Hacerse un test de antígenos para la Covid-19 es tan sencillo como ir a un supermercado o a una parafarmacia y comprarlos. Unos ocho euros de media, un pinchazo, 30 minutos de espera y ya tienes tu diagnóstico. Al menos, así ocurre en países como Alemania, Reino Unido, Dinamarca o Portugal. En España todavía hay que depender de un profesional sanitario y concertar una cita, pero el negocio está empezando a explotar, sobre todo con el verano en el punto de mira. Si todo sigue como hasta ahora, los llamados “test rápidos” (TAR) serán casi tan imprescindibles como el bañador.
En septiembre de 2020, la farmacéutica estadounidense Abbott lanzó sus test. Suponían la primera alternativa clara al engorroso (y caro) PCR que nos ha acompañado desde inicios de la pandemia, y desde entonces no han parado de exportarlos a todo el mundo, sobre todo a los países que permiten el auto-test. En lo que respecta a Europa, esta carrera científica tiene nombre y apellidos: Nelson Fernandes, director general de CerTest BioTec, una empresa española de algo menos de 200 empleados.
Esta firma de biotecnología sita en Zaragoza es la mayor fabricante de test PCR y de antígenos dentro del Viejo Continente, una labor que le ha llevado a facturar 100 millones de euros en el último año. La efectividad y el precio de sus productos rivaliza con la gran multinacional norteamericana, no tanto así su distribución. En septiembre, el mismo mes que Abbott, vendieron 48.100 test por todo el mundo (unos 4.500 a España). A día de hoy llevan más de 5 millones.
“Abbott ha hecho un trabajo buenísimo, pero claro, no llegamos a entender cómo nuestros test, que tienen la misma efectividad, han quedado relegados a un segundo plano. Sobre todo porque tenemos capacidad para hacer 6 millones al mes, si nos los piden”, señala Fernandes en conversación con EL ESPAÑOL. “La lógica nos dice que los números seguirán creciendo, que seguirán demandando más test de cara al verano, aunque veo difícil que España vaya a adoptar la misma estrategia de auto-test que tiene Alemania, por ejemplo”.
Test generalizados
En varios países europeos los TAR se hacen o se venden en farmacias, supermercados y parafarmacias. Por contra, en España sólo los pueden usar servicios sanitarios, los laboratorios y las empresas que los compran por internet. A pesar de ello, las farmacias llevan pidiendo venderlos desde el pasado otoño.
La pequeña excepción son Galicia y Madrid, donde el Ministerio de Sanidad ha autorizado -no sin poca resistencia- cribados regionales en algunas boticas, pero muchos epidemiólogos y virólogos reclaman que este tipo de pruebas se puedan extender al autodiagnóstico. Es el mismo mantra que defiende la Organización Mundial de la Salud (OMS), un poco aquello de “¡test, test, test!”, pero a estas alturas parece un horizonte difícil de alcanzar. En lo que respecta a Fernandes, prefiere no mojarse en el tema.
“Aquí ya hace mucho que los farmacéuticos piden que se hagan auto-test, o por lo menos test vigilados, pero no se ha llegado a implementar. No sé si es por determinadas voluntades, por lobby o por qué. Que lo haga la población... no lo veo imposible pero lo veo complejo”, señala. A día de hoy, CerTest no se ha centrado en vender pruebas a supermercados, pero lo harán próximamente “si siguen abriendo el mercado”.
Vender los TAR en las farmacias y que cualquier usuario se los pueda hacer allí o en su casa o negocio sería la forma lógica de extender su uso. ¿Se debe generalizar su uso? En el aspecto económico, sin duda; en el sanitario, alguna hay. Según el Centro de Control de Enfermedades Europeo, los antígenos pueden ayudar a frenar contagios, pero, si se usan sin registrar los resultados en la red de vigilancia, podría perjudicar al seguimiento del virus. De ahí las diferentes posturas entre países.
Verano de antígenos
El 27 de marzo, la banda Love of Lesbian organizó un concierto para 5.000 personas en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Sin distancia de seguridad entre los asistentes, lo cierto es que las fotos del evento resultan como mínimo sorprendentes para los que todavía no pueden salir de sus casas, pero el experimento salió bien. La razón, que la normativa fue muy clara: superar un test de antígenos para poder acceder al recinto. Si no se pasaba la prueba, no se podía ir al concierto.
La cita supone un primer paso a lo que podría ser un nuevo modelo de gestión sanitaria en España, la de organizar TAR masivos para acceder a ciertos eventos, sobre todo de cara al verano. No es lo mismo que cada uno pueda hacerse la prueba en su casa cuando cada uno quiera, pero sí aumentaría la seguridad en actos deportivos, culturales o restaurantes, por ejemplo. Es algo más difícil, pero no imposible.
“La logística es complicada porque hay que mover a muchos sanitarios y organizarlo muy bien, pero lo veo plausible”, comparte el director de CerTest. “Es normal que se estén utilizando cada vez más. Son más baratos, más rápidos y menos farragosos que un PCR, y para hacer cribados masivos tienen mucho más sentido. Al final es como una prueba de embarazo, como quien dice: a los diez minutos tienes tu resultado”, precisa. Todo hace pensar que, de cara al verano, la demanda aumente.
Así lo cree también Ion Arocena, director general de AseBio, la patronal de empresas y centros de biotecnología españoles. A sus ojos, los TAR se han posicionado como una herramienta “fundamental” para el diagnóstico de la Covid. “No tanto porque vayan a sustituir al PCR, sino porque amplifican la detección del virus, que es lo verdaderamente importante. Es la mejor forma que tenemos de cortar la transmisión”, agrega.
“Mientras sigan aumentando los casos de Covid, que siguen aumentando, los test seguirán siendo necesarios. Y ahora, en lo que queda hasta el verano, lo van a ser más, porque cada vez se hacen más y mejores cribados”, complementa Carlos Genzor, fundador de CerTest y actual director técnico.
Diferencias con el PCR
Cada vez más países europeos siguen los pasos de Alemania y venden en parafarmacias y supermercados los autotest rápidos de coronavirus para hacer en casa. El último ha sido Portugal, que ha decidido confiar en los servicios de una empresa surcoreana no tan efectiva, pero sin duda más barata que la estadounidense Abbott o la española CerTest. La novedad en este caso es que cualquiera, en cualquier momento y situación, puede hacerse a sí mismo el test.
La mayoría de las personas infectadas con SARS-CoV-2 son contagiosas de 4 a 8 días, que es lo que detecta el test de antígenos en menos de diez minutos. Si el TAR da positivo, es muy probable que el infectado pueda contagiar. En cambio, la PCR puede ser positiva entre 22 y 33 días, pero eso no significa que puedan transmitir el virus durante todo ese tiempo.
“Son tecnologías distintas, y por eso funcionan distinto y valen para cosas distintas”, explica Ion Arocena. “La PCR puede encontrar una cantidad muy pequeña del virus y amplificarla, por eso su tecnología se desarrolló tan rápido [cuando se publicó la secuencia del genoma]; los antígenos detectan las proteínas mientras la infección tiene lugar, o sea que sirven para saber si alguien es contagioso”.
En usarlo se tardan 15 minutos. Basta con tomar una muestra de la nariz o la garganta con un hisopo, mezclarlas con el reactivo y ponerlas en una tira de papel. Si el paciente está contagiado, el reactivo liberará proteínas del virus y las unirá a los anticuerpos de la tira, provocando una reacción.