“Esta mañana, dando un paseo, he escuchado a un tipo en la radio, a un experto, alguien que sabe más que yo, y ha dicho que te la puedes poner sin problema. Hombre, si pudiera, elegiría cualquiera de las otras, pero por lo que he oído, que te genera inseguridad. Pero claro que me vacunaría. Si sólo ha habido 11 casos con problemas de 17 millones que se la han puesto… ya sería mala suerte que me tocara a mí. Si siguiera esa regla, ni cogería el coche”.
El que habla es Miguel Ángel y lo hace sobre la polémica vacuna de AstraZeneca. A sus 59 años de edad, ya le podría tocar a él recibir el pinchazo. En un par de frases, resume el sentir más o menos común de su generación, aquella del baby boom: lo mejor es vacunarse; si pudiera ser con otro tipo, genial; pero, si no, pues adelante. “Soy partidaria de vacunarme con AstraZeneca o con güisqui del malo; lo que sea para acabar esta locura”, comenta Victoria, de 58.
Tras la suspensión provisional del suero de Oxford por casos de trombos en personas que la habían recibido, este miércoles se reanuda en España el proceso de vacunación con AstraZeneca. Hasta ahora, se había limitado su aplicación a personas de hasta 55 años, pero a partir del miércoles se extenderá hasta los 65 años.
Según el INE, en España hay 6 millones de personas con edades comprendidas entre los 55 y los 64 años de edad. Su vacunación permitirá ahora inmunizar a una parte más amplia de la sociedad, aunque no todos están convencidos de que se quieran exponer a los riesgos que parece conllevar. Un reciente estudio internacional realizado por YouGov ha desvelado que uno de cada cinco españoles no se pondrían la vacuna de AstraZeneca.
EL ESPAÑOL ha consultado a cinco personas con edades comprendidas entre los 55 y los 65 años para saber su opinión al respecto, y clavan la estadística. Todos menos uno se la pondrían, aunque elegirían otra si fuera posible.
Victoria, 58 años
Victoria, de Málaga, tiene 58 años y es profesora. Cuenta por teléfono que al resto de sus compañeros de profesión ya les han vacunado. Es justo a ella y a los que son mayores de 55 a los que no les había tocado. Pero, a partir de ahora, ya podrán y ve todo ello con buenos ojos. Ella es la que se pondría la de AstraZeneca o el güisqui malo. “En todas las vacunaciones, como la de la gripe, hay reacciones adversas. Aquí ahora es que estamos pendientes hasta del último grano que le sale al vacunado con la de Oxford”, explica.
Ella es bióloga de formación y, a diferencia de la mayoría, sabe de lo que habla. Por eso, aunque no tiene problema en vacunarse, la de AstraZeneca no sería su opción predilecta. “Me pondría antes las de Moderna o Pfizer porque son más inocuas y la molécula dura menos en la célula. Con la de AstraZeneca te meten el virus directamente. Es como si te meten El Quijote entero o sólo una página del libro”, comenta.
Cree que a ella le tocará a finales de marzo o principios de abril, es decir, ya; y le tocará la polémica vacuna de Oxford. “Pero a mí que me vacunen ya. Tengo muchos compañeros que no se van a vacunar porque se han asustado. Se ha muerto una profesora en Málaga y pilla cerca, por provincia y profesión. Eso les ha afectado a muchos y lo ven con más reparo”, apuntala.
Ramón, 65 años
A Ramón le toca por lo mínimo. Tiene los 65 años cumplidos, ya jubilado, y puede que le llamen a filas. Al principio, duda. Dice que no se ha pensado si vacunarse o no, y al rato cambia de opinión. “Creo que si me llaman sí que me la pondré. No me había puesto la de la gripe y me llamaron para ponérmela, y ahí que fui. Las vacunas son positivas, han salvado millones de vidas desde que se aplican”, explica por teléfono desde Barcelona. Su alegato a favor de las vacunas parece hasta revolucionario en estos tiempos negacionistas que corren.
“Sí que es verdad que, en este caso del coronavirus, da la sensación de que han ido todos lanzados en una carrera desbocada en la que parece que prima más el interés económico que la salud”, señala. “En ese sentido, pues a lo mejor se han dejado alguna precaución por el camino”, añade. A pesar de esa percepción, acaba aceptando que sí se vacunaría si le llaman para ello.
¿Qué es lo que más echa de menos de la vieja normalidad? “Pues la cervecita con los amigos”, dice. ¿Cree que la vacuna es la puerta para volver ahí? “Lo será, sí. Cuando se vacunen todos no habrá restricciones a la hostelería y, aunque haya algún caso de vez en cuando, no van a parar la economía como antes”, cree.
José Antonio, 63 años
José Antonio es el díscolo. De Madrid, administrativo de una empresa familiar y de 63 años de edad, él no se vacunaría si le llaman para ello. Pero tiene un motivo bien fundamentado. Sufre de un EPOC, una enfermedad inflamatoria crónica que causa una obstrucción del aire de los pulmones y cree que vacunarse con AstraZeneca puede ser jugársela. “Esa no me da confianza porque soy de riesgo. Además del EPOC he sufrido una neumonía y soy hipertenso…”, cuenta.
¿Y las demás? “La de Pfizer no me importaría y la de Moderna, tampoco”, explica. “Cuidado, no soy negacionista. Creo que las vacunas son buenas. Pero tengo miedo. Cuando empezó la pandemia no me movía de casa, no iba ni a la compra. Con esta vacuna, pues lo mismo. Tomaré todo tipo de precauciones. Quiero estar a salvo, como todo el mundo, imagino”, asegura.
A José Antonio el miedo le ha llegado, además, por su entorno. Ha perdido familiares por culpa de la Covid-19 y su mujer trabaja como auxiliar de enfermería, por lo que han tenido que redoblar los esfuerzos preventivos en casa. “A ella ya la vacunaron en enero. A mí me iban a vacunar entre el 28 de febrero y el 15 de marzo, por ser de riesgo, pero luego pasaron los de 80 años. Me parece bien porque, por la edad, también son de riesgo. Así que imagino que hasta junio no me la pondrán. Pero de las otras, la de AstraZeneca, no. Si me dicen esa, lo retrasaré todo lo que pueda”, dice.
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha comentado este lunes que no habrá plan B. Que si alguien rechaza vacunarse con la AstraZeneca, está en su derecho pero no se le dará otra vacuna distinta.
José, 55 años
“A ver, tengo muchas ganas de vacunarme. Como la mayoría de la gente, imagino. No tengo esa ansiedad que gastan los que se cuelan, como esos políticos, pero quiero vacunarme”, dice José, de 55 años de edad y que trabaja como comercial administrativo en Albacete. “Sí que se está comentando bastante que se ha hecho rápido, pero me fío de las autoridades sanitarias mundiales, europeas y españolas”, comenta.
“Yo no soy un experto, trabajo en el sector de la electricidad, pero sí he oído que AstraZeneca tiene más efectos secundarios. Pero me imagino que es normal. Cuando me vacunaron de la gripe, estuve unos días pachucho, como un pequeño constipado. Pero… si al final me inmuniza pues el efecto secundario es eso, algo secundario”, asegura.
¿Si le dieran a elegir qué vacuna recibir? “La que más pronto esté y la que mayor porcentaje de fiabilidad tenga, me da igual cuál. Me parecen positivas, en cierto sentido, las dudas sobre la seguridad de AstraZeneca. En cierta forma, significa que se le está haciendo un seguimiento”, cree. “Lo que más echo de menos es viajar, viajar en moto. La vacunación es el inicio de esa vuelta a la vida de antes. La vacuna es algo básico”, apuntala.
Miguel Ángel, 59 años
“Yo me vacunaría. A mi madre la han vacunado con la de Pfizer y tiene 92 años y está como un clavel. Mañana le ponen la segunda. Y si a mí me toca la de AstraZeneca, pues adelante. Cada medicación tiene su cosa. Igual me tomo unas pastillas para las muelas y me quedo tonto, pero a priori es mejor el beneficio que el riesgo. Si con AstraZeneca tuviera el 50% de probabilidad de salir mal, pues no me la pondría. Pero, estando como están las cosas, ya sería mala suerte que me tocara a mí”, cuenta Miguel Ángel.
A sus 59 años de edad, este comercial del sector de la decoración afincado en Madrid representa la mediana de los nuevos candidatos a recibir la vacuna de Oxford. Y no se muestra escéptico, se fía de lo que dicen las autoridades. “El 95% de la gente no tenemos ni idea de esto. Es como cuando vas al mecánico y te habla de tu coche, no sabes, pero te fías de los que controlan”, dice.
“Es verdad que si pudiera elegir, no me pondría esa. Por todo lo que ves. Pero no creo que hayamos ido rápido. De hecho, hemos reaccionado tarde en muchos ámbitos. Tenemos unos técnicos a nivel mundial muy preparados. Como decía mi padre, si podemos llevar a tres tíos a la luna y traerlos de vuelta, podemos hacer lo que sea. Lo que me extraña es que otras enfermedades, como el sida, hayan sido tan lentas. Pero ya se sabe... “, añade.
¿Qué echa de menos? “Que todos seamos más felices, que no tengamos miedo. Lo de salir o no salir me da igual, que yo ya lo he hecho mucho. Echo de menos que salgan mis hijas, Alejandra y Belén, que nos podamos ver todos algún día. Y sólo espero que no nos acostumbremos a los muertos. Muere muchísima gente, como si cada día se cayeran autobuses llenos por barrancos, y me da miedo que nos acostumbremos a eso”.