Primero fue el golpe sanitario, luego el económico y, ahora, el de los impuestos. Este miércoles 7 de abril comienza una de las campañas de la Renta más anómalas de los últimos tiempos, y para cientos de miles de españoles, su declaración del IRPF va a ser un palo más en un año con pocas noticias esperanzadoras. Es el caso de Rafa Gómez, de Dos Hermanas y de 29 años, que el 1 de marzo de 2020 llegó a Mallorca para trabajar en la cocina de un hotel, en plena apertura de la temporada en Baleares. A los 15 días, se fue para casa con un ERTE. Al cabo de tres meses, se reincorporó al trabajo pero en septiembre se fue para casa otra vez. En un año normal, Gómez no habría tenido que hacer su declaración si sus ingresos brutos anuales eran de inferiores a 22.000 euros, pero este año, al tener dos pagadores –su empleador y el SEPE- tendrá que declarar si ha percibido más de 14.000 euros, como es su caso. “Me acabo de enterar de que tendré que pagar”, comenta, sorprendido, al hablar con EL ESPAÑOL.
El pasado viernes, la Agencia Tributaria quiso adelantarse a un disgusto que afectará 327.000 contribuyentes –según cálculos de Hacienda- que el año pasado no hicieron la declaración y que este año les saldrá a pagar, además, habiendo estado sin empleo: permitirá que quienes hayan estado en ERTE paguen sus impuestos en un plazo de seis meses.
La moratoria es una buena noticia, pero muchos todavía no se explican cómo tienen que pagar si se han quedado sin trabajo. La explicación es sencilla: los impuestos son los mismos de siempre, pero el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) hace el cálculo de la retención en función del dinero ingresa al trabajador desempleado temporalmente y esa suele ser a cero. Si el SEPE hubiese retenido al mismo porcentaje que la empresa que empleaba a quien ha pasado a ERTE, ahora no habría ningún problema. Pero la realidad es que no ha sido así y los pagos a Hacienda supondrán un aldabonazo más a este colectivo vulnerable.
El alivio provocado por la ayuda de los ERTE en plena pandemia se verá ahora irremediablemente contrarrestado por una letra pequeña a la que muy pocos han estado atentos. “El golpe psicológico será grande, advierte el inspector de Hacienda y exdiputado Francisco de La Torre. “Estamos en un año en el que el ahorro medio ha aumentado un 14%, pero eso afecta, sobre todo, a las rentas más altas, no es el caso de la mayoría de personas que están en ERTE, que han vivido al día con su prestación, añade.
1.600 euros a ingresar
Casos como el de Rafa, el jefe de cocina en el hotel de Mallorca, tendrán que ingresar a Hacienda entre 1.000 y 1.600 euros, los cuales, aunque puedan fraccionarse en seis meses, saldrán entre 200 y 266 euros al mes. Y los trabajadores, ahora no tienen ese dinero en la cuenta.
Para Rafa, Hacienda tendría que haber avisado antes: “Si hubiésemos recibido un aviso habríamos pedido que nos retuviesen lo que corresponde en ese momento para no llevarnos una sorpresa ahora. Mi situación es más llevadera porque me he ido a vivir con mis padres, pero tengo compañeros con hijos que los dos padres están en ERTE y se han gastado hasta el último euro que han recibido para llegar a fin de mes”, declara.
En su caso, además, hay una doble complicación que pone de manifiesto los problemas que ha arrastrado el SEPE por sus desajustes informáticos y de personal a lo largo de este año. Rafa percibió dos meses de ERTE una vez se reincorporó, y ahora lo tiene que devolver. En su caso fue sencillo, pero muchos otros trabajadores no han encontrado a nadie al otro lado de la línea por lo que, además de pagar ahora lo que no se les retuvo, tendrán que devolver lo que han percibido de forma incorrecta.
La cantidad de retrasos, pagos de más, o que no se hayan aplicado impuestos a las prestaciones del SEPE muestran a un servicio de empleo que está completamente colapsado y que ahora se enfrenta a una nueva oleada de quejas e incomprensión por parte de los ciudadanos. Los sindicatos denuncian que los 8.321 personas que trabajan en el servicio no toleran más la situación y piden medidas al Gobierno.
Otro afectado por la sorpresa es Adrián, un ingeniero aeronáutico de 29 años de Madrid. Trabajaba en el diseño de piezas para un nuevo avión pero el proyecto quedó interrumpido con el inicio de la pandemia. También se quedó en ERTE unos meses y, hace pocos días, advertido por una amiga, hizo la simulación de su declaración: tendrá que pagar 700 euros por los 3.500 que recibió del SEPE sin retención. “Yo pensaba que al pagarte el SEPE algo de retención habría, pero ahora me entero de que era cero”, explica a este periódico. “Para nada tenía previsto este gasto”, apunta.
Autónomos
Los afectados por los ERTE no son los únicos que sufrirán una de las campañas de la Renta más complejas de los últimos años. Marta (nombre ficticio) se quedó sin empleo justo antes de la pandemia y pasó a cobrar el paro, que le duró siete meses. Ahora no tiene ningún ingreso y en su sector no hay trabajo. “No hay forma de reengancharse. Según lo que he calculado en un simulador, ahora tendré que pagar 1103 euros, solo puedo fraccionarlo en dos pagos y no tengo ingresos. No sé cómo lo voy a hacer”, dice.
La madrileña se queja, nuevamente, de la falta de información: “Es como si te dan una ayuda para un coche pero luego te enteras de que tienes que pagar impuestos por ella. Nos engañan”.
La situación llega a ser tan preocupante como que hay bancos que están ofreciendo préstamos a los trabajadores para que puedan hacer frente a los pagos a Hacienda este año. Es lo que cuenta Ambrosio Martínez Vázquez, un empresario hostelero de Jaén, cuyos empleados están en una situación “crítica”. Martínez tiene un hotel con restaurante y una asesoría de pequeñas empresas en Cazorla.
Antes de la irrupción de la Covid, su situación económica era “buenísima”: facturaba 100.000 euros anuales entre los dos negocios y tenía previsiones de aumentarlos a los 130.000. El revés del virus, sin embargo, no solo hizo que no alcanzase esos 30.000 euros de crecimiento, sino que perdiera otros 30.000. Tuvo que despedir a todos los trabajadores de la asesoría y, del hotel, quedarse con ocho y poner a dos en ERTE.
Martínez, como empresario, desconoce totalmente qué le depara la declaración de este año, aunque cree que podrá hacer frente a ella. Lo que sí sabe son las dificultades que atraviesan sus empleados: “Nadie pensaba en mayo al cobrar 1.000 euros que tendría que estar ahorrando para pagar los impuestos el año que viene”, apunta.
Por el lado de los autónomos, sin embargo, también hay quienes la Renta se les hace cuesta arriba. La situación de Cristina, de la carnicería Domingo de Málaga, es cuanto menos alarmante. Su actividad se concentraba en los mercados y, con el cierre de este tipo de establecimientos por la situación sanitaria, se ha quedado a cero. Además, tampoco ha recibido ninguna ayuda porque no ha podido demostrar que su negocio puede prevalecer.
Las ayudas económicas a autónomos han sido para casos como el de Martínez, que ha podido argumentar ante las administraciones que su negocio era viable. Pero Cristina se ha quedado en total desamparo y ahora, además de hacer frente a las cuotas de autónomo, tendrá que pagar los mismos impuestos. La única alternativa para evitar que el fisco le cobre lo que no tiene es bajar la persiana definitivamente y ella se niega. Es su modo de subsistencia.
“Las autoridades se lavan las manos, dicen que vayamos a otras instancias a sabiendas de que no podrán respondernos y nos negamos a cesar la actividad porque es nuestra forma de subsistencia”, explica. Luz Casas, de la Plataforma de Autónomos Damnificados (PAD), dice que el de Cristina es un caso especialmente flagrante que se ha multiplicado en los últimos 12 meses: “Se ayuda al que puede prevalecer y no al que más lo necesita y, luego, los impuestos son exactamente los mismos, no hay beneficios fiscales para situaciones tan extraordinarias”.
Los mismos impuestos
Francisco de la Torre, el inspector, advierte que se tendría que haber planteado algún tipo de beneficio fiscal para las personas en ERTE, en desempleo o para autónomos en la situación de Cristina. Todos pensábamos que las consecuencias económicas no iban a durar tanto, por eso nadie lo planteó en 2020. Ahora, en 2021, lo único que se podía hacer es el aplazamiento sin intereses que alivia a las personas que no pueden acceder con facilidad a la financiación y menos en estos momentos. “Cada uno paga lo que le corresponde habitualmente, pero la situación es extraordinaria”, recalca el inspector. “En esta campaña vamos a ver cómo aumentan los contribuyentes de rentas bajas que les sale a ingresar”, añade.
Otra de las novedades de la Renta 2020 es que 460.000 personas que han percibido por primera vez el Ingreso Mínimo Vital pasan a ser declarantes. Lo tendrán que hacer si sus ingresos por esta ayuda superan los 11.279 euros y, en la mayoría de los casos, su declaración saldrá a cero. La falta de actividad e ingresos fiscales de Hacienda se verá compensada, de alguna forma, con la incorporación de este casi medio millón de nuevos contribuyentes. Sin embargo, también presentan un desafío, ya que se trata de personas poco habituadas con los trámites burocráticos, y el desorden puede ser mayor.
Hacienda ha intentado, por todos los medios, adelantarse a la que promete ser la campaña de recaudación más caótica de su historia. Por su parte, cientos de miles de españoles sin más ingresos que lo que reciben de las arcas públicas, tendrán que hacer malabarismos hasta el próximo 30 de junio para cumplir con el fisco.