"Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren -y la ejemplaridad presida- nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos". Este párrafo que leyó Felipe VI el 19 de junio de 2004 en el Congreso de los Diputados, el día que comenzó su reinado, no son solo palabras. Su concepto de una Monarquía transparente y ejemplar le están suponiendo un lastre de peso infinito que le arrastra a la soledad más absoluta.
El Rey está solo en el ámbito más íntimo. Seguro que cuando el soberano revelaba estas intenciones ante unos diputados y senadores, 100% entregados al nuevo reinado, nunca imaginó que siete años después iba a tener que pelear en la batalla más dura de su vida, dentro y fuera de casa pero sobre todo solo.
La soledad del Rey debida a la responsabilidad de llevar la Corona, al peso de sentarse en el trono de la forma que él ha elegido, siendo ejemplar para el resto de los españoles, ha hecho que haya tenido que ir echando de su lado a todos los Borbón y Grecia y alguno de sus amigos de toda la vida por sus comportamientos "incívicos", término que acuñó el presidente del Gobierno para referirse a Juan Carlos I hace solo unos días. A su lado, su mujer, la Reina Letizia y sus dos hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Los cuatro Borbón Ortiz luchan por salvar una imagen de la Corona hundida tras casi 11 años de problemas internos dentro de la Casa, que empezaron cuando el Emérito pidió a sus amistades que trasladaran a Iñaki Urdangarín a Washington, allá por 2009, tras las primeras investigaciones del caso Noos que le llevarían después a la cárcel.
La última mina en el camino del reinado de Felipe VI llegó, el pasado martes, de parte de sus hermanas, las Infantas Cristina y Elena al descubrirse que se habían vacunado en Abu Dabi, durante una visita en febrero a su padre Juan Carlos, saltándose así el orden establecido por el Gobierno para el calendario de vacunación contra el coronavirus.
La respuesta de Casa Real fue contundente: las infantas deberán responder de sus actos, no son parte de la Familia Real. Y dejó claro, una vez más, los esfuerzos del actual equipo del soberano por centrar en él, Letizia y sus hijas, la estabilidad de la Corona.
Relación entre hermanos
Un día después, la Infanta Elena acudía al Palacio de la Zarzuela pero no fue a ver a su hermano, como aseguraron varios medios de comunicación. La duquesa de Lugo estuvo cinco horas en El Pardo visitando a su madre, Sofía. Nada de ir a darle explicaciones al Rey sobre su vacunación en Abu Dabi. No tendría sentido, ya que prácticamente no se hablan. Han quedado ya muy lejos las lágrimas de emoción de la hija mayor al ver al Príncipe Felipe portar la bandera española en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
"Hasta la jubilación obligada del padre la relación no era tan tensa. Pero Elena no le perdona el trato que le ha dado al Jefe. De hecho, cenaron juntos en Nochebuena hasta 2017. Pero el exilio de Juan Carlos fue la gota que colmó el vaso de la duquesa y la relación entre ambos no existe", cuenta una fuente cercana a la hija mayor de los eméritos. "Pero esto no significa que Felipe no esté pendiente de sus sobrinos, quiere mucho a los seis, tanto a los Marichalar como a los Urdangarin. Les regaña cuando tiene que hacerlo y les da un cariño cuando es necesario. Pasa más tiempo con ellos del que nadie se entera. Ellos no tienen la culpa de nada", desvela la misma fuente.
Con la ex duquesa de Palma la cosa está peor. En público, desde que comenzaron las investigaciones del Caso Nóos, el entonces Príncipe de Asturias y su esposa cortaron las relaciones con el matrimonio Urdangarin Borbón. Tras la condena del ex jugador de balonmano, ya siendo Rey en 2015, Felipe VI les retiró el ducado de Palma.
A pesar de que no le gusta la idea, el Monarca ha permitido, mientras que su cuñado ha estado en la prisión de Ávila, que su hermana duerma en Zarzuela y que viajara a Palma a visitar a su madre cuando quisiera en verano, siempre y cuando ellos no estuvieran. "Aunque al Rey le apena su situación con su hermana mayor Elena, le duele mucho más la que tiene con Cristina. Antes de la llegada de Letizia esos dos hermanos eran uña y carne. Se llevaba genial con Iñaki… Pero las cosas ahora mismo están en un punto en el que ni se hablan y supongo que con lo de la vacuna de esta semana menos aún", añade la misma persona.
Regreso a España
Mientras, el detonador de todas explosiones que asolan la monarquía sigue en Abu Dabi a más de 8.000 kilómetros. Juan Carlos, ya instalado en su nueva residencia, espera a que su hijo le dé el permiso para regresar a España. También ha de contar con el beneplácito del Gobierno. Zarzuela asegura que ellos no tienen que hacerlo porque el Jefe del Estado ya no es familia real y es responsable de sus decisiones. Lo cierto es que el emérito tiene la intención de volver en breve, aunque parece que ya ha asumido que se tratará de una visita corta y tendrá que buscar otro destino para asentarse.
La última vez que padre e hijo hablaron fue a finales del mes de julio. Cuando en una reunión, los dos solos, decidieron la marcha del Emérito del país. Ese fue el desenlace de una decisión madurada durante semanas fruto de una conversación a tres bandas (con el abogado de Juan Carlos, Jaime Alfonsín, y la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo) en la que se analizaron todas las alternativas posibles para minimizar el daño a la Monarquía por la investigación abierta por los fiscales suizos y españoles sobre las cuentas opacas del rey Juan Carlos.
Como no se llegó a un acuerdo, los dos Reyes se reunieron solos. "Esa es la última vez que hablaron. El Jefe llama a todo el mundo menos a su hijo. Pero no es porque esté enfadado o dolido con él, sino porque es completamente consciente del daño que le está haciendo a Felipe VI", cuenta una persona cercana al emérito. "Sin embargo, dice estar muy orgulloso del hombre en el que se ha convertido su hijo a pesar de los pesares", añade.
Todo el actual equipo de Zarzuela está sumido en la misión de borrar todo lo ocurrido en el reinado anterior. Se trata de una Monarquía nueva y eso ha llevado a Felipe VI renunciar a la herencia (algo legitimado por la ley para cualquier hijo) cuando fallezca su padre. No quiere ni eso. En un comunicado emitido por la Casa en marzo de 2020, se aseguraba que: "S.M. el Rey quiere que sea conocido públicamente que S.M. el Rey Don Juan Carlos tiene conocimiento de su decisión de renunciar a la herencia de Don Juan Carlos que personalmente le pudiera corresponder".
La familia materna
Con la única con la que Felipe VI mantiene cierta relación es con su madre, Sofía. Ella ha intentado mediar primero a favor de su hija pequeña, Cristina, delante del actual Rey y después para la pronta vuelta a casa de Juanito (como llama ella con cariño a su marido). Estas dos causas, sumado a que la reina Letizia no siente demasiada simpatía por su suegra, hacen que las relaciones entre madre e hijo sean escasas. "Pero están cerca y él come con ella algunos días entre semana", revela una persona cercana a la Casa.
Pero la soledad familiar del actual monarca llega más lejos. Felipe VI tampoco mantiene relación con sus primos por el lado paterno. Un buen ejemplo de esto es su distanciamiento con María Zurita. A pesar del mucho cariño que la hija de la Infanta Margarita siente por su primo, lo cierto es que no mantienen contacto desde que la reina Letizia entró en la vida de los Borbón. Ambas mujeres no se llevan bien, no tienen feeling y eso ha llevado a una relación casi inexistente. Lo mismo ha ocurrido con los Gómez-Acebo, que ven en Letizia un problema para poder seguir manteniendo contacto con el soberano.
Por el lado materno, la esposa del Rey también ha influido en la separación entre primos. Aunque esta vez puede que no sea ella la culpable. Felipe VI guarda con dolor el trato que recibió su esposa cuando ambos viajaron a Grecia para acompañar a toda la Familia Real Griega en el cincuenta aniversario de la muerte del Rey Pablo en 2018. Tanto los primos helenos como las Infantas Elena y Cristina ignoraron a Letizia durante todo el acto. Poco después, tras la crisis de las reinas en Palma de Mallorca, en aquella Semana Santa, la esposa de Pablo (amigo íntimo de Felipe VI desde su época de estudiante en Canadá) Marie Chantal Miller, atacaba duramente a la ex periodista por su actitud con su suegra.
Las normas de rectitud impuestas a sí mismo y a su reinado ha hecho también que Felipe aleje de su lado esas amistades que pueden manchar, aunque sea mínimamente, la imagen de la Corona. Es lo que ha ocurrido con Javier López Madrid, yerno de Juan Miguel Villar Mir, nombrado marqués por Juan Carlos I. "Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde". Con estas palabras arropaba en 2016 Letizia al empresario y ‘compiyogui’ suyo, poco después de que estallara el escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid.
Finalmente, los reyes se vieron obligados a romper su amistad con el empresario, detenido en 2017 por la Operación Lezo. "Esto dolió muchísimo al Rey, su relación era muy estrecha", cuenta un tercer amigo. Hay incluso quien asegura que eran tan amigos que parece ser que la Princesa Leonor lleva este nombre como homenaje a su madre, Leonor Madrid, a la que Felipe consideraba como casi suya.
Nada más conocerse los escándalos financieros de López Madrid Zarzuela cortó relaciones por muchos mensajes de ánimo que le hubiera mandado la Reina a su ex compañero de yoga.
"Ahora el Rey tiene a la familia de su mujer como la suya. Quiere mucho a su suegra, Paloma Rocasolano, y confía en su suegro, Jesús Ortiz. Los amigos que le quedan son tres de cuando era pequeño y los siempre fieles militares de su época de las academias del ejército. Gente todos, sencillos, sin títulos, sin rastro de sangre azul, que han tenido que trabajar para labrarse un futuro y que saben lo que cuesta la vida. Ellos no parece que vayan a traicionarle nunca", sentencia un amigo de don Felipe VI que sí está entre los pocos apoyos sentimentales que le quedan al Rey.