"A mí las mezclas no me gustan", dice Carlos (37 años). "Yo prefiero AstraZeneca, pero tampoco me importaría vacunarme con otra, si es compatible", afirma Marisa (40 años). Ambos son agentes de la Policía Nacional. Recibieron su primera dosis de la vacuna contra la Covid-19 el pasado mes de marzo, pero ahora están a la espera de saber si se les administra la segunda, cómo, cuándo y de qué compuesto. La parálisis les tiene en vilo, al igual que a otro 1,6 millones de personas entre las que se encuentran otros agentes, guardias civiles, personal de Emergencias y profesores. Ellos dos están de acuerdo en algo: ambos creen que el ciclo se debe completar.
Cuando el ritmo de inoculaciones contra la Covid-19 parecía aumentarse, todo ha quedado frenado. Las reticencias sobre los compuestos de Janssen y AstraZeneca, por la aparición de coágulos "raros y graves" en algunas personas, en su mayoría mujeres, han provocado un parón en diferentes puntos de Europa.
Algunos ejemplos: la Unión Europea no renovará los contratos con estas firmas para el próximo año; Francia y Alemania vacunarán con Pfizer o Moderna a los que recibieron la primera dosis de AstraZeneca; y en España el Ministerio de Sanidad sólo está vacunando con el compuesto de esta firma a la población con entre 60 y 69 años.
Esto ha dejado en una situación de incertidumbre, sobre todo a un grupo concreto. Se trata del que la última estrategia de vacunación denomina como "Grupo 6. Colectivos en activo con una función esencial para la sociedad". Está compuesto por Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Emergencias y Fuerzas Armadas y docentes.
Según datos del Ministerio de Sanidad, alrededor de 1.630.000 personas menores de 60 años están inoculadas con la primera dosis de la vacuna, esperando a recibir la segunda. La mayoría de este grupo está compuesto por personal esencial: profesores, bomberos y cuerpos y fuerzas de seguridad. Es decir, recibieron la de AstraZeneca y están a la espera de ver qué ocurre con ellos y su segunda dosis.
Los policías lo viven con expectación. A diario se enfrentan a situaciones de contacto con otras personas. Cuando tienen que detener a alguien, no le hacen anteriormente una PCR. Y para poner unos grilletes hay que acercarse, por mucho que se lleve mascarilla.
"La incertidumbre es lo peor", comenta la agente Marisa. Según los cálculos del Sindicato Unificado de la Policía (SUP), alrededor del 90% de los agentes de Policía Nacional recibieron la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca -la situación no es tan proclive en Cataluña-. Reclaman información. "No sabemos qué criterios van a seguir, si nos van a vacunar o cómo", dice Carlos Morales, portavoz del SUP.
Precisamente este sindicato envió el viernes un comunicado pidiendo una reunión con el Ministerio del Interior. Aún no han recibido respuesta alguna. "No tienen intención de contestarnos", apunta Morales apesadumbrado. Además, denunciaron la situación que sufren los agentes catalanes, "donde se les aparta del proceso de vacunación mientras se ha vacunado prácticamente a la totalidad de las policías locales y autonómicas ante el silencio cómplice del Ministerio de Interior que prefiere no asumir responsabilidades".
También los profesores menores de 60 años continúan a la espera. La maestra Laura Roa (28 años) espera que la vacunen pronto y con AstraZeneca. No contempla otra opción. "Lo de no ponernos una segunda dosis me parece una estupidez", apunta.
Actualmente en España, 9.441.658 personas han recibido la primera dosis y 3.411.914 personas han recibido la vacunación completa. Andalucía es la que más dosis inyecta, seguida de Cataluña. Por contra, y como es lógico por su menor cantidad de población, las ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, y La Rioja son las que menos dosis inoculan.
EL ESPAÑOL ha hablado con agentes y profesores de distintos puntos de España para saber en qué situación se encuentran. Si se fían o no de la vacuna de AstraZeneca, si saben cómo y cuándo se las pondrán y si estarían dispuestos a que se les inoculara una segunda dosis de otra firma, tal y como harán Francia y Alemania.
Laura: "Mi confianza está en buenas manos"
Laura Roa es profesora y fue a vacunarse al Wanda Metropolitano el 13 de marzo. Le dijeron que la siguiente dosis se la inocularían entre 10 y 14 semanas después. Sin embargo, a los pocos días de vacunarse se enteró de la primera paralización de la vacuna. La incertidumbre iba en aumento cuanto más veía las noticias que aparecían.
Tras recibir la primera dosis, la profesora sevillana residente en Madrid tuvo algunos síntomas. "Parecía como si hubiera hecho mucho deporte y estuviera muy cansada físicamente, me dolían los músculos. También tuve fiebre", comenta sobre los síntomas secundarios experimentados.
Esta maestra andaluza está convencida de que la vacuna hay que ponérsela, "si queremos que esto acabe". Cree que la población general no tiene un conocimiento suficiente para poner en duda la vacuna, por lo que no entiende los movimientos antivacunas y apoya todo aquello que esté demostrado científicamente. "Yo creo en la vacunación porque es ciencia, aunque me den miedo los efectos secundarios, claro. Pero creo que pongo mi confianza en buenas manos".
"Lo único que me parece raro es que le pongan a los sanitarios una vacuna y a los docentes otra. Parece que AstraZeneca daba más reacciones adversas que Pfizer o Moderna y eso hizo que se perjudicara a los niños, sobre todo a aquellos con necesidades especiales, porque algunos profesores no pudieron acudir a su puesto de trabajo", apunta Laura.
Lo que no termina de entender es la reanudación de la vacunación. "Me parece extraño", dice. "No entiendo que se diga por ahí que no nos la van a poner porque ya tenemos un 70% de protección. Eso es una estupidez. O lo haces o no lo haces", afirma con rotundidad.
Tampoco le parece bien que se hable de ponerles otras dosis. La sevillana espera que sea la ciencia la que lo avale: "No creo que esto sea como dos barras de pan, que da igual que te comas uno y luego otra. Espero que los científicos lo aclaren, aunque yo, ya te digo, prefiero que me vuelvan a poner AstraZeneca y se complete el proceso que se ha iniciado".
Marisa: "Me vacunaría con otra"
La agente de la Policía Nacional Marisa no sabe qué ocurrirá con su segunda dosis. Afirma que está al tanto de todo lo relacionado con las vacunas, pero aún desconoce si le inocularán un segundo vial con AstraZeneca o no. Ella sufrió la Covid-19 el pasado mes de noviembre, por lo que sus dudas son aún mayores a las del resto. Los hay que dicen que los que lo han sufrido sólo serán vacunados en una ocasión, aunque no hay constancia de ello.
El primer pinchazo lo recibió en marzo. "El día 3, concretamente", señala en conversación telefónica con este periódico. La segunda dosis se la deberían poner unas 10 semanas después. Es decir, en mayo.
Por el momento, no sabe qué ocurrirá. El primer pinchazo no le produjo reacción alguna. "Estoy bastante satisfecha. Yo creo en las vacunas y mientras que consigamos la inmunidad de rebaño...", apunta.
"Como ciudadana, la paralización de la vacunación me parece un retraso. Me importa bastante la inmunidad de grupo y con los parones lo que hacemos es aumentar la situación de incertidumbre, que se está prolongando demasiado. La vacuna es segura", afirma con contundencia.
Recalca las dudas que tiene por qué ocurirrá en el futuro próximo con su vacuna.
—¿Se pondría otra vacuna que no fuera la de AstraZeneca como segunda dosis?
—La verdad es que prefiero que me vuelvan a vacunar con la de AstraZeneca. Si es con otra, tampoco me importaría, y no tengo ninguna preferencia en concreto. Eso sí, siempre que se demuestre que es compatible.
Por el momento, ni la OMS, ni la Agencia Europea del Medicamento, ni ninguna organización científica han avalado este método. De hecho, los científicos españoles ya han dado su 'no' a este método. Parece efectiva dicha mezcla con otros virus: las vacunas experimentales contra el VIH suelen seguir esta estrategia. Habrá que ver que ocurre en el futuro.
Lo que tiene claro Marisa es que no se quiere quedar con una sola vacuna puesta: "Yo preferiría que se completara el ciclo".
Carlos: "No me gustan las mezclas"
Al igual que sus compañeros, Carlos Morales, agente de policía en Madrid, vive con incertidumbre. Le vacunaron a principios de marzo y le tocaría recibir la segunda dosis contra la Covid-19 en mayo.
"No sabemos qué criterios van a seguir. Tenemos falta de información y la pasada semana hicimos una carta al Ministerio para que nos recibiera. Todavía no nos han contestado, ni tienen intención de hacerlo", comenta.
A Carlos le gustaría estar vacunado con una segunda dosis. Espera que sea AstraZeneca, como la primera. Él no quiere Pfizer ni Moderna, al contrario que su compañera. "A mí las mezclas no me gustan, soy rehacio a ello, pero me gustaría estar vacunado".
Carlos Morales, portavoz del SUP, tiene claro que se la pondrá. No tiene miedo, pero eso no quita que tenga reticencias. "Lo que no quiero es que nos utilicen como conejillos de indias", dice. Los cambios que se están realizando no le gustan y pretende que sus compañeros sean al menos informado de lo que ocurre.
Aún quedan muchos policías por vacunar. "A nivel nacional ya tenemos un 90% con la primera dosis", señala Carlos. El problema está siendo Cataluña, donde hay otro frente abierto además de la incertidumbre: la policía acusa a la Generalitat del agravio comparativo en este tema con respecto a los Mossos d'Esquadra.
El problema catalán
Antonio Granados está muy enfadado. El "rechazo" de la Generalitat lo esperaba. Lo que no imaginaba como agente de la Policía Nacional era que el Gobierno no los defendiera.
Cataluña es, tras Andalucía, la Comunidad Autónoma que más vacunas ha puesto en población menor a 60 años, a pesar de haber dejado fuera de la misma a las fuerzas y cuerpos de seguridad. 462.360 primeras dosis se han inoculado en este grupo de edad.
"Empezaron a vacunar a los Mossos d'Esquadra un 12 de febrero y nosotros conseguimos que se nos atendiera un 15 de marzo", cuenta el Policía Nacional Antonio Granados. "Luego llegó la suspensión. Aquí no llegamos al 5% de vacunados. Cuando se reanudó la vacunación enviaron una orden diciendo que nosotros no éramos personal esencial y, por tanto, nos engloban en nuestros grupos de edad", se queja amargamente Granados.
Él es uno de los tantos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que no están vacunados en Cataluña. Esta situación la sufren tanto Policía como Guardia Civil.
No se trata de un error. Al menos, así lo aseguran desde el SUP, que la semana pasada envió un comunicado denunciando la situación catalana: "Difícilmente podría atribuirse a un error los actos de la Generalitat, ya que, cuando cita en su web a estos grupos de trabajadores de los cuerpos de seguridad, explica que entre ellos están Mossos d'Esquadra, policía local, guardia urbana y bomberos, sin mencionar de ningún modo a guardias civiles y policías nacionales".
"Nos sentimos abandonados. Estamos deseando ponérnosla y todos diríamos que sí", comenta Granados. Él mismo está deseando: "Claro que me la pongo. Todo lo que sea intentar paralizar la pandemia, bienvenido sea". Cree que lo que está ocurriendo es un acto de "xenofobia contra todo lo que huele a España" y acusa al Gobierno de abandonar a sus agentes.
Los que perdieron la oportunidad
También hay quien se ha quedado sin vacunar por no estar presente en su ciudad en el momento en que se inoculó a "los colectivos en activo con una función esencial para la sociedad". Ellos también están deseando ponérsela, porque no pudieron en su momento. Es el caso de Jesús Ruiz Barranco, agente de policía de Melilla, que por motivos familiares no pudo acudir a su cita.
Allí la situación es contraria a Cataluña. Unos 300 agentes se han inoculado ya la primera dosis. Comenta que sus compañeros "ya no saben a qué atenerse", después de que se haya paralizado, reanudado y paralizado la vacunación. "No sabemos ni siquiera si nos van a poner la misma o no".
Recalca que en la Ciudad Autónoma nadie tiene "miedo a la vacuna". Viven, al igual que otros agentes, con mucha incertidumbre. "Lo que queremos sabes es qué va a pasar en un periodo relativamente corto de tiempo".
Ha hablado con el enfermero de la jefatura, pero él tampoco puede darle una respuesta. Todo queda a la espera de la decisión del Ministerio de Sanidad, que aún está decidiendo qué hacer. Se espera que resuelva en los próximos días, pero de momento no hay respuesta.
Uno de los porqués de la preocupación de los policías nacionales la resume Ruiz Barranco de manera sencilla: "Nosotros tenemos que estar trabajando en contacto con otras personas. No conocemos la situación de los detenidos y, aunque van con mascarilla, tienes que ponerle los grilletes, meterlo en el coche y llevarlos a donde se requiera en cada momento. Esa interacción existe y la distancia se pierde".