Murcia

De adolescente cambió el colegio privado y la comodidad del Barrio de Aravaca, en la capital de España, por el instituto público Jiménez de la Espada de Cartagena y un modo de vida ecologista en el Caserío de Los Pérez de Tallante. “Mi familia me ha marcado mucho, éramos siete hermanos, mi padre era veterinario, vivíamos en Madrid, pero su ilusión era volver a su tierra, a Murcia, y vivir en el campo; así que mis padres se liaron la manta a la cabeza, compraron una finca en el campo, sin luz ni agua, y ahí nos metimos”, relata risueña -casi cómo si lo estuviera viendo- Mabel Campuzano: la mujer que este sábado protagonizará un hito político al convertirse en la primera consejera autonómica de un partido de extrema derecha.

"Los vecinos nos decían 'Los Madrileños', les llamábamos mucho la atención porque parecíamos granjeros último modelo, con mi padre inventando cosas: ¡Trillaba cereales con un Seiscientos porque no teníamos trillo!", prosigue Campuzano. Esta madrileña (1960) era la número dos de Vox en la Región de Murcia hasta que ella y sus compañeros -Juan José Liarte y Francisco Carrera- fueron expulsados del partido de Santiago Abascal. Hoy -a las cinco de la tarde- tomará posesión de la Consejería de Educación y Cultura, cumpliendo con el pacto que estos tres diputados cerraron con el PP para tumbar la moción de censura de PSOE y Ciudadanos, cuyo objetivo era desalojar a los populares del Gobierno autonómico. Su nombramiento tiene soliviantada a la oposición y los sindicatos. 

La Plataforma por la Escuela Pública ha convocado este sábado, a las 10.30 horas, una protesta en el Palacio de San Esteban bajo el eslogan: ‘La educación pública no se vende, se defiende’. El tenso panorama que se respira en Murcia parece (estereotipadamente) lógico, pero lo cierto es que la nueva consejera todavía no ha abierto la boca y posiblemente nadie sabe que su padre fue militante del PSOE. “Era muy socialista y llegó a estar al frente de una agrupación en Cartagena”, subraya la política en la primera entrevista que concede a EL ESPAÑOL y que tiene lugar en su casa, en una exclusiva urbanización al abrigo de la Sierra de Carrascoy.

- Resulta llamativo que una persona que se ha criado en una casa en un ambiente ecologista y con un padre de izquierdas se acabe convirtiendo en vicepresidenta de Vox en Murcia…

- El eje izquierda-derecha está obsoleto: es un pensamiento decimonónico. Dos de mis hermanos son de Podemos, uno de ellos es guardia civil, y hace poco tuvimos una conversación sobre el ‘pin parental’ y le terminé convenciendo. Mis otros hermanos son de derechas. Nosotros somos una familia muy unida. Aunque en Navidad tenemos prohibido hablar de política.

El veterinario José María junto a sus hijos y nietos. Cedida

- Usted va a ser la primera política procedente de un partido de extrema derecha -como Vox- que entrará en un Gobierno autonómico. Desde hace días se suceden las críticas de PSOE, Podemos… ¿Siente mucha presión?

- Desde que nacimos en la política hemos vivido bajo presión. A mí me han escupido, me han tirado huevos, me han tirado excrementos, por ser de Vox y luego por dejar de ser de Vox, pero ahora ya no me toca limpiarlo a mí porque nos ponían las sedes que no veas (Risas). Eso, en realidad, no me afecta tanto. Lo que me ha afectado es el año que nos ha dado el partido (de Santiago Abascal) tratándonos tan mal, despreciándonos, insultándonos... Ese año que pasamos hasta que decidimos dar el paso de despedir a la gente que trabajaba para nosotros porque se dedicaba a hacer perfiles en las redes sociales para ir en contra nuestra. En Madrid no teníamos acceso a nadie y por pedir por carta una entrevista con Santiago Abascal, para contarle lo que estaba pasando en Murcia, solo por eso, nos expulsaron.

- Ahora que usted también va a ganar mucha visibilidad y notoriedad pública como miembro del Consejo de Gobierno de la Región de Murcia, si pudiera: ¿Qué le diría al líder nacional de Vox, Santiago Abascal?

- Que un partido es otra cosa. A tus militantes y a tus diputados se les trata de otra manera. Por lo menos se les escucha.

Durante la hora y cuatro minutos que EL ESPAÑOL conversa con Mabel Campuzano en su casa donde recibe al periodista preparando un café, la nueva consejera de Educación y Cultura no deja de reír, a veces a carcajadas, ni siquiera se la borra la sonrisa cuando es preguntada por el aluvión de críticas que ha recibido de los sindicatos educativos por su nombramiento. Otro detalle, a su familia la nombra reiteradamente, sobre todo a su hermana gemela, Mamen, que murió en diciembre por un cáncer fulminante y a la que quiere dar un pequeño homenaje póstumo cediendo a este diario una foto de 1964 donde ambas aparecen abrazadas en una playa del Mar Menor. “Éramos unas crías”.

Mabel y Mamen en una playa del Mar Menor en 1964. Cedida

- Su padre era un veterinario con una mentalidad muy abierta para la época. ¿Cambió los servicios que ofrecía una ciudad como Madrid por un modo de vida en plan ecologista en el campo de Cartagena?

- Sí. Nosotros nos autoabastecíamos de todo. No vivimos con connotaciones jipis, se trataba de volver a las tradiciones del campo: teníamos una huerta con patatas, tomates, berenjenas…, y animales, como gallinas, conejos... Mi padre y mis hermanos sacaban agua de un pozo para que lavásemos la ropa en un viejo lavadero de piedra. Estudiábamos con la iluminación de un camping-gas, pero al cabo del primer año acabamos instalando un grupo electrógeno. Al final, tuvimos que poner el agua y la luz en la casa porque no se podía vivir así: era demasiado utópico. Mi padre era un hombre que tenía una mentalidad científica. Él quería que excavásemos un refugio nuclear porque era la época de la Guerra Fría, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. A eso nos negamos y hasta tenía hecho el diseño: iba a instalar una dinamo, a cultivar champiñones...

- ¿Cómo encajó el cambio aquella adolescente urbanita que aterrizó en un caserío cartagenero?

- La verdad es que yo tenía 14 años cuando me metieron en el campo: quería morirme. Sin embargo, ahora lo recuerdo como el mejor momento de mi vida. Considero que eso nos dio una dimensión como familia. Mi hermana gemela y yo nos íbamos con el biquini, a las doce del mediodía, con todo el solanero, a ponernos morenas recogiendo almendras (Risas). Fuimos allí unos elementos que distorsionamos todo: los vecinos de Los Pérez de Tallante alucinaban con ‘Los Madrileños’. Luego murió mi madre y como mi hermana gemela y yo éramos las mayores, pues entonces criamos a mis hermanos que son como mis hijos.

Mabel guardaba una relación muy especial con su difunta hermana Mamen: compartió con ella muchas vivencias y confidencias durante su adolescencia en el instituto. “No sé cómo me achacan que estoy en contra de la enseñanza pública, cuando considero que mi educación en el instituto Jiménez de la Espada fue la mejor que pude recibir”, subraya agradecida esta madrileña, de 61 años, por la decisión de matricularla en un centro público que en su momento adoptaron sus padres, José María, natural de Murcia, y Aurora, nacida en Cartagena.

A lo largo de su vida, la nueva consejera de Educación y Cultura se ha formado en los dos sistemas de enseñanza, el público y el privado, ya que el título de Técnico Superior en Medicina Nuclear lo cursó en la Academia San Antonio y la licenciatura de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. No ha ejercido ni de lo uno ni lo otro porque su vida profesional también se ha movido a caballo entre lo público y lo privado. Campuzano fue directora de la Oficina Municipal de Información al Consumidor del Ayuntamiento de Fuente Álamo y puso en marcha el Hotel La Torreta de Totana: el municipio donde conoció a su esposo.

Mabel Campuzano con su hijo, Antonio, en brazos. Cedida

La Torreta fue un sueño: era una casa mágica”, recuerda con cariño aquella experiencia en el sector hotelero que inició en 2003 después de casarse con el empresario Fernando Méndez. “Acompañé a Totana a un amigo que era abogado porque iba a trabajar en una inmobiliaria que era de mi marido y así nos conocimos”. De ahí al altar, una casa en el campo con naranjos, dos hijos maravillosos -Miguel (Ingeniero Químico) y Antonio (Físico)-, cuatro mastines, y dos décadas de residencia en Totana donde su esposo llegó a gestionar el espectacular Hotel Jardines de La Santa: 35 habitaciones de cuatro estrellas, situadas en las faldas de Sierra Espuña, con zonas ajardinadas, integradas en el conjunto arquitectónico de la Ermita de Santa Eulalia que está declarado Bien de Interés Cultural.

- ¿La nueva consejera de Educación es católica?

- Sí, soy creyente, y practicante con fallos. La Semana Santa me encanta. Me trae unos recuerdos maravillosos de cómo vivíamos las procesiones de Cartagena junto a mis abuelos. También conozco bien la de Totana por la familia de mi marido.

- Usted llegó a poner en duda la efectividad que tiene la vacuna contra el coronavirus en la Asamblea Regional. ¿La nueva consejera se inoculará la dosis cuando le toque?

- Yo opino que se sabe poco, que me gustaría tener más información y vemos algunas informaciones que nos llegan de medios de comunicación sobre países donde se paraliza la vacunación. Creo que podemos plantearnos serias dudas sobre su validez y su riesgo. Yo no me la voy a poner.

- ¿Es usted negacionista?

- Mi marido casi se muere de Covid: se contagió el 8 de marzo en el acto que celebró Vox en Vistalegre y estuvo ingresado muy grave durante dos semanas en el Hospital Morales Meseguer de Murcia. Entonces, cómo voy a ser negacionista, lo que yo digo siempre es que soy ‘preguntacionista’. Lo que pasa es que aquí, si preguntas, te tachan de negacionista. A mi marido se lo llevaron en una ambulancia y si no llega a sobrevivir, a mí me habrían traído un tarro con sus cenizas. No le habría vuelto a ver jamás. Y aquí nadie me decía nada ni respondía a mis preguntas. Luego resulta que se estaba muriendo de los tratamientos que le ponían, hasta que los italianos empezaron a hacer las autopsias y determinaron que había que cambiar los tratamientos por cortisona. Entonces determinaron que a mi marido le tenían que poner cortisona y a los tres días ya estaba en mi casa.

Esta licenciada en Historia del Arte, apasionada del estilo bizantino, tiene previsto realizar varios fichajes para su equipo. El primero ha sido María Luisa López: una funcionaria de carrera, que hasta ahora ejercía de jefa del área económica de la Consejería de Educación y Cultura y que pasará a ser nueva secretaria general. "El equipo será técnico y nosotros iremos marcando las líneas políticas".

- ¿Cuáles serán las primeras medidas que adoptará al frente del área de Educación?

- Lo primero que vamos hacer es garantizar la estabilidad administrativa para que el cambio de consejera no cause ningún problema en el final de curso. Luego, por supuesto, nadie se extrañará de que en el próximo curso pongamos en marcha el 'pin parental' porque era un acuerdo de presupuestos con el Partido Popular y no se llegó a implementar. También nos vamos a preparar para recuperar la presencialidad de las clases en el curso que viene porque hacerlo en el tercer trimestre sería precipitado y no queremos improvisar. Otra cosa que haré será estudiar la gratuidad de la enseñanza de 0 a 3 años en la Región de Murcia.

- ¿Ese 'pin parental' será descafeinado y consensuado con el PP respecto a su concepción original por Vox?

- No queremos tener problemas con el Tribunal Constitucional, así que el 'pin parental' no tendrá el silencio negativo. En principio, en las negociaciones queríamos que si los padres no contestaban por escrito al centro educativo sobre la asistencia de su hijo a una charla, que eso contase como un 'no', pero el informe de los servicios jurídicos de la Consejería de Educación recomienda eliminar el silencio negativo porque nos lo echarían para atrás y nosotros aceptamos la ley. De forma que el 'pin parental' tendrá un silencio positivo para la actividad: si un padre no se preocupa eso significa que le da lo mismo. Por todo lo demás será igual.

- ¿Qué postura tendrá la nueva consejera de Educación con la ley Celaá?

- En estos dos años de legislatura que quedan, vamos a combatir todo el ataque que supone la ley Celaá para la libertad de los padres, a la educación especial y a la elaboración de los currículos. Tenemos que empezar a intentar paliar los efectos tan negativos que esa norma intenta ocasionar a la educación en España.

- ¿Cuáles son a su juicio esos efectos negativos que tiene la ley Celaá para el sistema de enseñanza?

- Todas las manifestaciones que se han hecho de que quieren acabar con un sistema que consideran que es memorístico. La verdad es que nos escandaliza que piensen que la memoria puede ser mala. No tiene que serlo todo, pero se necesita una base de conocimientos y no todo centrarlo en habilidades y capacidades porque si no tienes los conocimientos no eres capaz de desarrollar esas capacidades. Nos parece que es un planteamiento obsoleto y no sabemos cómo vuelven a traer estos planteamientos pedagógicos que son un fracaso en los países donde se han llevado a cabo.

- Entonces, por sus palabras, ¿usted irá a una aplicación de mínimos de la ley Celaá en la Región de Murcia?

- Exactamente. Nosotros vamos a intentar salvar todos los obstáculos de los ataques que hace a los padres porque ataca a la libertad de elección de centro, a la educación especial y a los currículos de enseñanza. Han acabado con los contenidos mínimos para todas las comunidades autónomas, lo que hace que existan diecisiete sistemas educativos diferentes y eso desmembra aún más lo que es la educación en España.

Campuzano, en la terraza de su casa, analizando la ley Celaá. Badía

Es mencionarle la ley del Ministerio de Educación, de la socialista Isabel Celaá, y a la buena de Mabel le sale su vena activista de derechas. La misma que mostró antes de dar el salto a la política cuando participó en movilizaciones en defensa de la familia contra la implantación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía o en las protestas que la Asociación de Víctimas del Terrorismo convocó contra el acercamiento de presos de ETA a cárceles del País Vasco y Navarra.

"Nací al activismo el 11-M y fui uno de los Peones Negros", confiesa Campuzano. Los Peones Negros defendían la teoría de la conspiración frente a la teoría oficial de que una célula yihadista causó las diez explosiones en cuatro trenes cercanías de Madrid, que acabaron con la vida de 193 personas. "Leí el manifiesto del 11-M en la puerta de la Delegación del Gobierno en Murcia, subida en una silla y con un megáfono, mucho antes que Santiago Abascal: parece que Vox ha sacado a la gente con las banderas a la calle y eso no es así".

- UGT y CC OO ofrecieron una rueda de prensa donde criticaron que su perfil era "misógino, homófobo, racista y tardofranquista". ¿Tiene previsto reunirse con los sindicatos tras tomar posesión de su cargo?

- Claro que pienso reunirme con ellos, lo que no voy a hacer es contestarles en la prensa ni entrar en esa polémica. Desde que llegué a la Asamblea Regional me he reunido con todo el mundo, porque lo tenemos como principio. Hemos demostrado en nuestra trayectoria que no tenemos ningún impedimento en apoyar aquellas iniciativas que son buenas para los murcianos: vengan de donde vengan. En la Asamblea hemos aprobado iniciativas con el PSOE y Podemos sin ningún problema.

- ¿Con el perfil político que tiene la nueva consejera ganan los centros concertados y salen perdiendo los centros educativos públicos?

- Me parece indignante que la izquierda quiera apropiarse de la educación pública porque la enseñanza pública es de todos y lo que yo quiero es tener la mejor educación pública del mundo porque es una pata del sistema. Lo que no puede ser es que si defiendes la enseñanza pública, estás en contra de la concertada y la privada, y si defiendes la concertada y la privada, estás en contra de la pública. Eso es un maniqueísmo absurdo. Necesitamos todas las variantes de enseñanza porque esa es la garantía de la calidad y de la libertad. Voy a tratar a todos por igual.

La casa de la consejera tiene un amplio jardín y una terraza con vistas a Murcia. Cedida

La entrevista con la nueva consejera concluye tras dar un paseo por la terraza y el jardín de su casa desde donde se divisa la capital del Segura. En el patio no falta la vegetación, un árbol frondoso para dar sombra, así como varios frutales. Mabel no puede vivir sin un trozo de tierra cerca porque la marcó aquella etapa en el campo con su padre, José María, y su madre, Aurora. En cuanto Campuzano pone un pie en el césped, aparece moviendo el rabo su perrita: "Cuando se murieron mis mastines la adopté en una protectora, la llamaban Audrey, como la actriz Audrey Hepburn, pero yo le españolicé el nombre: 'Odri'".

- En la oposición han criticado que las políticas culturales de Vox se reducen a la pesca y la caza. ¿Qué tiene previsto impulsar como titular de Cultura?

- Ahí queríamos, sobre todo, centrarnos en la recuperación del patrimonio histórico y  ponerlo en valor. Siempre se centran tanto en cultura, que nosotros queríamos también poner el foco en el patrimonio. Consideramos que tenemos un patrimonio increíble, que está poco valorado, se invierte poco en él y queremos aumentar el turismo cultural que podía ser muchísimo más importante en la Región: no solamente que vengan los transatlánticos y que vean el museo romano. Además, queremos realizar los actos culturales en todos los municipios de la Región y no solo focalizarlo en Murcia para que sea una cosa más abierta.

- Cuando Pablo Casado, el líder del PP, acudió a la Asamblea Regional a bendecir el acuerdo con ustedes anunció que en Murcia comenzaba el proyecto para la reunificación política del centroderecha en España. ¿Irá usted en la lista del Partido Popular en las próximas elecciones autonómicas?

- No. Mi experiencia en un partido político (Vox) ha sido tan desagradable que no pienso repetir. Las personas valen más que los partidos, sobre todo, que los aparatos que son máquinas de triturar carne. Yo defendía lo mismo desde antes de ser de Vox, cuando era de Vox, después de expulsarme de Vox y siendo independiente. No he cambiado mi forma de pensar en ningún momento. Mi paso por el partido político (Vox) ha sido catastrófico para no repetir jamás. Después de la legislatura me voy a mi casa. Esto ha sido como una reivindicación de que nosotros éramos los buenos: ‘Nos habéis expulsado (de Vox), pero nosotros seguimos siendo los auténticos’.

- El portavoz de los expulsados de Vox, Juan José Liarte, antes de cerrar el acuerdo con el PP para que usted entrase en el Ejecutivo autonómico mostró un documento con doce puntos para los presupuestos de 2020 que los populares no cumplieron. ¿La consejera Campuzano se fía de sus socios?

- Nuestra exigencia en la negociación era la Consejería de Educación porque era lo más emblemático que nosotros habíamos defendido por el ‘pin parental’ y por la libertad de los padres. Entonces, nuestra exigencia era que necesitábamos estar en el Gobierno porque ellos no habían cumplido (PP) y queríamos estar dentro para fiscalizar. A mí en educación ellos no me han marcado ninguna línea. Tanto el PP como Vox han presentado un recurso en el Tribunal Constitucional a la ley Celaá y es prácticamente igual, luego en educación nos diferenciamos poco. ¿En qué nos podemos diferenciar? Pues en que yo soy más combativa.

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