Ciudad Rodrigo está conmocionada. La pequeña localidad salmantina, de apenas 12.000 habitantes ha perdido a uno de sus agentes del puesto de la Guardia Civil en la ciudad y también a uno de sus más queridos vecinos. El agente de Tráfico Ricardo Sánchez Castro, de 47 años, salió con su moto BMW oficial estando de servicio sin saber que aquella patrulla sería la última: alrededor de las 17:50 del Viernes Santo, su moto se salió de la carretera en el kilómetro 311 de la autovía A-62 a la altura de Sancti-Spíritus (Salamanca). Fue proyectado fuera del vehículo e impactó sin poder evitarlo contra el guardarraíl de la carretera. Falleció en el acto.
Los compañeros que acudieron al lugar del accidente no pudieron hacer nada. Al llegar, se encontraron el cuerpo sin vida de su compañero y amigo y la moto tumbada, ocupando el centro de la calzada. Estaban destrozados, como muestran las imágenes poco después del accidente, con el cadáver del agente ya dentro de un saco amarillo.
Ricardo, “Jobi”, como le llamaban sus amigos, nació en Alcorcón (Madrid) pero había hecho su vida en Ciudad Rodrigo, de donde es su mujer. De hecho, este padre de tres hijos, un hombre amable y familiar, quería jubilarse en la localidad salmantina. Así lo comenta uno de sus compañeros guardia civil en conversación con EL ESPAÑOL: “La agrupación le gustaba y se iba a jubilar allí en Ciudad Rodrigo, tenía su vida allí, familia y amigos… Estaba totalmente integrado, ya llevaba muchos años”.
El agente llegó a Ciudad Rodrigo en 2005 como miembro de la Agrupación de Tráfico de la benemérita. Fue su único destino como miembro de la Agrupación, en la cual iba a cumplir 16 años en diciembre. Antes de su traslado, formó parte de los Grupos de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil (GRS), encargados del orden público en eventos de especial relevancia, según ha podido saber este periódico. Previo a ingresar en el cuerpo, estudió en la Universidad Complutense de Madrid.
Su adaptación a Ciudad Rodrigo fue rápida. Le gustaba el fútbol y entrenar, y pronto se ganó a los vecinos de la ciudad que mandaban a sus hijos con él. “Era muy conocido y querido en la zona, todos lo conocían por ser entrenador”, dice otro uniformado que compartió horas de servicio con él. Además del fútbol, entre sus aficiones estaba el heavy metal y las motos. Fue, por ejemplo, un acérrimo seguidor del grupo “Helloween”, como atestiguan varias imágenes de conciertos a los que acudió con su hermano.
No es la primera vez que el destacamento de la Guardia Civil de Ciudad Rodrigo atraviesa la tragedia. La desgracia parece haberse cebado con ese puesto de la benemérita, en el que el 27 de abril del año pasado, hace menos de un año, otro agente perdió la vida en la carretera. Aquel día, el guardia civil José Antonio Salicio, de 50 años, del mismo destacamento, también falleció por un accidente de moto en acto de servicio. Ricardo y José Antonio, de hecho, eran compañeros y amigos con una gran sintonía: salían juntos a circular con sus motos BMW como binomio en servicio.
El último adiós de sus compañeros a Ricardo ha sido este sábado, y se ha desarrollado de la misma forma en que despidieron a José Antonio el año pasado: escoltando su féretro con motos y coches, desde Salamanca hasta Miróbriga.
Motoristas en riesgo
El accidente de Ricardo ha puesto de nuevo de manifiesto la vulnerabilidad y el riesgo al que se enfrentan los agentes motorizados de la Guardia Civil. Josema Vallejo, también agente del cuerpo y portavoz de la asociación Policía S.XXI quiso abrir, en julio del año pasado, un debate sobre el uso de la moto en la Agrupación. Lo hizo con motivo de otro siniestro, que se llevó la vida de Óscar David Meiriño, de tan solo 39 años, en Aragón.
“En la era de la videovigilancia, los drones, helicópteros, radares última generación, vehículos camuflados, etc., debemos empezar a repensar el uso de la motocicleta como herramienta de trabajo fundamental. Sé que cuestionar el uso de la moto es cuestionar el ADN mismo de la ATGC [Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil]. Pero no encuentro las ventajas que puede traer, en estos tiempos modernos, seguir en el empeño del uso de la moto sobre todas las cosas, incluso en condiciones climáticas, de fatiga o circulación que, tal vez, no son las más adecuadas”, dijo entonces Vallejo en su alegato.
“La especialidad de Tráfico es la que cuenta con más fallecidos en su historia y tiene ahora serios problemas para cubrir vacantes y cursos debido a la alta siniestralidad, bajas calificaciones en las evaluaciones anuales, inexistencia de condecoraciones y turnos de trabajo regulados”, asegura Vallejo a EL ESPAÑOL, al tiempo que expresa sus condolencias por su último compañero fallecido. “Si los fallecidos son cientos, los lesionados son legión”, añade.
Por su parte, el sindicato AUGC también ha expresado sus condolencias: “Lamentamos profundamente la pérdida de nuestro compañero Ricardo uniéndonos al dolor de familiares amigos y compañeros”, ha dicho su portavoz Pedro José Carmona.
El entierro de Ricardo es este domingo en a las 10:30 en la en la iglesia de San Cristóbal en Ciudad Rodrigo. El guardia civil hacía poco menos de un año que no cabalgaba junto a su compañero José Antonio. Ahora los dos se vuelven a reunir.