La última sentencia conocida al respecto la emitió el Juzgado contencioso-administrativo número 5 de Barcelona, por el proceso de selección a Guardia Urbana del año 2018. La magistrada entendía que este requisito vulneraba los derechos fundamentales de igualdad y acceso a la función pública de acuerdo con los principios de méritos y capacidad.
La jueza desestimó que la altura proyectara ante los ciudadanos un poder de disuasión en caso de conflicto: lo tachó de razonable, pero “el hecho de medir menos no implica que no se puedan seguir realizando las funciones con las mismas garantías de éxito”.